Enredada con el chef

By Bermardita

1.7M 60.7K 22K

Margo está rota, siente un vacío enorme en su interior. Thomas es un chef de élite, ¿podrán sus coqueteos y p... More

SINOPSIS
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58 (+18)
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71 (+18)
Capítulo 72 (+18)
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80 (FINAL)
EPÍLOGO

Capítulo 17

11.2K 727 255
By Bermardita

"La comida une a la gente en muchos niveles diferentes. Es el alimento del alma y del cuerpo; realmente es amor"

―Alain Ducasse

***



Imposible. Imposible.

De ningún manera. ¡No me gustaba Thomas como hombre!

Desde que amanecí la mañana siguiente del suceso, por una semana completa mi mente no me dejó tranquila ni me dio un segundo para pensar en otra cosa que no fuera en las palabras de Trey y la reciente conclusión que descubrí por mí misma. No dejaba de dar vueltas al mismo asunto una y otra vez.

Jamás me sentí tan vulnerable y frágil. ¿Y si resultaba ser cierto? ¿Y si me convertí en una tonta a causa de un hombre? ¿Y si...?

No podía ser verdad. Por mucho que lo pensara terminaba repitiéndome que no podía ser de ese modo. Me había prometido a mí misma no ser presa del enamoramiento ni de sentimientos estúpidos, atarse a una persona traía consigo el sufrimiento y la quizá la dependencia, la desesperación y un desastre inminente.

Mi cabeza daba vueltas. Sentía que a mi alrededor no paraba de girar, pareciera que estuviera atrapada justo en el ojo de una tormenta. No importaba cuánto intentara encontrar mi camino para salir de ese torbellino de pensamientos volvía a caer en la misma confusión y miedo. El temor de aventurarme en mi mente y descubrir sentimientos que evité por tanto tiempo representaba una desgracia.

Cada vez que pensaba en esa posibilidad mi cabeza daba vueltas sin parar y era inevitable no considerar la idea. Pasó una semana completa desde aquella noche y me frustraba admitir que durante esos días no había conseguido olvidar ni amortiguar mis emociones al respecto. Cada día despertaba con una vergüenza insoportable a causa del beso, una incontenible irritación emergía de mí ser cada vez que escuchaba o hablaban de Raúl en frente de mí y, por supuesto, mi actitud con Thomas se volvió un poco resentida y más reservada todavía.

Odiaba que me llamara, que me mirara o que se acercara e invadiera mi valioso espacio personal sin percatarse. Sabía que no lo hacía con malas intenciones, incluso podía afirmar que él no era consciente de ello; y me odiaba por enojarme con él por eso, sin razón válida que justificara mis acciones. Era como si su presencia activara un interruptor que encendía mi ira. Por esas razones no hablaba con él a menos que fuesen de asuntos muy puntuales. Demasiado puntuales.

Me desconcertaba que ahora su presencia me inquietara. No sabía qué fallaba en mi lógica, si me volvía cada vez más limitada al no analizar bien las cosas o simplemente no quería aceptar lo que parecía ser evidente. No conseguía comprenderlo. No me gustaba Thomas como hombre, estaba segura de ello, ¿entonces por qué no soportaba estar con él en la misma habitación? ¿Y cómo podía inquietarme todavía más cuando no lo veía aunque fuese por un instante?

Eran contradicciones que no poseían sentido y superaban lo absurdo.

De manera súbita recordé la escena que pasó ayer a mediodía. Acababa de llegar de la universidad cuando, para mi sorpresa, encontré a Thomas con solo una toalla alrededor de la cintura en la sala. No era la primera vez, por supuesto, pero en ese preciso instante algo se disparó en mi mente y cuerpo al posar mis ojos sobre su figura corpulenta.

Sus ojos azules se habían iluminado con la misma chispa traviesa de siempre. Su torso desnudo estaba salpicado de pequeñas gotas de agua y su cabello negro se deslizaba en ligeras ondas sobre su frente y mitad de su oreja. Incluso cuando pronunció "Excelente momento para llegar, Margo" su voz no me pareció molesta, sino pícaro y agradable como jamás me había parecido. Cada uno de estos detalles provocó un efecto colateral que me sorprendió.

