Capítulo 10: [Secretos y descubrimientos]
—Será mejor que te pongas detrás — Le indiqué a Dazai, quién se vio ofendido.
Retuve las inmensas ganas de poner los ojos en blanco o pellizcar al imbécil. Para un sabelotodo como el debería ser evidente.
No era del tipo luchador.
No tenia habilidades de combate o un poder ofensivo.
— Eres un inútil — No sería amable con el, todavía seguia resentida. No pensaba sentirme culpable si el no pensaba en mis sentimientos.
— Mari-san, déjame decirte esto si aún no te das cuenta...— su ojo castaño se estrechó con algo similar a la frustración — Pero no eres precisamente Wonder woman ¿Decepcionada?
Genial, no tenía tiempo para su sarcasmo.
— Sólo mantente callado y no hagas una tontería.
— Mori-san. No se que era lo que te traías entre manos pero no funcionara— Rando se encogió de hombros— En verdad ustedes me caían bien — Su expresión se deformó en algo aterrador.
Era momento de distraerlo el tiempo suficiente para que Oda trajera refuerzos. Levante el brazo izquierdo, con los dedos tiesos, concentrando mi mente en llamar al tenebroso poder dentro de mí.
— Eien...
Como no acostumbraba a usarlo, nombrarlo en voz alta como si lo llamara a salir era una buena forma de mentalizarme.
— ¡Alto ahí! — Dazai tomó mi mano, apretandola.
¿Qué?
— ¡¿Pero que estas haciendo?!
— Eso te pregunto, se lo que pasaba por esa cabeza hueca tuya. Y es la peor idea que pudiste tener.
No me soltó, su agarre se afianzó sobre mi piel, su contacto era frío. Pero lo peor era la habilidad de cancelación.
Mi poder estaba encadenado. Una brillante luz nos alcanzó arrojandonos lejos el uno del otro.
— ¡Dazai-san! — grité preocupada. El polvo por la caída que tuvo contra la pared me impidió encontrarlo. Joder, ¿Por qué diablos bloqueó mi oscuridad?
— Estoy bien, ¡No le muestres nada!
Claro que no le haría caso. Pero justo en ese momento otra persona me volvió a interrumpir, el techo se destrozó con el impacto de Chuuya. Me cubrí la cabeza como pude de los escombros.
— Gane la apuesta con el suicida — Chuuya brillaba envuelto en luz roja — Tu eres el culpable, Rando. No te me escapaste. Me di cuenta de tu mentira hace tiempo...
— ¡STOP! — Dazai protestó, sacudiendo el polvo con su mano sana.
Esto no estaba saliendo para nada como lo tenía pintado en mi cabeza. Todo se había vuelto un desastre.
— ¿Qué haces tú aquí? — de verdad el pelirrojo se veía sorprendido por la presencia de Dazai. Luego sus grandes ojos azules se fijaron en mi figura tirada en el suelo.
— ¡¿Y tu?!¡El bastardo y la embustera juntos!¡Son tal para cual!
Rechine los dientes, el me estaba enojando. La parte de mi herida, era mas fuerte que la que se sentía culpable.
— ¡¿También lo crees?! No hay mejor compañero de juegos para Mari-san que yo — me mostró una sonrisa despreocupada, como si Rando no nos hubiese mandado a volar — Y como yo acuse a Rando-san primero, gane la apuesta. Mari-san es mia.
¿Eh?
— ¿Pero de que hablas? — pregunté molesta.
Las mejillas de Chuuya enrojecieron.
— ¡No es nada!¡Nada!¡Te matare bastardo suicida!
— Los niños son tan ruidosos — se lamento Rando. Me había olvidado completamente de el con las tonterías de esos dos — Chuuya-kun, ¿Por qué crees que yo estoy detrás de esto?
— ¿Ah?¿Otra vez preguntando? Ya todos sabemos que eres el culpable Rando-san.
— ¿Que?¿También lo descubrirse embustera?
