¡Sí, soy gay! 🌈kiribaku/baku...

By cupcakemofoo30

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Kirishima a sus 16 años podía dudar de muchas cosas, pero había algo de lo que estaba seguro: era gay. No se... More

🏳️‍🌈 prólogo 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 uno 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 dos 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 tres 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 cuatro 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 cinco 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 seis 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 siete 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈ocho🏳️‍🌈
🏳️‍🌈nueve🏳️‍🌈
🏳️‍🌈once🏳️‍🌈
🏳️‍🌈doce🏳️‍🌈
🏳️‍🌈trece🏳️‍🌈
🏳️‍🌈catorce🏳️‍🌈
🏳️‍🌈quince🏳️‍🌈
🏳️‍🌈dieciséis 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈diecisiete🏳️‍🌈

🏳️‍🌈diez🏳️‍🌈

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By cupcakemofoo30

Okay, debía admitirlo: quizá sí le gustaba Bakugō.

¡Eh, pero nada de conclusiones apresuradas! Era un quizá, nada más que una simple posibilidad. El que lo estuviera considerando no significaba que efectivamente el chico le gustaba.

Bueno, a ver, que él no era ningún tonto, y desde lo acontecido el día anterior le venía dando vueltas y vueltas al tema, tanto así que estaba más concentrado en lo que por su cabeza pasaba que en lo que pudiera estar sucediendo fuera de su habitación, en la cual estaba recluido porque "estamos preparando tu fiesta sorpresa así que no sales de tu cuarto hasta que te lo digamos". Sonaba estúpido ya que en verdad la fiesta no era ya sorpresa, pero le habían dicho que aunque supiera que tenía una fiesta no sabía cómo sería (mira, qué inteligencia la de sus amigos). Así que, mientras esperaba, hacía rebotar la pelota de tenis contra el techo a su mano una y otra vez, pensando en aquella duda que permanecía en su mente y no tenía ganas de dejarlo en paz.

Se había dicho que era imposible, lo sabía, pero luego de más de veinticuatro horas pensándolo sin cesar se dio cuenta que no era tan imposible como lo había considerado.

Era verdad que últimamente andaba fijándose bastante en el físico del chico. No es que antes no se hubiera fijado en lo increíblemente guapo que era, de eso se dio cuenta desde el primer día que lo vio. La cosa era que le estaba pasando más seguido de lo necesario, además, ¿por qué tenía que fijarse justo en él? No era el único que era lindo, pero ni Todoroki ni Midoriya le llamaban tanto la atención como Bakugō lo hacía, y aunque al principio se dijo que eso se debía a que no pasaba tanto tiempo con ellos, se percató que con Kaminari también pasaba bastante tiempo pero aún así el chico jamás le llamó la atención de tal manera.

Por ello, el pelirrojo había llegado a una conclusión: físicamente, Bakugō tenía de rodillas al pobre Eijirō.

Y es que... Oh, decir que se había logrado aprender su rostro de memoria era menospreciar la exactitud que el chico tenía al recordar cada detalle de Katsuki. Su cabello tan rebelde, la arruga prematura entre sus cejas de tanto fruncirlas, sus pómulos y mandíbulas marcadas... Sus ojos, diablos, sus ojos, tan iguales y tan diferentes a los suyos al mismo tiempo.

Pero, eh, que gustar no era solo "ay, me parece guapo", claro que no. También entraba el factor en el que más complicaciones tenía Katsuki: la personalidad.

La personalidad de Bakugō era una aventura total, una montaña rusa impredecible y peligrosa. Acostumbrarse a la brusquedad de ella era algo que a Kirishima le costó pero que con esmero lo logró, y no fue mucho después que empezó a ver las virtudes del rubio, que aunque ocultas estaban, eran muchas más que los defectos.

Sí, Bakugō podía ser algo, irónicamente, explosivo. Reaccionaba mal y de forma agresiva ante la más mínima provocación. Pero más allá de ese chico brusco, había un ambicioso joven que luchaba por sus sueños. Rendirse no estaba en su vocabulario, y aunque a la mayoría le chocase su arrogancia, el chico tenía todo el derecho de presumir sus increíbles capacidades. Katsuki era digno de admirar, ni su mayor enemigo podía negarlo. Cabía destacar que no era exactamente el mismo chico que hace más de un año entró a la UA. Había cambiado para mejor, y él había tenido la suerte de presenciar cada vez que estos cambios se manifestaban.

Rayos, era demasiado masculino.

Y como cereza del pastel, aunque a varias personas les costara creerlo, Bakugō era un buen amigo, que ocultaba con uno que otro insulto su preocupación y hasta podría decirse cariño.

