La Piedra del Matrimonio

By alseidetao

657K 65.2K 11.2K

Para evitar las maquinaciones del Ministerio, Harry debe casarse con el reacio Severus Snape. Pero el matrimo... More

Capítulo 1: La piedra del matrimonio
Capítulo 2: Con Este Anillo
Capítulo 3: Habitantes de la mazmorra
Capítulo 4: Enfrentándose al mundo
Capítulo 5: Marcas oscuras
Capítulo 6: Vivir con Snape
Capítulo 7: Lazos que unen
Capítulo 8: Todos los hombres del Rey
Capítulo 9: La estrella del perro
Capítulo 10: Espadas y flechas
Capítulo 11: Enfrentándose a Gryffindors
Capítulo 12: Emplazando culpas
Capítulo 13: Entendiendo a los hombres lobo
Capítulo 14: Volviendo a la normalidad
Capítulo 15: Modales
Capítulo 16: Conociendo a los cuñados
Capítulo 17: Espinas
Capítulo 18: El corazón del laberinto
Capítulo 19: Vínculos
Capítulo 20: Sinistra
Capítulo 21: Serpientes
Capítulo 22: Familia
Capítulo 23: Lobos
Capítulo 24: Lecciones de Historia
Capítulo 25: Nochebuena
Capítulo 26: Regalos de Navidad
Capítulo 27: Antes de la tormenta
Capítulo 28: Vikingos
Capítulo 29: Entender el deber
Capítulo 30: Persecución
Capítulo 31: Acortando distancias
Capítulo 32: El dolor de crecer
Capítulo 33: Largas historias
Capítulo 34: A dormir
Capítulo 35: Al abismo
Capítulo 36: Cargando la piedra
Capítulo 37: El otro lado
Capítulo 38: Política
Capítulo 39: Honor familiar
Capítulo 40: La locura del lobo
Capítulo 41: Salvaje
Capítulo 42: Caramelos de limón
Capítulo 43: Para eso están los amigos
Capítulo 44: Cierra los ojos
Capítulo 45: Amaestrando al dragón
Capítulo 46: Viendo rojo
Capítulo 47: Cedo
Capítulo 48: El Lobo en la puerta
Capítulo 49: Bailando
Capítulo 50: La materia de los sueños
Capítulo 51: Grandes gestos románticos
Capítulo 52: San Valentín
Capítulo 53: Afecto de cortesía
Capítulo 54: Despertando a Lunático
Capítulo 55: Maniobras legales
Capítulo 56: Peones
Capítulo 57: Obviedades
Capítulo 58: El significado de las cosas
Capítulo 59: Algo maligno
Capítulo 60: La voz del Rey
Capítulo 61: La llamada
Capítulo 63: El corazón sangrante
Capítulo 64: El resto del mundo
Capítulo 65: En la luna
Capítulo 66: Sinestesia
Capítulo 67: Cantos afilados
Capítulo 68: La búsqueda del poder
Capítulo 69: Al final de este camino
Capítulo 70: El precio del valor
Capítulo 71: Lo que importa
Capítulo 72: Yendo hacia delante
Capítulo 73: Así es como el mundo acaba
Capítulo 74: El sol moribundo
Capítulo 75: Valeroso mundo nuevo
Capítulo 76: Los indignos
Capítulo 77: Historia antigua
Capítulo 78: Regresando a casa
Capítulo 79: Solucionando
Capítulo 80: Decisiones y Progreso
Capítulo 81: El amanecer de un nuevo día
Capítulo 82: Echando una mano a las cosas
Capítulo 83: Sorpresas en todas partes
Capítulo 84: Extraños compañeros de cama
Capítulo 85: Borrones
Capítulo 86: Furia
Capítulo 87: Pasiones
Capítulo 88: De vuelta al negocio
Capítulo 89: Idas y Venidas
Capítulo 90: Maniobras Legales II
Capítulo 91: Rosas
Capítulo 92: Educación continua
Capítulo 93: Los recién llegados
Capítulo 94: Experiencias de aprendizaje
Capítulo 95: Encuentros cercanos
Capítulo 96: En desacuerdo
Capítulo 97: Hacer las Paces
Capítulo 98: ¿Quién sabe?
Capítulo 99: La paz se desmorona
Capítulo 100: Comienzan las hostilidades
Capítulo 101: Primeras señales del futuro
Capítulo 102: Lecciones desplegadas
Capítulo 103: El fin de los vampiros
Capítulo 104: Reconocimiento y premonición
Capítulo 105: Verdadera naturaleza
Capítulo 106: Exámenes finales
Capítulo 107: Explicaciones
Capítulo 108: La calma antes de la tormenta
Capítulo 109: Reescribiendo la historia
Capítulo 110: La fuerza del vínculo
Capítulo 111: Magia salvaje
Capítulo 112: Consecuencias del ataque
Capítulo 113: Últimos días de tranquilidad
Capítulo 114: Rudos Despertares
Capítulo 115: Primeras Impresiones
Capítulo 116: Desquitarse
Capítulo 117: Nuevos comienzos
Capítulo 118: Tiempos felices
Capítulo 119: Tiempos de fiesta
Capítulo 120: Favor de Merlín
Capítulo 121: Fin del verano, parte 1
Capítulo 122: Fin del verano, parte 2
Capítulo 123: Una falta cercana
Capítulo 124: Retrasar lo inevitable
Capítulo 125: Las formas de la primera ola
Capítulo 126: Compañeros de cama más extraños
Capítulo 127: Planificación de la Operación Castillo Mágico
Capítulo 128: Revelaciones
Capítulo 129: La primera ola se rompe
Capítulo 130: Limpiando
Capítulo 131: Padrinos
Capítulo 132: Percepciones erróneas
Capítulo 133: Zona de conflicto
Capítulo 134: Visitantes
Capítulo 135: Pez fuera del agua
Capítulo 136: La segunda ola
Capítulo 137: La batalla de Hogsmeade
Capítulo 138: Algunas explicaciones que hacer
Capítulo 139: Decir adios
Capítulo 140: Faltas de comunicación
Capítulo 141: Las formas de la tercera ola
Capítulo 142: El Campeón del Rey
Capítulo 143: La batalla de Hogwarts
Capítulo 144: La gratitud del rey
Capítulo 145: Los Comienzos del Rey
Capítulo 146: La Vida del Rey

