Nota de Autor,
Hola chic@s!!!!
Ahora si que nos estamos acercando al final de la primera parte, ya quedan solo cinco capítulos para terminar, recordad que la segunda parte la subiré después de Navidades ya que quiero escribir más que de momento no estoy inspirada, sólo tengo escritos tres capítulos de la segunda parte. Bueno como dije en el capítulo anterior, cuando suba el 30 subiré las dos portadas que he hecho para ver si os gustan, las tengo que subir después del 30 porque sino puede que os haga spoiler.
Me ha dicho mucha gente que está alucinando con Salva, jajaj, lo siento, siento la imagen que he dado de él, supongo que no os lo esperabais, supongo que me salió así, quería darle mas drama a la fanfic.
El otro día me compraron un pórtatil así que ahora voy a escribir más ya que no tengo que utilizar el ordenador de los pica piedra que tenía jajajaja.
¿Habéis reservado ya TERRAL? ¡Que el martes que viene lo podemos tener en nuestras manos, QUE GANAS!
Muchísimas gracias a todos los que me decís que escribo muy bien, sois geniales jajaja.
Bueno, espero que os guste este capítulo, el jueves o el viernes subiré el próximo y terminaré de subir la última semana de Noviembre probablemente.
Abrazos patito!
*Narra Pablo*
-Lo peor de todo- dice Alejandra limpiándose las lágrimas - es que estoy embarazada.- suelta haciendo que abra la boca, vale, esto no me lo esperaba.
-¡Yo le mato!- es lo primero que digo al oír la confesión de Alejandra. Ahora mismo no entiendo a Salva, nunca había sido así, y ahora, la semana después de casarse, le pone los cuernos a su mujer, a su mujer que está embarazada.
-Tranquilo- dice Val poniendo sus manos en mi pecho para relajarme- arreglaremos esto- mira a Alejandra- tú ahora descansa, ¿quieres un té?
Ella asiente.
-Voy a prepararlo, y tú.- dice cogiéndome de la mano- te vienes conmigo para que te cure eso- dice mirando a mis nudillos sangrientos. No sé que me había pasado, había mucha rabia dentro de mí, no suelo ser alguien violento, pero él es mi hermano y nunca pensé que sería capaz de hacer eso. Por lo que después de haberle dado un puñetazo a su cara, golpeé la pared un par de veces. No podía ver a Alejandra así, no después de que Mario hiciera lo mismo con Valeria. Toda mujer merece ser respetada, y lo que Salva le ha hecho a su mujer ha dado mucho a entender.
-Siéntate- me ordena Valeria ya en la cocina señalando un taburete- ahora vengo.
Sale de la cocina y me pongo a buscar en los armarios en busca de una cacerola para calentar el agua. Encuentro una en un armario debajo de la encimera, la lleno de agua y la pongo en la Vitrocerámica. Al momento viene Valeria con agua oxigenada y algodón.
-Pablo, siéntate-me repite. Hago lo que dice y ella se sienta en el taburete de al lado. Me coge la mano derecha, que es la que peor tengo, y empieza a acariciarme los nudillos suavemente. Un gesto que hace que me muera de amor por ella, olvidándome de la rabia que tenía acumulada hace unos minutos.
Coge un poco de algodón y lo moja con agua oxigenada, y empieza a limpiarme los nudillos, tan delicadamente, como con miedo a hacerme daño. Está tan concentrada en hacer su trabajo que casi no oye lo que la digo.
-Te quiero-es algo que siento desde que la conozco, pero que no he sido capaz de decirla, pero ahora viéndola tan preocupada por mi, ha hecho que confiese mis sentimientos por ella.
Levanta la mirada de mis nudillos para mirarme a los ojos. Esta muy atónita, está claro que no se esperaba esto. Yo hace un mes tampoco me imaginaba que iba a acabar enamorado de la chica con ojos llorosos a la que tiré al suelo, bueno para qué mentir, en realidad sabía que me iba a enamorar de ella.
-Yo...yo- empieza a tartamudear. Está tan adorable así, que cojo su cara entre mis manos y la beso, primero despacio y luego aumento el ritmo de mis besos. Sé que aún no esta preparada para decirme que me quiere, ya que la han hecho tanto daño que tiene miedo a que se lo vuelvan a hacer, pero tengo la certeza de que me quiere, sino, no estaría ahora mismo conmigo, no después de haberme visto pegar a mi hermano.
-Yo...
-Lo sé, tranquila.
Le doy un último beso haciéndola sonreír. Se levanta y quita el agua hirviendo de la Vitro. Saca un vaso de un armario encima del fregadero.
-Pablo.
-Dime- digo levantándome.
-Te importaría coger ese paquete de té.- pide señalando a una estantería que esta bastante alta.
-Claro- lo cojo y se lo entrego.
-Gracias- me sonríe.