Sin moverse de su cama miró el balcón y recordó cuando lo fue a ver ese lunes por la mañana, dándole una charla que hasta ese día no olvidaba, y con eso en mente le fue inevitable sonreír. Efectivamente, Bakugō era mucho más que ese chico rabioso, como la mayoría solía imaginarlo.

Pero la duda seguía en él, ¿le gustaba o no?

Quizá solo lo estaba confundiendo con cariño, cariño que uno siente hacia a su mejor amigo. ¡Sí, era eso! Nada más que eso. Admiraba y quería mucho a su mejor amigo, Bakugō Katsuki, quien de casualidad estaba bien guapo y se cargaba unos brazotes que-

—¡Kirishima!

La repentina interrupción de Kaminari hizo que se desconcentrara y no lograra atrapar la pelota, la cual terminó en su cara. Y mientras Denki se reía de la desgracia y dolor de Eijirō, éste último se sentaba mientras soltaba un quejido tras el golpe.

—¿No puedes tocar la puerta? —cuestionó con algo de molestia, sobándose la nariz que fue justo donde le golpeó la pelota.

—No, no pued- —El rubio se detuvo abruptamente para mirar con detenimiento a su amigo, entrecerrando los ojos—. ¿Estabas viendo porno?

—¿Qué? —Inevitablemente asoció la palabra "porno" con la imagen mental que tuvo hace pocos segundos del torso desnudo de Katsuki, y su rostro ardió de vergüenza—. ¡Claro que no! —Se excusó rápidamente, mas los nervios no lo hicieron sonar muy convincente—. No soy como tú —agregó aclarando su garganta para disimular.

—Ah, es que estás rojo —Sí sabía que estaba rojo, la puta madre.

—Hace calor —mintió, pero intentó sonar seguro.

—Ah, claro, sí, calor en otoño —dijo el rubio de forma sarcástica, mirándole sin estar muy convencido. Momentos así le hacían cuestionarse si Kaminari de verdad era tonto o solo fingía. Nunca lo sabrá—. Eh, ¿eres alérgico a las nueces? —Y gracias al cielo y la dispersa mente del chico, Denki cambió de tema.

—¿No? —respondió Eijirō, confundido ante la pregunta del rubio.

—Uff, menos mal —murmuró el joven, suspirando—. En ese caso ven.

El pelirrojo, entusiasmado y aliviado de por fin poder salir de la habitación, se puso inmediatamente de pie y se encaminó hacia la salida donde se encontraba su amigo esperándolo, mas al momento de intentar pasar el chico lo detuvo. Kirishima, ante esto, lo miró confundido.

—Espérate, hombre. Falta algo.

Kaminari tomó al más alto de los hombros y lo volteó, y antes de que Eijirō pudiera preguntar qué hacía, su vista fue cubierta por... ¿Tela negra?

—¿Para qué me vendas los ojos?

—Aunque la fiesta sorpresa ya no sea sorpresa, no significa que no podamos intentar sorprenderte —aclaró el rubio, como si fuera lo más obvio del mundo—. Ahora...

Denki nuevamente tomó al pelirrojo de los hombros, y así intentó guiarlo. Ni bien trató de hacerlo pasar por la puerta hizo que Kirishima se golpeará en la frente.

—Auch —se quejó el chico, levantando un poco la tela para mirar a Denki—, ¿estás seguro de que lo puedes hacer?

—Sí, solo fue un pequeño error de cálculos —se excusó, y luego de apagar la luz y cerrar la puerta de la habitación, siguió su camino.

Afortunadamente no hubieron más golpes en la cara para el pobre Eijirō, que un tanto temeroso y desconfiado, andaba con los brazos extendidos para con sus manos asegurarse que delante suyo no hubiera nada con lo cual tropezarse. Llegaron al ascensor, bajaron por este, y cuando llegaron al primer piso Kaminari lo empujó levente para que saliera. Kirishima nuevamente fue tanteando terreno con sus manos, y apenas dio unos cuantos pasos sintió con éstas algo.

Era tela, pero estaba sobre algo firme y tibio.  Y aunque no estuviera tan cerca, podía sentir un dulce perfume que se le hacía familiar, muy familiar. Lo extraño fue sentir una especie de golpeteo muy suave y algo acelerado contra su mano, como si fueran los latidos de un cora-

Oh.

—¿Qué mierda haces, Kirishima? 

Apenas reconoció la voz, su piel se puso de gallina y estaba seguro que no demoró mucho en ponerse lo más rojo posible, y obviamente retrajo sus manos como si lo que había tocado quemaba. Era Bakugō. Maldita sea, ¡había estado tocando a Bakugō y él, bien idiota, tardó en darse cuenta! Qué vergüenza, Dios Santo, ojalá la tierra se lo tragara ahí mismo.