Capítulo 62: Stonehenge

4.6K 546 59
By alseidetao


Durante el día, Stonehenge solía estar ocupado por un continuo ir y venir de grupos de turistas procedentes de todo el mundo. Pero aquella noche el lugar estaba vacío de muggles, las vastas praderas y enormes setos que moteaban el paisaje estaban silenciosas salvo por el sonido del viento. La autopista cercana estaba inusualmente vacía, y aquellos que conducían por ella ni miraban hacia el antiguo monumento. El parquin estaba vacío y su guarda de noche dormía.

Sin embargo, lo más sorprendente para Harry fue el propio monumento. Había visto fotos de Stonehenge, pero lo que ahora veía no se parecía en nada a la imagen mental que había tenido hasta ahora. Aquello no era la antigua ruina que aparecía en las fotos: lo mismo que Hogwarts, para los muggles no parecía ser más que ruinas, pero para Harry estaba entero, cada piedra en su sitio, fuerte y erguida. La barrera de cuerda que rodeaba el monumento había desaparecido, y la zanja que bordeaba el círculo contenía numerosas antorchas que iluminaban fieramente las piedras con su luz danzante.

Harry se dirigió inmediatamente hacia la piedra capital, donde el banco de arena se abría, como indicando la entrada al círculo. Dio un paso hacia allí, para encontrarse con que Dumbledore iba en la dirección contraria. Otros magos y brujas estaban llegando y posicionándose en distintos puntos del círculo. Cuando Harry miró a Dumbledore, dubitativo, el anciano le sonrió:

–Ve, hijo –le indicó– Cada uno de nosotros debe asumir el lugar que le corresponde.

Harry sintió una repentina melancolía al comprender que iba a estar solo: su lugar era distinto al de Dumbledore y, a partir de este punto, no tendría a nadie a su lado. Dumbledore alargó la mano para aferrar brevemente la suya:

–No sé lo que aprenderás esta noche, Harry –dijo con calma, con ojos más iluminados que de costumbre– pero no estás solo, no de verdad. Aquellos que te quieren siempre están contigo. No lo olvides.

Harry devolvió el apretón de manos y asintió antes de volverse. La campana cada vez sonaba con más fuerza, y la entrada le llamaba poderosamente.