Causa-efecto = Thomas-respuestas involuntarias.

Al ver que no había respondido, se marchó con una risa contenida a su habitación. Pero mis pulsos agitados y respiraciones desbocadas no cesaron hasta minutos después.

Recordé también que tenía la misma reacción cada vez que lo veía, me mandaba un mensaje o me llamaba. Trataba de mantener le compostura para no dejarle ver mi nerviosismo, soltando comentarios ásperos en mi intento de equilibrar las cosas. Pero todo terminaba cayendo en lo que sucedió la semana pasada.

Si tan solo Trey no hubiese mencionado nada, no tendría en mi mente la posibilidad de que yo podría tener sentimientos por Thomas. No lo tenía, en absoluto. Solo debía convencerme de que era así, debía desechar lo que plantaron en mi desordenada cabeza. Ciertamente, mientras más veía y analizaba a Thomas, más me convencía de que era el último hombre de quien me enamoraría.

Si tan solo no hubiese escuchado nada, el ambiente tanto en el apartamento como en el restaurante jamás se habría arruinado. No podía estar en cualquier sitio sin sentir que me asfixiaba o tener la impresión de desvanecerme al vacío en un segundo a otro sin causa alguna. Ahora solo ansiaba ir lejos y jamás volver. La sensación era detestable e intolerante porque aún no deseaba partir teniendo buena comida aquí.

Sacudí la cabeza en negativa, volviendo a la realidad. Con suerte, tal vez podría olvidar este asunto, volver a mis días en donde debía ocuparme únicamente por comer y cumplir con mis tareas como una asistente personal.

Tomé una respiración profunda.

Tenía miedo.

No podía ir con este desorden al restaurante. Saqué mi teléfono del bolsillo, luego busqué entre mis contactos el nombre de Thomas y emití una llamada. Él no respondió a la primera. Intenté otra vez y, aunque la llamada fue respondida, nadie habló al otro lado de la línea.

―¿Quién es? ―escuché que Thomas decía. Asumí que no tenía su teléfono a la mano y que alguien había respondido por él.

―Averígualo.

Me mordí el labio.

―Bueno ―dijo con un tono áspero, segundo después.

―Hola ―respondí, nerviosa―. Perdón, ¿te molesto?

―No lo diría de ese modo. Estoy ocupado, ¿pasa algo? ―Antes de que pudiera contestar a su cuestión, Thomas demandó fuertemente―: Todavía no, Edward. Déjalo reposar.

―¿Cómo qué no? ―rechistó Edward un tanto brusco.

―Solo un minuto más. ―Escuché el sonido de un metal golpearse contra una superficie dura. ¿Qué podrían estar haciendo? ―. Perdón por eso. ¿Qué me decías?

―No te preocupes. Quería saber si puedo quedarme en el apartamento esta tarde, no me siento bien para salir.

―Puedes. ―Fue lo único que dijo.

―Gracias, Thomas. Te veo después.

Colgué la llamada sin pensarlo. Había conseguido el permiso que ansiaba y ahora podía ponerme cómoda en el sillón, con suerte podría dormir. Fui a la habitación de Thomas directo al inmenso armario para sacar un par de cobertores y mi ropa de dormir. Me cambié y pude tumbarme con tranquilidad.

Encendí la televisión, deseosa de encontrar algún programa interesante. Era curioso que matara el tiempo pasando el canal cuando podía dedicarme a hacer mis tareas y lecturas atrasadas de la universidad. Me había ido fatal en el último examen y necesitaba tener buenos punteos si quería ganar el año sin ir a recuperaciones o repetir los cursos. Sin embargo, mis ánimos estaban por los suelos.