—¡Lo siento, en serio! —exclamó tan nervioso que hasta un gallito se le salió, y el no poder ver la cara del rubio lo hacía aún peor, puesto que no sabía qué reacción esperar por parte del chico.

—Uy, te tocó las tetas, yo que tú le pego por atrevido —murmuró Denki de forma juguetona, y Eijirō aunque no pudiera ver nada sabía que este último le había mirado bien feo, y si él hubiera podido también lo hubiera hecho. ¿Acaso el idiota no sabía cuándo no hablar?

Sin embargo, y para su suerte, al que le pegó no fue a él si no que al otro rubio, sabiendo eso por el quejido que soltó este último. 

—¡La próxima vez que digas que tengo tetas te va a ir peor! —gritó molesto Katsuki, y por el sonido de sus pasos asumió que se fue lejos de ahí.

—Era solo una broma —dijo Kaminari, quien luego de acariciar el lugar donde fue golpeado volvió a tomar a Kirishima de los hombros. Esta vez, y luego de la semejante verguenza por la que pasó, optó por guardarse las manos para él y confiar en Denki.

De repente, el otro chico se detuvo y por ende él también, y las manos que estaban en sus hombros dejaron de estar ahí. El no ver nada lo ponía nervioso, ya que no tenía idea de qué diablos esperar de sus amigos.

Pasaron unos segundos que se le hicieron una eternidad debido a la anticipación de lo que le esperaba, la ansiedad de saber qué había a sus alrededores. Y, cuando sintió que por fin le sacarían la venda, al ser removida esta en vez de encontrarse con todo perfectamente iluminado, a sus alrededores todo estaba oscuro a excepción de las velas que se encontraban sobre el pastel, 17 velas para ser exactos. Y, mientras él trataba de descifrar los rostros de los demás, todos comenzaban a cantar la canción. Sí, esa, la del cumpleaños feliz.

Kirishima, estupefacto, tardó en reaccionar, y cuando lo hizo se cubrió el rostro de la vergüenza, eso no evitando la sonrisa que adornaba su rostro. ¿Desde cuándo eran tan cursis sus amigos?

Al final sí terminó llevándose una sorpresa, una muy grata.

Una vez terminó la canción, aplausos sonaron a continuación, y junto a ello, risas.

—¡Anda, pide un deseo! —exclamó Ashido alegremente.

¿Un deseo? Mmmh... En verdad, no se venía nada a su mente. Tenía prácticamente todo lo que quería, no deseaba nada realmente. ¿Quizá tener buenas notas en los próximos exámenes? ¿Alguna cosa que no tuviera de Crimson Riot? Bueno, eso no se iba a poder porque las tenía todas...

—No, ese no, sucio —bromeó Sero, interrumpiendo los pensamientos del pelirrojo y ganándose un leve golpe por parte de él.

Sin embargo, ante la palabra "sucio" no pudo evitar recordar el inconveniente momentos antes, donde Kaminari lo acusó de estar viendo pornografía cuando en realidad no estaba haciendo otra cosa más que pensar en Bakugō.

Bakugō.

De repente, sintió su corazón brincar, pues de alguna forma ese deseo lo llevó a pensar en él. Pero no elaboró más en eso, no quería ponerse a pensar en cosas así cuando tenía a sus amigos frente a él esperando que soplase las velas para de una vez comer el pastel.

Y, simplemente, deseó por más momentos así, apagando de una vez las pequeñas llamas que eran lo único que alumbraban la sala. Una vez lo hizo, no se hicieron esperar las felicitaciones y celebraciones, abochornándolo más de lo que estaba. Se hizo la luz, y aunque tuvo las intenciones de reconocer a los que ahí se encontraban, no pudo hacerlo pues de un momento a otro sintió una mano en la parte trasera de su cabeza empujarlo hacia el pastel, y seguido un cúmulo de carcajadas. Iba a quejarse, pero sus oídos pudieron reconocer entre todas las risas una en particular, una que no tenía el privilegio de escuchar seguido.

Se giró a mirar a su lado y se encontró, sorprendentemente, a Katsuki riendo. Y asumiendo por el lugar en el que estaba, justo al lado de él, seguramente era el responsable de que su rostro estuviera cubierto de crema y pedazos de bizcocho.

Le fue inevitable sonreír y poco a poco irse uniendo a las risas, y aprovechando que el rubio se encontraba desprevenido, usó del pastel embarrado en su propia cara para manchar la del otro, tomándolo por sorpresa y haciendo que sus risas cesaran.