La distancia era mayor de lo que había supuesto, la circunferencia del círculo externo más amplia de lo que parecía a simple vista. El círculo de piedras en sí era mucho menor. A la luz oscilante de las antorchas pudo ver hombres y mujeres que se situaban a lo largo del perímetro, bien iluminados y con miradas sorprendidas y admiradas. El viento les revolvía las ropas y el pelo. Harry se preguntaba qué debía hacer allí. Dumbledore creía que debía aprender algo...

Mientras caminaba su mirada se deslizó hacia la sombra del seto cercano a la carretera muggle. Se estremeció al mirarlo, y se le ocurrió repentinamente que, aunque aquel era un lugar de poder, también era un lugar de muerte. En el cielo nocturno se dibujaron las siluetas de dos cuervos volando en círculos, y se volvió a preguntar cómo había llegado hasta esta situación.

Para ojos de un muggle, el camino a la piedra principal no era más que una débil señal en el suelo, una depresión apenas visible. Para Harry era un camino claramente marcado, delimitado por piedras blancas. En el instante en que puso el pie en él, sintió un escalofrío y una energía que recorría su cuerpo. Por un instante vio brillantes líneas de poder que irradiaban en todas direcciones desde el centro del monumento, como una ardiente telaraña que se extendiera sobre el mundo entero.

Se estremeció y cerró mejor su abrigo. El aire corría frío, el olor del césped y de la humedad de la lluvia aún distante le rodeaban. El cielo estaba lleno de brillantes estrellas, sin iluminación muggle que las empañara. Las erguidas piedras eran sombras a la luz de la luna, y el fuego parecía bailar en sus superficies.

Había soñado con esto, con aquellas líneas de poder. Ahora las sentía en los huesos y captaba por primera vez que no se limitaban a cruzar Inglaterra, sino que se extendían por toda la Tierra, interconectándolo todo. Por un segundo se sintió ligado a todo lo existente, a lo pasado y a lo presente, todo unificado por la magia. ¿Era esto lo que debía descubrir...?

Se quedó ahí de pie, a la sombra de la piedra capitular, y contempló las piedras que había a su alrededor. A derecha e izquierda había magos y brujas, de pie a lo largo de la zanja, en silencio, mirándole, esperando en un inmenso círculo.

Ahora pudo sentir, además del poder que fluía por la tierra, algo nuevo: la mitad derecha del círculo era muy distinta a la mitad izquierda. Trató de clasificar aquellas sensaciones como bien y mal: los de la derecha eran buenos, los de la izquierda malvados. Se encontró mirando hacia el lado izquierdo. Había algo extraño. Mientras que la parte derecha estaba prácticamente llena, con varios cientos de magos presentes y muy pocos espacios vacíos, la sección izquierda parecía llena de huecos, y sólo unos pocos esperaban allí.

¿Habrían rehusado venir? En el centro del semicírculo pudo sentir una figura oscura. Se estremeció: Voldemort estaba allí, esperándole... pero por algún extraño motivo había venido solo. ¿Es que había tan pocos magos oscuros en el mundo que no había más que hubiesen escuchado la llamada...? Y, sin embargo, aquella mitad del círculo no parecía vacía. Al contrario, irradiaba tanto poder como el lado derecho.

Harry frunció el ceño, confuso. Había algo que no comprendía. Miró hacia la derecha, donde había tantos magos bondadosos... y le pareció que aquella definición no era correcta tampoco. ¿Realmente podía clasificar aquel tipo de poder como "bueno"? Diferente sí, pero ¿era realmente bueno? La confusión le invadía.

Y entonces la campana dejó de tañer y quedó en silencio. Harry sintió que el mundo contenía el aliento. La llamada había finalizado, y aquellos que debían venir ya estaban allí. Le esperaban. Comprendió por fin que debía caminar por toda la longitud del círculo y enfrentarse a todos aquellos que habían respondido a la convocatoria, juzgar y ser juzgado por ellos.

No había poder sobre la tierra que hubiese forzado a Harry a empezar por el lado izquierdo, así que se volvió hacia la derecha y empezó a caminar, comenzando el largo recorrido para aprender lo que fuese que debía comprender allí.

