LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)

By JamesA_L

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Esa bestia había terminado con todo lo que la niña quería, había destrozado y acabado con su inocencia y se h... More

DEDICATORIA
SINOPSIS
EPÍRAFE
ACLARACIONES
MAPA DE TIERRAS SANTAS
EL CUENTO DEL SOL QUE NUNCA SE CONTÓ
CAPÍTULO UNO: HABÍA UNA VEZ
CAPÍTULO DOS: CAPERUCITA ROJA
CAPÍTULO TRES: ¡LARGA VIDA PARA EL LIDER!
CAPÍTULO CUATRO: UN PASADO ROJO, UN PRESENTE FRÍO
CAPÍTULO CINCO: UN GRITO A LA LUNA
CAPÍTULO SEIS: LAS GARRAS DE UN LIDER
CAPÍTULO SIETE: UNA CAZADORA OLVIDADA
CAPÍTULO OCHO: LO QUE EL VIENTO CALLA
CAPÍTULO NUEVE: QUIEN TIENE MIEDO
CAPÍTULO DIEZ: ALIANZA
DATOS IMPORTANTES:
CAPÍTULO ONCE: SOY HIJA DE GARIOT
CAPÍTULO DOCE: RUMPELSTILSKIN Y CAPERUCITA ROJA
CAPÍTULO TRECE: LA CORTE Y LOS REYES
CAPÍTULO CATORCE: LOS SENTIMIENTOS DE MIREIA
CAPÍTULO QUINCE: EL EJERCITO
CAPÍTULO DIECISÉIS: POR MI MANADA
CAPÍTULO DIECISIETE: VERDADES QUE MATAN
CAPÍTULO DIECIOCHO: LOS OJOS DEL LOBO
CAPÍTULO DIECINUEVE: LOS SECRETOS DE LA DIOSA
CAPÍTULO VEINTE: LOS SECRETOS DE LA DIOSA II
CAPÍTULO VEINTIUNO: REGLAS ROTAS
CAPÍTULO VEINTIDÓS: OLOR A MUERTE
Personajes I
Personajes II
CAPITULO VEINTITRÉS: EL VIAJERO I
CAPÍTULO VEINTICUATRO: EL REY Y EL VIAJERO
CAPÍTULO VEINTICINCO: EL PODEROSO REY
SEGUNDO BOOKTRAILER Y FINAL
CAPÍTULO VEINTISÉIS: LA VERDAD DE CAPERUCITA
CAPÍTULO VEINTISIETE: REINOS UNIDOS
CAPÍTULO VEINTIOCHO: EL REY DE HIERRO
CAPÍTULO VEINTINUEVE: SUEÑOS Y TRAICIONES
CAPÍTULO TREINTA: LA HISTORIA QUE NO FUE CONTADA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO: LAS RAZAS UNIDAS.
CAPÍTULO TREINTA Y TRES: LA BATALLA HA COMENZADO
Grupo de facebook: Caperucitas rojas.
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO: URSURPADOR DE TRONO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO: LOS MUERTOS NO REGRESAN
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS: LA HISTORIA DE MAILES
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE: LA HISTORIA DE MAILES II
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO: EL FAVOR DE RUMPEL
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE: ¿DÓNDE ESTÁ CAPERUCITA?
CAPÍTULO CUARENTA: LAIRS
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO: LA BESTIA QUE SIEMPRE FUE
Nota del autor: Vamos a compartir la novela
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS: EL FUEGO FRÍO
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES: EL REY Y CAPERUCITA
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO: LA CORDURA DE GARIOT
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO: LOS PRIMEROS EN PARTIR
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS: EL MONTE DE LOS DIOSES
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE: ¿QUIÉN ES EL MALO?
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO: LAS MANOS DE LA MUERTE
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE: LA CAPERUCITA ROJA
CAPÍTULO CINCUENTA: EL GRAN LOBO
CAPITULO CINCUENTA Y UNO: EL VERDADERO ENEMIGO
CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS: LA PAZ ENTRE LOS DEDOS
CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES: CIELO ARDIENTE
CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO: FESTEJOS
EPILOGO
NIEVES Y EL LÉON

CAPÍTULO TREINTA Y DOS: ¿QUÉ HAS HECHO?