—¡Oye! —reclamó el chico, su ceño fruncido mientras se limpiaba la cara con su propia mano. Y, aunque lo que intentó al mirar al pelirrojo con molestia era intimidarlo, lo único que hizo fue hacer que su risa aumentara y en consecuencia a él se le contagiara. 

¿Con que andaban con esas?

Katsuki jamás perdía, o al menos no lo hacía sin haber dado la pelea antes. Así que mientras Eijirō seguía carcajeándose, él no dudó en agarrar un gran pedazo de la torta con su mano y, como la cara ya la tenía totalmente manchada, optó por algo que sabía que le iba a doler al chico: su cabello.

¡Maldito Bakugō! ¿Acaso no sabía el esfuerzo que requería lograr un peinado tan perfecto como ese?

Si guerra quería, guerra iba a tener.

—¿No deberíamos detenerlos? —preguntó Hizashi en casi un susurro a Aizawa, viendo como esa pequeña pelea entre los dos amigos se había tornado en algo más grande, algunos huyendo de la pequeña batalla mientras los más aventurados se unían, sin temor a terminar con la ropa llena de pastel.  Era lamentable que no hubieran suficientes voces de la razón como para detener tal desastre.

—No, déjalos divertirse —decir que aquello le sorprendió al rubio era poco. ¿Aizawa dejando que algo así sucediera? ¿Estaba bien?—. Después de todo, ellos son los que van a tener que limpiar —añadió sonriendo de esa escalofriante forma.

Y ahí estaba el Shōta que conocía; ya se estaba asustando.

Risas, regalos, bromas, felicitaciones y más juegos. Afortunadamente Satō había previsto que algo así sucedería, pues para el cumpleaños de Kaminari y Sero había sucedido algo similar. Bueno, en realidad, a la mayoría Katsuki les había sorprendido con un tortazo, pero las únicas veces que se llegó a descontrolar así fue en las mencionadas anteriormente. Así que, aunque un pastel había terminado esparcido por gran parte de la habitación (y de milagro no salpicó en ningún sofá), hubo otro que si pudieron comer, y era poco decir que estaba delicioso.

Sin embargo y, por razones obvias, los más afectados de ese pequeño altercado fueron los que lo iniciaron. Ambos chicos terminaron prácticamente cubiertos de pastel, de pies a cabeza, y tuvieron que irse a limpiar y cambiar su ropa. Kirishima no demoró mucho, pues al querer disfrutar lo mayormente posible la fiesta tomó una rápida ducha, se secó y se vistió. Pensó en peinar su cabello hacia arriba como siempre, pues no le tomaba más que tres minutos, sin embargo no lo encontró necesario. Así que solo se secó el pelo, le pasó el cepillo y bajó a la sala.. Y no dio ni tres pasos dentro de esta cuando un par de fornidos brazos lo estrecharon tan fuerte que fue levantado del suelo.

—¡Feliz cumpleaños, hermano! —Tetsu-Tetsu no demoró en hacer su aparición, saludando a su gran amigo con un abrazo.

—Tetsu, me estás asfixiando —dijo el pelirrojo con dificultad, su voz apenas audible.

—¿Eh? ¡Ah! Lo siento —El contrario de inmediato lo dejó en el suelo, quedándose mirando al chico luego de eso. Rió, y posó su mano en la cabeza del otro—. Te ves más bajito sin tu pelo hacia arriba.

—Ay, cállate —dijo de vuelta, apartando la mano ajena de su cabeza y poniendo las suyas en su lugar, como si la estuviera protegiendo—. De todas formas sigo midiendo lo mismo que tú.

—¡Incorrecto! —corrigió, inflando el pecho y sonriendo con altanería— Yo sigo siendo más alto, pero tu cabello te ayuda a disimularlo.

—¡Estoy seguro que medimos lo mismo! —respondió, señalando al contrario de forma desafiante. Sin embargo, sabían que no era el mejor momento para sus competencias sin sentido, así que con una risa lo dejaron pasar—. Bah, no importa, eso lo arreglamos después. ¿Cómo has estado?

—¡Bien! Muy bien, igual que la última vez que hablamos, que fue como... Ante ayer —aunque no se vieran, hablaban bastante por mensaje—. ¡Por cierto! ¿Cómo te fue en la prueba de ayer?

—Ah, eso, pues... —desvió la mirada y rascó su mejilla, riendo nerviosamente—. Perdí —confesó apenado, encogiéndose de hombros. Tetsu-Tetsu le dio palmaditas en el hombro, como diciéndole que para la próxima sería.

