—HABLA —ORDENÓ Luna, dándole un ruidoso sorbo a su malteada de chocolate.
Daniel Nik se removió, incómodo, como si prefiriera estar en cualquier lugar excepto ahí y por primera vez Bucky estaba de acuerdo con él. Burger King era ruidoso y sucio. Las mesas estaban llenas de turistas con grandes mochilas a sus lados ocupando espacio y niños corriendo con sus manos pegajosas en el área de juegos. La comida no era mucho mejor. Bucky podría jurar que el queso amarillo de su hamburguesa era tan viejo como él. Aun así, Luna ya estaba devorando su segunda.
Aun así, podía ver por qué el punto de encuentro había sido allí. El lugar contaba con una puerta principal y una trasera, lo que facilitaba mantener un ojo en caso que alguien inesperado entrara. Estaban sentados estratégicamente en un punto ciego, donde ellos podían ver las puertas pero les costaría más encontrarlos. Además, era un lugar demasiado público.
—Marcus se enteró que te pasé la información y robaste el collar de Louise —dijo Nik, haciendo una mueca, señalando su rostro—. Claramente no fue bien.
Su rostro estaba cubierto de moretones y cortadas, y marcas de cuerdas aun eran visibles en sus muñecas. El rostro de Luna se suavizó visiblemente al escuchar sus palabras. El estómago de Bucky dio un vuelco. ¿Por qué lo estaba viendo así? No estaba tan mal. Podía caminar.
—Escapaste —observó Luna, haciendo una mueca—. Y lamento que hayas tenido que pasar por eso.
—Sí, bueno, sabes que soy bueno escabulléndome de lugares —Nik le guiñó el ojo, riendo—. Roma, ¿recuerdas?
—Oh, aun tengo las cicatrices para no olvidarlo —rió Luna, mirándolo cómplice.
Bucky odió esa mirada en Luna. Era la misma mirada que le daba cuando miraban una escena de una película que ambos encontraban graciosa, o cuando ambos ponían grandes cucharadas de azúcar a su café.
—Solo te golpearon en el rostro —notó Bucky, hablando por primera vez. Nik y Luna voltearon a verlo. Luna, curiosa. Y Nik, fastidiado—. Entraste caminando y no te tambaleaste en ningún momento, por lo que tus piernas están bien. Te reíste y no te llevaste la mano a las costillas, lo que indica que tu pecho también está bien.
Un silencio tenso entre ellos llenó el ambiente. Los niños seguían gritando y los turistas en Milán gritaban en todos los idiomas, riendo entre ellos. La mesa donde estaban era la única en silencio.
Luna y Bucky intercambiaron una mirada. ¿Estás seguro de lo que estás diciendo?, pareció preguntarle Luna con la mirada. Bucky asintió levemente. Eso fue suficiente.
Confiando plenamente en Bucky, Luna volteó a ver a Nik, en busca de una explicación.
—Quítate la camiseta —ordenó Luna, su rostro completamente serio. Nik rió a entredientes, como si la situación fuera absurda—. ¿Qué? Cosas más rara han hecho los turistas americanos aquí. Quítate la camiseta.
Bucky ya estaba sacando su cuchillo de la bota cuando Nik la obedeció.
—Si querías verme desnudo solo tenías que pedirlo —ronroneó Nik, alzándose la camiseta. Un moretón enorme de color púrpura cubría su costado. Luna se relajó visiblemente, casi suspirando—. Vamos, Diana. Sabes que estoy de tu lado. Siempre. ¿No es así? —Luna asintió—. Tu amigo puede tener un punto, aun así. Me dejaron ir demasiado fácil. Y creo que fue por lo que escuché.
—¿Qué escuchaste? —preguntó Luna, inconscientemente inclinándose hacia él, los ojos abiertos y curiosos.
—Marcus Warner dará una fiesta aquí, en Milán, mañana.
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—Obviamente es una trampa —suspiró Bucky, observando afuera del departamento donde se estaban quedando, revisando que no hubiera nadie dando vueltas por ahí.
Debido a las prisas, habían encontrado un departamento con una gran ventana que daba a la calle, y a pesar de estar en un piso a alto a ninguno le pasó desapercibido que perfectamente cabía una persona por ahí.
—Lo sé —asintió Luna, sin despegar la vista de su computadora, revisando en páginas de internet todo lo que pudiera sobre la fiesta.