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By JamesA_L

Quiero que vean bien el booktrailer, con detenimiento y luego lean el capítulo. 


Los lobos le aúllan a la luna,

Los leones al sol

Y lo traidores le suplican a Dios.

Gorkan soltó el aire contenido y pasó sus manos por su cabello con molestia, miró alrededor con cuidado y luego salió del castillo encontrándose con el grupo de criaturas que partirían con él, hace unas horas habían llegado avisar sobre las muertes de los guerreros y que lo esperaba ahí, él estaba enfurecido y deseó ir inmediatamente pero Gorius le advirtió que podía ser alguna trampa, y le creía, ahora más que nunca no debían confiar en cualquiera.

Sintió rabia, estaba enfurecido, su padre había considerado al humano, al rey Humberto como un amigo y este no se había tardado en apuñarla a los suyos, abriendo las puertas que los matarían a todos hasta acabarlos. ¿Cómo alguien podía hacer eso? Él mismo quería ir a su reino y matarlo, mostrarle que si debía temerle a las bestias, que debía sentir mucho miedo por los suyos, porque acabaría con todos, sin importar que fueran inocentes. Gorkan no tenía la amabilidad de Goliat, y mucho menos el corazón de Gorius, él no perdonaba, y si tenía que matar a muchos inocentes para vengarse: lo haría. No era ni malo y mucho menos bueno, él solo debía proteger a los suyos.

Apretó el collar que había permanecido a su padre y luego bajó la vista al anillo, grande y pesado como sus dedo y lo acercó a su boca dejando un beso ahí con rapidez. Apretó los labios y quitándose la camisa avanzó hacía los demás, iba descalzo y solo unos pantalones cubrían su cuerpo. Gorius estaba ahí vistiendo igual que él, pero de espalda se veía más aterrador, pero sabía muy bien cuan afectado salía cuando debía matar para proteger. Blazz y Sigurd también irían, ambos llevaban un tapa rabos negro, el del líder osos más largo, por lo general ambas especies solían vestir así, les daba libertad para convertirse y luchar.

Nadie más iría, los demás líderes se quedarían en el reino a la espera de los reyes, quienes ya venían provocando así la intranquilidad del líder de Hierro fuera mayor. Cuando los cuatro lideras ya estuvieron listos con sus mejores guerreros, las puertas fueron abiertas, las hembras se despedían y fue Geiat que con el corazón en la mano se acercó a ambos hermanos, haciéndoles prometer que volvieran, que si las cosas se ponían malas, huyeran aunque la joven muy en el fondo sabía perfectamente que esa no era la ley de sus hermanos. Mireia con Basil también se acercó, Gorkan con dulzura besó la cabeza del cachorro y le prometió enseñarle a cazar y a la mujer de su hermano volver, era una promesa y no la rompería. Liana aun no despertaba lo cual también le preocupaba, antes de salir había partido a verla pero seguía igual, ninguna mejoría.

¿Qué había pasado aquella criatura tan pequeña?

Fuego lo acompañaría pero mayor fue su sorpresa cuando la hermana de su amigo estaba ahí con su arco y una sonrisa en los labios, Gorkan miró a su amigo y este gruñó molesto alejándose de ahí.

—Eireny hija de nadie ¿No? —Inquirió el lobo y la joven inclinó su cabeza en señal de respeto con su rey—. ¿Qué haces aquí?

—Voy a luchar con mi rey, a su par —el líder chasqueó los dedos y negó—. No veo hembras entre sus guerreros mi rey, ¿Nos considera débiles?

—Si las considerara débiles a las hembras, yo no dejara que mi hermana saliera de caza —siseó entre dientes Gorkan, inclinándose hacia el rostro de la joven, impresionante fue que no oliera su miedo. Nada—. Apenas te conozco, necesito a mis guerreros de confianza.

