—Entonces, cuando te quite la venda, irás abriendo lentamente los ojos y me dirás qué es lo que distingues, ¿De acuerdo? - pregunto Harry, el doctor que me atiende desde aquel accidente.
—¿Estás lista, amor? - pregunto Sabrina, podía escucharla a unos cuantos pasos cerca de mí.
—Claro que estoy lista, ya quiero ver otra vez a mis padres, a mis amigos, todoo y en especial a ti, cariño - dije refiriéndome a mi novia - Y a ti también Styles, quiero ver al hombre que me está ayudando a recuperar la vista. - sonreí con gran alegría y podría jurar que sentía que ellos tenían el mismo gesto.
—Eres una buena paciente y amiga, _____. - comento Harry y sentí su presencia justo detrás de mí, y como iba quitandonos venda.
—¡Dios, que emoción! - chillo Sabrina, sentí como la camilla se hundió a mi lado y reconocí su exquisito aroma, al igual que sus manos tomando las mías.
Percibí como la venda ya no me cubría, como dijo Harry, suspiré y fui abriendo los ojos con lentitud, pestañe unas cuantas veces, lo primero que noté fueran sombras, que poco a poco se fueron aclarando.
Aprecie los colores de la habitación, azul celeste con blanco, una puerta de madera café, el techo también blanco, un florero de cristal con unos claveles naranjas, amarillos y rojos.
En mi campo de visión apareció un chico de no más de 35 años, ruloso y alto, con una sonrisa que transmitía confianza, le devolví el gesto y asentí ligeramente con la cabeza.
Luego, esa chica a quien conocí cuando recién aprendí a usar mi bastón, decidí salir a dar un paseo, y oí su voz, ofreciéndose a ayudarme a cruzar la calle, y después me invitó un café, que obviamente acepte.
Esa maravillosa persona estaba justo a mi lado, y por fin podía apreciar la belleza que poseía, su belleza interna ya la conocía a la perfección, y era hora de conocerla físicamente.
Tenía cabello rubio con unas pocas ondulaciones se notaba sedoso, unos preciosos ojos azules muy llamativos, unos labios rosados muy lindos, al igual que su nariz, que combinaban perfectamente. Era simplemente lo más hermoso que había visto en mi vida, claro, antes del accidente que me quito la vista por casi un año y medio.
Tenía sus ojos cristalizados, pero al mismo tiempo demostraban amor y cariño, dirigidos a mi.
—Joder, eres muy hermosa. - reí sintiendo mis ojos picar, quería llorar, sentía tanta alegría y emoción en estos momentos.
—¡Me ves, Harry, puede verme! - exclamó feliz, estalló en llanto y me abrazó. Inmediatamente rodeé su cintura con mis brazos, estrechando la contra mí.
—Te veo, cariño. Puedo hacerlo. - sonreí conteniendo mis lágrimas. - Muchas gracias, Harry. En serio, muchísimas gracias. - miré al chico mientras seguía sin romper el abrazo con Sabrina, sentía como sollozaba en mi pecho y susurraba varios te amo.
—No hay de que, _____. - me sonrió dulcemente.
—¿Como te sientes? - pregunto mi rubia, separándose un poco.
—De maravilla, me siento genial, bueno solo tengo un poco de sueño. - respondí sin poder dejar de apreciarla.
—Esta bien, es normal. Como también a veces te puedes marear, necesitas estar reposando los ojos. - pidió el doctor y asentí.
Sabrina invito a Harry a la pequeña reunión con motivo de celebrar que la todo había salido bien, se llevaría a cabo en nuestra casa, donde estarían nuestras familias y amigos.