The Beauty and the Beast

Por CleonLi

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Adaptacion de la nueva version de la Bella y la Bestia para el Ichiruki. Un joven príncipe es hechizado por s... Más

Prólogo: El Principe y la Hechicera
Capítulo 1: Una chica extraña
El castillo en el boque
El amo del castillo
Una invitación a cenar
Una jauria de lobos
Dias de Sol
Un hermoso regalo
Un gusto en común
Capítulo 9: Algo ahí
Capítulo 10: El salón de baile
Capitulo 11: El París de mis recuerdos
Capítulo 12: Organizando un baile
Capítulo 13: La Bella y la Bestia
Capítulo 14: La horda
Capitulo 16: La bestia vs el cazador

El ataque al castillo

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Por CleonLi

Disclaimer: Bleach y sus personajes pertenecen a Tite Kubo, La Bella y la Bestia y sus personajes pertenecen a Disney, el fanart de la portada fue hecho por Karoll Ann aka dangerousbride en tumblr. Fanfic hecho con el único proposito se entretener y sin fines de lucro.

Capítulo 15: El ataque al castillo

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En el castillo había una extraña quietud, el silencio reinaba en el lugar después del hermoso baile que el amo y su huésped habían tenido horas antes, los sirvientes se congregaron en el la biblioteca una vez que Ichigo les pidiera que se retiraran. En el centro, Gin y Rangiku bailaban al son de una melodia imaginaria, Aizen, Unohana y Yachiru los observaban mientras Sasakibe limpiaba una mesa descuidadamente.

—Al final todos nuestros esfuerzos fueron inutiles—dijo Aizen ligeramente molesto.

—Por supuesto que no—dijo Gin mientras aun bailaba con Rangiku—él aprendió a amar después de todo.

—Si, pero si ella no lo ama no tiene ningún caso—respondió el reloj cruzando sus brazos.

—¿Eso quiere decir que Rukia no volverá?—preguntó Yachiru con tono triste.

—No lo sé, hijita—Unohana se acercó a la tacita para consolarla—tengamos fé—en ese momento se escuchó el relinchar de un caballo, todos los sirvientes giraron para ver hacia la ventana.

—¡Les dije que regresaria!—gritó Rangiku mientras flotaba hacia la ventana.

—¿De verdad regresó?—preguntó Gin incrédulo subiendo a una mesa cercana. La decepción los invadió, aunque también la sorpresa, vieron a una muchedumbre marchando hacia el castillo, algunos llevaban antorchas, otros tridentes y otros azadones que, presumían, usarían como armas. A la cabeza iba un hombre pelirrojo sobre un caballo negro—¡Vienen a atacar el castillo! ¡Y ese tipo tiene el espejo mágico!—dijo el candelabro alarmado—¿Le habrá pasado algo a Rukia?

—¡No lo sé, pero debemos detenerlos!—dijo Unohana saltando a su carrito de té y empezando a avanzar—¡No podemos permitir que le hagan daño al amo!—los sirvientes bajaron al recibidor lo más rápido que podían, al llegar todos fueron directamente a la puerta y empezaron a recargarse en la puerta de la entrada para impedir el paso a los invasores.

—Esto no bastará—dijo Rangiku con frustración—somos muy pequeños.

—¡Es cierto!—exclamó Gin—¡Iré por el maestro Uryuu!—continuó comenzando a correr hacía el salón de baile, sus pequeñas piernas empezaban a rechinar, sabía que no quedaba mucho tiempo para que el plazo del hechizo terminara, el ultimo pétalo de la rosa estaba por caer, pero sabía que debían proteger al amo y el castillo a toda costa; después de unos metros más, al fin había llegado a su destino—¡Maestro, maestro!—gritó alarmado llamando la atención del piano.

—Gin, amigo ¿Qué sucede?—preguntó el músico intrigado, él se había quedado en el salón de baile admirando la belleza que Rukia había logrado revivir, sabía que podría ser la última vez que lo hiciera.