Y una cosa llevó a la otra, la charla entre ambos amigos fue tocando variados temas del interés de ambos, desde los últimos videojuegos que jugaron hasta lo que hicieron el fin de semana, todo ameno pues aparte de tener un quirk parecido sus gustos lo eran de la misma forma. En un momento, Tetsu-Tetsu mencionó una de sus citas con Kendō, con quien no llevaba más que unas semanas saliendo, sin embargo todavía no le pedía ser su novia de manera oficial.

—No lo sé, de cierta forma quiero que sea algo especial. ¿Entiendes?

—Sí, lo entiendo... creo.

Y es que, su única experiencia amorosa nunca había sido "oficializada", así que tampoco podía entenderlo tan bien.

Entonces, la conversación con el chico continuó, mas su atención se desvió al ver a Katsuki molesto pasar frente a él, al parecer, irritado con algo que Monoma dijo, pues escuchaba las risas medias locas del chico de la clase B.

—Oye, ¿te puedo hacer una pregunta? —murmuró Kirishima repentinamente, sin dejar de mirar a Bakugō en un principio. Pero apenas el rubio clavó sus pupilas en él, se giró rápidamente hacia el chico a su lado.

—¡Claro hermano! ¿Qué necesitas?

—¿Cómo...? —pensó unos momentos, sin saber si realmente era buena idea preguntar algo como eso. En realidad, no perdía nada, así que decidió continuar—. ¿Cómo supiste que Kendō te gustaba?

La pregunta, aunque extraña e inesperada por parte del pelirrojo, más le confundió al de cabello grisáceo su rápido cambio de expresión. Hace unos instantes estaba sonriendo y totalmente relajado, pero en cuestión de segundos se tensó. Aunque la curiosidad le picaba, optó por responderle al pelirrojo.

—Pues... —Tetsu-Tetsu posó su mano en su mentón, pensativo—. Es bastante complicado. Quiero decir, desde el primer día me pareció muy linda, pero eso no es lo mismo que gustar, así como gustar tampoco es lo mismo que amar... Al menos así lo imagino yo —se encogió de hombros y prosiguió—. Supongo que de cierta forma siempre lo supe, o al menos siempre lo sentí. Nunca fue difícil ponerme nervioso cuando estaba con ella o cuando pensaba en ella, de hecho incluso ahora que estamos juntos lo hago. Antes pensaba que estaba confundido, que solo era un cariño que le tenía pues es mi amiga, y aunque habían veces que pensaba en ella de otra forma, me asustaba y alejaba el pensamiento.

Y el que se estaba asustando en esos momentos era el mismísimo Kirishima, pues todo eso le sonaba demasiado familiar y no hacía más que alterarlo. La simple idea de que fuera verdad lo aterraba.

—Pero... —continuó el contrario— hubo un momento donde me di cuenta que no estaba confundido. Fue en el arcade, estábamos jugando unas máquinas cuando ella de la nada me tomó la mano y se la quedó mirando. Yo no entendía nada, estaba tan nervioso que seguramente mi cara estaba rojísima. Entonces, después solo la soltó y me dijo, como si no fuera la gran cosa, que le gustaban mis manos —A Eijirō le causó gracia como Tetsu-Tetsu pareció derretirse con tan solo recordarlo—. Y ahí me llegó todo. Fue tan repentino y fuerte, algo así como... Como... Mmh...

—¿Como balde de agua fría? —inquirió el pelirrojo, alzando una ceja.

—¡No, no! Más bien... —El chico pareció meditar unos momentos antes de iluminarse—. ¡Ya sé! Fue como si un hombre muy grande y musculoso me hubiera agarrado de los hombros, me hubiera gritado en la cara que me gustaba Kendō y luego me hubiera dado un puñetazo en todo el estómago —explicó con demasiada alegría, mientras Kirishima lo miraba incrédulo.

—Vaya... —murmuró imaginando la situación, solo que en su cabeza, a diferencia de la del otro, este hombre grande y musculoso era guapo.

—Bueno, fue algo así. ¿Por qué la pregunta? —cuestionó el más alto ladeando la cabeza.

El pelirrojo se alteró, pues la razón por la que hizo esa pregunta definitivamente no la podía decir, más aún con el lío que en su mente había quedado.

—¡Nada! —dijo Kirishima rápidamente y negando con su cabeza, mas al notar la confusión en el rostro contrario aclaró su garganta para intentar recobrar la compostura—. Nada en particular, pura curiosidad —pensó en una forma rápida de desviar el tema, y cuando la tuvo fingió una risa mientras pasaba un brazo por los hombros de Tetsu-Tetsu—. Aunque igual creo era muy obvio, siempre que la mencionabas hablabas de ella como si fuera la chica más genial del mundo.

