¡Sí, soy gay! 🌈kiribaku/baku...

By cupcakemofoo30

273K 30.2K 62.6K

Kirishima a sus 16 años podía dudar de muchas cosas, pero había algo de lo que estaba seguro: era gay. No se... More

🏳️‍🌈 prólogo 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 uno 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 dos 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 tres 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 cuatro 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 seis 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈 siete 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈ocho🏳️‍🌈
🏳️‍🌈nueve🏳️‍🌈
🏳️‍🌈diez🏳️‍🌈
🏳️‍🌈once🏳️‍🌈
🏳️‍🌈doce🏳️‍🌈
🏳️‍🌈trece🏳️‍🌈
🏳️‍🌈catorce🏳️‍🌈
🏳️‍🌈quince🏳️‍🌈
🏳️‍🌈dieciséis 🏳️‍🌈
🏳️‍🌈diecisiete🏳️‍🌈

🏳️‍🌈 cinco 🏳️‍🌈

15.5K 2.1K 2.8K
By cupcakemofoo30

Decir que le dolía todo era poco.

Bakugō nunca había sido alguien de mal dormir. Es más, siempre le fue fácil hacerlo, y más aún si estaba cansado tras una agotadora semana como lo fue aquella. Sin embargo, tras lo ocurrido la tarde del día anterior sus intenciones de dormir se fueron a la borda.

Pasó toda la noche moviéndose de un lado a otro intentando buscar alguna posición cómoda, pero lo único que logró fue dolor en el cuello y en la espalda además de una contractura muscular seguramente. Al final, y por su propio bien, optó por quedarse quieto de lado, su vista posada en la única pared que lo separaba de él, de Kirishima.

Tras oír a Kaminari contar todo lo que ocurrió a espaldas del pelirrojo esa semana se sentía... extraño, sí. No sabía cómo explicarlo, pero quería ver al chico, y más aún tras escuchar el estruendo de cosas cayendo al suelo en la habitación de al lado. La preocupación no era algo común por parte de él, y en verdad nunca se preocupaba mucho por alguien como Kirishima; sabía que era fuerte, y que su quirk le permitía aguantar muchas cosas.

Pero eso era solo físicamente.

Eijirō podía aguantar golpes, escombros, hasta explosiones —cortesía de Katsuki mismo—, pero... ¿cuánto era capaz de aguantar emocionalmente?

Nunca se había preguntado eso hasta esa misma noche, en la que juró haber oído sollozos al otro lado de la pared. Jamás pensó en llegar a escuchar al pelirrojo llorar, y le molestaba, porque odiaba que la gente llorara, pero él no sabía cómo lidiar con situaciones así, era un completo idiota en lo emocional. Si él mismo era malo lidiando con sus propias emociones, ¿cómo podría ayudar a Eijirō? Seguramente al no saber qué decir, terminaría ordenándole que dejase de llorar de esa forma tan tosca como solía hablarle a todo el mundo. Y aunque para él esa era su forma de decirle "oye, ¿por qué te preocupas de lo que piensen los demás? No seas tonto", seguramente el pelirrojo no lo entendería así. Y es que era obvio que en esta situación se necesitaba un poco más de tacto y sensibilidad, cosa que en Bakugō escaseaba.

De cualquier modo, daba igual. Después de todo, Kirishima no dio señales de vida ese día domingo.

No puso pie en ningún lugar de la residencia que no fuese su habitación. ¡Nadie lo vio en todo el día! Y el rubio tampoco escuchó la puerta abrirse o cerrarse, y menos algún movimiento. Le gustaba el silencio, pero no en situaciones como esas. Le ponía de los nervios imaginar a Eijirō, que usualmente era escandaloso y muy eufórico, tan callado.

Ese no era él, ese no era Kirishima.

Incluso a veces salió de su habitación con la excusa —sí, él se daba excusas a sí mismo— de que quería estirar las piernas o ir por una bebida, y en una de esas ocasiones se encontró a Kaminari sentado en el suelo junto a la habitación de Kirishima, como si estuviera esperando que la puerta se abriera. El más bajo alzó su mirada para ver a Bakugō, y se encogió de hombros, como diciéndole que aún nada interesante pasaba. Y en verdad, no sucedió nada en todo el día.

