Capítulo 78: Freddie Robinson, un cerebro.
Por más que lo intentara, no lograba entender. Llevaba días enteros intentando estudiar, y ni siquiera la presencia de Freddie ayudaba a concentrarme.
Nick, por otro lado, tenía terminantemente prohibido venir en horas de estudio, ya que él era la mayor de mis distracciones. Hoy más que nunca.
Finamente me di por vencida cuando observé que Sue McGregor se acercaba hasta la mesa y se sentaba al lado de su novio, comenzando a hablar en voz alta y tirando mis esfuerzos al caño.
—¿Cómo van? —dijo ella, con voz cantarina.
—No muy bien. Llevo intentando resolver esto por horas y no tengo éxito. —le respondió el chico.
Yo observé mi celular y vi que tenía un mensaje de Nick.
"De: Capi
Te ves sexy hasta cuando estudias."
Dejé escapar una sonora risa y levanté mi cabeza, buscando por la mirada al chico. Finalmente logré localizarlo, a unas cuantas mesas a mi derecha, mirándome con una sonrisa alegre, tan característica de él. Observé a mi izquierda y me encontré con que Sue y Freddie estaban besandose cachondamente, y como noté que no iban a extrañarme, tomé mis libros y me cambié rápidamente a la mesa de Nick.
—Hola, sexy. —le dije, dándole un beso en los labios.
—Sólo dije la verdad —rió él, y pasó un brazo sobre mis hombros cuando me senté a su lado—. ¿Estudiando para tus examenes finales?
—Si, mañana viernes tengo el último de Literatura y siento que este libro está en chino. Creo que toca una noche más de desvelo. ¿Y tú?
—Biología. Y la próxima semana Matemáticas.
Traté de leer lo que estaba escrito en su libro, pero mi vista estaba tan cansada que sentía como si estuviera completamente fuera de foco. A juzgar por el martilleo en mi cabeza, era hora de dejarlo ir y descansar por un rato.
—¿Ya sabes qué usarás para el baile? —preguntó el chico, jugando con mi pelo.
—¿Qué baile? No se de que baile me estas hablando.
Él elevó una ceja y me miró con sorna.
—¿De verdad, muñeca?
Le respondí con una sonrisa que mostraba todos mis dientes y él rió, para después depositar un beso justo en mi nariz. La razón por la que actuaba de esa manera era porque él no me había invitado formalmente al baile, y llevaba varios días molestándolo al respecto.
El chico no parecía avisparse, aún así. Él de verdad creía que, como eramos novios, automáticamente ibamos juntos, sin necesidad de pedírmelo.
¿Dónde está el romanticismo, Rogers?
—Bien —dijo, apretando los dientes. Apoyé la cabeza en el hombro del chico, quien no dejaba de mirar en dirección de Freddie, que estudiaba con Sue colgada a su cuello—. A veces quisiera ser más como él.
—¿Cómo Fred? —repliqué, buscando su mirada.
—Si, es tan inteligente que da miedo. —rió él.
Yo torcí mi boca. Lo entendía, por supuesto, muchas veces me había encontrado en la misma situación que él.
—No ha sido fácil para él, ¿sabes? —empecé a decir, y luego me lo pensé mejor— Nunca es fácil para nadie, supongo.
—¿A qué te refieres?
Así como tenía historia con cada uno de ellos, la mayoría remontando a un poco antes de detención en primer año, a Fred lo conocí ese mismo día, y poco a poco fui observando cómo era él.
En un principio, era el más callado de todos. El más tímido, por así decirlo. Por más que lo intentara, al chico le costaba muchísimo hablar con los demás, y eso se reflejaba mucho en la radio durante los primeros meses. Pero, a medida que pasaba el tiempo, y comenzaba a considerarnos como sus amigos, empezamos a notar su verdadero yo.
Aún recuerdo esa tarde de marzo, cuando recién terminabamos de transmitir la radio y los chicos todavía bromeaban sobre un comentario subido de tono que había hecho Johnny, totalmente fuera de contexto con el tema a tratar: clases sociales.
Habíamos hablado sobre las diferentes clases sociales en Ridgewell, para ser precisos. Como cualquier estrato de la sociedad, en este instituto se ve reflejado cada uno de estas clases en los diferentes estudiantes, aunque en este caso sea en mayoritaria la clase alta por el "nivel" del colegio (y el nivel de la cuota del mismo).