—¡Y es la chica más genial del mundo! —respondió sonando muy orgulloso, pero no duró mucho pues su rostro se desfiguró, como si hubiera tenido una revelación—. Espera, tú haces lo mismo con Bakugō —tenía que ser una jodida broma—. Uy, ¿acaso te gusta Bakugō? —inquirió el más alto de forma picarona, tocando con su índice la mejilla del pelirrojo de forma insistente.

La cara no se le pudo poner más roja, o al menos así lo sintió. Y con rapidez intentó no ser muy obvio, aunque sus aptitudes de actuación no eran las mejores en casos como ese.

—¿Qué? —cuestionó, haciéndose el desentendido apartaba la mano del otro—. ¿Pero qué dices? Claro que no me gusta —respondió con algo de dificultad, ya que sus ojos como si tuvieran control propio se voltearon a mirar al chico nuevamente—. Él... es mi amigo, no me puede gustar —murmuró como excusa, aunque buscaba más convencerse a sí mismo con esa frase que al otro chico.

—Oye, que Kendō también era mi amiga —No tenía idea de que mirada le dirigió al chico, pero fue lo suficientemente intimidante como para dejarle claro que eso no le estaba agradando—. Eh, tranquilo, es solo una broma —Alzó sus manos como si se estuviera declarando inocente de algún crimen, pero su vista se desvió al mirar al susodicho—. Aunque hablando en serio, ¿te imaginas a Bakugō con pareja? —cuestionó arrugando su ceño y tomando una pose pensativa—. Porque yo no. Intento imaginarlo haciendo algo romántico y no puedo. ¡Sería muy raro! —aquello, último lo dijo mientras soltaba unas risotadas.

Kirishima siguió mirando al rubio, su expresión algo más desanimada de lo que debería de haber estado. Su mente estaba tan ida que ni se fijaba en las supuestas interpretaciones de Bakugō siendo romántico que Tetsu-Tetsu hacía.

—Je, sí, muy raro... —murmuró, intentando borrar de cabeza la imagen de Katsuki dándole un ramo de rosas.

Definitivamente era raro. Pero más raro era que esa imagen aceleraba su corazón

Lastimosamente al día siguiente tenían clases, así que el señor Aizawa no cedió ante las súplicas de sus alumnos y de otros que no eran sus alumnos (como por ejemplo, Present Mic) de continuar con la fiesta. Los invitados que no eran de la clase A se tuvieron que despedir para luego irse, siendo el más efusivo Tetsu-Tetsu quien no dudó en abrazar con mucha fuerza a su amigo Kirishima nuevamente.

De ahí, quedaron solo el cumpleañero junto a sus amigos cercanos en la sala común, puesto que debían de limpiar antes de irse a dormir, sobre todo luego del desastre que dejaron al decidir, erróneamente, que lanzarse trozos de pastel era una buena idea. Aunque otros compañeros quisieron quedarse a ayudar, su profesor no los dejó, mencionando que el trato que hizo con los chicos para la fiesta incluía que ellos fueran los que limpiaran. 

Aunque, bueno, Kirishima se supone que tampoco debería estar ahí según el trato inicial, pero como él fue prácticamente el que empezó al mancharle de pastel a Bakugō, no tuvo otra opción más que quedarse junto a sus amigos a limpiar. Y, tras advertirles que no se demorasen tanto, Shōta se fue a su propia habitación.

Durante la limpieza no pasó mucho, lo único interesante fue Bakugō invitando a Sero a que lamiera el suelo luego de que el pelinegro se quejara por estar barriendo (y, de hecho, después de esa agradable invitación barrió con más ganas). Kirishima, aunque le dijeron que no hiciera nada ya que él era el cumpleañero, terminó limpiando las paredes y luego las mesas una vez que Ashido recogiera las sobras que en estas quedaron, pues se sentía culpable al verlas manchadas de pastel.

Todo bien limpio quedó, y así, pudieron ir a sus habitaciones. Ashido, al tener que subir por otro ascensor hacia el lado de las chicas, se despidió ahí mismo de sus amigos. Un abrazo, un hasta mañana y se retiraron. Eijirō con la ayuda de Denki, Hanta y Katsuki llevó sus regalos hacia su habitación. 

—Bueno —Denki se sacudió las manos—, creo que esos son todos —El chico buscó entre el montón de paquetes y sacó uno en particular, el cual lo dejó sobre todos los demás. Kirishima supuso que era el que el rubio le había comprado a él—. Este tiene que ser el primero que abras, ahora me retiro porque me muero de sueño. 