—He protegido a mi Diosa Artemisa, créame; voy a protegerlo.

—No necesito que nadie me proteja, necesito que luchen y no se dejen morir.

—Puedo con eso y más, no voy a irme de aquí, voy a luchar con vosotros —el líder de Hierro gruñó entre dientes y terminó asintiendo con malestar para después girarse y avanzar hacia su hermano. El primero en salir fue él seguido de los demás líderes y amigos, miró sobre su hombro como las puertas de su reino eran cerradas y luego como su gente empezaba aullar.

Miró a los demás, a su hermano, a Blazz, Sigurd y Fuego, y con un asentamiento empezaron a correr, unos convirtiéndose y otros con su forma humana. Gorkan sacudió su cabeza mostrando sus colmillos y cuando escuchó un gruñido feroz, supo que su hermano se había convertido. Antes de llegar se detuvieron, asomándose para ver los cuerpos de los suyos, oliendo la muerte, la tristeza y el miedo en esos campos.

El corazón de más de uno se contrajo e inclinaron sus cabezas con respeto porque la muerte había pasado por ahí y su rastro estaba fresco, respeto también a los guerreros que habían luchado y entregado lo más precioso: su vida. Todos se inclinaron al mismo tiempo, tomaron un poco de tierra y la soplaron en dirección hacia donde estaban sus hermanos guerreros.

El líder Gorkan se sorprendió al ver las puertas, grandes y de un material que fue regalado por Apolo, uno irrompible. Las puertas estaban abiertas de par en par, los guardianes muertos y la maldad cerca. Su padre obtuvo las llaves al ser uno de los más fuertes y su reino estaba en paz con los demás, era el único que podía llevar una responsabilidad tan grande y fue así que conoció en ese entonces; al príncipe Humberto. Muy pocos conocían la amistad del lobo y el humano, hacía de todo para poder hacerlos cruzar a sus tierras y el poder ver la magia que se ocultaba por los de su misma raza. Estaba hipnotizado y prometió protegerlos, promesa que había sido rota en esos momentos.

Gorkan dio señales y algunos guerreros se escondieron al igual que Sigurd y Fuego, él avanzó con Blazz y Gorius, pasos lentos pero pesados. Ambos se quedaron de pie a unos metros de la puerta y el león olió la magia ahí, lo que lo extraño es que él ya la había olido más de una vez.

—Los animales están aquí, ¿Cuándo empezará el espectáculo? —fue una voz suave que erizó los vellos de las criaturas. Gorkan estiró sus manos mostrado sus garras y entre abrió sus piernas preparándose para atacar en cualquier momento—. Gorkan y Gorius de Hierro, ambos han crecido y tomado los reinos de su familia. La última vez que los vi eran cachorros..., unos pequeños.

— ¿Quién eres? ¿Por qué sabes tanto de nosotros? —inquirió el león, buscando al propietario de la voz con la mirada.

—También hay un oso —la voz del hombre sonó sorprendida y con un deje de melancolía, del pecho de Blazz escapó un gruñido feroz que resonó entre los grandes y viejos árboles. Se arqueó y sus ojos oscurecieron por completo pareciendo don cuencas vacías—. ¡Maravilloso! Eres enorme, es la primera vez que veo un oso, ¿Qué más oculta estas tierras? ¿Qué criaturas más?

—Ninguna que este a tu alcance. ¡Muéstrate ya! —rugió Gorkan y ambos se tensaron al ver al hombre salir de la sombras, con una sonrisa en los labios que mostraba su dentadura blanca y brillante, el cabello brillante y dorado caía en sus hombros con gracia tal parecía que tomaba mucho tiempo para cuidarlo.

Vestía muy bien, ropa de reyes y ellos lo olieron: un sabor dulzón a mentira, uno amargo a traición y uno desconocido que Gorkan lo reconoció de inmediato ya que él mismo lo había sentido cuando Mireia se decidió por Gokan, aquel hombre frente a ellos olía a corazón roto, a desamor. Ambos entre abrieron los labios mostrando sus labios cuando lo vieron cruzar los brazos y mirarlo, mejor dicho; admirarlos.