—Yo soy uno de los becados. —dijo Freddie de pronto, y todos lo miramos confundidos.
Como ocurre en la mayoría de los colegios "elite" o como quieran llamarlos, la calidad de la educación solía ser por encima de la norma y las cuotas a pagar pueden llegar a ser demasiado inaccesibles para aquellos que no poseen los recursos, por lo que desde hacía unos diez años, Ridgewell High ofrecía becas completas a los estudiantes sobresalientes y cubrían todos sus gastos, como es normal en estos casos.
Estos chicos eran los primeros en ser molestados por los típicos ricos y populares idiotas, por lo que la mayoría no compartían su situación con los demás, aunque a veces saltara fácilmente a la vista. Con Freddie, no era el caso.
Y nos tomó completamente desprevenidos.
—¿Desde siempre? —preguntó Johnny con curiosidad.
—Si, me concedieron la beca antes de iniciar las clases. Estos colegios son los que más consiguen sobresalir a la hora de tratar de entrar a las universidades.
—¿Ya estás pensando en la universidad? Relájate, chico. —bromeó Pat, y el otro le devolvió una sonrisa un tanto torcida.
—No creo que haya nada más importante que la universidad, Patrick.
Yo puse mi mano en el hombro del chico y asentí con la cabeza. Yo también tenía esos mismos miedos e incertidumbres que él, a mi también me quitaba el sueño pensar en el futuro. En paises como este, en donde es tan difícil conseguir entrar a una universidad, donde es tan caro y prestigioso, uno debe dar su cien por ciento para no quedarse atrás.
Lo entendía perfectamente.
—Creí que tus padres podían pagar una universidad. —me dijo Summer con genuino interés, mirándome a mí.
—Nada es seguro en esta vida. El dinero puede irse tan pronto como vino, y no debemos dar las cosas por sentado.
—Esa es una cosa rara que decir para una princesa. —bromeó Freddie, mirándome de una manera tan adorable que hizo inevitable que sonriera.
Comenzamos a caminar por los pasillos una vez que Wes se encargó de apagar todo, y cerramos la puerta detrás de nosotros. Los chicos corretieron por los pasillos mientras Heather les gritaba que iban a herir a alguien, mientras que yo me quedé detrás caminando lento junto a Freddie.
—¿No crees que es absurdo que molesten a una persona sólo por tener una beca? ¿Por tener menos dinero que el resto? Lo he visto todo el tiempo.
—En mi experiencia, la mayoría de gente que hace eso no se siente bien consigo mismo.
Mi mente se desvió en Patrick de inmediato, en lo mucho que había cambiado el chico en los últimos meses, en lo marcado que había quedado en su interior. Aún así, percibía un poco de luz en su interior, y eso era lo que me daba esperanza.
Todo el mundo tiene esperanza.
—¿A tí te molestan? —le pregunté.
—De vez en cuando, cuando me rehúso a hacer lo que me piden o simplemente los ignoro.
Chasqueé con la lengua. Sé que eso era obra de Leonard, y pensar en él me causaba escalofríos.
—Fred, ¿podrías ayudarme a estudiar?
—¿Estás segura? —me cuestionó, y lo observé con sopresa— Obtener una beca en Ridgewell no es fácil, y para mantenerla debo estudiar el doble que los demás. Puedo ayudarte, pero deberás ajustarte a mi régimen de estudio.
—Por supuesto. —dije sin dudarlo, dándole una sonrisa.
Fue obra suya, y suya nada más, que yo haya subido mi nota de tal manera. Actualmente era una de las mejores de la clase, y se lo debía a él, porque anteriormente no le ponía el empeño suficiente a los estudios, ya que era una persona que si bien era inteligente, apenas si ponía atención en clase y no cumplía siempre con los deberes.
Pero NYU no aceptaba a notas mediocres, y yo debía dejar de ser una estudiante mediocre.
Y así lo hice.
—No conozco a nadie que se preocupe tanto como Freddie. —le comenté a Nick, volviendo a la realidad, a la actualidad.
Mi amigo estaba estudiando, y Sue se había ido de su lado. Imaginaba que la había enviado a volar, y la verdad es que no me sorprendía. Después de todo, esa fue una de las tantas razones por las cuales nosotros no funcionamos juntos.