-Ves como eres bajita- digo en broma recibiendo una mirada asesina de su parte- era una broma- la rodeo con mis brazos la cintura, teniendo su espalda en mi pecho, como aquel día viendo el amanecer. Le doy besos en el cuello mientras ella pone la bolsa de té en el vaso y añade el agua, haciendo que se vaya volviendo verde.
-Para- se ríe intentando salir de mi agarre, cosa que finalmente consigue. -venga vamos arriba- coge la taza de té y la acompaño escaleras arriba.
Alejandra está sentada en la misma posición, como si no se hubiera movido en este tiempo. Verla así hace que todo rastro de felicidad que había conseguido Valeria se esfume. Ella se sienta al lado de Alejandra y la ofrece la taza de té.
-Cuidado que quema, ¿quieres comer algo?- pregunta mi novia. Miro la hora y veo que son poco mas de las nueve.
-Deberías comer algo- sugiero.
-No, estoy bien, no tengo mucha hambre.
-¿Estas segura?- ella tan solo asiente- ¿te quedas aquí esta noche?- asiente de nuevo.
-Vale, yo me voy a casa a hablar con él.
-No le digas lo del bebé...
-Tranquila, no lo haré- beso en la mejilla a mi cuñada.- Asegúrate de que coma algo- le susurro a Valeria.
-Lo haré- la beso y salgo de su habitación.
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-¿Mamá, es necesario?- pregunto.
-Ya que estamos todos en Málaga, tenemos que hacerlo, avisa a Valeria- dice. Suspiro y salgo de mi casa.
Cuando volví ayer a casa Salva no estaba, y al parecer ni mis padres ni Casilda se habían enterado de lo que había pasado. No sé si alguna vez lo sabrán, lo que sé es que yo no soy el que tiene que contárselo.
Subo las escaleras del porche, ya que la puerta de fuera estaba abierta, y llamo a la puerta principal. Ana me abre la puerta con una sonrisa.
-¡Buenos días Pablo!- me abraza y le respondo al abrazo.
-Buenos días, he traído el desayuno- digo enseñándole la bolsa que tengo en una mano.
-Pasa, Valeria y Alejandra están el salón, y a Hugo no hay quien le saque de la cama- sonrío a su comentario.
-Oye una cosa- dice cuando cierra la puerta detrás de mi.- ¿Tú y Valeria estáis saliendo? Es que Valeria nunca me cuenta nada- dice con indignación.
-Em...- ¿Qué la digo? Espero que Valeria no me mate y mis padres ya lo saben así que...- Sí.
-¡Cuánto me alegro! Hacéis muy buena pareja- dice casi chillando y volviendo a abrazarme.-bueno me voy a seguir limpiando- dicho esto sube las escaleras y desaparece, vale, eso ha sido bastante raro e incómodo.
-He traído churros- aviso al entrar a la cocina, donde me encuentro a Valeria y Alejandra somnolientas sentadas en el sofá del salón viendo la tele. Las dos se giran al oir mi voz.
-Buenos días- Valeria se levanta del sofá y viene a besarme.-Toma ángel- digo ofreciéndole una rosa amarilla.
-Nunca había visto una rosa amarilla, que bonita- me besa cuando coge la rosa- que hambre- coge la bolsa de churros de mi mano y se la lleva a la cocina. Me río.
-Buenos días- dice Alejandra aún desanimada, la doy un beso en la mejilla y la acompaño a la cocina.
-¿Pablo tu quieres leche sola?
-No no, con cola-cao- me siento en la misma silla en la que me senté ayer.
-¿Qué tal habéis dormido?- pregunto.
-Bien- comenta Alejandra, mintiendo.
-¿Has pensado qué vas a hacer?- sé que no debería presionarla pero tengo que saberlo. Valeria deja delante de cada uno nuestro vaso con leche y cola-cao, y los churros en un plato con un bol de azúcar y se sienta a mi lado.
-De momento no- recuerdo la conversación que he tenido antes con mi madre.
-Mi madre quiere que vayamos hoy todos a comer, como una gran familia feliz. Pero si no estas preparada no pasa nada- miro a Alejandra.- Es normal que no lo estés.
-No, tranquilo, iré- sonríe intentando darme a entender que está bien, aunque es imposible que lo esté, miro a Valeria, que esta muy concentrada en comerse los churros y sonríe al ver que la estoy mirando.
-Tu también vienes.
-¿Yo? - dice al terminar el churro.
-Sí, a las 12 tenemos comida.
-¿A las 12?- mira el reloj y al ver que son las 10 y media deja el churro en el plato.
-Me voy a la ducha- dice antes de salir corriendo por el pasillo haciéndome reír. Es increíble como alguien que conozco de hace menos de un mes se ha convertido en mi vida.
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*Narra Valeria*
Termino de peinarme y bajo abajo donde está Pablo esperándome, espero no haber tardado mucho.
-Estás muy guapa, me gusta el vestido- dice mirando mi vestido amarillo pálido, me he puesto unos tacones blancos así que estoy un poco más alta pero no tanto como para estar a su altura.