—Yo solo conocí a lobos, leones y panteras, pero no sé qué más se esconde. ¿Es cierto que existen los hombres dragones? —Gorius se tensó de inmediato, pero lo ocultó como los otros dos. ¿Cómo sabía la existencia de ellos? Pocos lo sabían, mejor dicho: los líderes. Ellos eran especiales y estaban muy bien ocultos, ya que su poder podía acabarlos a ellos si no era muy bien utilizado. Era criaturas muy inteligentes, malvadas y sabias, tenía la oportunidad de conocerlo, de tener a uno como amigo—. Oh, si existen. ¿Dónde están? ¿Es verdad lo que dicen de ellos? Leí por ahí que son grandes, que parte de su cuerpo tiene escamas doradas y los ojos son verdes, unos feroces. Que pueden transformarse y que viven muy cerca del reino del Hades... ¿Verdad?

—¿Te manda caperucita? —el rubio alzó las cejas y soltó una risita irritante que amargó más a las criaturas, aplaudió tres veces y se movió en su lugar con gracia—. ¡Habla hombre!

—No te tengo miedo, tampoco obedezco tus órdenes, de un ser inferior y bruto —siseó aquel hombre y Gorkan estuvo a punto de lanzarse pero Gorius lo detuvo, negando con suavidad—. Tú deberías agradecerme criatura ignorante, fui yo quien mandó a tu humana favorita, fui yo quien la salvó de las garras de caperuza.

—Liana —el nombre de su salvadora escapó de sus labios y el hombre asintió riéndose, agotando la poca paciencia que los machos tenían.

—Pobre niña, ella solo estuvo en el lugar y momento equivocado. Si supiera exactamente a donde pertenece —comentó distraído viendo alrededor con fascinación—. Tal vez sus padres estuvieran vivos, su hermano..., y fuera realmente hija de ellos. En fin, ¿En que estábamos?

Aquello desconcertó al lobo, confundido por sus palabras. Hasta donde él tenía entendido Liana no tenía hermano, solo hermanas y todas pequeñas, ¿de que hablaba? ¿Qué más secretos habían? Estaba cansado de seguir aquel juego, ya no sabía en quien confiar y a quien matar.

—Tú no pudiste abrir por completo estas puertas, han sido abiertas por afuera y por dentro —susurró Blazz con cuidado, eligiendo bien sus palabras y el hombre de ropa hermosa volvió a fijar sus ojos en el con curiosidad, con hambre; como si quisiera saber todo de los osos—. ¿A quién envenenaste humano? ¡Tú hueles a traición y mentira!

— ¿Y a que huele él?

El que parecía un rey estiró una mano y de la sombras salió él; helándole la sangre a todos las criaturas que estaban cerca. Los tres líderes conmocionados retrocedieron asustados, confundidos y con muchas emociones que no pudieron identificar, Gorkan negó repetidas veces, esbozando una sonrisa amarga y Gorius se quedó estático, ahí, perplejo por lo que sus ojos veían.

— ¿Qué has hecho Elihan? —preguntó con la voz ronca Gorkan cuando su amigo, el amigo de su padre y de su abuelo salió entre las sombras. Vestía de gris y su cabello blanco caía en sus hombros, sus ojos azules brillaron al igual que sus manos, trató de sentir sus emociones pero no encontraban nada. Estaba vacío, como si no fuera él. ¡No podía ser el! —. ¡Elihan!

Gorkan no esperó respuesta y se lanzó hacia el sanador, éste no parpadeó y movió la mano que brillaba con una luz azul y lo lanzó hacia las paredes del portón golpeándolo con fuerza que el lobo aulló por el dolor, rápidamente se puso de pie para dar pelea pero eran sus sentimientos los que predominaban en su cuerpo, el sentir su corazón romperse al ver a su amigo, su casi hermano traicionándolos.