No conocía al primer hombre que se encontró, un anciano cuyos ojos se habían apagado con los años, quedando blancos; pero en el momento en que se detuvo frente a él, Harry sintió su poder. Anciano y fuerte, aquel mago era un miembro de la elite del mundo mágico pese a su ceguera. Sonrió a Harry y le dijo su nombre. Harry continuó hacia el siguiente puesto.

Uno a uno, Harry fue saludando a los magos y brujas que le esperaban. Bastaron unos pocos para comprender quiénes habían sido convocados: así como los estudiantes de Hogwarts eran los más poderosos entre los de su generación en Inglaterra, aquella gente eran los magos y brujas más fuertes del mundo. Todos los presentes eran como Dumbledore, tanto los jóvenes como los ancianos: todos irradiaban una energía fortísima que el mago común no podría ni llegar a imaginarse. Venían de todas partes del mundo. Más de uno apenas hablaba inglés y tuvo dificultades para presentarse y decir de dónde procedía.

Harry había tenido razón al dudar de su bondad intrínseca: más de uno tenía una mirada que dejó a Harry incómodo, incluso desconfiado. Tal vez sería mejor clasificarlos como magos luminosos, pensó... pero luminoso no significaba automáticamente "bueno".

Tampoco resultaron todos ser desconocidos: reconoció a Nicholas Flamel en cuanto lo tuvo delante, ya que era igual a como salía en su cromo de las ranas de chocolate. Flamel le dio la mano sonriente a Harry mientras se presentaba.

–Lamento mucho todos los problemas que te dio mi piedra, querido muchacho –se disculpó– Si hubiese sabido la de líos que iba a causar, la habría destruido hace siglos.

Harry le aseguró que no le daba importancia ya al tema, y que desde luego no le guardaba rencor por ello.

También se encontró con el señor Ollivander, que le dedicó una misteriosa sonrisa:

– ¿No dije yo que podíamos esperar grandes cosas de usted, señor Potter? –parecía extremadamente satisfecho consigo mismo ante aquella confirmación de sus palabras.

Sonrió al reconocer a la abuela de Neville, Augusta Longbottom. Su estima por el torpe Gryffindor subió exponencialmente: al parecer Neville venía de una familia poderosa. Quizás algún día superara sus inseguridades y demostrara de todo lo que era capaz. La anciana saludó a Harry con una sonrisa de aprobación, y asintió satisfecha.

–Lo harás bien –decidió, y Harry no pudo menos que sentirse agradecido por su actitud.

Dumbledore estaba en el centro exacto del semicírculo, y ahora que Harry podía sentir el nivel de poder de los demás comprendió el lugar que el Director de Hogwarts ocupaba en el mundo: no había nadie más poderoso que el anciano, y también tuvo la sensación de que no había nadie más bondadoso tampoco. Dudó un segundo antes de acercarse a él, y miró brevemente a su espalda, a través del círculo, donde la oscuridad aguardaba. Voldemort estaba situado exactamente en el punto diametralmente opuesto al de Dumbledore, si contrario en todo. Harry se estremeció al darse cuenta de ello.

–Él y yo no somos iguales, hijo –le dijo Dumbledore al ver en qué dirección miraba.

–Deberíais serlo –protestó Harry, pero Dumbledore negó con la cabeza, al tiempo que decía:

–Lo entenderás cuando llegues al otro lado.

Harry volvió a estremecerse ante la idea. No deseaba llegar al lado contrario: parecía una locura ponerse directamente ante Voldemort. Incluso los magos y brujas allí presentes, que eran los más poderosos del mundo, miraban hacia la otra mitad de la circunferencia con nerviosa alarma. Pero Dumbledore sonrió tranquilizador:

–Esta noche no habrá violencia –le recordó– La magia que nos ha llamado a este lugar es antigua y poderosa, y no permitirá que estas piedras sean profanadas.

Harry asintió, no del todo convencido, y reanudó su camino para completar la última parte del semicírculo de magos luminosos. Reconoció a algunos más por su nombre: muchos aparecían en los cromos de las ranas de chocolate. Le pareció curioso y hasta divertido que algo tan aparentemente banal fuese en realidad la lista de celebridades del mundo mágico.

