Segunda oportunidad

By madonnav19

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Alec y Jane Vulturi son conocidos por ser los vampiros más jóvenes, crueles, sádicos y fríos del mundo. Fuero... More

1. El comienzo
2. Los hombres de ojos rojos
3. Hipnos y Melpómene
4. La verdad
5. Transformación
6. Nueva vida
7. Problemas alimenticios
8. Parálisis sensorial
9. Navidad
10. Primer siglo
11. Niños inmortales
12. Demetri
13. Me gustas
14. Renata
15. Traidora
16. Recaída
17. Peste negra
18. La Tierra es redonda
19. Heidi
20. Eleazar
21. Hijo de la noche
22. El vampiro de ojos dorados
23. Corrigiendo desviaciones
24. Sangre animal
25. Ciao Volterra
26. Nuevo Mundo, nueva vida
27. Enamorada
28. Guerra del sur
29. El caballero de ojos dorados
30. La gripe española
31. Renesmee
32. Cita
33. ¿Quieres casarte conmigo?
34. Esme
35. Intuición femenina
36. Vendetta
37. Universitarios
38. Agrandando el clan Cullen
39. Emmett
40. Intento fallido de amor
41. Golpe bajo
42. El precio de la culpa
43. Rosalie, la bella
44. Neófita
45. La novia de ojos rojos
46. Esperanza
47. Agrandando la familia
49. Entre drogas, The Beatles y transplantes de corazón
50. Resaca, caos y la gran boda
51. Alaska
52. Clan Denali
53. Seduciendo a Jane
54. Thomas
55. La cruda verdad
56. Like a Virgin
57. La carta
58. Volterra
Epílogo
59. ¿Ser o no ser?
60. La invitada
61. Amalia
62. Conflicto de intereses
63. ¡¿Dónde está?!
64. Buscando ayuda
65. Condenada a muerte
Epílogo
Agradecimientos

48. Amigos

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By madonnav19

Pasaron algunas semanas desde que Alice y Jasper llegaron a la familia Cullen. Ambos fueron aceptados rápidamente en la familia y la presencia de Alice era de gran utilidad para prevenir momentos incómodos para un vampiro.

Rosalie y Emmett fueron los más beneficiados con los nuevos integrantes de la familia. Rosalie jamás había logrado acercarse completamente a Renesmee y Jane no siempre la acompañaba, sin embargo, la energía y positividad de Alice lograron unir a Rosalie y a Renesmee, volviendolas un trío femenino muy unido. Por otra parte, Emmett encontró en Jasper al hermano que nunca vio en Alec. Él se lleva bien con ambos, solo que los modales amables y corteses de Alec lo aburrían, por lo que Jasper y su experiencia como soldado eran más atractivos para pasar el tiempo mientras su esposa estaba de compras.

Esme y Carlisle contemplaban con placer como sus hijos habían aceptado con facilidad a un par de integrantes desconocidos, aunque la indiferencia de Jane les preocupaba.

A pesar de sue existían pruebas de que Alice y Jasper eran buenos, Jane seguía sin confiar en ellos. Ella continuaba desconfiando de Alice y su felicidad eterna, además, aunque no lo admitiera, aún estaba molesta por haber sido desalojada de su habitación. Tal vez si Alice se lo hubiera pedido con calma, ella hubiera accedido a cambiar de habitación, pero llegar y que sus cosas estuvieran en el ático y su ropa en la basura por ser demasiado oscuras es algo que la rubia jamás será capaz de perdonarle a la pelinegra.

Alice deseaba que Jane dejara de odiarla, pero la hostilidad de la rubia era demasiado palpable, sin embargo, no perdería las esperanzas. Por el momento, era feliz con su nueva familia y había aprendido a ver a Esme y Carlisle como sus padres, unos padres atentos y cariñosos.

Jasper no es tan feliz como su compañera. Él ama a Alice, pero no comparte su entusiasmo a la hora de vivir rodeado de personas. A veces, necesita estar solo un momento. Había estado solo durante tanto tiempo, que había olvidado cómo se sentía estar rodeado de las emociones de un grupo relativamente amplio de vampiros. A veces, era necesario estar solo para que las emociones ajenas dejaran de agobiarlo.

Sin prestar demasiada atención al camino que realizó, dejó que sus pies lo guiarán a un pequeño jardín de rosas que se encontraba alejado de la mansión. Nunca había estado en ese lugar, por lo que se llevó una gran sorpresa al ver a Jane con un libro sobre su regazo. Por un momento pensó en irse, pero ella estaba tranquila, por lo que su presencia no supondría un problema para su estabilidad emocional. En silencio, se acercó a ella y rodó los ojos al ver como ella continuaba ignorandolo.