—¡Van a atacar el castillo, necesitamos tu ayuda!—dijo el candelabro y la expresión en el atril de Uryuu cambió a una determinada.

—Sube a la caja—Gin obedeció y se trepó sobre el piano—¡Sostente fuerte!—el piano se dirigió a toda velocidad al recibidor, los sirvientes en el lugar sintieron la vibración en el suelo—¡Aqui estoy amigos, hay un castillo que proteger!—el piano se recargo en la puerta formando una barricada—si tan solo mi querida Orihime nos pudiera ayudar—se lamentó el piano.

—No se preocupe, maestro, quizá el ruido que se escuchará la despierte y baje aqui con nosotros—le dijo Rangiku, de inmediato, desde afuera se escuchaban las voces de los aldeanos que se empezaban a organizar para entrar—¿Estan listos?—preguntó el plumero con cierto temor.

—Yo ire a avisarle al amo—dijo Aizen dirigiendose a la escalera principal.

—Supongo que es inevitable—dijo Gin a sus compañeros—debemos resistir lo más que podamos.

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Fuera del castillo, Renji bajó de su caballo para mirar la construcción, furia solo se podia apreciar en su mirada, solo pensaba en entrar y acabar con la bestia que le había arrebatado el afecto de Rukia.

—¿Listos, compañeros?—el pelirrojo volteó a mirar a los aldeanos quienes, aun con temor, esperaban la orden del excapitán—Acabaremos con esta amenaza de una vez por todas… ¡Derriben la puerta!—ordenó y unos seis aldeanos se acercaron cargando un pilar de piedra, tomaron impulso y golpearon la puerta, los objetos del castillo se tambalearon un poco, pero recobraron el balance.

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Aizen llegó al ala oeste, entró a toda velocidad a la habitación del amo y corrió al balcón donde yacía Ichigo con una expresión cabizbaja.

—Disculpe… amo—dijo el reloj tímidamente.

—Ya les dije que no volverá… y si lo hace, será tarde—dijo Ichigo en un tono mordaz, le dolía pensar que no volvería a ver a Rukia y lo llenaba de furia no haber podido expresar claramente sus sentimientos.

—No, amo… no es eso—Aizen podía escuchar los golpes que los aldeanos daban a la puerta con lo que fuera que estaban usando—han venido a atacar el castillo…—Ichigo levantó ligeramente la mirada pero no reaccionó de manera distinta para decepción de su mayordomo.

—¿Qué importa? Dejenlos entrar...—dijo el Príncipe en un tono lúgubre, Aizen se dio cuenta que Ichigo se había dado por vencido.

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Abajo los sirvientes trataban de resistir, pero podían sentir como poco a poco la puerta iba cediendo.

—¡Gin, esto no funciona!—gritó el maestro Uryuu quien estaba en la parte de abajo de la barricada.

—¡Tenemos que pensar en otra cosa!—exclamó Rangiku con inquietud, el candelabro bajó la mirada pensativo, solo se le venia a la cabeza el tratar de proteger a Ichigo, el tenía fe en que Rukia regresaría, asi que tenian que ganar tiempo para que su amo fuera feliz, tardó unos segundos, aun asi sentía que la cabeza le podía estallar

—¡Ya se! Pongan atención—los sirvientes acordaron usar el plan de Gin, era lo unico que podian hacer para proteger a su amo.

—¡Ultimo golpe!—exclamó Renji fuera del castillo, los aldeanos nuevamente tomaron impulso y golpearon la gran puerta del lugar, la cual cedió sin mayor dificultad. Entraron con cierta cautela, Renji delante de todos, el recibidor estaba oscuro y hecho un desastre ya que varios objetos se encontraban apilados delante de las escaleras.

—¿Porqué siento que éste lugar me es familiar? —preguntó Kenpachi con intriga, algo le decía que ya había estado en ese castillo.

