Sirius Black: el velo de la m...

Galing kay TheLittleRose_

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Primera y Segunda Generación La mente de Isadora le habló, pero en lugar de la suya, escuchó la voz de Sirius... Higit pa

Fianto Duri
Amato Animo Animato Animagus
Alohomora
Arresto Momentum
Confundus
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
Engorgio
Lacarnum inflamarae
Baile de Navidad I
Petrificus Totalus
Anapneo
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
Travesura Realizada
Alarte Ascendare
Wolfsbane
Vermillious
Ascendio
Defodio
Expelliarmus
Finite Incantatem
Aguamenti
Amortentia
Diminuendo
Impedimenta
Evanesco
Muffliato
La Orden del Fénix
Expulso
Imperio
Sonorus
Rictusempra
Tergeo
James y Lily Potter
Glisseo
Oppugno
Incarcerous
Fidelio
Rennervate
Noviembre - 1981 -
Noviembre - 1985-
Julio - 1993 -
Confringo
El Prisionero de Azkaban
Albus Dumbledore
Focus
Levicorpus
Accio
Crucio
Episkey
Obliviate
Dissendium
Everte Statum
A James y Lily
Bombarda
Prior Incantato
El velo de la muerte
Wingardium Leviosa
Lumos Solem
Relashio
Harmonia Nectere Passus
RAB
Partis Temporus
Piertotum Locomotor
Legeremens
Morsmordre
Salvio Hexia
Sectumsempra
Vulnera Sanentur
Expecto Patronum
Epílogo
House of Black
The Marauder
AVISO

Avada Kedavra

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La huida del Dumbledore del ministerio había dejado a la Orden del Fénix sin cabecilla. Entre otras cosas Fudge se había encargado de dejar en claro que Dumbledore quería derrocarlo y tomar control del ministerio, y lo que era igual o peor, Dolores Umbridge había sido nombrada directora de Hogwarts. Más que a dirigir el colegio, la bruja se dedicaba a hacerle la vida imposible a Harry y todos quienes simpatizaran con él; aún más desde que descubrió sobre "El ejército de Dumbledore"

Esa tarde, Isadora había cometido el error de pasar junto a la oficina del ministro y éste obviamente le había delegado una tarea tediosa que no le correspondía a su departamento.

- ¡No soy su secretaria para andar llevando recados y papeles! – se quejó Isadora cuando estuvo con sus amigas – les advierto, no toleraré a esa mujer por mucho tiempo sin embrujarla.

- ¡Genial!, ¿Podemos ir a ver? – preguntó Tonks.

- ¿Qué necesita Umbridge del ministerio de todos modos? – inquirió Allie

- No lo sé, alguna estupidez sobre los MHB, mejor me voy, cuanto antes llegue antes terminaré con eso.

Isadora tomó un puñado de polvos Flu y se introdujo en una chimenea indicando la palabra "Hogwarts". Inmediatamente después de poner los pies sobre el piso de piedra se dio cuenta que no haber especificado la oficina había sido una mala idea. Había aparecido en el salón de adivinación, la torre más aislada de todo el castillo. Usó la puerta trampa para salir y maldijo la mitad del camino por las escaleras movedizas mientras vigilaba el suelo en busca de escalones evanescentes.

- ¡Ah, ahí estás! – dijo una voz aguda y desagradable

- Pues, sí – contestó Isadora – Fudge manda esto, hasta luego. – le extendió varios rollos de pergamino y giró en U.

- Un momento, quiero ver que esté todo en orden – Isadora se volvió con irritación.

- Si sabe leer no sé por qué me necesitaría para revisar eso.

- Sólo en caso de que tengas que volver con el resto – explicó Umbridge con condescendencia.

- Tengo cosas más importantes que hacer; irme, por ejemplo.

Isadora no se despidió de Umbridge ni tampoco le dio tiempo a responder, pues se montó en una escalera que cambio de rumbo y se alejó de ella lo antes posible. Recorrió los pasillos hasta llegar al salón de transformaciones el cual tenía la chimenea más cercana. Golpeó la puerta y una voz familiar la invitó a pasar.

- Ah, hola, Isadora, qué raro verte por aquí.

- Cosas del ministerio, profesora – respondió con cansancio.

- Ya no soy tu profesora, puedes llamarme Minerva – dijo la mujer con una sonrisa mientras movía la cuchara de su taza de té mediante magia.