Una bruja en particular le llamó la atención poderosamente, una muchacha que no debía tener más de quince años. Era increíblemente hermosa, con cabello de ébano y una piel color mocca que no era común en Inglaterra. Sus ojos eran verdes, de un color mucho más claro que el del propio Harry, y estaban iluminados por el deleite cuando se detuvo ante ella. La chica portaba un pesado collar muy ornamentado, hecho de oro, lapislázuli y otras gemas, del que colgaba un ankh de tamaño considerable, de oro puro. Comprendió de inmediato que aquella era la actual Faraona de Egipto, Nitocris. Ella sonrió y tomó la mano de él brevemente entre las suyas.

–Debo darte las gracias, Harry Potter –le dijo, asombrándole.

– ¿Darme las gracias? –Harry frunció ligeramente el ceño, atónito. Harry sabía que había rumores sobre los dos, pero no tenía ni idea de cómo se habían iniciado. Ni siquiera la había visto hasta ahora; se habría acordado de ello. Ella le dedicó una sonrisa enigmática. Harry vio un brillo acerado y ardiente en su mirada.

–Soy el legítimo Faraón de Egipto, pero cuando mi padre murió mis tíos asumieron el mando. Son ellos los que gobiernan, no yo. Por el hecho de ser mujer me dijeron que no era lo bastante poderosa como para dirigir nuestro país, que nadie me escucharía –miró hacia el círculo de magos y brujas presentes– pero miro a mí alrededor ahora, y no les veo. Ni mis tíos ni sus hombres están aquí, sólo yo. Sólo yo fui convocada, sólo yo tenía el poder para escuchar la llamada. Me has mostrado mi lugar por derecho en el mundo. Mañana las cosas cambiarán en Egipto. Por ello, tienes mi gratitud.

Al oír sus palabras Harry comprendió que aquella reunión no se trataba sólo de él, ni de su lugar en el mundo: aquello les afectaba a todos, les hacía percatarse de en qué lugar de la jerarquía de poder estaban, y las responsabilidades que ello conllevaba. Había líderes, señores de la guerra y gobernantes, lo mismo que sanadores, profesores y maestros de distintas artes. Aquel instante les cambiaría la vida para siempre, ya fuese de forma sutil o de forma abrupta, como parecía que había ocurrido con la joven faraona.

Harry continuó, nervioso, acercándose al final del semicírculo. Respiró hondo antes de ir hacia el primer miembro de la mitad oscura, y se encontró mirando a los ojos rojos de un vampiro. Harry se tensó bruscamente, sorprendido, dispuesto a luchar o huir. Cuando el hombre le sonrió lentamente, pudo ver sus afilados colmillos.

–No puedo menos que preguntarme si el cambio que se avecina ayudará o destruirá a mi gente –dijo la criatura.

– ¿Cambio...? –Harry frunció el ceño. El vampiro no hizo gesto de ir atacarle, y aunque su poder daba una sensación muy distinta a nada que él conociera, no se sintió amenazado.

–Un suceso como éste sugiere que se avecinan grandes cambios, cambios que pueden cambiar el mundo tal y como lo conocemos –respondió el vampiro– Algunas personas piensan que este acontecimiento marca el final del mundo... o quizás un principio –miró brevemente hacia la figura oscura que esperaba en el centro de su semicírculo– He intentado siempre mantener a los míos lejos del conflicto, pero puede que no consiga mantenerme neutral más tiempo.

La sorpresa recorrió a Harry cuando comprendió las implicaciones de las palabras de la criatura. Aquel era un vampiro, y malvado, según las historias que siempre había escuchado de su raza. Y sin embargo acababa de informar a Harry que hasta la fecha, había sido neutral, lo mismo que los suyos.

– ¿Qué bando escogerás? –le preguntó Harry. Los ojos del vampiro relucieron a la luz de las antorchas.

–Supongo que eso depende de lo que cada bando exija de nosotros.

Aquellas palabras sugerían mucho. Harry tomó una decisión que esperaba que fuese la correcta. En aquellos instantes, sin nadie para aconsejarle, sólo podía confiar en su propio instinto.

–No exigiré de vosotros nada que no me deis libremente –sabía que su oferta era mucho mejor que la que Voldemort haría jamás. El vampiro inclinó la cabeza.

–Lo tendré en cuenta, Harry Potter.

