Sirius Black: el velo de la m...

Av TheLittleRose_

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Primera y Segunda Generación La mente de Isadora le habló, pero en lugar de la suya, escuchó la voz de Sirius... Mer

Fianto Duri
Amato Animo Animato Animagus
Alohomora
Arresto Momentum
Confundus
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
Engorgio
Lacarnum inflamarae
Baile de Navidad I
Petrificus Totalus
Anapneo
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
Travesura Realizada
Alarte Ascendare
Wolfsbane
Vermillious
Ascendio
Defodio
Expelliarmus
Finite Incantatem
Aguamenti
Amortentia
Diminuendo
Impedimenta
Evanesco
Muffliato
La Orden del Fénix
Expulso
Imperio
Sonorus
Rictusempra
Tergeo
James y Lily Potter
Glisseo
Oppugno
Incarcerous
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Epílogo
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Sectumsempra

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Av TheLittleRose_

......3......

2 de mayo 1998

Isadora pasó junto a la ventana de la sala de estar y como acto reflejo miró a los tres mortífagos que constantemente vigilaban un predio que para la vista de ellos estaba vacío. Su miedo siempre era el mismo: que les fuese revelada la ubicación de la casa o que el hechizo se cayera. A veces llegaba a pensar que ellos veían la casa pero hacían de cuenta que no, esperando para atacar. Y unas pocas veces, cuando la paranoia no se le quitaba iba hasta el límite de la propiedad y les apuntaba con la varita como si fuese a atacarlos, pero ellos no se movían, sólo entonces se tranquilizaba, volvía a la casa y vigilaba que sus hijas estuviesen a salvo.

El encierro le costaba cada vez más, las visitas de la Orden habían sido cada vez más espaciadas y prácticamente habían cesado de existir. Todos se habían escondido, ya ninguno trabajaba para la Orden en el ministerio porque no había nada que averiguar, no había secretos, Voldemort había tomado el poder.

Sorprendentemente para ella, Sirius era quien llevaba se llevaba mejor con vida en un escondite, tal vez era porque ya lo había hecho antes, o quizá fingía que todo estaba bien por sus hijas. Isadora no conseguía aún ver la diferencia.

Faltaban algunas horas para medianoche, Isadora bebía hidromiel y le daba golpecitos a la radio tratando de sintonizar Pottervigilancia.

- Porquería – murmuró mientras sacaba la varita. Apuntó a la radio y dijo: - reparo – el objeto prendió una luz que parpadeó y se volvió a apagar - ¿Cómo era la contraseña de hoy? – preguntó de mala gana.

Sirius ayudaba a Raphaella a dar pasitos alrededor de la mesa y cuando Isadora le habló alzó la vista.

- Fawkes – respondió – espero que no esté rota porque no es como si pudiésemos ir a Callejón Diagon a comprar otra nueva.

Isadora hizo caso omiso del intento de broma y dijo la contraseña pero nada sucedió. Exasperada cogió su capa de abrigo y salió a la noche.

El límite del encantamiento Fidelio estaba marcado con arbustos de unos pocos centímetros de altura, <como si eso lo hiciese más bonito>, pensó ella.

Como era su costumbre buscó con la vista a los mortífagos que solían frecuentar la zona. No estaban, ¿por qué? Siempre estaban. Se dio cuenta que el hecho de que no se hallaran allí la inquietaba más. Dio una vuelta alrededor de la casa hasta que volvió a encontrarse junto a la puerta principal. Tratando de confiar en la explicación más lógica se dijo que tal vez era el cambio de guardia, pero aún con esa idea en mente se quedó afuera esperando que los nuevos llegaran.

- Voldemort – dijo en voz baja, tratando de apurarlos.

Nada.

Se quejó de la impuntualidad de los Mortífagos y consideró la idea de cruzar el límite. No, mejor no. Tal vez si su familia no hubiese estado escondida con ella podría haberlo hecho.