—Mentiroso, bien que te duermes como a las dos de la mañana —contradijo Sero, mirándolo no muy convencido.

—¡Oye! Eso no es cierto —El rubio se cruzó de brazos e hizo un puchero—. Eso es a veces, si fuera así me quedaría dormido en alguna clase todos los días.

—¿Y qué crees que haces? —preguntaron los otros tres al unísono y de forma burlona.

—No es mi culpa que la voz del señor Aizawa dé tanto sueño.

Y, claramente, todos rodaron los ojos ante esto.

—Después porqué te regaña...

Se hubieran quedado más tiempo charlando, eso lo sabían perfectamente, pero no querían tener problemas para ir a clases al día siguiente. Así, los tres chicos se despidieron del pelirrojo y se encaminaron a la salida, sin embargo, algo tomó por sorpresa a Eijirō.

Katsuki no salió de la habitación, si no que se quedó apoyado en el umbral de su puerta y, luego de que no se escucharan más las voces de Sero y Kaminari en el pasillo, el rubio volvió a entrar y cerró la puerta, apoyando su espalda en esta y mirando fijamente a Eijirō desde su posición. 

El pobre chico no sabía qué hacer, cómo reaccionar ni qué diablos pensar. Se quedó en blanco, el nerviosismo siendo el mayor culpable de ello, y apenas su mente volvió a funcionar, su corazón se aceleró a tal punto que seguramente en cualquier segundo le vendría una taquicardia. Kirishima nunca había sido de malpensar las cosas, pero no sabía en qué otra cosa pensar cuando estaban solos, en su habitación, de noche y con la puerta cerrada, y Bakugō lo miraba de esa forma.

Bueno, no lo miraba en ninguna forma en especial, era con su seriedad de siempre, pero había algo en esos ojos que siempre se le hacía provocativo.

Ok, debía calmarse.

—Toma —Katsuki interrumpió el silencio y el mini colapso mental del pelirrojo con esa simple palabra, y al no estar lo suficientemente alerta no logró atrapar en el aire aquello que le había lanzado.

Avergonzado, se agachó a recoger lo que sea que el rubio le había tirado, y quedó sorpendido al ver de lo que se trataba: un collar.

Con cuidado, lo tomó, y lentamente se puso de pie, sin despegar la vista del dije plateado que estaba en la cadena de aquel mismo color.  Era un dragón alargado, sus alas desplegadas de una extraña forma ya que el dragón estaba de lado.

Se extrañó, claro que lo hizo, pues era un regalo muy particular y hasta inesperado por parte del rubio. Por esa misma razón, lo miró con notable confusión, y a lo mejor su cara era demasiado divertida porque los labios de Bakugō se curvaron ligeramente, como si estuviera reprimiendo la risa.

—No sabía qué regalarte —comenzó, encogiendo sus hombros—, así que cuando fuimos al centro comercial aproveché de ver algunas tiendas. Vi ese collar y recordé que te gustan mucho los dragones. Y como tú me regalaste una pulsera... yo te regalo un collar —explicó con bastante simpleza el chico y sin moverse de su lugar, como si aquel gesto no hubiera sido la gran cosa.

El pelirrojo volvió a mirar el collar, y recordó cuando en el centro comercial Bakugō solo le dijo que había ido a comprar unas bebidas. Ni en un millón de años se le hubiera ocurrido que además del té helado que le dio, le compró su regalo de cumpleaños. Es decir, tampoco esperaba que no le regalara nada, pero no se imaginaba que sería algo como eso... Un collar. Y, ¿cuántas veces había mencionado su gusto por los dragones? ¿Una vez? Y aún así se acordó.

Vaya, quién diría que Katsuki era un detallista. Y por alguna razón, eso solo lograba acelerar su corazón.

—Está muy bonito —murmuró aún algo ido, la sonrisa que se traía era tan grande y radiante que en cualquier segundo Bakugō se quedaría ciego.

—Póntelo —dijo Katsuki.

El pelirrojo obedeció de inmediato y llevó sus manos a la parte trasera del cuello para intentar abrochar el collar, mas no podía, la torpeza de sus temblorosas manos a causa del nerviosismo impidiéndole lograrlo. El rubio, al verlo complicarse tanto, dejó su posición para caminar hacia el chico, indicándole que se diera media vuelta. Kirishima, aún más nervioso al tener al rubio tan cerca, se volteó de inmediato, y así de paso evitaba que viera lo rojo que se puso.

Eijirō quería dejar de pensar en cada detalle de Bakugō, pero no podía. Le era imposible no fijarse en la tibia respiración del otro chocando con su nuca, y el roce de sus suaves y masculinas manos contra esta misma. Y, por un segundo, se imaginó esas mismas manos abrazándolo, acariciándolo tiernamente y tocándolo no tan tiernamente.

