Abrí los ojos de golpe, dándome cuenta de que todo había sido un sueño. La Tv estaba encendida y se había reproducido la siguiente película. Ella ya no estaba por ningún lado, pero con lo que me había dicho y con los recuerdos ahora todo tenía algo más de sentido.
Lo recuerdo todo.
Las lágrimas no tardaron en salir y correr por mis mejillas, recordé a mis padres y el día en que murieron en ese accidente cuando viajaban en barco, recordé el día en que Jungkook llegó a la familia, el día en que él me dijo que me amaba y el día en que comencé a quererlo como una mujer quiere a un hombre y no como mi hermano.
Los recuerdos se detuvieron en la noche de mi baile de compromiso, cuando recordé el momento de mi propia muerte, solo recuerdo haber muerto ese día, pero no recuerdo cómo ni por qué.
Por lo menos de todo esto ahora estaba segura de una cosa. Amaba a Jungkook, demasiado, estaba completamente enamorada de él y necesitaba decírselo.
Salté del sofá, corriendo por el pasillo directo a mi habitación con la intención de cambiarme de ropa, pero el timbre de casa me hizo gruñir un poco, aunque de todos modos abrí la puerta.
—Marcus
—Hola -sonrió
—¿Qué haces aquí? -las luces de los faroles alumbraban la calle y las luces de mi entrada alumbraban el rostro de Marcus
—Pensé que sería buena idea traerte un poco de comida
—¿Comida? -levantó la bolsa de plástico blanca que llevaba en la mano
—Es sushi, tu favorito
—Sí
Lo único que quería ahora era hacer mis maletas y regresar a casa con Jungkook, pero Marcus siempre fue una buena persona conmigo y no quería correrlo después de que se tomara la molestia de haber comprado comida y haber venido a mi casa.
—Claro -dije al final -pasa, pasa -me hice a un lado para que pudiera entrar
—¿Te pasa algo?
—¿Algo? -caminamos hasta el comedor donde dejó todo en la mesa mientras yo iba por platos y vasos
—Sí, te ves como... adormilada, perdida
—Ah, sí, es que me quedé dormida viendo una película
—¿Te desperté? Lo lamento
—No, no -me acerqué a la mesa -justo había despertado cuando tocaste -sonreí un poco para aminorar mi mala cara -llegaste en el preciso momento
—Que suerte -sonrió
Dejé todo sobre la mesa mientras encendía la televisión de la pared para no estar en silencio.
Marcus me hablaba de su día, de cosas que le pasaron a él y a Lila en todo este tiempo, pero mis pensamientos estaban en Jungkook y en el momento en el que Marcus se fuera, por eso no podía ponerle atención a lo que me contaba.
Después de terminar de comer, me alegré con la idea de que sería momento de irse, pero no.
—Hace unos días compré un vino tinto que dicen es muy bueno -dijo
—¿En serio?
—Sí, sé que te gusta el vino tinto y no dudé en comprarlo cuando me aseguraron que era muy bueno
—Genial
Busqué dos copas mientras él destapaba la botella, sirvió un poco en las copas y fuimos a la sala a sentarnos un momento.
—¿Cómo es que siempre sabes lo que me gusta? -ya era muy noche y me había resignado a que sería mejor irme mañana por la mañana
—Bueno, es fácil saber lo que te gusta. Hemos comido muchas veces y me has dicho inconscientemente lo que te gusta
—Eres bueno, te das cuenta de esas pequeñas cosas -le di un trago a mi copa -está muy rico
—Qué bueno que te gustó, no exagero la persona que me lo vendió
Guardamos silencio por unos segundos. Dejé mi codo sobre el respaldo del sofá, girándome un poco para mirarlo, él copió mi movimiento quedando cara a cara.
—Es muy agradable que hayas venido hoy -dije
—¿En serio?
—Aja
—¿Por qué lo dices? -enarcó una ceja
—Me sentía mal, esa casa era mi sueño y me sentía mal por no haber tenido las mismas ideas que el dueño
—No pienses mucho en eso, ya verás que vendrán nuevas oportunidades
—Lo sé -me incliné a la mesa para dejar mi copa -de todos modos, gracias por pensar en que tenía hambre y comprar mi comida favorita
—Cuando quieras... por vierto ¿Te gustaron tus regalos?
—¿Mis regalos? -lo miré confundida
—La caja que mandé
—¿Tu fuiste el de la caja? -lo miré sorprendida
—Sí
—¿Por qué lo hiciste?