No respondió ningún mensaje, no abrió la puerta ante los constantes llamados. Nada. Era como si esa habitación hubiese estado todo el día vacía.

Hubo un momento, en una de sus tantas "vueltas para estirar las piernas", en la que se detuvo frente a la puerta. Había regresado de la cocina con su cena ya lista para ser devorada. Tuvo la intención de quedarse abajo en un principio, pero tras pensarlo mejor prefirió ir a su habitación, así evitaría cualquier encuentro incómodo. Y es que, tomando en cuenta la situación del momento, cualquier compañero que se le apareciera sería incómodo.

Entonces, por su mente cruzó el que Kirishima no había salido en todo el día, lo que significaba que ¡no había comido en todo el día! ¿Es que acaso era un idiota? ¡Ya eran las 7 de la noche, maldita sea, pedazo de imbécil!

Se encaminó a la puerta, gruñendo, y con su mano desocupada tocó la puerta.

Esperó pacientemente unos dos segundos, y luego volvió a tocar. Después lo hizo de nuevo, y de nuevo, y de nuevo. Pero sin importar cuántas veces lo hiciera, no hubo respuesta.

Ante esto, su ceño se arrugó.

—Pelo de mierda —Lo llamó, tal y como solía hacerlo la mayoría del tiempo. Y aunque sabía muy bien que el llamarlo así no era la mejor idea, algo dentro de él le hacía pensar que si lo escuchaba quizá le daría la oportunidad para entrar a verlo.

Sin embargo la mayoría de las veces gana la lógica, y tal y como se lo esperó, no recibió ninguna respuesta.

Quiso insistir, pero su lado razonable le dijo que quizá era mejor dejarlo solo. Pero su otro lado, el impulsivo, el que la mayoría de las veces ganaba por sobre el otro, le insistió que volviera a tocar la puerta. Y claro que lo iba a hacer, pero su atención se desvió hacia la dirección de donde provenía el sonido del ascensor abriéndose.

Y no sabía si era suerte o no, pero ver que Kirishima venía junto al señor Aizawa le produjo una sensación instantánea de alivio. Al parecer, sí había comido algo. Aún así, ¿cuándo mierda había salido? Aunque, a juzgar por la cara que traía Kirishima, parecía ser que fue más obligado a salir que por su cuenta.

Estuvo a punto de preguntarle al pelirrojo qué mierda pensaba encerrándose en su habitación todo el día sin comer, pero por la mirada que le dio su profesor, supo de inmediato que no era buena idea abrir la boca.

—Bakugō, dale permiso a Kirishima —ordenó el mayor, haciéndole darse cuenta que seguía frente a la puerta. Ante eso, se hizo a un lado, su vista aún fija en su compañero de clases, como si estuviese esperando que él fuera el que le mirara o le hablara.

Pero no, nada.

Eijirō, sin siquiera mirarle o decirle algo, abrió la puerta y la cerró de golpe con tal fuerza que el rubio tuvo que cerrar los ojos por mero reflejo.

Y ahí se quedó Katsuki, atónito ante lo que vio, como esperando que todo fuera una broma y que el pelirrojo abriera la puerta, sonriéndole como siempre lo hacía.

—Creo que es mejor que lo dejes solo —Estaba tan concentrado pensando en su amigo que no se dio cuenta de que el profesor seguía allí. Ante esto chasqueó la lengua.

—¿Cuánto tiempo va a seguir así? —preguntó el rubio, su entrecejo fruncido como de costumbre.

Shōta negó con su cabeza. Se notaba que Katsuki no tenía ni idea de cómo lidiar con cosas así.

