Mi Vida Con Ellos ( PRIMER L...

By acklesfrckls

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Llegando a Seattle en busca de una nueva vida, luego de haberse separado de los únicos amigos que tuvo durant... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo I - Un "beso" accidental
Capítulo II - Un golpe accidental y otro no tan accidental
Capítulo III | Una disculpa y un interrogatorio
Capítulo IV | La despedida
Capítulo V | Primeras impresiones
Capítulo VI | Gritos y reencuentros
Capítulo VII | Disculpas y Miradas Discretas
NOTA DE AUTOR
Capítulo IX - Una fiesta, un problema

Capítulo VIII | Caras nuevas

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By acklesfrckls







CAPÍTULO 8

Caras nuevas




Los días seguían pasando, pero no podía dejar de pensar en lo que había sucedido en la cocina el día que vimos la película. A pesar de que Amber no había mencionado nada acerca de Devon y Logan desde aquella noche, y las cosas estaban relativamente normales con Logan; no podía evitar pensar demás o exagerar cosas tan pequeñas como una mirada o un comentario. El pasado viernes me había pasado con Logan, ambos estábamos en la cocina —sí, otra vez— y estiramos la mano al mismo tiempo para abrir uno de los cajones; nuestras manos se tocaron y Logan apartó la suya rápidamente, me miró a los ojos y salió de la cocina sin decir nada, dejando su taza de café atrás.

Obviamente no estoy loca, ¿verdad? Eso fue completamente extraño.

Pero no necesariamente tendría que deberse a que le pone nervioso estar cerca de mí por algún sentimiento que haya comenzado a surgir en él, tal vez simplemente seguía algo enojado o incómodo por ver a Aaron besarme en la cocina noches atrás. Esa era otra cosa que había dado vueltas en mi cabeza, ¿por qué le molestaría que Aaron me besase? ¿Tal vez solo le confundió y no sabía que pensar? ¿Pensó que Aaron y yo estábamos fingiendo cuando nos peleamos esa mañana?

Habían muchas preguntas sin responder, cosa que simplemente hacía que mi cabeza doliera.

El inicio a clases, irónicamente, era lo único que me distraía de esos pensamientos que me atormentaban un poco. Al fin había llegado el día, y se trataba de un día cálido; parecía que, sin importar absolutamente nada, sería un buen día y un buen inicio de clases. Seattle no era necesariamente una ciudad en la que hiciera demasiado calor, tampoco demasiado frío, especialmente no lo sentirías si llegabas de una ciudad como Medford, donde la temperatura en septiembre es relativamente similar.

Sacudí mi cabeza frente al espejo —manía que había obtenido de pequeña para salir de mis pensamientos y centrarme en lo que estaba haciendo—, recogí mi cabello en una coleta de caballo. Me miré al espejo por un momento. Tenía el mismo cabello castaño, mismos ojos marrones, mismas mejillas ligeramente rosadas y nariz pequeña; realmente nada había cambiado.

Excepto que todo lo había hecho.

Este sería mi penúltimo año de preparatoria antes de ir a la universidad, y estaría estudiándolo en un instituto completamente distinto, en una ciudad totalmente desconocida. Estaba aterrada, pero a la vez emocionada de haber cambiado de aires por primera vez en mis diecisiete años de vida.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras con rapidez, cuidando de no tropezarme y arruinar mi propio día desde el inicio. Los chicos estaban en la sala de estar, disfrutando cada uno de lo que parecía ser un sándwich, a excepción de Devon que simplemente comía cereal. Mis pasos apresurados anunciaron mi llegada al lugar, haciendo que los cinco levantaran la cabeza para mirarme con una expresión de confusión (probablemente ante mi inexplicable emoción).

—¡Amanda!—Logan exclamó.

Voltee a mirarlo con una ceja elevada y sus mejillas parecieron sonrojarse un poco. Bajó la mirada a su sándwich por unos segundos, en los que simplemente me encontraba impaciente, casi saltando de un lado al otro con desespero por salir de ahí y llegar a las instalaciones de la preparatoria.

—Tengo que ir—

—¡Te acompaño!—habló finalmente,—termino de comer y voy contigo.