—No se de que hablas—dijo Yumichikka un poco temeroso, caminó unos pasos y vio un carrito de te con una tetera y una tacita sobre él—que extraño… ¡Mira, Renji!—exclamó inclinandose frente al carrito de té—parece que tienen rostros. Yo diría que esta tacita es una niña y la tetera es su abuela—terminó con alegria, pero su expresión cambió cuando escuchó a la tetera.

—¿Su abuela? ¡Ataquen!—ordenó Unohana y los objetos del castillo se abalanzaron contra los aldeanos.

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En la aldea, dentro de la carreta, Rukia buscaba un rendija o un tabla suelta para poder salir, estaba desesperada, queria ir corriendo con Ichigo ya que temía lo que Renji pudiera hacerle.

—Hija ¿Que haces? No hay forma de salir de aqui—dijo Shunsui un poco resignado.

—No, papá, tengo que volver—le dijo ella asomándose por la ventanita que habia en las puertas de la carreta.

—¿Qué estás diciendo? Si apenas lograste escapar—exclamó el relojero un poco molesto.

—¿Escapar?—preguntó Rukia confundida mirando a su padre—no, yo no escapé, él me dejó venir por ti, para que te llevara al palacio.

—¿Esa horrible bestia?

—Papá, por favor… no lo llames asi, se llama Ichigo—le rogó Rukia arrodillandose frente a él—mira...—dijo ella y de debajo del tirante de su vestido tomó una rosa de cristal, Shunsui abrió los ojos por la sorpresa.

—¿De… de donde lo sacaste?—preguntó él tomando el objeto en sus manos.

—El me llevó allá...—le respondió su hija con una casi imperceptible sonrisa—ahora se porque te duele tanto hablar de mamá.

—Pero… ¿Como lo hicieron? ¿Como fueron a París tan rapido?—preguntó Shunsui aún mas confundido.

—Es una larga historia, papá—respondió Rukia—ahora debo salir de aqui, debo salvar a Ichigo.

—¿Tanto te importa?—preguntó Shunsui mirándola de manera perspicaz.

—No podría soportar que algo malo le pasara—respondió ella con seguridad pero acongojada, su padre vio en sus ojos algo que jamás había visto en ella.

—Está bien—respondió el relojero—pero primero debemos pensar como salir de aqui...—dijo y acto seguido se escuchó un golpe seco afuera de la carreta, se escucharon las llaves y como el candado se abría, Shunsui instintivamente se puso frente a su hija, pero sintió alivio una vez que viera que quien había abierto la carreta era el padre Ukitake.

—Tendré que rezar mucho para pedirle perdón a Dios por lo que hice—dijo el sacerdote juntando sus manos en una plegaria al terminar de abrir las dos puertas—¿Se encuentran bien?

—¡Padre Ukitake!—exclamó Rukia saliendo de la carreta y abrazando al hombre—me alegra tanto verlo.

—A mi me alegra mucho ver qué estás sana y salva—respondió Ukitake sonriendo.

—Si que le dio fuerte—dijo Shunsui mirando a Barragan tirado en el suelo, el padre lo habia golpeado con un leño en la cabeza.

—Ya no diga más—respondió Ukitake arrepentido—fue lo unico que se me ocurrió para sacarlos de ahí.

—Muchas gracias, padre—le dijo Rukia sonriendo—siempre está cuidando de nosotros.

—Para mi es un placer, hija.

—Rukia, debes darte prisa—dijo Shunsui y silbó para llamar a Pesche—debes llegar al castillo, nosotros te alcanzaremos.

—Si—respondió la morena, su fiel caballo llegó con ella y lo montó para emprender su ida al castillo.

—Vamos, Shunsui, iremos por mi carreta—dijo el padre una vez que Rukia se perdió de vista en la salida de la aldea.

—Espero que logre llegar a tiempo...—dijo el relojero en un suspiro, ahora ellos debían llegar por su cuenta, y a diferencia de cuando fue con Renji, está vez Shunsui conseguiría volver.