–Creo que no soy el único que quiere estar solo –comentó Jasper, logrando captar momentáneamente la atención de Jane.

–Necesito estar sola para estar en paz. Desde que Alice y tu llegaron todo se volvió un infierno –replicó Jane con cierto cansansio, volviendo a concentrarse en su libro.

–Rosalie te quiere, aún te considera su amiga, solo que a Alice le gusta ir de compras y por eso estan juntas todo el tiempo.

–¿Cómo lo sabes? –Jane cuestionó con un poco más de interés.

–Porque sé lo que sientes –él le dedico una larga mirada cargada de misterio–, y estas exagerando. Ali y yo no estamos aquí para robarte nada, todos te quieren y sigues siendo importante para la familia.

–Nada excepto mi habitación, ¿me equivoco? –interrogó con una mezcla de inocencia y cinismo.

–Bueno... –él apartó su mirada para buscar una respuesta convincente.

–Por supuesto que soy importante en la familia –continuó Jane–. Soy la encargada de controlar las finanzas. Sin mi, Rosalie y Emmett se encargarían de llevar a Carlisle a la quiebra. Es cierto que el salario de un doctor es bueno, pero no hay que excederse.

Jasper la miró apreciando su respuesta. Jamás se había preguntado cómo es que todos tenían dinero para gastar y nunca se acababa. Era extraño que nunca se acabará, que no tuviera límite y que nadie lo controlara, pero las palabras de Jane hacían que las piezas empezarán a encajar. De pronto ya no parecía tan extraño que Carlisle la buscara cuando ella se encerraba a analizar papeles.

Una mariposa roja paso volando delante de ellos. Jasper la siguió con la mirada, hipnotizado por su color oscuro, casi carmesí. Por un momento, la mariposa se transformó en una gota de sangre que danzaba delante de él, una dulce y embriagante gota de sangre humana. Esa gota creció y se convirtió en un pequeño charco de sangre a su alcance. Sólo debía acercarse para disfrutar de ese manjar el solo, sin compartirlo ni pedir permiso para beber.

Una ráfaga de viento hizo que la sangre desapareciera, devolviendo a Jasper a la realidad. La abstinencia de sangre humana lo tenía mal, no podía ver nada rojo porque inmediatamente pensaba en sangre. Intentaba ser bueno, realmente intentaba adaptarse a la dieta vegetariana, pero era difícil, él aún no entendía porque debían luchar contra su instinto.

–¿Nunca extrañas la sangre? –preguntó en voz alta, sin ser consciente de que Jane lo podía escuchar.

–Cada día de mi tediosa y monótona existencia –Jasper la miró sorprendido por su respuesta–. ¿Qué? –preguntó ella, levemente incómoda.

–Es que tus ojos son tan dorados y eres muy... ¿delicada? —cuestionó con dudas–. No lo sé, creí que eras igual que Alec y te alegrabas de haber dejado de beber sangre humana.

–Que sea la gemela de Alec no significa que pensemos o queramos las mismas cosas –aclaró con suavidad mientras cerraba su libro para centrarse en Jasper–. Tú y yo somos iguales. Ambos estamos aquí en contra de nuestra voluntad.

–No estoy aqui en contra de mi voluntad.

–Y yo soy castaña de nacimiento –replicó con sarcasmo–. Es obvio que fue Alice quien te arrastró hasta aquí. A mi me pasó lo mismo. Alec estaba decido a abandonar Volterra para seguir a Carlisle y adoptar este tipo de vida y dieta pacífica. Yo no lo deseaba, jamás terminaré de adaptarme a la insípida sangre animal, pero Alec es mi hermano –suspiró con melancolía–. No pienso pasar el resto de la eternidad sola, por eso dejé Volterra y adopté este estilo de vida. La sangre será un asco, pero es el precio que debo pagar para estar cerca de mi hermano.

–Supongo que tienes razón –asintió–. Quiero a Alice, ella es especial para mi, pero no quiero esto. La sangre animal, vivir en un clan, fingir ser humano... No estoy listo para esto, pero tampoco quiero que Alice se sienta mal.