Gorkan rugió y se convirtió en lobo con rapidez, haciendo eco el sonido de sus huesos quebrándose, golpeó sus patas contra el piso con fuerza y se arqueó mostrándole sus colmillos, Gorius no se quedó atrás, pero no fue tan drástico como su hermano y el quebrar de sus huesos no se escuchó. Meneó su melena y golpeó su pata derecha para después rugirle al sol.

Blazz no se convirtió, sabía que en esos momentos debía pensar con la cabeza fría pero el aullido que vino de atrás le sorprendió, ver a Fuego convertido en lobo y lanzándose hacia el sanador no se vio venir. Elihan no parpadeaba en sus ataques, moviendo sus manos como si fueran simples moscas, no haciendo esfuerzo y atacándolos. El hijo de nadie aprovechó que su amigo de toda la vida, el mismo que los había traicionado se encontraba distraído con los de Hierro, se lanzó clavándole los colmillos en su brazo, arrancándole un grito de dolor.

El rubio que había llegado al ver la distracción, movió su mano con la intensión de tener entre sus manos al lobo, al líder. Era enorme y fuerte, ni la misma magia lo hacía detenerse ya que era atacado y se levantaba con más fuerza, lanzándose para seguir luchando. Cuando lo tuvo en su mira movió su mano pero en el momento de lanzar el ataque gritó de dolor al sentir una flecha atravesar su mano, jadeó y levantó la vista viendo a una hembra de pie con un arco, los ojos rojos como su cabello y una sonrisa que había visto solo en las cazadoras de Artemisa.

Gorkan se giró hacia la hermana de Fuego. Otra hembra que lo salvaba, otra mujer que no dudaba en protegerlo, pero lo que sintió por la guerrera fue muy diferente a lo que sintió con Liana. El rubio desapareció y Elihan a los minutos, con el brazo herido y el dolor en la mirada. Todo quedó en silencio, nadie se movió y lentamente volvieron a su forma. Gorkan se quedó de pie en su lugar viendo en dirección a donde se había ido su amigo, aquel que lo había atacado y abierto las puertas que traería la destruición a los suyos. Fuego apretó los dientes y golpeó con fuerza sus puños en la tierra, tan fuerte que alrededor se removió, el león vio el infierno en su mirada y temió por lo que se venía.

—Él buscaba respuestas, quería protegerlos —dijo Eireny en voz alta y los machos la miraron—. Volvería con respuestas..., no puedo creerlo.

—Nos traicionó —señaló con voz dura Fuego poniéndose de pie con cuidado viendo las quemaduras en su piel por aquella magia—. Hizo una promesa, nunca usaría la magia contra nosotros ¡Él nos traicionó!

—Es mejor volver —Gorkan caminó hacia las puertas, viéndolas rotas y apretó los labios con fuerza sintiendo su corazón doler mucho, su pecho. Tanto fue el dolor que se llevó la mano a la zona adolorida y cerró los ojos con fuerza tratando de alejar las lágrimas que se empezaron acumular en sus ojos, y los recuerdos lo golpearon con fuerza.

Gorkan rió entre dientes dejándose caer en la tierra al ver a Gorius ser lanzado al suelo por Elihan, éste apenas y se había ensuciado, seguía estando limpio, su cabello en su lugar y las mejillas solo tenían un suave color rosado por el sol. Era demasiado blanco, cejar, pestañas y cabello. Verlo convertido era algo majestuoso, pero eran pocas las veces donde ocurría.

—Su padre odiaba perder y no se reía como ustedes —Elihan se sentó frente a ellos y los observó—. Gorkan eres muy bueno, me sorprende incluso que no te importe a quien ataques, pero debes saber pelear contra los tuyos.

—No tendré tacto y tampoco voy a detener.