—No sé, ni él mismo lo sabe. Tampoco te puedo decir mucho, pero... —El mayor negó con su cabeza—. No es que esté triste y ya. Está pensando—trató de explicar el pelinegro, pero al parecer se le complicaba mucho ese tipo de cosas. Tomó aire y lo botó en un suspiro—. Bakugō, sé que eres su amigo y te preocupas por él más que el resto de toda la clase, pero él me pidió explícitamente que lo dejaran solo.

Katsuki ante esto frunció los labios además de arrugar aún más el entrecejo. No pudo evitar sentirse frustrado ante la poca ayuda que podía dar.

—Pero —Ante esa palabra, el rubio alzó su vista expectante— en un estado así las decisiones que uno toma a veces no son las más correctas. Sé lo importante que eres para él, se nota demasiado, así que creo que si alguien puede lograr hacerlo sentir mejor eres tú. A Kirishima no creo que le convenga faltar a clases, considerando lo mucho que le cuestan algunas materias.

Bakugō asintió lentamente, confundido ante las palabras de su profesor. ¿Acaso le estaba pidiendo que hablara con Kirishima para hacerlo sentir mejor?

¿De verdad le estaba encargando a él esa tarea?

—De todas formas tú decide si quieres o no hablar con él. Mejor ya anda a comer que si no se te va a enfriar la comida —Y así, el mayor se dio media vuelta y se retiró, dejando al rubio estático.

¿Qué mierda pasaba por la cabeza de ese hombre? ¿Cómo diablos consideraba que alguien como él fuera a ser la mejor opción para reconfortar a Kirishima? Ni que fuera bueno dando discursos emocionales, maldita sea.

Sí, claro, obvio estaba preocupado, pero seguramente terminaría insultando a Eijirō por ser un idiota y darle importancia a la opinión que tuvieran los demás sobre él. Porque, conociéndolo como lo hacía, seguro esa era la razón por la que tanto le afectó que la clase se enterase de ese "secreto".

Secreto absurdo, si le preguntaban a él.

No es que fuera un experto en ese tema, y tal y como le había dicho a Ashido días atrás, a él no le interesaba nada de eso tampoco. Pero si algo le parecía ridículo era el que se preocuparan tanto en ocultar algo así, y que a la gente le importara tanto algo así.

¿Qué mierda importaba si a alguien le gustaban las mujeres o los hombres? ¿Realmente eso era relevante para las personas? Pues para él no lo era, en lo absoluto. Las personas no se valían por eso, si no por muchas cosas más. Y Kirishima por sobre todo valía mucho más que un simple "le gustan los hombres".

Mierda, él era uno de los chicos más fuertes en esa maldita escuela, además de ser posiblemente el más paciente de todos porque si lo aguantaba a él podía aguantar a cualquier otro idiota en el mundo. ¿Por qué pensaba que el ser gay cambiaría la forma en la que los demás lo veían? Si alguien lo hacía era un imbécil.

Afortunadamente él no era un imbécil, porque Kirishima era Kirishima, y el que fuera gay no cambiaría nada.

La luz del sol jamás le había parecido tan molesta como lo hacía ese día.

Se maldijo por no haber cerrado las cortinas la noche anterior, pero, ¿quién lo iba a culpar? El camino hacia la mampara estaba cubierto de cosas en el suelo, todas tiradas por él. Su habitación estaba hecha un desastre, pero el ánimo no le daba ni para recoger el saco de arena y hacer ejercicio.

Lo bueno de esa habitación, viendo lo positivo, era que el sol llegaba de tan solo un lado por lo que fácilmente podía darse media vuelta y continuar durmiendo. Y así, ya cuando logró que sus agotados músculos se relajaran para volver a descansar, el abrupto e incesante golpeteo en su puerta le hizo fruncir el entrecejo de golpe.

¿Que acaso no había dejado en claro que quería estar solo?

Pelo de mierda, levanta, que yo no voy a ser el que te explique todo lo de hoy.

El pelirrojo gruñó. De todos, en serio, de todos sus amigos tenía que ser él. Sí, quería a Bakugō, y aunque hubiera aprendido a quererlo con su carácter de mierda y todo, ese día no tenía la energía para lidiar con él ni con nadie. Así que, dispuesto a ignorarlo, se giró boca abajo y siguió intentando volver a dormir, pero otra vez los golpes en su puerta se lo impidieron.

