De fondo sonaba Perfect de Ed Sheeran, mientras bailaba con mi ahora esposa.
—Que hermosa se ve, señora Coleman. - sonrió Zendaya mientras nuestros pies danzaban.
—Gracias cariño, tu también te ves perfecta. - deje un beso en su mejilla y se sonrojo.
Terminó la canción y todos los invitados aplaudieron.
—¡Vivan las novias! - grito alguien al fondo con cierto sarcasmo.
—¿La invitaste? - pregunto mi esposa saludando a lo lejos a Sabrina.
—Calma, amor. Yo no la invite, seguro se coló, pero ya déjalo así, solo no hay que tomarle importancia y no hagamos un escándalo. - susurré tomando su cintura.
—Tienes razón, además es nuestra boda. - asentí y en un abrir y cerrar de ojos, Daya me estaba besando de una manera increíble que me hizo olvidar que estábamos en medio de tanta gente.
Al separarnos, mordió algo fuerte mi labio inferior y se empezaron a escuchar muchos chiflidos.
—Ya tienen prisa con la luna de Miel. - dijo Dinah y más de uno rieron, mi esposa y yo incluidas.
—Por lo que más quieras, no dejes que se acerque. - suplico Daya y asentí.
—No tengo intención ni de cruzar palabra alguna con ella. - respondí y ella sonrió satisfecha.
Hace unos meses antes de que Zendaya y yo nos casamos, apareció Sabrina, quién solo había llegado a mi vida para causarme problemas con el amor de mi vida, mis mejores amigos e incluso mis padres.
Y no tenía ni idea de cómo se había colado a la fiesta.