—Es diferente. Él es un cerebrito, es muy inteligente. —replicó Nick.
—No te creas. Tiene un indiscutible talento y conocimiento para las ciencias, pero no puedo atribuírselo todo a su inteligencia.
Nick me miraba con incredulidad. Fred tenía esa reputación, y no podía negar que él era, de hecho, muy inteligente. Pero eso no basta para entrar a Yale, y el chico había sacrificado mucho para hacerlo.
—Es difícil saberlo, en realidad. No somos lo que se dice "amigos". —respondió el quarterback, rascandose detrás de la nuca.
—Dale tiempo. No nos volvimos cercanos hasta segundo año, creo —admití, frunciendo un poco el entrecejo—. No confía fácilmente en las personas.
Él asintió con la cabeza, y nos dedicamos a tratar de volver a nuestros libros.
Una hora más tarde, me di por vencida y cerré el libro. Ya eran las siete de la tarde, y comenzaba a sentir un hambre voraz. Al elevar la mirada, vi que Fred ya no estaba sentado frente a nosotros, pero Nick si seguía a mi lado, y me miraba directamente a mí.
—¿Qué? —pregunté divertida.
—Eres hermosa, ¿sabías?
Llevé ambas manos al rostro de Nick y le di un beso largo y dulce y, al separarme de él, lo oí refunfuñar.
—No, quedate. —me susurró, agarrándome por la espalda sin dejarme ir.
—Pero tengo hambre. —susurré en respuesta, haciéndolo reír.
—Bien. —gruñó, y se puso a levantar sus cosas de la mesa.
Tan pronto como salimos al exterior, me tiré encima de su espalda en un abrazo por el que ambos casi caemos de cara al suelo.
—Vamos, llevame tú, plebeyo. —bromeé.
Él se agachó un poco para que me suba a su espalda, y así lo hice.
Eso me trajo muchísimo recuerdos de cuando Nick se hizo cargo de mí, tras el golpe de Riley, cuando se negaba rotundamente a que usara mis propias piernas y, para mi diversión, él solía llevarme de esa forma a todos lados.
El chico se limitaba a reír y seguir caminando, mientras yo cargaba con los libros de ambos en mi mochila. Sentía sus musculos debajo de mi cuerpo tensarse a medida que caminaba y mi corazón se aceleró de inmediato, y eso era lo que me sucedía con Nick: tan pronto entraba en contacto con su cuerpo o su piel, todo mi interior de alborotaba.
—Te voy a tirar. —amenazó.
—¡No! —chillé, agarrándome de su cuello. Le planté un beso justo en el lado izquierdo de su cuello, y el chico se paró en su lugar de inmediato.
—Estás jugando con fuego, muñeca.
—¿Quién, yo? —pregunté, inocentemente— ¿Por esto?
Le calcé otro beso más en el cuello. Me bajé de su espalda rápidamente, y comencé a correr con todas mis fuerzas hasta que pasé al lado de la estatua de la pantera. Justo antes de que pudiese llegar al edificio este, sentí como tiraron suavemente de mi cintura y me frenaron, por lo que dejé escapar un suspiro resignado.
—Te lo dije. —murmuró él.
Nick me agarró del rostro para darme un beso tan apasionado que me dejó sin aliento. Sorprendida y agitada, llevé mis manos a su cabello y le pregunté sin ninguna duda:
—¿Vamos a tu habitación?
—Ahora mismo. —dijo él, y me dio otro beso más antes de tirar de mi mano, prácticamente corriendo hasta que llegamos a la puerta de cuarto. Las escaleras nos mataron a ambos, así que estabamos completamente agitados.
Me tiré a su cama para esperar que se controlara mi respiración, porque sentía que moriría en ese preciso instante. Su cuarto, por suerte, estaba completamente vacío. Nick procedió a ponerle cerrojo a la llave, y luego se sacó su remera y la tiró, haciendo que me incorpore en su cama para observarlo mejor.
Llevé mi mano a su pecho, pero él ya estaba acostándose en la cama encima mío con una sonrisa que me derretía por completo. Tomé su barbilla y tiré de él hasta que nos unimos en un beso, mientras que él pegaba su cuerpo más al mío, haciendome jadear.
Y, bueno, no hace falta que ustedes sepan el resto.
¿Verdad?