—Tiene todas las ventajas sobre él, Luna —insistió Bucky, cerrando la ventana y las cortinas y caminando hacia ella—. Él controla el lugar, tiene gente ahí, sabe que tú sabes sobre la fiesta y que vas a ir por él. Es demasiado peligroso.
—No está a discusión. Voy a ir, voy a arrebatarle la gema y voy a matarlo —dijo Luna, completamente seria—. Ese es el plan y es por lo que estás aquí, ¿no es así?
Bucky fue tomado por sorpresa por la dureza y crueldad de sus palabras, y probablemente se hubiera apresurado a su habitación sin intención de hablarle a Luna si no hubiera estado tan cerca de ella que podía verla a detalle. Estaba temblando.
Estaba aterrada.
—Luna, ¿qué fue exactamente lo que pasó entre Marcus Warner y tú? —preguntó lentamente, sentándose al lado de ella. La chica tragó saliva, cerrando la laptop y haciéndola a un lado.
Hundió sus hombros, como si estuviera cansada, y quedamente comenzó a contar la historia.
—Conocí a Warner en una subasta de arte. Estaba trabajando, viendo quienes eran los postores. Un tipo asqueroso quiso propasarse conmigo. Estaba ignorándolo, podía acabar con él en cualquier momento pero tenía que conservar mi coartada. Marcus lo notó. Se acercó y le dio un puñetazo al tipo. Dios, acabó con Marcus en un instante. Era tan joven, indefenso y escuálido. Nunca lo vi como una amenaza, ni siquiera al principio, y eso que sospecho de todos. Tiempo después, pensé que tal vez desde esa subasta todo estaba planeado. Solo estaba jugando conmigo.
—Fuimos al baño, intentando detener el sangrado de su nariz —continuó diciendo Luna, mirando a la nada, recordando—. Me contó sobre su madre y su padre abusivo. Me dijo cómo había visto la escena en la subasta y le había sido imposible no actuar, incluso cuando sabía no iba a ganar. Me pareció absurdo. Tierno, incluso. Y le creí, porque usó mi táctica maestra: decir la verdad a medias. Lo investigué y todo lo que me contó concordaba. Era verdad. Nos seguimos viendo, como amigos. Siempre nuestra relación fue inocente. Y yo... —tragó saliva, mirando a Bucky, sin molestarse en ocultar la vulnerabilidad y el dolor en su mirada—. Bucky, es tan solo estar siempre sola. Te destruye. Vas de un lado a otro en el mundo y siempre estás sola. No perteneces a ningún lado. Se vuelve cansado. Siempre me dije que yo era más inteligente, que estaba con un pie adentro y uno afuera, lista para huir si veía cualquier señal de peligro. Pero no las vi. Estaban ahí y no las vi.
—No puedes culparte por eso —murmuró Bucky suavemente—. Los errores los cometen todos.
—Pero yo no puedo —jadeó Luna, mirándolo directamente—. Todos pueden cometer errores excepto yo. Tenía que cuidar la gema. Era mi deber. Mi madre murió huyendo de ella, T'Chaka se arriesgó por mí para que yo la cuidara. Y la perdí. Marcus mencionó un viaje a la playa. Ida y vuelta. Su padre lo había golpeado y lo único que quería era escapar un rato. Y yo me escapé de Kali, mi única guardaespaldas. Fuimos a la playa y era una emboscada. Peleé, pero eran demasiados. Lo último que vi antes de perder el conocimiento fue la mano de Marcus alrededor de mi cuello, agradeciéndome por hacer las cosas tan fáciles y divertidas —las manos de Luna se hicieron puños, las lágrimas al borde de sus ojos secándose, llenándose de venganza—. Voy a matarlo, Bucky. Yo soy la que voy a poner sus manos alrededor de su cuello hasta que deje de respirar porque nadie juega conmigo. Nadie.
Había visto muchas facetas de Luna. La había visto risueña, como cuando hablaba con Emma por teléfono. La había visto frustrada, como cuando no alejaba la vista de los planos tratando de comprenderlos. La había visto segura de sí misma, como cuando había lanzado los dardos atinándole perfectamente. La había visto preocupada, dándole instrucciones a Cassandra sobre qué hacer. La había visto llorar, reír y cantar, pero nunca la había visto genuinamente molesta.