—Por la mierda, Bakugō, ándate —Se quejó.

Kirishima, no puedes quedarte encerrado todo el puto día.

—Ya lo hice ayer, puedo hacerlo hoy otra vez.

Y así dio por terminada esa breve discusión volviendo a cerrar los ojos con la intención de seguir durmiendo.

Por unos momentos pareció que había logrado cumplir su cometido de echar al rubio de allí para poder disfrutar de su soledad. Y así duró el silencio unos minutos, en los cuales estaba logrando caer en los brazos de morfeo.

Entonces otro golpeteo lo hizo abrir los ojos, pero ese fue diferente; más suave y proveniente de la dirección contraria de la puerta: el balcón. Extrañado por ese cambio se giró hacia ese lado, teniendo que entrecerrar con fuerza los ojos debido al radical cambio de iluminación, pero una vez sus pupilas se adaptaron, pudo distinguir una silueta bastante familiar a contraluz del Sol.

Eijirō —Logró escuchar su raposa voz vagamente, acallada por el grueso vidrio de la mampara.

No supo si fue por la forma en que dijo su nombre, ese que escasas veces tenía la oportunidad de oír salir de los labios ajenos, o por la manera en que los bellos y cálidos colores del alba iluminaban el rostro de Katsuki, pero hubo un pequeño momento en el que se le olvidó por completo la razón de su malestar.

¡No podía ser! ¿Por qué de todos tenía que ser él quien lo viera así, en ese estado tan demacrado? Lo hacía querer ser enterrado tres metros bajo tierra y nunca ser sacado de allí.

Suspiró. No tenía más opción que abrirle, porque seguramente le saldría peor si lo ignoraba y decidía no hablar con él; era mejor zanjar el tema de una vez por todas.

La duda era, ¿por qué Bakugō estaba allí? ¿Acaso estaba preocupado por él?

Tomó una larga bocanada de aire, la cual dejó salir no mucho después. Se quitó las sábanas de encima y se puso de pie. Con cuidado, intentó avanzar en el desastre que era el piso de su habitación, de paso haciéndose una nota mental de que debía de ordenar un poco eso a menos que quisiera tropezarse y tener una dolorosa caída.

Cuando llegó al ventanal y lo abrió, se esperó algo un tanto más... ¿brusco? Es decir, tenía asumido que nada tierno o sutil podía venir de parte del rubio, pero tampoco tenía en mente algo como eso: ser saludado con una barrita de cereal estampada contra su cara.

—Necesitas esto para hoy.

—Eh... —El joven la recibió sin quejarse del golpe, y tras inspeccionarla pudo ver que se trataba de su barrita favorita—. Gracias Bakugō, pero no creo que quiera ir hoy —aclaró, su expresión afligiéndose lentamente.

—¿Por qué? ¿Te da miedo que te digan algo esos idiotas?

El pelirrojo se sorprendió ante las palabras ajenas y abrió la boca dispuesto a negar lo dicho por el mayor, sin embargo no se vio capaz de hacerlo; después de todo era la verdad. Así que prefirió bajar la mirada y asentir lentamente, temeroso. Oyó al rubio chasquear la lengua y seguido sintió cómo le dio un golpe en la frente con su dedo, dejándolo algo aturdido.

—Eres más idiota de lo que pensaba —Le dijo, haciéndole fruncir el entrecejo; no estaba de ánimo para sus insultos.

—Gracias por el ánimo, de verdad —Le respondió, sarcástico.

—No, imbécil, hablo de que ¿en serio te importa tanto lo que vayan a pensar de ti por eso, porque te gustan los hombres?

Kirishima sintió su corazón dar un brinco al oír a Katsuki decirlo como si nada, a lo que por mero reflejo atinó a desviar la mirada. Era como si le diera vergüenza que lo mencionara.