- Es la costumbre, prof... Minerva. ¿Podría usar su chimenea para volver al ministerio?

- ¡Por supuesto! – exclamó Minerva - ¿Quieres una taza de té antes?

- Supongo que no habrá problema con que me demore unos minutos – respondió Isadora acercando una silla la escritorio. McGonagall hizo aparecer una taza de porcelana blanca con lazo dorado y un patillo debajo.

- ¿Se sabe algo sobre Albus?

- No, lo siento. Ninguno en la Orden sabe en dónde está, pero supongo que no saber es algo bueno, significa que el ministerio no tiene la menor idea.

- Oh, claro – coincidió – Sólo desearía un reemplazo menos desagradable.

- Ni que lo diga, profesora, aunque debo admitir que no tener a Umbridge en el ministerio es un sueño hecho realidad – Minerva sonrió y le acercó una bandeja a Isadora.

- ¿Una galleta?

- Gracias – respondió Isadora mientras jugaba con la rodaja de limón del té.

El sol se ocultaba en la ventana oeste e Isadora recordó que debía marcharse. Agradeció a Minerva por la atención recibida, se acercó a la chimenea y tomó un puñado de polvos Flu. Habría indicado la dirección a la que deseaba ir de no ser por alguien que entró sin avisar.

Snape cerró la puerta tras él mediante magia y le hizo un encantamiento silenciador.

- Severus, ¿Qué sucede?

- Lamento molestarla, Minerva. Isadora, va a ser mejor que te quedes un momento más. Hay que alertar a la Orden, Potter no está.

- ¡¿Cómo que no está?! – exclamaron las dos al mismo tiempo. Isadora salió de la chimenea.

- Al parecer cree que Black está en manos del Señor Tenebroso.

- Eso es imposible, Severus. Sirius no ha salido y no tiene razón para hacerlo.

- Eso es obvio, Isadora, la cuestión es que Potter lo vio y fue tras él.

- ¿Lo vio? – preguntó Minerva

- Como vio a Arthur Weasley – dijo Snape sin la menor consternación.

El salón de Transformaciones a su alrededor se hizo borroso, Isadora sólo veía repetirse otra vez lo que catorce años atrás había sido el peor día de su vida. Pero no podía ser, estaba segura que Sirius estaba en Grimmauld Place, todo debía ser una trampa. Era Harry quien en realidad estaba en peligro.

- ¿A dónde crees que fue? – preguntó mientras se acercaba a la puerta.

- El departamento de misterios, El Señor Tenebroso quiere la profecía. Potter no está solo, también desaparecieron los Weasley, Longbottom, Granger y Lovegood. – Isadora cerró los ojos con fuerza como tratando de repeler las imágenes del desastre que se formaban en su cabeza.

- Tal vez podamos encontrarlos antes que lleguen a Londres – recordó que la brújula de Sirius estaba en Grimmauld Place.

- Ya es tarde para encontrar gente el ministerio – opinó McGonagall.

- Iré a Grimmauld Place entonces. Minerva, avise a Alastor Moody; Severus, a Kingsley Shacklebolt.

El cuartel general de la Orden no estaba conectado a la Red Flu por razones obvias, Isadora se alejó de los terrenos de Hogwarts para poder desaparecerse en dirección a Londres.

Cuando entró a la casa ignoró completamente a Walburga gritando en la pared y corrió por el pasillo hasta la sala de estar, podía escucharse el griterío desde afuera. Cuando abrió la puerta Sirius fue el primero en correr hacia ella.

- ¿Qué te dijo Snape? – preguntó tomando a Isadora suavemente por los hombros.

- Harry cree que Voldemort te tiene a ti, o al menos eso vio, tenemos que irnos ya.

Sin una palabra más Tonks, Remus, Sirius, Kingsley, Alastor e Isadora echaron a andar por el pasillo hacia el exterior.

Media docena de Thestrals los recibió al llegar a una calle lateral del Ministerio. Tonks estuvo muy cerca de chocar con uno de ellos.

- Ya entraron – dijo Kingsley – no podemos aparecernos dentro del ministerio. Tenemos que usar las entradas convencionales.

- La más cercana es la cabina de visitas – avisó Tonks – pero no vamos a entrar todos juntos.

- Kingsley, Nymphadora – los llamó Moody. Tonks bufó molesta – Conmigo. Ustedes tres vayan en el próximo.

