Ojalá le pudiera disparar a mi corazón para que dejara de latir... bueno, no tan literal.
Ollie me sonríe desde el otro lado de la puerta y yo solo le sonreí de vuelta, que fue más o menos una mueca falsa. Entro, pero nadie se percata de mi presencia.
Gracias, Diosito.
-Ella es April – me presenta Ollie.
Muy mal, Diosito.
Algunas miradas curiosas se posan en mi, ninguna de Theo. Theo parece estar sumido en su teléfono, 100% concentrado.
Y si que se ve muy bien concentrado.
Mis rebeldes pensamientos se van cuando algunos familiares de la familia Elgort aparecen; unos me saludan y se presentan. Es increíble el parecido entre ellos, más por el pelo rubio de la mayoría.
-Puedes sentarte allí – me dice Ollie en mi oreja – al lado de tu novio.
- ¿Mi-mi novio? – trato de no tartamudear.
-Theo – dice Ollie, sonando demasiado confiada.
Ah, sí, verdad que Theo había dicho que éramos novios al frente de ella y mi hermano.
-Sí, sí... - digo– bueno, voy a sentarme.
No podía permitir que esa conversación siguiera porque, por si no lo habían notado, yo era de las peores mentirosas del mundo. Necesito urgente unas clases para aprender a mentir, ¿Acaso existían?
Los ojos azules de Theo seguían en su pequeña pantalla cuando me senté. Con gran curiosidad, corrí mi cabeza hacía atrás, disimulando claro, y vi con mis ojos su celular. Estaba jugando. Resoplo y niego con la cabeza.
Eso llama su atención.
Rayos.
Sus ojos azules impactan con los míos y me congelo.
- ¿Me estás espiando? – dice.
Trago saliva – Oh, Theo, ¿Estás aquí? No te había visto.
Eso sonó fatal.
Una sonrisa cruza su cara, es esa expresión de maldad que dice que él sabe más que yo.
-Eres una pésima mentirosa, April – dice.
-Sería una pésima mentirosa si estuviera mintiendo, pero no lo estoy.
Theo parece que me quiere decir algo, pero primero ríe.
Mi celular suena y es el ridículo tono que le tengo a Car.
Contesto.
- ¿A ver, es que te están comiendo allí?
Theo me mira con una ceja alzada.
-Eh, no, solo me invitaron a pasar. Dentro de poco voy, Car.
Un sonido de exclamación suena atreves del teléfono.
- ¡O sea que estás con tu sexy vecino!
-Shh, shh – digo rápidamente. Car no sabe cuando callarse.
Miro a Theo quien tiene cara de suficiencia, sus labios me murmuran "sexy vecino" y yo niego.
-No me digas que está en altavoz – dice Car, arrepintiéndose.
Siento como Theo se acomoda a mi lado y deja su teléfono a un lado. Car dice otras cosas en las que no logro concentrarme.
-Sí, eso – digo, antes de colgar.
Theo se acerca a mi oreja – tenemos que hablar de algo, ¿no crees?
Asiento sabiendo que es verdad.