-Gracias- sonrío y cojo el bolso del perchero antes de cerrar la puerta de casa.
Alejandra se había ido después de que yo me duchara ya que insistió en que quería ir a casa a ducharse y a estar lista para la comida.
-¿Te importaría que antes de ir a tu casa nos pasáramos por una pastelería? No quiero ir a tu casa sin llevar regalo.
-No es necesario Val- miro mi mano derecha que está entrelazada con su izquierda, las heridas en sus puños tienen mejor pinta que ayer, pero aún no han curado. Recuerdo sus palabras..."te quiero" y sonrío como una tonta.
-Sí que lo es- respondo.
-Bueno vaaale.
-¿Qué compro?
-Lo que quieras.
-Es tu familia tú la conoces mejor que yo.
Se acerca al mostrador y empieza a mirar todos los dulces que hay.
-¡Brownies!- grita como un niño pequeño y la dependienta nos mira sonriente.
-¿Te gustan los brownies?- pregunto sorprendida.
-¿Bromeas? Amo los brownies de chocolate- dice indignado ante mi ignorancia.
-Ponme una bandeja de pastelitos variados y brownies, por favor.- digo mirando a la dependienta, una chica de unos 30 años aproximadamente, bastante guapa.
-¿Cuántos brownies desea?
Miro a Pablo, que me responde con "todos", haciéndome reír.
-Póngame cinco, ¿me lo podrías envolver todo?- ella asiente.
-Pago yo- dice Pablo.
-No no, pago yo- y eso hago, pago y la dependienta me da una bolsa.
-Gracias.- le digo cuando me da el cambio.
-Hacen muy buena pareja- dice como despedida haciéndome sonrojar.
-Estoy totalmente de acuerdo- agrega Pablo pasando su brazo por mi cintura antes de salir de la tienda.
-No te tendrías que haber molestado cariño- dice Elena cogiendo los dulces
-Gracias por invitarme- sonrío.
-No las des, ahora eres un miembro mas de la familia- me da un beso en la mejilla. Elena es demasiado amable conmigo, sonrío al pensar que para ella ya soy un miembro más de la familia. Me acompaña al salón donde hay una mesa larga ya preparada y donde están todos los miembros de la familia de pie. Doy dos besos a todos, aunque me cuesta mirar a la cara a Salva.
-Valeria, no quiero que te lleves una mala imagen de mi...-me susurra triste.
-Yo...-realmente no sé que decir y agradezco que su padre entre al salón.
-A comer- dice Salvador trayendo una paellera enorme y Elena camina detrás suya con las ensaladas. Nos sentamos todos en la mesa, yo al lado de Pablo, y a su lado Casilda con la pequeña, en frente mía Alejandra, a su lado Salva y en los dos sitios que sobran los padres de Pablo.
-Espero que os guste la paella, la he hecho por ti Pablo- sonríe su madre.
-Gracias mamá.- le responde él feliz.
-Hoy he aprendido de ti que amas el cola cao, los brownies de chocolate y la paella- susurro mientras los demás hablan y Elena sirve la comida- ¿algo más que deba saber?- me sonríe entrelazando sus dedos con los míos por debajo de la mesa.
-Soy alérgico a la piña, ah y a la berenjena.
-Es bueno saberlo- empezamos a reírnos. Pasamos la comida hablando de temas diversos hasta que llega el bombazo. Salva se levanta de su silla. Veo como la rabia de Pablo va aumentando así que le cojo de nuevo la mano debajo de la mesa y se la acaricio para tranquilizarle, cosa que de momento funciona..
-Hay algo importante que tengo que decir.- todos nos callamos para fijar nuestra atención en él.- Alejandra y yo vamos a tener un hijo.
Todos sorprendidos se levantan de la mesa para felicitarle, en cambio, Pablo se levanta enfadado, dando un golpe, y sale al jardín de atrás. Me disculpo a su familia, que han dejado de prestar atención a Salva para mirarnos a nosotros.
Nunca había estado en esta parte de la casa de Pablo, su jardín, al contrario del mio, estaba precioso, lleno de flores, con un par de bancos y una hamaca y una piscina cubierta por una lona en medio de todo el jardín. Se notaba que Elena lo cuidaba mucho, mi jardín estaba abandonado, solo había ido ahí un par de veces desde que me mudé. Trampi viene ladrando hacia mi, le acaricio y me siento con Pablo en la hamaca, que no para de balancearse.
-No lo soporto- le cojo la mano. -Lo peor que le puede hacer un tío a una tía es ponerle los cuernos- comenta las mismas palabras que pensé yo ayer- no soporto que te lo hicieran a ti, y no soporto que se lo hayan hecho a Alejandra. Y encima es mi hermano.- suspira fuertemente.-Tenías razón Val, los tíos somos de lo peor.- sigue hablando.
-Pero yo estoy con el mejor- digo antes de besarle.