Como pudieron los primeros tres entraron en la cabina telefónica y comenzaron a descender. Isadora esperó junto a la cabina para poder abrirla de nuevo ni bien estuviese disponible, pero antes de hacerlo Sirius la tomó de una mano.

- Ten mucho cuidado, por favor – dijo acariciándole la mejilla con el pulgar. Isadora asintió y Sirius le dejó un beso en la frente.

- Te amo – respondió ella antes que Sirius entrara en la cabina. Remus fue el último y cerró la puerta tras él – parece irreal que esto esté sucediendo de nuevo.

- ¿62442? – preguntó Remus. Isadora asintió y una voz pidió los nombres y el motivo de la visita. – Remus Lupin, Sirius e Isadora Black. Rescate.

Tres identificaciones de plata aparecieron por u expendedor, Remus las guardó en su bolsillo y la cabina comenzó a descender. Isadora se abalanzó sobre Remus y Sirius rodeando a uno con cada brazo. Ellos imitaron el gesto.

- ¿Estás bien? – preguntó Remus cuando notó que ella parecía no tener intención de soltarlos.

- Sí, es sólo que... cuesta volver a esto, si fuese por mí los enviaría a casa a ambos, así me aseguraría que nada les va a pasar.

- Pero nos perderíamos toda la diversión – dijo Sirius con una sonrisa alentadora y guiñando un ojo.

Un ruido seco los sacó de la conversación. Estaban en el hall del Ministerio y allí ya se encontraban Kingsley Moody y Tonks.

- ¿Ya podemos aparecernos aquí dentro? – preguntó Remus.

- No – respondió Isadora echando a correr hacia una escalera descendente – por aquí, primero a la sala de las profecías. ¡Lumos!
Los seis corrían escaleras abajo pisándose los talones, Sirius por su parte, optó por transformarse y llegó al piso de abajo en un solo salto.

- A la derecha, Sirius – lo guió Isadora. Kingsley encendió las antorchas del pasillo mediante magia.

El pasillo se abrió en un área circular que poseía alrededor de una docena de puertas y todas eran iguales.

- ¿Ves algo, Alastor? – preguntó Isadora.

- Hay alguien en el suelo de la sala del tiempo – señaló una puerta – Tal vez sea un mortíf... - antes de que terminara de hablar Sirius corrió hacia la puerta aún en su disfraz de perro. Tardó unos segundos y luego volvió en forma humana.

- Es Hermione, está bien, fue un hechizo. Faltan todos los demás.

Moody les hizo un ademán para que lo acompañen. La sala de las profecías estaba destruida, las altísimas vitrinas con esferas de todos los tamaños yacían ahora en el suelo; las profecías destrozadas. A Isadora se le hizo un nudo en el estómago.

- Ya no están aquí. Tenemos que hallarlos rápido.

Un grito interrumpió el silencio de la sala de las profecías. Provenía de otra habitación.

- ¡NO SE LA DES! ¡NO SE LA DES POR NADA DEL MUNDO, HARRY!

- ¡Crucio! – un aullido de dolor a lo lejos les indicó el camino. Y esa voz, era inconfundible. Bellatrix Lestrange.

Isadora apuntó la varita a la puerta que los separaba de la sala donde provenían los gritos haciendo que se saliera de sus goznes y se rompiera contra el suelo de piedra. La habitación estaba llena de escaleras en bajada hasta el centro en el cual había un arco desvencijado con un velo raído, Isadora ya lo había visto antes.

Lucius Malfoy se volvió sorprendido y levantó la varita, pero Tonks ya le había lanzado un encantamiento aturdidor. El resto de los mortífagos, distraídos por la aparición de la Orden, dejaron a los niños de lado. En un abrir y cerrar de ojos los seis estaban recibiendo hechizos desde todas las direcciones posibles. Los mortífagos los doblaban en cantidad. Tonks, que ya había aturdido a Lucius, peleaba contra Bellatrix; Remus estaba ocupado con Dolohov; Moody con Jugson y Mulciber; Kingsley con Rabastan y Travers; Sirius con Rookwood y Crabbe; mientras Isadora se batía a duelo contra Rodolphus, alcanzó a ver que Harry estaba en problemas con Macnair y eso la distrajo lo suficiente como para que Avery la tomara por la espalda en un intento de inmovilizarla, pero ella echó la cabeza hacia atrás con fuerza y Avery retrocedió con la nariz ensangrentada. Sirius al ver la situación sonrió con orgullo, pero se ensañó con Avery y lo lanzó contra una pared de piedra dejándolo inconsciente.