–Sacrificamos nuestro deseo por la felicidad del ser amado. Sé lo que se siente –suspiró y por primera vez lo miró a los ojos–. Debo confesar que no soy una santa y hay veces en las que bebo sangre humana. ¿Cómo podría privarme de ese placer? Ese calor, ese aroma dulce e hipnotizante, el sabor...

—No sigas –la frenó con brusquedad—. Intento ser bueno y abstenerme, pero terminaré bebiendo si sigues hablando.

Una risa infantil escapó de los labios de la rubia al escuchar eso. Era la primera vez que Jasper la veía reír. Jane comenzaba a sentirse cómoda en presencia de Jasper, tanto que era capaz de liberarse y reír como alguien normal. A pesar de que Jasper no lo sabía, era la primera risa de Jane en mucho tiempo.

–La próxima vez que bebas sangre animal, imagina que es un humano enfermo, eso hará que sea más fácil acostumbrarte a esta dieta inhumana –sugirió.

–Es un buen truco –coincidió.




Las conversaciones de Jasper y Jane se volvieron más frecuentes. Aunque ninguno quiso o necesito admitirlo, la presencia del otro los hacía sentir mejor. Jasper no se sentía tan perdido en presencia de Jane y ella podía sentirse importante dado que alguien buscaba su compañía.

Una ola de melancolía golpeó a Jasper cuando llegó al santuario de Jane, el pequeño jardín de rosas. Ella se encontraba de pie, en el centro del lugar con una capa negra a sus pies. Él intentó animarla, no obstante, su tristeza era tan profunda que fue imposible usar su don. Resignado, se acercó a ella realizando el menor ruido posible.

–¿Qué sucede? –le preguntó en un tono suave.

–Nada –fue la evasiva respuesta que recibió.

–Jane, no me mientas. Sé lo que sientes y tú no lo mereces.

–¿Cómo puedes estar seguro de eso? –giró bruscamente, con la ira rumiando en su interior–. No sabes nada sobre mi, no puedes conocerme o juzgarme en base a mis emociones. No tienes idea de cómo son mis demonios internos. ¡No sabes nada!

Él la contempló en silencio, analizando sus palabras con cuidado. Los hombros de Jane cayeron mientras su enojo daba paso a una tristeza profunda.

–Estoy cansada de fingir –admitió–. Ya no puedo más –se dejo caer y cubrió su rostro con sus manos.

—¿De qué hablas? –Jasper se acercó a ella y la abrazó, tratando de calmarla para que su tristeza no los consumiera.

—Nunca debí convertirme en vampira, debí dejar que Alec muriera para que ellos me mataran, de esa forma no estaría aquí, aburrida y cansada del mundo, fingiendo apatía para no llorar durante todo el día –relató ella con cansancio.

–Si fuera Emmett, te diría que necesitas a un hombre para que quite la cara de amargada, pero eres demasiado indomable y fuerte para depender o necesitar de alguien –ella rió débilmente y lo miró.

–El amor no es para mi. Suelo enamorarme de los hombres incorrectos y sufrir para olvidarlos. Renuncié a ellos hace tiempo porque ya no quiero repetir la experiencia.

–Las malas experiencias no significan que algo sea malo. Tuve una pésima relación con María, mi creadora, pero conocí a Alice y descubrí que el amor no es algo tóxico y enfermizo como lo que tenía con María –la miró con una sonrisa–. El amor no es algo malo, no lo sé, tal vez encuentres a alguien en el futuro.

–¿Eres feliz con Alice? –cuestionó con acidez.

–Si —contestó con sorpresa–. ¿Por qué lo preguntas?

–Porque si realmente fueras feliz con ella no estarías desperdiciando tu tiempo conmigo —lo miró con apatía–. Un hombre inmortal y enamorado no se despega de su mujer.

–Alice puede ver el futuro. Si se sintiera celosa o amenazada por ti, ella no me dejaría solo. Es muy posesiva aunque no lo parezca –se defendió.

Ella se encogió de hombros con indiferencia y se alejó de él. Que hayan hablado algunas veces no le da derecho a Jasper de meterse en su vida. Es cierto que algunas veces era bueno hablar con alguien, pero ella no estaba de ánimo para convivir con alguien.



Jane entró a su ático-habitación a través de la ventana. Lo hizo tan silenciosamente que nadie podría haberlo notado, sin embargo, se llevó una gran sorpresa al descubrir que Jasper la estaba esperando, cómodamente sentado en su sofá hojeando uno de sus libros favoritos.

–¿Qué haces aquí? –preguntó con algo de molestia por la repentina invasión.

