No sabía qué hacer. Había descubierto que mi amigo tenía una relación con nuestro profesor de inglés. Sabía que debía hacer algo, pero no sabía el qué. Lo único que quería hacer era estar con Popee, y eso tampoco lo entendía. Quería estar con él, siempre, parecía una obsesión. Pero no sabía por qué. No era una idiota, sabía que me gustaba, pero no entendía cómo había llegado a ese punto. Primero me ignoraba y luego me trataba como si yo fuera su mundo. Me dejaba con ganas de seguir a su lado, y cada vez quería estar más con él.
Los nervios de no saber qué hacer me hicieron comer. Y comí todo lo que encontré en la cocina aquella noche. Me sentía tan mal que comer era lo único que podía hacerme sentir bien. Había estado tanto tiempo restringiendo mi comida que comer todas esas calorías me hacía sentir libre. Comí hasta que sentí que no podía más. Hasta que mi barriga dolía tanto que no me podía mover. No podía seguir.
Me sentí tan mal que llamé a Popee. Pero no contestó. Ni a mis llamadas ni a mis mensajes. Quizás se había ido a dormir temprano, pensé. Y salí de mi habitación para ir al baño. Mi barriga dolía tanto que caminaba despacio.
—Alice, ¿estás bien? —oí la voz de mi hermano llamarme.
Me entraron náuseas al escuchar su voz. Se había preocupado por mí, por fin. Quería que se acercara a mí y me dijera que todo iba a salir bien. Que lo que estaba haciendo no estaba mal.
—Alice. —me cogió del hombro y se agachó para verme a los ojos.
Quería decirle que no estaba bien, que necesitaba ayuda. Pero no podía. Mi barriga me dolía tanto, que vomité ahí mismo. Y se sintió bien, pero aquel vacío volvió a mí. No me gustaba vomitar, pero en esa ocasión me dolía tanto mi cuerpo que no lo pude evitar.
Después de aquello mi hermano se cambió de ropa mientras yo limpiaba mi habitación. Estaba tirando los papeles de plástico que había en el suelo de lo que había comido.
Me sentí horrible. Todo lo que había hecho para adelgazar no había servido de nada. Lo había echado todo a perder en dos horas, comiendo como una maldita cerda. No podía seguir así. Tenía que volver a tomar control de mi vida, una vez más. Así que decidí solucionar todos mis problemas empezando por Scott. Porque él era la persona que más me necesitaba en esos momentos. Una vez tomada mi decisión, me fui a dormir. Pero no podía. Dormir justo después de vomitar cuando aún me dolía la barriga no era la mejor opción.
Mi hermano tocó la puerta de mi habitación. Fingí estar dormida, y al final, me dormí de verdad.
Cuando llegué al instituto intenté estar al lado de Popee. Iba a ayudar a Scott, claro, pero también quería disipar mis dudas. Quería saber si Popee me quería como yo le quería a él. Así que, esa misma tarde, le pediría quedar los dos solos. ¿Estaba loca? Puede. Nadie en su sano juicio le declararía sus sentimientos a su crush, sobretodo si ese crush era Popee. Pero tenía que intentarlo.
Cuando llegó la hora del patio le pedí a Scott hablar a solas. Él aceptó algo confundido por la repentina petición. Los demás se fueron al patio, incluido Popee. Pensé que me miraría o se sentiría celoso, pero no. Se despidió con una sonrisa y se fue. Espera, ¿quería ponerle celoso? No, no podía hacer eso. El era muy bueno como para hacerle algo así.
—¿De qué querías hablar? —preguntó mi amigo cuando llegamos a un rincón del patio.
—Bueno, verás, el otro día fui al baño.
Me miró como si estuviera loca. Había empezado muy mal la conversación.
—Eso no es lo que quería decir, o sea, sí, pero no. En plan, ya sabes, el otro día estabas hablando con un profe —dije, mirándolo fijamente esperando a que captara la indirecta—.
—Creo que te refieres al otro día cuando estaba en una reunión.
—Sí. Dijiste que era una reunión con varios profesores, pero solo estaba el de inglés.
—Espera, ¿cómo coño sabes eso?
Había dicho una mala palabra y eso solo significaba que le estaba enfadando.
—Bueno, te escuché decir algo y quería pasar a saludarte...
—¿Estuviste escuchando mi conversación?
—No... Bueno, sí.