Harry continuó su camino, ansioso. El siguiente lugar estaba vacío, y sin embargo, cuando se detuvo delante de él, notó que había algo allí, una presencia, un poder, aunque ningún hombre o mujer ocupara la plaza. En realidad, no estaba vacío, sino simplemente desocupado. Había algo que utilizaba la energía que había allí, algo que aprisionaba aquel poder. Había sentido algo parecido en los pocos lugares vacíos que había encontrado en la otra mitad del círculo.

Al continuar se encontró cara a cara con su padrino. Sirius Black le sonrió.

– ¡Sirius! –exclamó Harry, sintiéndose desubicado por un momento. Sirius se encogió de hombros, con aspecto conciliador.

–Oí la campana antes, cuando Dumbledore la mencionó en su despacho. No sabía qué significaba. Ahora mismo no sé qué hago en este lado –miró alarmado hacia la sombra que aguardaba en el centro, y sus ojos se oscurecieron por la rabia– Es él, ¿verdad? El asesino de James y Lily... –se volvió hacia Harry, y su mirada de repente reflejó una expresión dolorida. Por un segundo, le recordó al hombre que Harry había conocido en su tercer año: roto y deshecho tras años en Azkaban– ¿Qué hago en este bando, Harry? -susurró con miedo.

Harry alargó las manos para tomar las de su padrino, que estaban frías. Podía notar cómo fluía el poder de ellas. Sirius siempre había sido muy fuerte, y se había hecho más y más poderoso a medida que se recuperaba de los daños infligidos por Azkaban, año tras año. Pudo sentir que el vínculo que había formado con Remus había fortalecido su magia aún más, pero también entendía ahora qué había querido decir Draco cuando había dicho que los Black eran una familia oscura: la magia del otro bando era Intelecto y Orden, mientras que la magia de este lado era Emoción y Caos. Eso no implicaba que fuese bueno o malo... pero si alguien personificaba la emoción y el caos, ése era Sirius Black.

–No eres malvado, Sirius –le aseguró Harry, sonriéndole– No pienses ni por un momento que en el otro bando no había ningún mal. Vi mucho. Me alegra que eso se equilibre con un poco de bien en éste lado.

–Bueno... –Sirius sonrió, dubitativo– supongo que, siendo optimistas, podemos estar contentos de que haya tan poca gente a este lado. –Harry asintió y miró con gesto de incertidumbre a los puestos desocupados. No había nadie en ellos, pero tampoco estaban completamente vacíos. Sin embargo, no respondió a su padrino. Sirius le cogió de las manos antes de que se fuera– Ten cuidado –le avisó, lanzando otra mirada hacia el Señor Oscuro en su puesto. No obstante, no hizo gesto de retener a Harry.

El siguiente lugar estaba vacío, y el que seguía también. Harry cada vez estaba más confuso, ya que sentía pulsaciones de poder, como oleadas, que brotaban de aquellos puestos. No deberían haber estado libres: alguien, en algún lugar del mundo, merecía aquellos sitios; hombres y mujeres poderosos deberían haberlos ocupados, y no comprendía a qué se debía su ausencia.

Cuando se detuvo de nuevo frente a otro punto vacío más, llegó una corriente de reconocimiento, y con él una sensación de horror: conocía aquella energía, la conocía muy bien. Miró al lugar libre que debería haber ocupado Lucius Malfoy, y aunque el hombre no estaba allí pudo sentir su firma mágica tan claramente como si hubiese estado delante de él.

La comprensión llegó al fin. Fue hasta el siguiente puesto, y hasta el siguiente, donde reconoció de nuevo la energía mágica. Bellatrix Lestrange hubiese debido estar allí. Los Black habían logrado que dos de sus vástagos fuesen lo suficientemente poderosos como para estar entre la elite del mundo mágico, y sólo había una explicación posible al hecho de que Sirius estuviese allí y Bellatrix no.

Sirius no llevaba la Marca Oscura.

–No –susurró aterrado al saber lo que iba a encontrar, inevitablemente. Dio un paso más hacia el centro del semicírculo y sintió ganas de gritar cuando reconoció la siguiente firma mágica. Ésta la conocía tan bien que prácticamente era adicto a la sensación que le producía. Severus Snape hubiese debido encontrarse allí, pero la Marca en su brazo le impedía venir.