–Alice se fue con las chicas y vine a buscarte. Aún no me adapto a Emmett y a Alec. ¿Puedo saber dónde estabas? –alzó una ceja.

–No eres mi hermano, ni mi padre –contestó bruscamente–. No te debo explicaciones.

Jasper la miró sorprendido dado que no esperaba esa respuesta. Si, Jane puede ser difícil, insufrible por momentos, pero no suele enojarse tanto en su presencia. La ira que brotaba de ella era cada vez más palpable.

–No era mi intención incomodarte.

–Entonces vete de mi habitación y dejame en paz –replicó.

No fue necesario repetirlo, Jasper se puso de pie y se fue de la habitación. Él solo quería pasar un buen rato con su amiga, pero si iba a estar con ese humor lo mejor sería ir y buscar a Emmett, al menos el es divertido.

Jane se dejó caer en su cama, feliz de poder estar sola en su habitación. ¿Quién se cree que es Jasper para invadir su habitación? ¿Quién le dio permiso? Ni que él fuera Alec. Un resoplido escapó de sus labios antes de cerrar los ojos y dejar la mente en blanco



Jane se sentía incómoda y confundida. Desde que ella lo había echado, Jasper ya no había vuelto a buscarla como solía hacerlo. Él la ignoraba y dividía su tiempo entre Alice y los chicos, creando y reforzando su afinidad con Emmett.

Ella estaba empezando a preocuparse dado que nuevamente estaba sola. Podría acercarse a las chicas, pero ellas solo hablan de ropa, algo que la aburre. La razón le decía que si desesba recuperar la atención de Jasper debía buscarlo y disculparse, aunque no sabía por qué debería disculparse. Su orgullo no se lo permitía.

Cansada de estar sola y después de esperar durante días, Jane no tuvo más remedio que ir a buscarlo. Guiándose por su oído, descubrió que él y su compañera estaban en la biblioteca. Golpeó la puerta suavemente, espero que la autorizaran a entrar y armandose de valor abrió la puerta.

–Jasper –susurró con timidez. Él la observó con tranquilidad, aumentando conscientemente el nerviosismo de ella–. ¿Podemos hablar?

Él la miró detenidamente mientras decidía qué hacer. Alice tuvo una visión y sonrió para que Jasper fuera y escuchara las palabras de Jane. Con lentitud, se puso de pie e hizo una seña para que Jane lo siguiera. Ambos caminaron muy cerca, sumidos en un silencio reflexivo.

Finalmente llegaron al jardín de rosas, su rincón favorito para hablar. Jasper se sentó sobre un tronco de madera y espero que Jane comenzara a hablar. Ella, librando una batalla interior, dejó de lado su orgullo y procedió a disculparse. Al menos lo intentaría.

–Sé que fui un poco brusa. No lo hice con maldad, es solo que no estoy acostumbrada a que alguien se preocupe tanto por mi y me espere en mi habitación. Alec y el resto están acostumbrados a que desaparezco durante la semana de San Valentín porque no soporto el romanticismo enfermizo de ustedes –ella desvió su mirada hacia sus manos y alisó las arrugas inexistentes de sus mangas.

–Los amigos se preocupan por sus amigos. No sueles irte por tanto tiempo y me preocupe, a pesar de saber que puedes cuidarte sola –aclaró antes de que ella pudiera interrumpirlo.

Ella se sorprendió al descubrir que Jasper la consideraba su amiga. Jamás había imaginado tener un amigo, solo podía presumir de tener un hermano real, hermanos adoptivos, padres adoptivos y una vez había tenido muchos guardias que obedecían sus órdenes, pero jamás había tenido un amigo.

La idea de tener alguien en quien confiar y con quien compartiera lazos sanguíneos era muy atractiva. Una pequeña sonrisa curvó sus labios mientras se acercaba a él con más confianza en su interior.

–¿Me perdonas por tratarte mal? –susurró suavemente.

–Si –sonrió–. Prometo que el año que viene no estaré esperándote ni me preocuparse por ti.

Ella rió y negó divertida, invitando a Jasper a unirse a ella.



Con el correr del tiempo ambos tuvieron sus discusiones y aciertos, pero así era su amistad. Ambos anhelaban la sangre humana, sabían que significa vivir en un lugar con jefes y subalternos, conocían el poder y el placer de que los obedecieran. Por más de que tuvieran afinidad con el resto de la familia, lo cierto es que su amistad era sincera, algo que hacía que sus eternidad es no fueran tan monótonas.

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