—¡Corre!— gritó Yoon Gi.
—P-pero...—
—Corre, te veré en las escaleras de la estación.— explicó y me quedé en silencio.
Pero... ¿Y si te lastiman?
—¡Que corras! Yo me encargaré.— ordenó.
Hice caso y corrí, uno de sus esclavos me empezó a perseguir. Corrí entre los trenes y contenedores para que me perdiera de vista, logré esconderme en un contenedor que estaba semiabierto.
—¡Yah! Conozco este lugar mejor que tú, sal, no te haré nada.— gritó el chico.
No podía de la desesperación, tenía miedo y no entendía que estaba pasando. Después de unos minutos no escuché a nadie ni nada cerca de mi.
Salí del contenedor con todo el miedo del mundo, mis ojos estaban húmedos así que simplemente dejé que las lágrimas salieran silenciosamente, caminé con prisa hacía la estación por las vías de el tren, logré ver a dos personas en una especie de jardín que estaba a lado de las vías.
Llegué a las escaleras de la estación y esperé a Yoon Gi, no llegaba.
Esperé toda la tarde pero Yoon Gi seguía sin llegar, llegué al punto en donde me dormí, tenía que esperarlo, quería saber si estaba bien.
Mis ojos se cerraron.
—Eun Yeong-ah.— escuché y desperté, encontrandome con un Yoon Gi a menos de un metro de mi tocando mi hombro.
—Yoon Gi.— dije levantándome y abrazándolo. —Me tenías preocupada tonto.— dije mientras seguía abrazándolo. —Estás herido.— dije tocando una de sus mejillas la cual tenía un corte. —Ven, vamos a casa.— dije agarrándolo de la mano.