Su mirada se volvió hacia la sombra que le esperaba. Voldemort estaba cubierto por capa y capucha y sus rasgos eran invisibles, pero Harry pudo intuir su diversión. Aquellos lugares no debieran estar vacíos, pero quienes tendrían que ocuparlos eran Mortífagos, y debido a que estaban apresados por la marca, Voldemort ostentaba su poder como propio... incluso el del Mortífago traidor que se había casado con su enemigo.

La mayor parte de aquel semicírculo estaba vacío: había pocos lugares en los que hubiese hombres o mujeres que, por el motivo que fuese, habían rechazado la marca. Pero la mayoría del poder que debería haber en aquella mitad lo tenía exclusivamente Lord Voldemort, lo mismo que el de los pocos lugares vacíos que había en el otro bando. Esas personas también eran Mortífagos.

"No somos iguales", le había dicho Dumbledore. No había querido decir que fuese superior a Voldemort, sino que había tratado de advertir a Harry de lo terriblemente desequilibrada que estaba la balanza de poder. El Señor Oscuro podía utilizar por sí solo el poder colectivo de casi la mitad de los más poderosos hombres y mujeres de todo el mundo. ¿Qué esperanza cabía albergar de derrotarle...?

Se quedó ahí, mirando largamente el lugar que debería haber ocupado su compañero vinculado, preguntándose si Severus sabría lo que estaba pasando. ¿Habría escuchado la campana, y se habría encontrado incapaz de responder a su llamada? ¿Había sabido, en el momento de decidir reparar el daño cometido por su padre, lo que estaba sacrificando al aceptar la Marca Oscura? Aunque... ¿realmente habría algún Mortífago que hubiese comprendido lo que estaba haciendo? No se imaginaba a alguien como Lucius Malfoy dejando pasar la oportunidad de tomar su lugar por derecho en aquel círculo...

Comprendió que no tenía sentido evitar la confrontación final y siguió adelante. Ahora entendía lo que aquella situación le tenía que mostrar, pero no veía cómo podía ayudarle en nada. Al contrario, parecía demostrar la poca esperanza que tenía de vencer, lo mucho que Voldemort le superaba en todo...

Se detuvo frente a él, envueltos ambos en las sombras de Stonehenge. Por una vez, su cicatriz no ardió al encontrarse con el otro hombre. Pese al peligro, se sintió extrañamente calmado, como si estuviese atontado por tantas sorpresas.

–Hola, Tom –saludó, rehusando utilizar el título que el otro se había inventado para sí mismo.

–Hola, Harry –respondió Voldemort. Una risilla siseante emanó de la capucha. Harry no podía ver el rostro del otro hombre, pero sospechaba que era mejor así– Veo que entiendes por fin cuál es mi posición en el mundo.

–Lo que has hecho está mal, es una abominación. Es antinatural –dijo Harry, estremeciéndose. Oscuros o no, malvados o no, los magos y brujas ausentes pertenecían a aquel lugar, y alejarlos de él iba contra la más antigua de las magias.

–Lo que he hecho traerá la paz a este mundo –le explicó Voldemort– Cuando haya acabado no habrá más guerras ni conflictos. Yo gobernaré y todo será como debería haber sido siempre: un paraíso eterno e inmortal.

–No eres capaz de crear paz –repuso Harry, negando con la cabeza– Lo que has hecho hoy... la criatura...

–Un mal necesario –Voldemort se encogió de hombros– Esas muertes no tienen importancia. Mi plan ya está en marcha, y tú no puedes detenerlo.

Era exactamente lo que Harry sospechaba: la criatura que había aparecido en el campo de Quidditch no formaba parte de un ataque. Toda aquella violencia y dolor no eran más que un efecto secundario de otro plan más grande, de algo terrible que Voldemort tenía en mente. Aquel incidente no había sido más que una parte de ello.

– ¿Crees que te darán un nuevo título? –Preguntó Voldemort repentinamente– ¿Algún otro nombre ridículo, como Rey Harry? ¿Crees que te coronarán y te darán un trono? ¿Sabes lo que le hacen a sus reyes los del otro bando, Harry...? Los sacrifican. Aquí estás, el último de una larga línea de reyes que se remontan al amanecer de la civilización. Y todos ellos fueron sacrificados, para detener una guerra, o una plaga, o el hambre, o inundaciones... Por algún motivo ellos parecen creer que asesinar a su rey les traerá algo bueno.