—¿No es obvio? -sonrió -Sunhee, me gustas -dejó su copa junto a la mía en la mesa
—Marcus
—Sé que es repentino, pero, desde que entré a trabajar al museo me gustaste y mientras más te conocía más me gustabas
—¿Por qué?
—¿Por qué? -sonrió -eres lista, muy lista, te apasiona lo que haces, eres divertida, buena persona, tienes muchas razones, Sunhee
—Marcus -admito que era conmovedor el modo en que me miraba, pero no podía aceptar sus sentimientos
—Hay cosas muy curiosas en ti y jamás dejas de impresionarme, muchos pensarían que eres predecible, pero nunca puedo estar seguro de cómo vas a reaccionar o lo que vas a decir
—Basta, Marcus
¿Por qué me pasa esto a mí?
—Es... encantador el modo en que piensas de mí, pero... no puedo aceptar sus sentimientos
—¿Qué? -sonrió confundido
—Lo lamento, Marcus
—¿Hay alguien más? Nunca ha habido alguien más, nunca
—Sé que no, pero ahora sí
—¿Quién? ¿Cómo se llama?
Me quedé en silencio, lamí mis labios un momento.
—¿Quién es? Sunhee
—... Jeon Jungkook
—¡¿Es ese Jeon?! -se levantó de un salto
—Marcus -me levanté al igual que él -lo lamento, lamento si en algún momento me di a entender mal
—No -respiró profundo y pesadamente -creo que yo fui el que entendió mal las cosas y se dejó llevar
—Marcus, lo lamento, lo lamento tanto
—Tranquila -intentó sonreír, pero no lo logró -lamento... haberte incomodado con esto
—No, no, todo está bien, no pasó nada
Intentaba no hacerlo sentir mal, no quería que dejáramos de ser amigos, pero no encontraba las palabras para reparar lo que había pasado.
El timbre de la puerta nos distrajo y sin decirle nada más caminé hasta ella para abrir.
Jungkook
—Joven amo -dijo Adam -necesita comer algo
—No tengo hambre, gracias, Adam
Dejó la charola de comida delante de mí en el escritorio haciéndome bajar los papeles que simulaba leer.
—No conseguirá nada sin comer
—No tengo hambre
—Señor -suspiró -todo estará bien
—No lo estará -me recargué en el respaldo de mi silla -han pasado tres días ya, el director del museo ya me llamó pidiéndome disculpas por la renuncia de Sunhee y me aseguró que mandaría un nuevo restaurador en poco tiempo... ella ya no va a regresar
—¿Y se quedará así? ¿Sin hacer nada?
—¿Qué? -lo miré -tú mismo me dijiste que no fuera tras ella
—Le dije que no fuera tras ella cuando estaba molesta, ahora han pasado tres días y ya está más tranquila
—Me estás diciendo ¿Qué vaya tras ella?
—Vaya, vea cómo está, vaya con algún pretexto
—¿Cómo cuál?
—Como que olvidó un vestido
—¿Un vestido? -sonrió y caminó a la entrada llamando a Claris y Elizabeth quienes entraron con una bolsa negra la cual dejaron delante de mí -¿Es el vestido azul de la fiesta?
—Sí
—Eso es absurdo
—¿Se le ocurre una mejor idea?
—...No
Me sonrió con complicidad. Salté de la silla y tomé el vestido además de las llaves del auto que Adam me ofrecía.
Durante el camino me repetía una y mil veces en la cabeza el o alterarme, el qué le diría cuando me abriera la puerta o qué otro pretexto le diría en caso de que el vestido no funcionara.
Las luces de los faroles y de las tiendas alumbraban las calles, los carros yendo de un lado al otro, los semáforos, los cláxones, el barullo de la ciudad no era para nada mi lugar preferido.
Había introducido la dirección de Sunhee en el GPS después de que Adam me la mandare en un mensaje y el GPS me indicaba el camino que debía de seguir hasta que llegamos a una calle con casa medianas, elegantes y modernas haciéndome detenerme delante de una de un solo piso, de color blanco y una fachada impecable.
Por un momento dude en si tocar su puerta o no, esta casa era totalmente diferente a la mansión ¿Qué pasa si ella no quiere esa mansión y prefiere esta pequeña casa? ¿Qué pasa si ella prefiere vivir en este lugar?
Con una sacudida de idea me di la confianza de ir hasta su puerta e intentar hablar con ella.
No estaba su auto afuera, pero seguramente estaba en la cochera.