Ante eso, negué un poco con la cabeza. Quería irme ahora, realmente no tenía ganas de esperar demasiado.

—¡No pasa nada!—sonreí, acercándome rápidamente para besar su mejilla e irme, pero Chase (quien estaba sentado junto a Logan) me dedicó una sonrisa e inclinó la cabeza, mostrándome su mejilla.

Rodé los ojos y me incliné para dejar un beso sonoro en la suya también.

—Ya me voy, ¡nos vemos en clases!

Para cuando dije la última palabra, ya me encontraba fuera de la casa y cerrando la puerta de un portazo para nada intencional. Me tomé un momento para cerrar los ojos y permitirme respirar el aire de la hermosa ciudad que me había dado la bienvenida hace tan solo cinco semanas, cosa que a veces se sentía como una eternidad, y otras veces como si hubiera sido simplemente ayer. El aire volaba mi cabello y el sol de las siete y media de la mañana acariciaba mi rostro de una manera que no me molestaba para nada; sentía una paz indescriptible.

Paz que se vio perturbada cuando escuché un grito femenino, seguido de uno masculino.

Cubrí mi boca con una de mis manos al abrir los ojos, en un intento de esconder mi boca abierta, pero al mismo tiempo intentando no reírme. A tan solo algunos metros de mí, se encontraba un chico tirado en el suelo, con una muchacha rubia sobre él, lanzándose hacia delante en un intento de quitarle lo que parecía ser un celular de sus manos.

—¡BARBIE, CÁLMATE!—gritó una voz que no le pertenecía a ninguno de los dos.

Más atrás llegó un chico rubio, que curiosamente se parecía bastante a la chica que se encontraba en el suelo sobre el castaño. El rubio rodeó la cintura de Barbie con sus brazos y tiró de ella con fuerza para quitársela de encima al castaño, que había empezado a reír hacía unos momentos.

—¡NO ME DA RISA, LUKE!—gritó esta vez ella, forcejeando con quien la sostenía por la cintura.

—¡Luke, regrésale el celular, por el amor a Dios!

Luke se levantó del suelo, su risa se había disipado y ahora parecía algo fastidiado por tener que entregarle el celular a Barbie. El chico rubio —aún sin nombre— pareció haber visto a un ángel cuando Luke le hizo caso, incluso levantó las manos hacia el cielo, como dándole las gracias al universo por escuchar sus plegarias. Barbie sonrió y metió su celular en su bolsillo, acercándose a Luke con una sonrisa odiosa, pero inclinándose para besar su mejilla —de una forma que me pareció bastante odiosa también—.

Por un momento me sentí invisible, pero cuando Barbie besó la mejilla de Luke, este inclinó un poco la cabeza y luego de unos segundos puso su mirada en mí. Una sonrisa ladeada apareció en su rostro.

—Chicos, tenemos compañía.

El chico rubio también volteó a mirarme, enseguida una sonrisa agradable atravesó su rostro y comenzó a caminar hacia mí. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, estiró su mano hacia mí.

—¡Hey!—habló, su sonrisa volviéndose más amplia—Soy Asher, mucho gusto.

Mentiría si dijera que los modales, y la calma de la presentación, no me sorprendieron un poco. Desde que llegué a Seattle me había acostumbrado a las presentaciones, o saludos, que incluían gritos y tropezones—y malos entendidos—; después de pensarlo por un momento, estiré mi mano hacia el chico con ojos color miel delante de mí, estrechando la suya con calma. Asher sacudió mi mano un poco y después la soltó, volteándose para señalar a Luke y Barbie.

—Luke Scott,—señaló al castaño, cuya sonrisa se había vuelto traviesa cuando estrechó mi mano y la llevó a su boca, para plantar un beso en ella—y Barbie Hamilton.

Le ofrecí mi mano a Barbie en el momento en que Luke la dejó ir, pero ella simplemente paseó sus grandes ojos azules de mis ojos a mis manos, y regresando a mis ojos, sin aceptarla en ningún momento. Esta acción me hizo fruncir un poco el ceño; no era una tarea demasiado complicada el hacer el esfuerzo por ser algo educado, pero para Barbie parecía serlo.

Crucé mis brazos y regresé la mirada a Asher, quien había estado hablándome.

—Lo siento, ¿me preguntaste algo?