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El recibidor del castillo parecia una campo de batalla, los plumeros y las escobas se habian unido para atacar a unos cuantos aldeanos y los muebles se abalanzaban contra todos. Renji y Yumichikka se encontraban en el centro del recibidor esquivando a la vajilla que se lanzaba hacia ellos.

—¡Vamos! ¡Debemos buscar a la bestia!—dijo Renji jalando a su amigo del brazo para que lo siguiera, avanzaron unos cuantos pasos, hasta que el perchero Sasakibe se interpuso entre ellos levantando sus perchas en posición de pelea—Yumichikka… cubreme.

—¿Qué…?—preguntó el pelinegro confundido mientras el excapitán lo ponía delante de él, Sasakibe le dio dos bofetadas y después un golpe seco que lo hizo girar en su lugar, al quedar frente a Renji, éste se hizo a un lado y de pronto Yumichikka vio como un piano lo embestía, dejándolo casi inconsiente en el suelo—Renji… ayuda...—le rogó a su amigo.

—Distraelos, amigo, éste héroe debe acabar con la bestia que tiene hechizada a la damisela—dijo Renji antes de subir la escalinata principal yendo instintivamente al ala oeste.

—Oye, eso fue muy cruel—dijo el maestro Uryuu con voz preocupada—¿Te sientes bien?—dijo haciendose a un lado dejando que Yumichikka se levantara.

—Creo que me duele el corazón—dijo el pelinegro con tristeza.

—Ya, ya… tranquilo, estarás bien—dijo el piano sin saber exactamente que más decir, para él, el momento se había vuelto bastante incómodo. Se hizo a un lado para que Yumichikka se pudiera levantar—Este… ¡Mira! ¡Mas aldeanos que arrollar!—dijo para escapar de la incomodidad que en ese momento sentía dejando al hombre ahi de pie mirando al suelo.

—Muy bien… ¡Lanzame!—dijo Unohana a Sasakibe que golpeó una charola en el carrito de té haciendo que la tetera saliera disparada colgándose en el candelabro del recibidor—¿Les gusta el té hirviendo?—preguntó retóricamente a los aldeanos que bañaba con su contenido.

—¡Detente, tu, tetera loca! Por muy extraña que suene esa frase...—dijo el señor Kenpachi cubriéndose del té.

—¿Ah? ¿Zaraki?—la mirada de Kenpachi y Unohana se encontraron por un momento antes de que ella perdiera el balance y cayera del candelabro, soltó un grito de terror sintiendo como la velocidad la atraía mas y mas al suelo, cuando sintió cerca el final, cerró los ojos esperando el impacto, sorpresa grande al notar que nunca llegó, un par de manos la habían atrapado y ella abrió sus ojos encontrando que Yumichikka la había salvado.

—¿Está usted bien?—preguntó el pelinegro.

—Ah, si… muchas gracias, querido—agradeció Unohana con una sonrisa.

—Lamento mucho haber venido a atacar el castillo y haberle dicho abuela—se disculpó el joven.

—No te preocupes, lo importante es que recapacitaste—respondió la tetera de manera comprensiva—ya no te dejaste guiar por otros.

—Es que...—dijo Yumichikka antes soltar un gran suspiro—la persona a la que seguia me traicionó, me sentí como un objeto al que acaban de botar ¿Sabe?

—Oh, querido, no puedo entender mucho como te sientes, pese a que soy un objeto—dijo Unohana riendo un poco—pero si esa persona no te valoró, entonces significa que debes seguir a alguien mejor.

—Si, tiene razón.

—Ahora… ¿Que tal si me hechas una mano?—le preguntó la tetera amigablemente, Yumichikka asintió y soltó un puñetazo a un aldeano que iba a atacar a la señora Unohana, asi ambos regresaron a la confrontación.

—¡Muy bien! ¡Atentos todos!—se escuchó una voz desde el lado este de las escalinatas, el maestro Uryuu que estaba acorralando a Ganju, Ikkaku y Shinji, giró rapido al reconocerla—¡Es hora de que este ropero deje de dormir!—gritó Orihime a todo pulmón.