Pasaba de los canales sin hallar nada bueno. Haciendo esa monotonía sin sentido, un pensamiento surgió. Me pregunté cómo sería mi vida con amigas. La razón de mi aburrimiento en un apartamento grande se debía a la ausencia de compañía, probablemente. Las películas o las series que acostumbraba a ver, la mayoría de los personajes contaban con alguien, un confidente; lo que me hizo dar cuenta que yo no poseía a nadie.

Por primera vez, me sentí sola y llegué a pensar que si tuviera al menos a alguien podría compartir mi confusión y la rareza de mis emociones, podría soltar con libertad lo que sentía y esperar que me diera un consejo o decirme qué demonios pasaba conmigo.

Por primera vez sentí la ausencia de un amigo y justo ahora me arrepentí de haber alejado a todo el mundo de mi lado; pero también llegó a mi mente la idea de que nadie se había molestado en preguntar si yo estaba bien. Nadie se molestó en quedarse.

Ahora quería a mi familia, a mis irritantes hermanos y mi cariñosa madre. Me senté sobre el sillón y apagué el televisor al no encontrar nada bueno. Sin esperarlo, rompí en llantos.

Al final de todo, era solo yo. Y resultó de ese modo porque yo misma lo había decidido.

Seguí llorando por varios minutos, no me hubiese detenido de no haber escuchado que alguien entraba por la puerta principal. De inmediato me limpié el rostro, deseando que cualquier rastro de las lágrimas desaparecieran, pero eso era imposible. Debía tener los ojos enrojecidos y los párpados hinchados, sin mencionar que no dejaba de moquear.

Volví hacia el recién llegado sin esperar a nadie en particular.

Tragué saliva.

¿Qué estaba haciendo él aquí?

Volví a sentarme en mi sitio, todavía sorprendida. Seguí limpiándome las mejillas con rapidez; de todas las personas, él no debía verme así. Thomas no debería estar aquí y verme llorando.

―Oye, oye... ―Escuché sus pasos apresurados aproximarse cada vez más―. ¿Qué pasó? Dime.

Tenía la vista clavada en el suelo. Y cuando la alcé hacia Thomas, que ahora estaba a solo unos pasos, noté la evidente preocupación en sus ojos y en su semblante contraído. Las lágrimas brotaron de mis ojos nuevamente, haciendo trizas mis esfuerzos inútiles por aparentar que nada pasaba.

Me levanté del sitio, enojada, esperanzada, con un conflicto de emociones que no lograba describir en una sola palabra porque eran contradictorias.

―No hagas eso ―le dije―, por favor, no hagas eso.

―¿El qué?

―¡Preocuparte!

Él traía una bolsa plástica en una mano y la dejó sobre la mesa de vidrio posicionada en el centro de los sillones. Luego me miró, pero su expresión no lo logré descifrar.

―¿Por qué?

Bajé la mirada. Ese instante él aprovechó para acercarse unos cuantos pasos, lo suficiente para estar a una distancia escasa que se podría cerrar en un abrir y cerrar de ojos.

―No me mires así, Thomas. ¿Me tienes lástima?

―No.

―¿Entonces?

Él se lamió y apretó los labios antes de tragar saliva.

―Estás segura conmigo, te lo dije. Puedes confiar en mí. ―Fue lo único que dijo.

―¡No quiero! ―respondí con rudeza―. No quiero que nadie se preocupe por mí, mucho menos tú. ¿Y sabes qué es lo frustrante de esto?

―¿Qué?

―Que tampoco quiero que dejes de hacerlo. Me hace sentir que tengo a alguien...

Mis labios temblaron. Lo próximo que sentí fue el agarre de Thomas en una de mis manos, me arrastró directo a su pecho en un fuerte abrazo que terminó por romperme en mil pedazos. No correspondí al gesto, pero me gustó sentir la presión que hacia los brazos de Thomas alrededor de mi diminuto cuerpo. La forma como sostenía mi cintura con la mano derecha y apretaba mi cabeza a su pecho con la izquierda, era una sensación que jamás había sentido en la vida. Era cálido y gentil, embriagador y necesario.

―¿Por qué? ―quise saber.