Le recordó que a pesar de ser su Luna, era una fuerza imparable que podía matar a alguien sin parpadear.
Había tanta furia en Luna que temió por ella, porque cuando enfrentara a Marcus Warner, su juicio iba a ser borroso. La ira era una emoción que Bucky comprendía perfectamente. La sentía cada que pensaba en Hydra, y lo que le habían hecho. Y por eso sabía lo peligrosa que era.
—Vamos a recuperar la gema —le prometió Bucky, con tanta intensidad que incluso se sorprendió a sí mismo.
Luna lo tomó de la mano, de la de metal, haciéndolo sobresaltar pero apenas hizo ademán de retirarla, la tomó con más fuerza.
—Gracias —suspiró Luna, y fue de lo más honesto que alguna vez la escuchó decir.
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—Hermosa como siempre —ronroneó Nik, tomándole la mano a Luna y llevándosela a los labios.
Bucky observó en silencio cómo sus labios pegajosos se estrellaban contra la suave piel de Luna. Ugh, el tipo no podría ser más asqueroso. Bucky se aclaró la garganta, haciendo una señal con la cabeza que debían irse apenas tuvo su atención.
Nik encabezó el camino hacia el auto, seguido de Luna y dejando a Bucky al final. El chofer de Nik manejaba, con éste al lado, dejando a Luna y a Bucky en el asiento de atrás. Luna estaba distraída, lo cual debía de haber sido uno de los muchos indicadores que Bucky vería en el transcurso de la noche que la misión iría mal.
Aun así, tenía una ventaja que Luna parecía totalmente absorta en sus pensamientos: Bucky podía verla sin vergüenza alguna.
Se preguntaba si Luna sabía que era una obra de arte andante, de esas que te hacen pararte en un museo y no parpadear. Llevaba puesto un vestido blanco y largo, tan largo que sus pies los tapaba. Solo Bucky sabía que llevaba botas debajo del vestido. El escote en su pecho y en su espalda era pronunciado, pero aun así se las arreglaba para lucir elegante.
Llevaba el cabello suelto, en pequeñas trenzas como siempre lo hacía, provocándole a Bucky unas ganas inmensas de jugar con él.
Una máscara cubría el área de sus ojos. Como si no pudiera ser peor, la fiesta era de máscaras. Los instintos de Bucky le decían que cogieran sus cosas y se tomaran un día o dos para planear mejor el atraco. Sin embargo, su opinión no importaba. La venganza de Luna anublaba su juicio.
Luna malinterpretó su incomodidad, pensando que estaba abrumado por la misión o por la muchedumbre de gente que estaban a punto de encontrarse. Las fiestas de Warner eran famosas, y todo mundo estaría ahí.
—¿Estás bien? —preguntó Luna en un susurro, juguetonamente entrelazando sus meñiques. Bucky bajó la vista a sus manos, la de Luna descubierta y fría, la de él enguantada y tibia.
Bucky asintió, apenas imperceptiblemente, pero lo suficiente para que Luna pudiera captarlo.
—Déjame ayudarte —sugirió Luna, dejando ir sus dedos y tomando la máscara que había escogido para Bucky.
Era negra, igual que su traje. Era simple, hecha de cuero, apenas cubriendo sus ojos. Simple pero fuerte. Luna se inclinó sobre él, colocándosela suavemente. Luna raramente lo tocaba con algo que no fuera suavidad.
—Listo —exclamó Luna, apremiante—. Podrías matar a alguien con ese rostro.
—Tus cumplidos son raros —fue lo único que dijo Bucky, secamente, haciendo sonreír a Luna. Luego, ella se puso su máscara.
La suya era tan discreta y elegante como ella misma. Bañada en oro y con incrustaciones de diamantes, le cubría los ojos y parte de la nariz. En sus ojos, Bucky pudo ver la victoria, aun sin haber peleado la batalla.
—Estamos aquí —dijo Nik, volteando a verlos atrás. Algo en él no le gustaba. Parecía como un lobo disfrazado de cordero, sonriéndole a Luna de una manera que ponía su sangre a hervir—. Comencemos.
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holiiii, espero les guste el capítulo! poco a poco regresamos a la acción y poco a poco la tensión entre bucky y luna crece, ahhhh ya quiero que se den cuenta!!! ustedes qué opinan de daniel nik? lo odiamos o lo amamos?
muchas gracias por leer, las amo xx