❝That's what friends do.❞
— Estúpidos Weasley. —murmuró— Estúpido Snape —volvió a murmurar mientras limpiaba uno de los calderos. Limpiar la sala de pociones no era lo que planeaba para su fin de semana, pero negociar con Snape no era fácil, por lo que era obvio que terminaría castigada.
Nina conocía los riesgos de hacer bromas y aun así siempre terminaba ayudando a sus amigos a realizarlas, gran parte de estas eran un éxito y aun cuando era obvio quienes las hacían si no los atrapaban o era algo tan grande no había problema, pero esta vez todo fue diferente.
George se acercó hacia su amiga mientras ella se encontraba pacíficamente leyendo un libro en la sala común para comentarle el plan sobre la nueva broma que querían hacer, el pelirrojo no tuvo tanta dificultad en convencerla por lo que sin esperar nada ambos salieron de la torre de Gryffindor hacia donde realizarían su cometido, como era de esperarse Fred y Jordan ya estaba ahí esperando.
La simple idea de imaginar cómo iba a terminar el pequeño grupo de Hufflepuff se les hacía emocionante, adecuaron el sitio para que nada saliera mal y no debía salir mal, pero aquel día todo se puso en su contra; el objetivo eran los tejones, pero en un giro espantoso el afectado fue Severus Snape. El trio sentía como su alma se iba de su cuerpo cuando vieron aquel liquido verde caer sobre el cuerpo de Severus, y eso no fue lo peor, cuando los amigos huían del lugar la única mujer del grupo resbaló por consecuencia siendo abandonada por los gemelos y Lee Jordan, al llegar a uno de los pasadizos por los que huirían este ya no se abría por lo que ser atrapada por Severus Snape mientras intentaba escapar por otra ruta fue más fácil.
Quizás lo más estúpido de todo fue cuando decidió proteger a los gemelos y Lee alegando que ella era lo suficientemente capaz de hacer algo así por ella sola.
Un suspiro de alivio salió de entre los labios de la chica Thompson cuando el último caldero fue limpiado y puesto en su sitio, pasó toda la mañana y parte de la tarde limpiando el lugar, estaba segura que si veía a Seamus Finnigan lo golpearía por dejar destrozado el lugar con sus explosiones. Cuando el reloj marcó las tres la puerta fue abierta y la cabellera grasienta del líder de las serpientes entró para comenzar a inspeccionar el lugar.
— Ni un elfo domestico pudo haber limpiado mejor, ¿no cree? —bromeó la Gryffindor ganándose una mala mirada de Snape.
— Debería guardar silencio, Thompson.
— Lo sé, pero debe admitir que hice un buen trabajo.
— Thompson, váyase de aquí.
— Ahora mismo. —exclamó y salió corriendo del salón, pero a medio camino se detuvo para poder regresar al salón— Buenas tardes profesor y lo siento.
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— Hola Potter. —saludó con una sonrisa en el rostro al verlo sentado en uno de los pasillos del castillo.
— ¿Tampoco firmaron tu permiso? —ella negó.
— Jamás sufrí por eso, fui castigada, por hacerle una pequeña broma a Snape. —murmuró ella restándole la importancia.
— ¿Fred y George...?
— No, los cubrí. —respondió— Se llama lealtad, júntate con algunos Hufflepuff ellos tienen de sobra.
— ¿No es injusto cargar con su culpa? —inquirió el azabache, pero ella negó con la cabeza nuevamente.
— Un poco, pero hemos hecho esto desde primero. —sonrió y miró hacia el cielo— Tengo que irme.
— ¿Por qué?
— ¿Qué cosa?
— ¿Por qué lo hacen? —la chica se encogió de hombros ante la pregunta.
— No lo sé, Fred fue el primero en echarse la culpa por mí y luego solo pareció volverse una costumbre... —guardó silencio— Eso hacen los amigos, supongo, así que, si necesitas librarte de algo, avísame.
— ¿Somos amigos?
— Creí que era obvio, Potter. —contestó con una sonrisa— Fue un gusto hablar contigo. —se dio la vuelta, pero giró su cabeza y lo miró— Debiste dejar que falsificara la firma de tu tío. —comentó y se marchó. Potter la miró y sonrió ante sus palabras
El año pasado el azabache le había comentado lo difícil que sería convencer a su tío de firmar su permiso para poder ir a Hogsmeade, ella con una sonrisa entusiasta le dijo que podría falsificar la firma de Vernon Dursley, pero él se negó ante aquella idea. Incluso el segundo día de regreso a clases volvió a darle esta idea, pero ahora se arrepentía de no haber dejado que ella lo hiciera.
Luego de su pequeño encuentro con el azabache, Nina caminó hacia el gran salón encontrándose con algunos alumnos de primero y segundo. Un pequeño grupo de niños llamó a la mayor con emoción para que jugara con ellos, por supuesto no se iba a negar, tampoco era como si tuviera algo mejor que hacer por lo que solo se quedó ahí junto a los pequeños jugando hasta que tocaron su hombro para llamar su atención.
— Te estuvimos buscando.
— Por todo el castillo.
— Déjà vu. —exclamó la castaña, dejó de mirar el juego de ajedrez y enfocó sus ojos en los gemelos— ¿Qué es eso? —preguntó al observar un pequeño paquete frente a ella, los dos gemelos sonrieron— Si es una de sus bromas les juro que voy a matarlos.
— Seriamos incapaces de hacer eso. —exclamó Fred, pero ella alzó una ceja— Esta vez no es nada.
— Lo prometemos. —habló George, la bruja los miró a ambos por un momento para luego enfocar su vista en el pequeño paquete frente a ella, lo tomó entre sus manos para sacudirlo y escuchar si había algo que pudiera ser peligroso, con cuidado lo comenzó a abrir la envoltura hasta llegar a una caja de chocolates.
— Es nuestra manera de decir gracias.
— No tenían que hacerlo... —susurró.
— Teníamos que hacerlo, nosotros solo te causamos problemas.
— ¿De dónde...? —guardó silencio y los analizó— Tomaron mi correspondencia.
— Lo sentimos.
— ¿Qué decía mi padre ahora? —preguntó, pero luego negó— No me importa, me lo imagino, ¿cuándo tomaron mi correspondencia?
— Eres muy distraída cuando estas recién despierta. —comentó Fred con una sonrisa que logró hacerla sonrojar.
— Ustedes son increíbles y mi padre un imbécil, no le hagan caso. —habló y luego se quedó callada mirando a la puerta del gran comedor— Algo no está bien.
— ¿Qué pasa?
— No sé, es como si... —volvió a callarse y se levantó de las bancas. Sus pies se dirigieron rápidamente hacia las afueras del castillo ignorando completamente los llamados de los gemelos.
El viento alborotó su cabello cuando llegó hacia los jardines que conectan con el bosque prohibido, estaba empezando a oscurecer por lo que su vista no era perfecta. Dio unos cuantos pasos más cuando el aullido de un lobo se escuchó a lo lejos logrando erizar cada vello de su cuerpo, algo dentro de ella la llamaba a seguir caminando, pero tenía miedo de lo que podría encontrarse más allá de lo permitido.
Sus manos comenzaron a picar y el leve temblor en estas eran una mala combinación, ignorando completamente cualquier sentimiento regresó al castillo, quería descansar para poder aliviar aquel sentimiento, pero lo único que encontró al regresar fue el retrato de la Dama Gorda destruido y la noticia de que Sirius Black había invadido el castillo.