El tiempo se le hacía largo y pesado y su mente comenzó a divagar, recordó que muchas veces había sopesado la idea de matar mortífagos desde la comodidad de su escondite, sólo tenía que decir el hechizo, y más irían llegando. Casi podía ver el reguero de personas envueltas en capas negras, desparramadas alrededor de la propiedad. Sacudió la cabeza al recordarlo, hubiese sido toda una cobardía, ellos no podían verla. También pensó que, en el caso de cruzar el límite, habría sido fácil derrotarlos. Los carroñeros que solían pasar por allí no eran lo que se diría diestros en la magia. Finalmente decidió que un patio con enemigos muertos amontonados tampoco creaba una buena atmósfera familiar.

Dejó entonces Isadora su tren de pensamientos atrás, miró hacia atrás, las luces de la casa seguían encendidas, supuso que Sirius aún no había logrado que Raphaella se durmiese. Inmediatamente el cielo captó su atención, las nubes negras como el mismo cielo nocturno se cernían sobre todo lo que ella alcanzaba a ver, cada vez más espesas, tan bajas que creyó que si alzaba los brazos las tocaría. No era una tormenta, no había truenos, es más, el silencio era opresor. La noche parecía pesarle como si estuviese montada en sus hombros, no era una sensación agradable.

- Isadora.

Ella oyó la puerta tras ella y volvió a girarse. Sirius se asomó con el rostro inexpresivo. Parecía incapaz de hablar, abrió la boca y la volvió a cerrar; Raphaella se revolvió en sus brazos.

- Tenemos que irnos – dijo finalmente.

Sirius la llamó por tercera vez, con la diferencia que en la última le sacudió el hombro suavemente. Isadora dejo de recitar hechizo protectores, bajó la varita y lo miró con los ojos enrojecidos y vidriosos.

- Tú sabes que ninguno de esos hechizos va a ser más efectivo que el que ya hay en la casa – le recordó con dulzura, acariciando su mejilla.

Isadora lo sabía, sólo estaba haciendo tiempo, cinco minutos más, sólo eso. Tal vez no volvería a ver esa casa, ni a sus hijas, ni a Sirius.

Raphie estaba abrazada a Sirius como un koala bebé, parecía no querer soltarlo, como si supiese lo que iba a suceder; Gal dormía plácidamente en un moisés sobre el sofá, ajena a todo.

- Ya tenemos que irnos – repitió Remus.

Tonks, con su bebé Teddy dormido en brazos alzó la vista hacia el con el miedo plasmado en su rostro. Le dio el bebé a Andrómeda para que lo sostuviese e intentó tomar a Raphie. La niña se quejó y abrazó el cuello de Sirius con toda la fuerza que tenía.

- Un minuto más – pidió Sirius con voz temblorosa. Besó a Raphaella en la frente – sólo me voy un ratito, ¿Sí? – le explicó – Puedes jugar con Tonks mientras tanto, ¿Qué te parece? Mira, tiene tu peluche favorito – Tonks le enseñó a Raphie un hipogrifo pequeño. La niña intentó tomarlo y Sirius aprovechó para dejarla en brazos de la bruja. Luego se acercó a su otra hija, Isadora la observaba dormir. Él se inclinó y beso su manito diminuta para no despertarla.

Cuando Isadora se dio cuenta de que él la esperaba para partir rompió a llorar en silencio.

- Quédate – le ofreció – No tenemos que ir los dos si no quieres.

- No – dijo ella con firmeza – no, no vas a ir solo.

Abrazó a su hija mayor y a Tonks; y saludó a Andrómeda.

Remus fue el último en salir de la casa tras despedirse de su familia.

- ¿Listos? – dijo Sirius sujetándoles las manos para desaparecerse.

Cuando sus pies volvieron a tocar la tierra Isadora ya se encontraba en Hogsmeade. El pueblo no lucía en absoluto como Isadora se hubiese imaginado que lo haría. Había gente corriendo en todas direcciones, los más jóvenes se iban, los mayores llegaban. Había varios mortífagos en el suelo, ignoraba si estaban inconscientes o muertos.

- Allí está – dijo Sirius señalando a Aberforth Dumbledore.