- ¡Harry, sujeta bien la profecía, agarra a Neville y corre! – gritó Sirius.

- ¡La profecía, dame la profecía, Pott...! – Lucius Malfoy habría terminado la orden de no ser porque Sirius le propinó un fuerte puñetazo en medio de la cara.

- Aléjate de mi ahijado - lo amenazó.

- Obscuro – conjuró Isadora haciendo que Rodolphus y Macnair se cegaran. Les lanzó un hechizo aturdidor. Se aseguró que Harry estuviese fuera de peligro y corrió hacia Tonks, que estaba en el suelo, le comprobó el pulso y volvió a lo suyo. Con poco esfuerzo desarmó a Crabbe, quien no luchaba contra Sirius, sino contra Harry.

- ¡Dumbledore! – gritó Neville. Isadora se giró hacia el umbral de la sala contigua, allí estaba Albus Dumbledore con la varita en alto, pálido y encolerizado. El mago bajó a toda prisa los escalones pasando junto a Neville y Harry. Llegó al pie de las gradas cuando los mortífagos que aún quedaban en pie comenzaron a llamar a gritos a los demás; uno de ellos intentó huir trepando escalones como un mono. Sin embargo, el hechizo de Dumbledore lo hizo retroceder con facilidad, como si lo hubiese pescado con una caña invisible.

Sólo quedaba una pareja que seguía luchando, al parecer no se habían dado cuenta de que había llegado Dumbledore. Sirius esquivaba un haz de luz roja de Bellatrix y ella reía. Isadora se encontraba a unos cuantos metros de ellos, junto a Remus, pero corrió hacia donde estaba él con la intención de ayudarlo.

- ¡vamos, tú sabes hacerlo mejor! – gritó Sirius, y su voz resonó por la enorme y tenebrosa habitación.

El segundo haz le acertó de lleno en el pecho.

Él no había dejado de reír del todo, pero abrió mucho los ojos, sorprendido.

Dio la impresión que Sirius tardaba una eternidad en caer: su cuerpo se curvó describiendo un majestuoso círculo y en su caída hacia atrás atravesó el raído velo que colgaba del arco. Lo último que Isadora vio de él fue su expresión de miedo y sorpresa. El velo se agitó como si lo hubiese golpeado una ráfaga de viento y luego quedó como al principio.

Se oyó el grito de triunfo de Bellatrix Lestrange. Isadora tardó una eternidad en darse cuenta de lo que significaba.

- No... - susurró. Pero su voz fue tapada por los gritos de Harry - ¡NO! – repitió cayendo arrodillada al suelo de piedra mientras las estridentes carcajadas de Bellatrix resonaban en todos lados, como si no tuvieran un origen específico.

- ¡SIRIUS! – Harry era sostenido por Remus para evitar que fuera tras su padrino - ¡SIRIUS!

Pero Isadora sabía que aunque lo llamaran mil veces, no volvería a aparecer, no cruzaría en velo en sentido contrario. Eso era imposible. Estaba muerto.

Todo sucedió en un segundo. Se giró hacia Bellatrix, que aún reía, deleitándose con el dolor plasmado en el rostro de Isadora. Una oleada de rabia le nubló la vista y los sentidos, lo único que podía escuchar era esa risa.

Bellatrix estaba eufórica, tanto así que cuando Isadora alzó su varita acuchillando el aire, ésta no llegó a protegerse del hechizo. Abrió sus enormes ojos con sorpresa y se llevó las manos rápidamente a la garganta. Había dejado de reír. Una delgada línea roja le cruzaba el cuello, pronto se empezó a ensanchar y otras comenzaron a caer de esta misma, tiñéndole las manos. Ya no se escuchaba nada ni a nadie, un silencio sordo invadía la cámara, como si todos estuviesen conteniendo la respiración.

Isadora, se ayudó del arco de piedra que contenía el velo para ponerse de pie. No esperó a que el cuerpo de Bellatrix se vaciara de sangre.

- Avada Kedavra – dijo con voz firme, rompiendo la pesada quietud. El haz de luz verde asestó justo en el corazón. Bellatrix cayó al suelo, inerte como un saco de piedras. 

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Primero que nada: no me odien T_T

Ya solo nos quedan un par de capitulos 💔



Hasta la próxima


Rose 🌹 

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