Se separó un poco solo para dejarme un beso suave en la frente sin soltarme. Por un instante me sorprendió pero al mismo tiempo me sentí aliviada, segura, el beso tuvo un efecto tranquilizador que hizo desvanecer mis conflictos en un segundo.

Solté una risa nerviosa.

―¿Qué? ―preguntó él, confundido y sonriendo también.

―Thomas... ―pronuncié despacio, aterrada ante la idea que surcaba en mi mente―. ¿Y si me gustas? ¿Qué tal si yo estoy enamorada de ti?

El cuerpo de Thomas se tensó. Se apartó para mirarme a los ojos y noté el cambio drástico que sufrió su expresión, no sé si fue a causa de mi pregunta o notó algo en mi rostro pero, en definitiva, la decepción era bastante perceptible en su semblante.

Él esbozó una media sonrisa cargada de dolor.

―¿Tan terrible es descubrir que te gusto? ―inquirió, ofendido e incrédulo―. ¿Sabes qué? Olvídalo.

Me quedé en mi sitio, inmóvil, sin comprender la situación en su totalidad. No hice nada cuando nos separamos y lo vi desaparecer en la esquina que guiaba a la puerta de su habitación.

¿Qué había hecho mal?

Me senté en el sillón, analizando con detalles de lo que había pasado. Thomas salió instantes después con un abrigo en la mano.

―Come tu almuerzo antes de que se enfríe ―dijo, arisco. Solo me observó por un momento antes de caminar hacia la puerta principal y desaparecer por completo, dejándome sola con mis pensamientos.

Solté un suspiro. Quizá no podía entenderme con Thomas después de todo, no debí haberle mencionado nada en primer lugar, de haberme guardado mis inquietudes e inseguridades, las cosas no habrían terminado de este modo. Ingenuamente había creído que podía confiar en él en todos los sentidos.

Jamás fue mi intención ofenderlo ni dañarlo, ¿pero cómo hacérselo saber? Lo único que buscaba era una respuesta clara y concisa, y creí que él podría dármelo. Frustración era lo que sentía. Parecía que lo único que sabía hacer era dañar a las personas.

Me desplomé sobre el sillón y cerré los ojos, no tenía ganas de dormir, pero esperaba que estar en esta posición me provocara un sueño profundo. Y eso pasó en algún punto de la tarde, sin embargo, la siesta no resultó placentera.

Este capítulo se lo dedico a una lectora muy especial       @ra2175 

La he visto en todas mis historias, debo decir que siempre espero leer los comentarios que deja en cada capítulo. En verdad, mil gracias. 

Por otra parte, este capítulo lo dividí en dos partes porque salió más extensa de lo esperado. 

Como saben, las personas ver el amor de distintas formas, unos lo aceptan y otros simplemente lo rechazan. ¿Qué saben de Margo hasta ahora? ¿Pueden comprender su confusión e inseguridad? 

Más importante aún, ¿qué opinan de la actitud de Thomas al final del capítulo? ¿Es razonable?

¿Qué creen que significa ese beso en la frente que le dio Thomas a Margo?

A veces siento el impulso de contar la historia desde el punto de vista de Thomas :')

Muchas gracias por leerme.

Nos leemos pronto. No olvides dejar tu corazoncito por acá <3 

Continue Reading

You'll Also Like

34.7K 1.9K 56
Mia acaba de perder a la persona que ha estado con ella desde su concepcion, a la persona que mas amo en el mundo, su hermano gemelo Ian, lo que le d...
1.5K 71 18
Han pasado 2 años, y todo a cambiado, absolutamente todo, Alex a cometido un grave error y gracias a ello a perdido lo más preciado para el, tendrá q...
71.8K 5.5K 6
Luz quiere tener un hijo, pero Amity no se siente muy comoda hablando del tema, así que trata de evitarlo ⚠️: esta historia no me pertenece, @an_ordi...
75.9K 5.4K 22
Entonces mire a la izquierda y la vi. Estaba concentrada en su papel y anotaba cosas en una libreta como una loca. La vi y supe que sería interesante...