— Si, cabeza de cemento — le dije cansada de sus insultos. Su cuerpo emanaba hostilidad en todas direcciones, pedazos del suelo, techo levitaban
— ¡¿Como me llamaste?! Ah, lo que sea — paso de mi con gesto sombrío. Negué con la cabeza, era tan tozudo.
— Estaba claro, todos hablando sobre ver al viejo pero sólo tu dijiste que viste al Arahabaki
Rando tenía una postura defensiva, se notaba por la tensión en los hombros que consideraba a Chuuya la mayor amenaza. Si fuera el, yo me cuidaria de Dazai y su capacidad para anular poderes ajenos.
— ¿Sospechaste de mi porque no crees en los dioses?
Rando estaba casi ofendido, pero Chuuya tenia una expresión muy compuesta. Casi tranquila.
— No. Al contrario — su voz salió clara, sus ojos estaban limpios de emociones innecesarias. Me recordó a un mar de tranquilidad— Los dioses existen. Lo sé.
El silencio se apoderó de los cuatro. Hasta que Rando lo interrumpió con mas de sus preguntas.
— ¿Sabes que el Arahabaki existe?
— Si. Tu también lo viste hace ocho años, ¿No? — Chuuya le lanzó una mirada llena de significado— Si no, no podrías describirlo tan detalladamente.
— Chuuya-kun, ¿Sabes donde esta el Arahabaki ahora? Dime por favor
Dazai que había permanecido tranquilo, seguro analizando la situación y a los involucrados tomó la palabra.
— Si lo sabes díselo, de todas maneras luego lo ejecutarán por comprometer a la Port mafia.
Una horrible sensación nauseosa me recorrió la garganta. Era asqueroso de maneras inimaginables que Dazai hablará de asesinatos con tanta facilidad.
— ¿Por que todo el mundo quiere verlo? No es capaz de revivir a los muertos, ni siquiera tiene personalidad, voluntad propia. Es como un tifón o terremoto.
— No necesita personalidad. Es destrucción pura. Quema la tierra, tiñe el cielo y agita el aire. Nuestro entendimiento no puede explicarlo. Sólo necesito su poder. Dime donde esta Chuuya-kun. ¿Donde está ese ser sobrenatural?¿donde esta ese ser que me abrasó?
En ese momento Rando parecía desesperado, ¿Qué buscaba?¿Venganza contra ese sujetó?¿El que lo traicionó en la novela?
¿De verdad su odio y sed de venganza eran tan grandes?
— Si tanto te interesa, te lo diré.
Chuuya camino tranquilo con las manos en los bolsillos hacia Rando. Angustia pura se apoderó de mi, destilada tristeza. Mi corazon estaba hecho picadillo.
— El Arahabaki soy yo.
— ¿Que dijiste?—Pude notar la auténtica sorpresa en Dazai.
— Me pareció que podría ser así
Millones de alarmas sonaron en mi cabeza, esto se volvería muy problemático.
— Rayos.
Chuuya había soltado el secreto, ¿Que debía hacer a continuación?
— Solo tengo recuerdos de la mitad de mi vida. No los perdí por conmoción, como tu. Es como si no tuviera vida antes de ese día de hace ocho años. Lo anterior es oscuridad, flotaba en la oscuridad de un lugar desconocido. Hasta que la mano de alguien rompió el sello y me saco al exterior.
Escuchar la historia del origen de Chuuya directamente de su boca era escalofriante, pero más incomodidad provocaba la cara de satisfacción de Rando.
— Esa mano era tuya, ¿No?¿Dónde me encontraste? Perseguía este caso para descubrirlo. Cuéntame todo.
No era una petición, lo demandaba.
— Por supuesto. Tienes derecho a saberlo.
Salí de mi trance debido a la tensión del momento. El adulto al fin hacía su movimiento, su mano se envolvió en brillante luz amarillenta. Por suerte o falta de ella logré quitar del camino a Chuuya, el poder de Rando sólo me golpeó a mi.
— ¡Mari-san!
— ¡Mocosa!