—Te preguntaba si vas de camino a la escuela, ¿en George Washington H.S?—elevé las cejas por solo un momento, en lo que asentía ligeramente con la cabeza—¡Genial! Nosotros vamos de camino también, puedes venir con nosotros si quieres. ¡Podemos hablarte sobre ella y guiarte!

Podría jurar que el momento en que Asher enganchó su brazo con el mío y me jaló, de una manera exagerada, hacia la acera, escuché a Barbie soltar un bufido. Fruncí los labios, haciendo el intento de ignorarla. Habían pasado sólo algunos minutos de conocernos, pero ya la chica rubia parecía tener un problema conmigo, cosa a la que, había decidido en ese mismo instante, no le daría mucha importancia. No sabía realmente cuál era su problema —tampoco tenía idea de cómo era posible que ya lo tuviera—, pero no me daría mala vida intentando caerle bien.

Llegar al gran instituto no fue realmente un problema, y para mi sorpresa las horas pasaron volando, tanto que tres horas más tarde me encontraba saliendo de la segunda clase y pidiendo direcciones para saber cómo llegar a la cafetería. Una vez me encontré en el lugar, fue bastante sencillo encontrar la mesa en la que ya se encontraban sentados mis amigos, y unos segundos después ya me había sentado junto a Aaron (quien besó mi mejilla de forma sonora, siendo mi respuesta a esto una mueca mientras me limpiaba la misma con la mano)

—Entonces, ¿cómo ha sido el primer día de todos?—preguntó al aire, pero su mirada fue a parar a Ian, quien se encontraba sospechosamente callado y con la expresión perdida.

—¿Huh?—cuestionó cuando Chase le clavó el codo en la costilla.

—El mío ha estado bien,—respondí, sacando un sándwich de mi bolso—aunque cuando salí en la mañana conocí a dos chicos y una chica fastidiosa. Fueron quienes me acompañaron hasta aquí.

—Yo fui a inscribirme en el equipo de fútbol.—habló Devon, mirándonos con una sonrisa orgullosa—Las pruebas son más tarde, después de clases.

Chase, quien estaba sentado al lado suyo, golpeó su espalda con entusiasmo. Logan le dio ánimos e Ian preguntó si aún podía inscribirse, a lo que Devon respondió de manera afirmativa.

El resto del día fue algo insignificante y aburrido, hubieron más clases, otro receso corto, y más pronto de lo que creíamos había llegado el momento de regresar a la casa.

Mientras caminaba hacia la salida, quedé atrapada una vez más en mis pensamientos, específicamente en el hecho de que mi vida estaba cambiando bastante a pesar de no se sentirse de esa forma. A pesar de llevar poco tiempo en Seattle, me había acostumbrado al lugar, y más que un cambio repentino y molesto, se sentía como uno de esos cambios necesarios que acabas agradeciendo. Aunque me asustara, no trataba de algo que me molestara en lo absoluto.

Aún así, ese otro cambio que había surgido estos últimos días, se había convertido en una preocupación; me había convencido (o intentado convencer) a mí misma de que todo era una simple confusión, pero de cualquier forma no podría sacarme de la cabeza el hecho de que se trataba de una posibilidad el que Logan y Devon sintieran algo por mí. No era tonta, sabía que algún tiempo atrás Logan había gustado de mí, pero toda esa situación no había ido más allá de un simple beso accidental y otro intencional; sí, Logan también había llegado a ocupar un lugar en mi corazón, pero la posibilidad, por minúscula que fuera, de que Devon sintiera algo también, solo complicaba las cosas de manera descomunal.

Los tres vivimos en la misma casa y aunque no fuera mi intención, enamorarme de uno podría destruir por completo mi amistad con el otro. Y no se puede olvidar mencionar el hecho de que si algo llegase a salir mal, serían un montón de años de amistad tirados a la basura por un enamoramiento. Podría perder a uno o perderlos a ambos.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando un chico castaño apareció en mi campo de visión, dedicándome una amplia sonrisa y mirándome directamente a los ojos.

—¡Hey!

Fruncí el ceño al notar la emoción en la voz del chico que ayer era un completo desconocido.

—Hola, Luke. ¿Todo bien?

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