—¡Orihime-san! ¡Amor mio!—gritó el piano emocionado.

—¡Uryuu-kun! ¡Eres tu!—respondió la cantante de manera animada—¡No sabes cuanto te he extrañado!—continuó mientras daba un salto a la planta baja del castillo, los aldeanos que vieron como un ropero estaba a punto de aplastarlos, corrieron despavoridos del impacto.

—¡Bellisima!—celebró Uryuu al ver a su esposa una vez más, com ánimos renovados empezó a disparar sus teclas a los tres jovenes que tenia acorralados haciéndolos correr en dirección de Orihime que los recibió con sus puertas abiertas.

—Bien, arreglemos un poco a estos muchachos—dijo y de ella salieron varios listones y telas que rodearon a los tres hombres cubriendolos por completo. Ganju y Shinji terminaron vestidos como caballeros elegantes, mientras que Ikkaku terminó con un vestido esponjado y una peluca con bucles, los dos primeros encogieron los hombros conformes mientras que Ikkaku se quitó la peluca molesto.

—¡Oye! ¡No te burles de mi calvicie!—gritó molesto, sus dos amigos empezaron a carcajearse—¿Y ustedes de que se rien, idiotas?

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Pesche corría lo más rápido que podía, Rukia sentía que de alguna forma su caballo sabía cuan importante era para ella llegar a tiempo al castillo, podía sentir su corazón palpitar con fuerza en su pecho, sus manos estaban temblorosas, tenía miedo por lo que le podía pasar a Ichigo y mas sabiendo que todo era su culpa; iba tan rápido, que sentía su cara entumecida por el viento que la golpeaba y el frío del ambiente, su sorpresa fue grande al divisar las luces del castillo, el lugar se veia atípicamente iluminado, recorrió los jardines del castillo con prisa, ella ya sabía el camino de memoria por lo que no era un problema, el problema era esquivar a los aldeanos que corrían despavoridos; llegó a la entrada principal y vio gente corriendo y gritando alrededor, bajó de Pesche y lo acarició.

—Ve a descansar, amigo, muchas gracias por traerme tan rápido—el equino bufó y después se dirigió a las caballerizas, Rukia, aún ataviada en su vestido de gala, subió lo más veloz que pudo las escaleras de la entrada, antes de llegar a la puerta, escuchó varias explosiones pequeñas y como unos cuantos aldeanos más corrían asustados.

—¡Vamos! ¡Fuera de aqui, y no vuelvan!—gritó Gin entre risas, él fue quien con un poco de polvora ahuyentó a los aldeanos, había sido nuy efectivo y, sobre todo, muy gracioso. Su risa se detuvo al ver a la chica—¡Rukia! ¡Sabía que volverías!

—¡También me da gusto verte, Gin!—lo saludó Rukia sin detenerse, vio a Yumichikka quien ponía a Unohana en un carrito de té junto a Yachiru—¡Yumichikka!—gritó ella abalánzandose hacía el hombre y sosteniendolo de las solapas de su saco—¿Dónde está Renji?

—¿Eh?—preguntó el hombre confundido, Rukia podía ser pequeña, pero vaya que era aterradora, lo había cogido por sorpresa—¿Cómo?

—¿A donde fue Renji? ¿Dónde está?—preguntó ella nuevamente.

—Dijo que acabaría con la bestia—respondió Yumichikka cerrando sus ojos como si esperara un golpe el cual nunca llegó, abrió sus ojos y vió a Rukia subiendo las escaleras.

—Por favor, por favor, por favor—repetía la chica en una plegaria, trataba de recorrer el lado oeste del castillo lo mas rápido posible, esperaba poder llegar a tiempo para proteger a Ichigo y así después poder confesarle sus sentimientos, tenía que decirle que lo amaba y no dejaría que Renji arruinara su felicidad; todo esto pasaba por su cabeza mientras recorria los pasillos del ala oeste, sin saber que Sode no Shirayuki la seguía con expresión neutral.

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