—Bakugō, no lo entiendes-

—No, de verdad no lo entiendo ni un carajo, así que sería bueno que me lo expliques porque hasta donde tengo entendido que seas gay no te cambia en nada. Mierda, Kirishima, de verdad que tanto spray para el cabello te está poniendo más tonto —murmuró eso último más para él mismo que dirigido hacia el nombrado, quien lo miraba atónito ante sus palabras.

¿Bakugō estaba tratando de consolarlo? ¿Iba en serio?

—¿Qué quieres decir? —cuestionó, pensando que quizá solo se estaba confundiendo y ya.

—¿En serio no entiendes? —El más alto lo miró con mala gana, poniendo los ojos en blanco al notar por la cara de confusión del pelirrojo que de verdad el pobre no entendía—. Mira, lo que trato de decirte es que ¡no te debe importar ni un carajo lo que vayan a pensar de ti! Ya te he dicho que eres fuerte, y ser gay no te volverá débil ni te hará ser un peor héroe en el futuro, nada de eso sucederá. Sigues siendo uno de los mejores de toda la preparatoria, y si algún idiota, quién sea, te trata de tirar para abajo solo porque te gustan los hombres, pues el idiota en realidad estás siendo tú al hacerles caso y no patearles el trasero por hablar estupideces.

Bakugō terminó su sermón cruzándose de brazos y mirando al chico frente suyo con su usual mirada apática y amargada, como si estuviera tratando de ocultar el hecho de que acababa de darle una charla motivadora al pelirrojo... o algo así. En verdad a Kirishima no le importaba qué diablos fue eso, porque lo que sea que haya sido logró subirle el ánimo de golpe.

Dudó un poco, pero finalmente cedió ante su impulso y se abalanzó sobre el rubio para estrecharlo entre sus brazos, tomando por sorpresa al contrario. Si hubiera sido una situación cualquiera en un día cualquiera, Bakugō lo hubiera apartado de inmediato aparte de darle su buen golpe e insulto. Sin embargo esa no era una situación cualquiera, claro que no.

No le dijo nada, pero tampoco se movió ni correspondió el abrazo... en un inicio. En realidad no tenía planeado hacerlo, no hasta que sintió al pelirrojo comenzar a sollozar. No era muy bueno sabiendo qué hacer en situaciones así, por lo que su primera reacción fue abrazar al contrario de vuelta, aunque lo hizo de forma tiesa y medio extraña.

—¿Y ahora por qué estás llorando? —preguntó intentando no sonar tan agresivo como de costumbre. ¡Y es que no entendía! Se supone que le dijo todo eso para hacerlo sentir mejor, no para hacerlo llorar.

—Nada malo, tranquilo... —respondió con voz débil Eijirō—. Es que, no sé, supongo que necesitaba sacarme ese último peso de mi pecho. Digo, después de todo lo que me has dicho dudo volver a llorar —aclaró soltando una pequeña risa que pareció más un sollozo.

—¿O sea que te sientes mejor? —cuestionó volviendo a su faceta habitual, haciendo reír nuevamente a su amigo.

—Sí. Después de todo, tienes razón. Todo lo que dijiste...

—Entonces sí crees que eres uno de los más fuertes de esta Preparatoria —afirmó el chico de ojos escarlata con un deje socarrón, haciendo sonrojar levemente al otro.

—Si lo dices tú, entonces supongo que sí —contestó algo cohibido. Si Bakugō no se lo volvía a mencionar seguramente lo hubiera dejado pasar y ya—. Dudo que le digas eso a otras personas, conociéndote... —Eso hizo chasquear la lengua al mayor, haciéndolo desviar la mirada mientras él reía—. No, pero en serio, gracias. Siempre me he preocupado mucho por lo que vayan a pensar los demás de mí no solo respecto a este tema si no que en general —Entonces su expresión cambió a una de determinación, sonriendo con confianza y dando un leve golpe a su palma con su puño contrario—. ¡Pero ya no más! Que piensen lo que se les dé la gana, eso no me impedirá ser el héroe que quiero ser.