—Debes saber pelear, para ganar no necesitas matar —el sanador frunció el ceño al verlo resoplar con seriedad y si no lo conociera como lo hacía, hubiera salido corriendo. Aun recordaba el revuelo que se había formado cuando fue presentado como próximo heredero del reino de Hierro, muchos le tenían miedo y los comprendía, Gorkan ya había matado para tener tan corta edad. Esta vez sus ojos fueron hacia Gorius—. Y tú, eres muy fuerte pero te da miedo lastimarme ¡Debes alejar esos miedos! Porque si tú los tienes, no podrás proteger a tu reino y terminaras muerto.

—Nunca te he visto pelear Elihan, ¿Por qué no lo haces? —inquirió el lobo.

—Los sanadores no peleamos, entrenamos y curamos, nada más —le restó importancia—. Solo he de pelear cuando mis reyes estén en peligro, debo protegerlos de cualquiera y mi magia será usado contra aquellos que quieran dañarlos.

—Eres como un hermano para nosotros, y también nosotros te protegeremos.

—Los de Hierro nunca se abandonan —susurró con la voz ronca Gorkan saliendo de sus pensamientos, limpió sus mejillas con el dorso de su mano y se giró viendo a los demás. Todos estaban tensos y afectados por lo que había sucedido—. Debemos volver y prepararnos. Makus, quiero que vayas y toques la trompa, tres veces para alertar a todas las criaturas y que todos se refugien. ¡Ve!

El lobo asintió y empezó a correr hasta desaparecer de ahí. Las hembras, los cachorros y los ancianos bajarían por el subterráneo y todos llegarían al reino de los reyes, ahí nadie entraría, ahí serían protegidos, mientras que los machos irían a la batalla, ahora debía proteger a los suyos y juraba acabar con el que una vez fue su amigo, su hermano.

—Debemos regresar al reino y prepararnos ¡Vamos! —gritó y fue el último en salir corriendo.

(***)

Goliat y Geiat no habían creído lo que sus hermanos habían escuchado, la hembra se había encerrado en su habitación y desde entonces no salía. Todos estaban tensos, después de que su líder afirmara quien había abierto las puertas hacia sus tierras, quedaron perplejos. Gorkan podía entender la unión de su hermana con Elihan, los de Hierro habían estado muy unidos y pudo ver las lágrimas en los ojos de su tío Herios. Quería destrozar todo, golpear y acabar con aquellos, pero al final solo se había sentado y cerrado los ojos con fuerza a la espera de los reyes.

Las tropas habían sido sonadas y en su castillo ya no había ninguna hembra, ni ancianos y mucho menos cachorros. Mireia se había rehusado a irse y Basil estaba con ella, habían discutido pero ella quería luchar pero no la dejaría, el cachorro había perdido a su padre; no perdería a su madre.

—Liana ha despertado —Gorkan levantó la mirada encontrándose con los ojos azules de Gorius, asintió y se colocó una camisa y lavó sus manos, cuando estuvo listo salió en dirección a los aposentos donde la hembra se encontraba. Cuando ingresó olio su miedo, olio perdida y mucho dolor, la joven al verlo se lanzó a sus brazos llorando desconsoladamente, el lobo la sujetó con una mano y no supo que más hacer.

—Ella mató a mi hermano..., en mis ojos —tartamudeó separándose y el lobo la miró confundido—, mató a mi única familia, ella es mala..., muy mala.

—No te estoy entendiendo, habla claro Liana.

—Luna —susurró pero él la escuchó con claridad. La muchacha se puso de pie y descalza caminó por la habitación, un delgado camisón cubría su cuerpo y Gorkan se quedó de pie en el mismo lugar observándola—. Ella ha usurpado mi lugar, mi nombre y lo mi familia. Yo soy Lia, hija de Antonio y Luna, hermana de Odell. Yo soy la verdadera caperucita roja..., Mailes hizo todo para vengar, para llenarla de odio.

>>Me maltrató, me humilló y siempre creí que era yo la del problema, pero no. Yo no era su hija, pero nunca me lo dijo, sabía que no tendría el corazón para seguir una venganza que acabaría con inocentes, y nos cambió, manchando el nombre de los míos. Lia no me creyó y al final en un ataque terminó matando a mi hermano, a la única familia que me queda.