Harry empezó a temblar de miedo, ya que tenía la extraña sensación de que Voldemort, en este caso, no mentía.

–Los queman vivos, Harry –continuó Voldemort– O los tienden sobre esa mesa de piedra y les arrancan el corazón –señaló el centro del monumento– O quizás se pongan tradicionales y simplemente te cuelguen de un árbol...

La misma sensación de familiaridad que le había asaltado a Harry ante las líneas de poder volvió a él ante aquella imagen. Ya había colgado de aquel árbol en sus sueños. Había sido una imagen recurrente. ¿Era ése su futuro, morir sacrificado? ¿O Voldemort estaba simplemente utilizando sus pesadillas para utilizarlas contra él?

–No vas a ganar –susurró, rehusando rendirse a sus miedos. Voldemort se río de él.

–Claro que ganaré –le aseguró– He descubierto un secreto, ¿sabes? Una cosilla terrible e impresionante, algo muy importante. Gracias a esto, acabaré con esta guerra, y ni tú, ni Dumbledore, ni tú alegre cuadrilla de camaradas me podéis detener.

–Te detendré, Tom –prometió– aunque tenga que...

– ¿Aunque mueras en el intento? –le interrumpió Voldemort. Volvió a reírse– Harry, ¿todavía no te has dado cuenta...? Ya estás muerto, simplemente aún no has dejado de sangrar...

Harry retrocedió, sin querer escuchar más. No podía enfrentarse a aquello, no podía aceptarlo. No quería morir, pero lo haría voluntariamente si pudiese salvar con ello a aquellos que amaba. Pero quería alguna seguridad de que triunfaría, de que ese sacrificio serviría para algo. ¿Cómo podía aceptar que podía perder y condenar a los que amaba, al mundo entero, ante la locura de aquel ser?

No tardó mucho en finalizar el recorrido: había pocas plazas ocupadas en el último cuarto del anillo, sólo unos pocos hombres y mujeres que no habían escogido partido todavía. Una bruja, que no era intrínsecamente malvada, le confesó que hasta hacía unos meses Voldemort había estado intentando reclutarla de forma insistente. Luego había perdido el interés por ella de golpe y la había dejado en paz. Harry supuso que, fuese cual fuese el secreto que Voldemort había descubierto, le hacía creer que no requería más ayuda de nadie. Ya había adquirido cuanto poder necesitaba.

Una vez Harry hubo completado el recorrido y se detuvo de nuevo en el camino del principio, la compulsión que los mantenía a todos en su sitio desapareció. Al instante los magos y brujas rompieron la formación y fueron hacia él, y Harry, reconociendo a Dumbledore y Sirius entre otros, se dio cuenta de que aquella gente venía a protegerle. Le cubrieron por todos lados, con las varitas en la mano. Le emocionó ver a Augusta Longbottone, a Ollivander y a Nicolás Flamel en aquel grupo. Pero en el extremo más alejado del círculo, Voldemort no hizo ademán de acercarse; al contrario, simplemente se rió y les dio la espalda, desapareciendo y dejándoles atrás. No le interesaba enfrentarse a ellos. El secreto que sólo él conocía le llenaba de confianza y no sentía necesidad de alterar sus planes.

–Llévale de vuelta a Hogwarts, Albus –urgió Nicolás Flamel. Los demás se hicieron eco de su petición. Harry notó que Sirius le envolvía en sus brazos, apretándole contra él, y se sintió agradecido por aquel apoyo. Temía las preguntas que muy pronto tendría que afrontar.

–Vamos, Harry –le dijo Dumbledore, y entre él y Sirius le devolvieron al castillo donde esperaba que, al menos por un breve tiempo, podría descansar.        

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Feliz año nuevo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! :3 

Continue Reading

You'll Also Like

142K 13K 41
El es luz y el oscuridad...... Dos corazones ...... Un mismo enemigo ........ HP y TR.
570K 90.2K 36
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
629K 59.2K 54
Hannibal dió una, revisión a su obra, le faltaba la mujer y el niño, pero casi estaba lista, ella temblaba de terror y no se desmayaba solo por la fu...
1.3K 97 5
Harry cansado de su "familia" de como hacen que el trabaje en lugares oscuros muggles desde que tiene uso de razon ahora solo se vende para sobreviv...