Los tres corrieron hacia la puerta trasera del pub, donde se encontraba la casa del anciano. Siguieron al resto de las personas a través de un túnel y tras unos minutos de caminar por el estrecho sendero llegaron a Hogwarts.

La sala era gigantesca, nunca había visto Isadora tanta gente amontonada en un solo sitio. A unos metros de ella divisó a los Weasley, Ginny discutía con su madre y sus hermanos. Sirius por su parte preguntaba a todos por Harry Potter.

- Está en el castillo, hay que encontrarlo – les dijo a Remus e Isadora – necesita ayuda.

Kingsley Shacklebolt se acercó a ellos tres.

- Potter nos pidió que le demos tiempo, necesita que aseguremos el castillo. – apuntó la varita a su propio cuello y su voz se escuchó en todos los rincones. Siguiendo sus órdenes todos los presentes se separaron en grupos. Kingsley los señalaba y les asignaba un sector del castillo. – ...Remus, ven conmigo, ustedes también, todos al tercer piso; Arthur, lleva a aquel grupo al séptimo; Isadora, Fred, George, lleven el grupo más grande a la planta baja, tú también, Percy; Sirius, Molly, con ellos – señaló a un grupo – vayan al terreno frente a la puerta principal, sí, lleven mucha gente, McGonagall está allí con el resto de los profesores.

Kingsley distribuyó a los que quedaban y sin perder tiempo salió de la sala de menesteres.

- Estaremos bien – dijo Sirius al ver que Isadora amagaba a despedirse de él y Remus. – nada de saludos – le dedicó una sonrisa que a ella no le inspiró nada de confianza; Remus sacó su varita y enfiló hacia la puerta.

En el gran comedor del castillo apenas se podía andar; los últimos alumnos menores de edad se encontraban allí en su ropa de dormir, peleando por salir o por quedarse mientras los jefes de las casas gritaban ordenes aquí y allá. Isadora observó que las estatuas de las paredes ya no estaban allí, habían cobrado vida y formaban filas en las entradas del castillo.

- ¡Finnigan! ¡Longbottom! – exclamó Minerva corriendo tras ellos; les ordenó volar el puente cubierto del castillo. Fred y George se miraron, ambos habían tenido la misma idea.

- ¡Eh, Neville! – lo llamó George y fue corriendo tras él.

Fred e Isadora miraron hacia el cielo desde la puerta principal. Era realmente impresionante. Los hechizos protectores de quienes estaban afuera se fusionaban y formaban un domo que cubría el castillo entero, los dementores retrocedían y se perdían de vista. En dirección al bosque prohibido.

Más allá de las entradas se veían manchones grises y negros, estaban muy lejos para distinguirse unos de otros, pero eran los seguidores de Voldemort, esperando para atacar.

- Él anda ahí – comentó Fred – en alguno de aquellos grupos fuera del castillo.

- Fred – lo llamó George – necesitan más gente allá arriba – dijo señalando el techo.

Los dos corrieron escaleras arriba e Isadora quedó con completos desconocidos hasta que oyó tras ella voces familiares.

- ¿Dónde está Remus? – preguntó Tonks seguida de cerca por Ric y Allie.

- ¡¿Qué haces aquí?!

- Mamá se quedó con Teddy y las niñas, - explicó la bruja – Quería ayudar.

- Está con Kingsley en el tercer piso – Tonks echó a correr de inmediato - ¡Ustedes dos quédense!, estaba con Fred y George pero fueron a ayudar arriba!

- ¿Qué hay que hacer? – preguntó Allie

Isadora iba a responder "esperar" pero no fue necesario. Un hechizo como un rayo atravesó los encantamientos protectores que se deshicieron dejando una estela rojiza que comenzó a caer al suelo como cenizas de papel. Solo dos personas podían lograr un conjuro así de poderoso, y una de ellas estaba muerta. Se aclaró entonces la duda de Fred respecto a la ubicación de Voldemort.

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Ahhhhhhh, sólo dos capítulos para terminar.

Voy a extrañar esta historia :'(

Próximo capítulo: Vulnera Sanentur

Fortsett å les

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