Mierda, eso no era bueno.

—Ya está —Lo oyó decir, y disimuladamente tomó una bocanada de aire y la exhaló, intentando relajarse, y ahí se volteó, quedando frente a frente con el chico.

Era increíble como una simple mirada lograba hacerlo sentir tan pequeño, incluso si hablando de contextura física él era relativamente más grande, pues aunque sus estaturas fueran las mismas su cuerpo era más grueso que el del rubio. Sin embargo sabía a qué se debía esa sensación, sabía que ese era el poder de los ojos de Katsuki, tan fieros e intimidantes como siempre que lograban provocarle escalofríos por todo su cuerpo.

No, eso no era para nada bueno.

—Entonces, ¿te gusta? —La pregunta resonó en su cabeza, pero tardó en procesarla, y más tardó en ordenar las palabras necesarias para responder—. Porque si no te gusta me lo devuelves para pedir reembolso y te jodes-

—¡No! Eso no hará falta —interrumpió Eijirō, sonriendo algo forzadamente. Sin embargo, al momento de mirar el collar colgando en su pecho, su semblante se relajó—. Sí me gusta —respondió sin levantar la vista.

—Tsk, sabía que te gustaría —dijo con altanería el rubio, sacando una risa al pelirrojo—. Ahora ya duérmete, que si mañana no te levantas a la hora me voy solo —anunció dándole un suave golpe en el hombro al contrario, quien de su lugar no se movió.

—Okay, okay —respondió Eijirō sonando cansado, viendo como Katsuki iba hacia la puerta, y aunque antes no lo había querido admitir, sabía muy bien porqué sentía ese vacío al verlo irse. Sabía muy bien porqué en realidad quería que se quedara. Sabía muy bien porque, cuando lo vio voltearse hacia él, esperó que le dijera algo que los amigos no se decían.

—Feliz cumpleaños, pelos de mierda —escuchó su rasposa voz decir antes de cerrar la puerta, aunque en su cabeza esos labios dijeron otra cosa muy ajena a la realidad.

Su corazón no daba más, su cabeza no daba más. Bakugō ya no estaba, ya se había ido, pero él se quedó parado en el mismo lugar, sin moverse ni un centímetro. Su mirada, fija en la nada, y su mente un total caos de todo.

Y, recordando la charla con Tetsu-Tetsu, pudo sentir perfectamente al gran y musculoso hombre darle el puñetazo que tanto necesitaba para darse cuenta de lo que tanto tiempo llevaba negándose.

—Sí me gusta —repitió, en un susurro, lo que le dijo al chico sobre el collar. Sin embargo, ya no estaba hablando de aquél objeto.

Tardó en reaccionar, y cuando lo hizo, sus manos cubrieron su boca, como si lo que acababa de decir no tenía que haber salido de sus labios.

No, no, no, no podía ser verdad.

Soltó un quejido, una especie de lloriqueo, y se tiró a su cama para clavar su enrojecido rostro contra la almohada. Su corazón palpitaba tan fuerte que escuchaba claramente el acelerado ritmo en sus oídos, como el tambor que Katsuki solía tocar fuertemente algunas tardes.

—Me gusta demasiado —habló contra la almohada, como si decírselo a esta le hiciera sentir mejor.

De todas las personas del mundo, de Japón, de Musutafu, de la UA, de su curso, ¿tenía que ser él? ¿Su mejor amigo?

Porque, mierda, ya no podía seguir engañando a su corazón. Bakugō le gustaba, le gustaba tanto que cuando lo tuvo frente a él lo único en lo que pudo pensar era en besarlo, le gustaba tanto que cuando se giró deseó con todas sus fuerzas que le dijera que también le gustaba. Le gustaba tanto que no podía hacer nada para detener ese sentimiento que tanto intentó convencerse de que no era real, que solo estaba confundido.

Bakugō Katsuki, su mejor amigo, le gustaba demasiado. Y eso no estaba bien.

NO SE PUEDEN QUEJAR PORQUE ME DEMORÉ MENOS DE UN MES Y PORQUE EL CAPÍTULO ESTÁ BIEN LARGO, ahr. Pero hablando en serio, quedó de como 5600 palabras, mucho más largo de lo que acostumbraba a hacer.

Bueno, empezó lo bueno, la amiga ya se dio cuenta. (?)

Nuevamente agradezco a mi beta, pues sin ella me costaría mucho más llevar a cabo esta belleza de fic. Uwu 💓


Espero les haya gustado el capítulo, nos vemos en la próxima 🤠💓

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