Y así Kirishima continuó balbuceando cosas de ese tipo, motivándose a sí mismo mientras avanzaba en el desorden de su habitación a buscar su uniforme, dejando a su compañero en el balcón a su espera para irse una vez el pelirrojo estuviera listo.

—Además, si faltabas hoy te ibas a perder matemáticas e historia, y te va del asco en esas materias —interrumpió Katsuki al contrario, quien giró a mirarlo un poco ofendido.

—No me va tan mal —defendió su mala reputación académica Eijirō, seguido soltando una pequeña risita porque ni él se creía eso—. Okay, quizá historia sí me cuesta algo más que las otras asignaturas.

—Cómo digas, te espero afuera —Bakugō dio por terminada la conversación, dándose media vuelta para volver a su propio balcón y salir al pasillo por su habitación.

¿Por qué no salió por la de Kirishima? Lo pensó, pero tropezarse no estaba en su lista de "cosas que hacer por la mañana antes de ir a clases". Y no, en realidad no tenía una lista.

Una vez Kirishima estuvo vestido con su uniforme, tomó su mochila —la cual verificó que tuviese todo lo necesario— y salió de su cuarto, sonriendo al ver a Bakugō.

Quizá el rubio no tuviese la mejor fama de "amable", pero para Eijirō, él no necesitaba ser sutil o decirle las cosas con un tono de voz amistoso, porque al cabo de unos meses aprendió a leerlo; a entender las cosas que quería decir detrás de esa faceta ruda y todos esos insultos.

Lo miró mientras avanzaban al ascensor y sonrió: si no hubiera sido por lo que Bakugō le dijo, seguramente seguiría en su habitación, deprimido. Estaba algo nervioso por ver a sus compañeros otra vez, pero sabía que con Bakugō a su lado tendría la confianza necesaria para enfrentarlos.

—¿Tengo algo en la cara? —preguntó Katsuki al notar al pelirrojo sonriendo como idiota mientras lo observaba.

—No, solo tus ojos, tu nariz, tu boca, tus cejas... —enumeró el pelirrojo haciéndose el gracioso.

—Para qué pregunto... —murmuró Bakugō mientras ingresaban al ascensor.

—Por cierto, Bakugō, hoy hueles bien —volvió Eijirō a interrumpir el tan deseado silencio que el nombrado buscaba. Aunque ya en esos momentos no valía la pena decirle que se calle: sería un desperdicio de saliva porque, conociendo a Kirishima, un día entero sin hablarle a alguien debió haber sido una pequeña tortura.

Además, siendo honesto consigo mismo, oír hablar a Eijirō en realidad no era tan irritante. Al parecer se terminó acostumbrando.

Btw perdonen la demora del capítulo, pero como varios sabrán estoy lidiando con problemas familiares que me tienen bastante afectado. Aún así espero ya poder avanzar en este fanfic sin más problemas. Y disculpen cualquier error, pero he terminado de escribir esto ya quedándome dormido dkxjdj.

Y RECIÉN AHORA ME ACUERDO DE AGREGARLO DKDHDKDK PERO El-boludo-anonimo ME HIZO UN FANART DE ESTE CAPÍTULO Y KDHDKDJD AÚN NO LO SUPERO

por sus comentarios y por sus votos. 💕💕

Continue Reading

You'll Also Like

337K 25.3K 53
Historias del guapo piloto monegasco, Charles Leclerc.
149K 7.3K 99
𓂋 Spanish translations ៸៸ ⊹ 𓈒 ˚ ⸰ 백 합 𝐓𝐮𝐦𝐛𝐥𝐫 ٫٫ ♡⃞ ⟡ ׅ ﹙ Lector masculino ﹚ ♡︭ ✦⠀⠀ᣞ ⬭ Ninguno me pertenece ...
144K 3.8K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
449K 30.3K 72
Boku No Hero Academia Viendo el Futuro: Los estudiantes de la U.A estaban a punto de tener una clase, como todos los días, pero fueron citados no sol...