Le vi tragar saliva. Se cruzó de brazos.
—Ajá, ¿y qué?
—Scott, sé que tú y el profesor de inglés están juntos. —dije cuando reuní la suficiente valentía. No quería que se lo tomara como un ataque.
—No digas tonterías.
—Os escuché besaro-
De repente Scott tapó mi boca con su mano, haciendo que mi espalda chocara contra la pared.
—Alice, no sabes de qué estás hablando. Será mejor que no se lo hayas dicho a nadie.
Negué con mi cabeza para responder. Quitó su mano de mi boca, pero no se apartó. Al estar tan cerca intimidaba bastante, sobretodo su mirada, que parecía que fuera a matarme.
—Scott, él no te está obligando, ¿verdad?
Le vi sorprenderse por mi pregunta. Miró a los lados, esperando que nadie nos viera, y negó con la cabeza.
—Me alegro tanto —dije, con las lágrimas a punto de salir de mi rostro—. Te juro que si él te estuviera obligando, yo...
—Sé que te preocupas por mí, pero no te metas en asuntos ajenos.
—Scott, ya sé que no te está obligando pero hacer eso está mal. Es ilegal. ¿Sabes cuántos años tiene? Ni siquiera sabes si tiene pareja.
—Alice, escuchame —volvió a mirar a los lados, vigilando que nadie nos escuchara—. Ambos nos gustamos y sabemos que está mal. Él me gusta desde segundo, y este año por fin he podido tener algo con él. Él nunca me había hecho caso, pero ahora sí. ¿Sabes lo genial que se siente eso?
—¿Es por esto que ahora sacas buenas notas en inglés?
La sonrisa que tenía cuando explicaba su amor cambió a un rostro serio. Se acercó un poco más, mirándome fijamente. Apoyó su mano sobre la pared, justo en mi lado derecho. Me arrepentí tanto de haber dicho eso.
—Al principio era por eso, sí. Pero ahora lo amo, pero está mal. Por eso me quería alejar de él, pero es imposible. En parte, sí me está obligando, porque me amenaza con bajarme la nota. Y sabes lo importante que son las notas para mí. Pero me da igual. Realmente lo amo, y no, no tiene ni novia ni nada de eso.
Pensé que me iba a gritar, pero luego siguió hablando.
—Además, no eres quién para hablar. Yo no me meto en tu vida diciéndote que comas de una puta vez o que tu novio es una mierda. Porque es verdad, Alice. ¿Has visto cómo te trata? La menos indicada para hablar de amor eres tú.
Se fue. Después de decir eso, se fue. No con mis amigos ni con el profesor de inglés. Simplemente se fue, lejos de todos. Solo quería ayudarle. Parecía que ese día todo iba a salir mal. Para animarme, me fui con mis amigos al banco de siempre, y todo me preguntaron que pasó. Nada, dije. Me senté al lado de Popee y le pedí quedar esa tarde.
Si Scott tenía razón, entonces, ¿realmente valía la pena declarar mis sentimientos? No me encontraba en el mejor estado mental ni físico, y añadir problemas sentimentales no me iba a ayudar. Pero quería intentarlo. Era la primera vez que me sentía así, y quería conservar esa sensación para siempre.
Matthew me pidió quedar esa tarde para hablar, pero me negué. Le dije que ya tenía planes con Popee.
Esa misma tarde, antes de salir, recibí un mensaje.
Era de Teddy. Me pidió que no quedara con Popee y que quedara con él. No entendía qué estaba pasando, pero el hecho de que Teddy, quién nunca hablaba ni se quejaba, me pidiera salir, me hizo cambiar mis planes. Debía ser algo serio. Me disculpé con Popee por mensaje y, antes de salir de casa, mi hermano me detuvo.
—¿A dónde vas?
—Voy a salir con Teddy a pasear un rato.
—¿Quién es Teddy? Nunca había oído hablar de él.
Era verdad. Teddy era su apodo, pero mi hermano sabía su verdadero nombre.
—Con Kedamono. —Dije cogiendo mi chaqueta rosa.
_________
Hello!
¿Intuías que Teddy era Kedamono? Porque si yo hubiera sido lectora y estuviera leyendo esta historia, lo hubiera intuido (me llaman Sherlock xD)
La confesión de Alice se atrasa :(
Uff por un momento shipee a Alice y Scott en esa escena contra la pared QUÉ ME PASA.
¡Nos leemos luego!