Bajé del auto y tomé el vestido que había viajado conmigo en el asiento de copiloto y con él sobre mi brazo, caminé hasta la entrada donde toque el timbre y espere impacientemente a que abriera.
Sunhee
—J-Jungkook -no podía creer que él estuviera frente a mí, en mi cada
—Hola, Sunhee -sus ojos pasaron de mí a mis espaldas y en ese momento recordé al chico en mi sala
Marcus estaba mirándonos mientras se nos acercaba lentamente.
—Am... Marcus, él es... -no me dejó terminar
—El hombre Jeon
—Am, sí
Esto era demasiado incómodo.
—¿Qué hace aquí a estas horas?
—Cierto -lo miré -¿Qué haces aquí? Jungkook
—Yo -sus ojos regresaron a mi -vine a traerte tu vestido -levantó el brazo donde llevaba esa bolsa negra con un gancho
—¿Viajaste hasta acá... solo para traerme un vestido?
Que dulce
—Sí
Quería abrazarlo y decirle que recordaba todo y lo mucho que lo amaba, pero quería saber si solo había venido realmente a dejarme el vestido o si había venido hasta acá para convencerme de regresar y decirme lo mucho que me ama usando solo ese vestido azul como un mal pretexto.
—Marcus -lo miré -¿Hablamos después?
—...Claro -sus ojos no dejaban de examinar a Jungkook
Caminó hasta nosotros y sin despedirse de mí, simplemente pasó por un lado de Jungkook hasta tomar el camino a su casa.
—¿Interrumpí algo?
—No -dije -nada, pasa
Cerré la puerta detrás de él, sus ojos vagaron de mis paredes a los cuadros y de ellos a los muebles.
—Tu casa... es muy linda
—Te dije que no era gran cosa comparada con la mansión, pero gracias
—No deja de ser linda
Caminé delante de él y cuando pasé a un lado del gran cristal que daba al jardín, mi reflejo me recordó la pijama que llevaba puesta. Una pijama color negro de terciopelo, pantalón y camisa de manga larga con motitas de color morado.
—Iré a cambiarme -dije
—¿Por qué?
—Mi ropa...
—Es linda -sonrió un poco -se ve bastante cómoda, no necesitas cambiarme solo por mi
—Pero...
Llegó a la sala donde la botella de vino tinto y las dos copas seguían en la mesa, se sentó en el sofá e ignoró mi apariencia.
—Creo que sí interrumpí algo importante -la energía normal de su voz no era la misma de ahora
—No -dije rápido -solo trajo algo de comer y estábamos charlando un poco
—¿Solo charlaron?
—Sí -me dejé caer sobre el sofá a un lado de él
Jungkook dejó el vestido cuidadosamente sobre la mesa, lejos de la botella de vino
—Con que él es el famoso Marcus
—Así es -sus manos nerviosas no sabían dónde acomodarse, sobaba sus muslos, se entrelazaban unos segundos y volvían a sobrar sus muslos -Sunhee... la verdad es que vine hasta acá porque... quería decirte que... quería...
—¿Querías decirme que regrese a casa?
—Sí... no... bueno, si tú quieres
—¿Por qué regresaría a esa casa? -le di un trago a mi copa dejándola de nuevo en la mesa
—Porque... porque
—¿Por qué necesito recuperar mis memorias y recordar que eres el mismo niño amargado de hace 140 años?
Por el modo en que giró la cabeza lentamente y sus ojos casi se salieron de su cráneo me dio demasiada risa que no pude contener y terminé riendo.
—¿Q-Qué?
—¿Quieres que regrese a esa casa pare recordar el día en que quemaste el vestido que usaría en mi cumpleaños número 14 y después tuve que usar uno de color rosado pastel que parecía un pastel descolorido? -lo miré de reojo
—¿C-Cómo sabes eso?
—... Jeon Hana vino hace como tres horas y me hizo recordarlo todo
—¿En serio? -susurró
—Sí
—Entonces... tu... ¿Recuerdas? ¿Me recuerdas? -el modo en que sonrió y la esperanza brillo en sus ojos, hizo que mi corazón se estremeciera como nunca lo había hecho
—...Sí -tomé su mano que descansaba en su pierna -recuerdo todo, a mis padres, a la fastidiosa de Madame Florentin -sonreímos al estar de acuerdo en que ella era fastidiosa -... y a ti, recuerdo el día en que llegaste a casa empapado y lleno de lodo, pidiendo que fueran con tus padres...