Gorkan apretó los puños y lo comprendió, por eso siempre sintió aquella curiosidad por la muchacha, porque ella no pertenecía a esa familia. Sintió pena por ella, por como cayó al suelo llorando desesperada. Eso le comprobaba lo peligrosa que era Lia, y que pasaría por encima de su familia por acabar con ellos, ¿de dónde salían tantos enemigos? Ellos no habían hecho nada y sin embargo estaban pagando pecados que no habían cometido.

El lobo se inclinó colocando su mano en su hombro, acariciando con suavidad su piel y la muchacha volvió aferrarse a su cuerpo como si la vida se le fuera ahí, no la alejó aunque aquel gesto le incomodó, pero le debía su vida y la protegería, la ayudaría y cuando estuviera lista: ella misma buscaría su felicidad. Acarició su cabello y cuando estuvo más tranquila preguntó:

— ¿Son muchos?

—Muchos, están aliados con otros reyes, y otros se han negado. Son muchos cazadores, las tropas son inmensas y tienen armas, deben huir ¡Deben hacerlo ya! —Gimió desesperada la muchacha—. ¡Debemos huir porque nos matará!

—Nosotros no huimos, nos quedamos y enfrentamos —se puso de pie caminando hacia la ventana y la joven lo siguió con lágrimas en los ojos—. Protegemos a los nuestros y nuestra tierra, ellos han invadido y matado, no tendremos clemencia. Acabaremos con cada uno y tu prima será la primera en la lista. Voy a darle una razón para que me odie y quiera vengarse.

—Ellos son muchos..., ellos son —Gorkan tiró de la muchacha para que se asomara y viera a las criaturas en su castillo, eran muchos y la joven se llevó la mano a la boca al ver panteras, osos y tigres, lanzándose y peleando unos y otros—. También hay tigres...

—Somos muchos, no te imaginas —se alejó de ella y caminó hacia la puerta—. Te traerán agua, ropa y comida, debes quedarte aquí y no salir. Ahora debo prepararme pero volveré. Hoy mismo partirás de aquí, no quiero ponerte en peligro.

—Enséñame a pelear, voy ayudarte —el líder lobo la observó fijamente, su cuerpo menudo y sus delgados brazos, ¿Qué podría hacer ella? Era débil, y cualquiera podía acabarla.

—He de protegerte como tú lo has hecho conmigo. Quédate aquí, volveré —hizo una mueca y la joven la tomó como una sonrisa. Se veía más fuerte, más alto y más guapo que hizo su corazón burbujear de alegría, la muchacha se llevó la mano a su pecho y una sonrisa tiró de sus labios, entre tantas desgracias había una luz y en su caso era Gorkan.

El lobo bajó las escaleras y salió del reino viendo a los demás entrenando con fuerza y otros observando, se acercó hacia Gorius que estaba con Fuego, viendo a una hembra y macho pelear, y no se sorprendió al descubrir su rostro, era la hermana de su amigo.

—Es peligrosa, matara a muchos humanos —la voz de Fuego fue ronca, pesada pero nadie se sorprendió, todos estaban afectados por la traición el solo hecho de recordar apretaba su pecho.

El grito de un ave se escuchó en los cielos y Gorkan maldijo al ver al hipogrifo aterrizar en su reino y del animal bajar tres jóvenes reyes de un atractivo evidente, reyes que había ignorado tiempo atrás cuando estuvo en la aldea de caperucita. Reyes a los cuales había faltado, humillo y no obedecido.

Todas las criaturas se inclinaron hacia los reyes y Gorkan a duras penas lo hizo, bufando y apretando los puños cuando los tres se detuvieron frente a él, delgado y no tan altos como él, podía acabarlos de una, pero eso sería perder el apoyo, así que forzó una sonrisa y volvió a inclinar la cabeza.

—Gorkan el rey de Hierro —el rey Kal saboreó las palabras y luego echó una rápida mirada alrededor—, aquel que ha roto mis órdenes y ha faltado a las leyes impuestas. 



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