La Piedra del Matrimonio

Capítulo 146: La Vida del Rey

El secretario de los Potter-Snape estaba listo para arrancarse el cabello, y Dios sabe, para empezar, que no tenía tanto cabello. Martin Marchelle era un hombre alto y delgado al que no le quedaba mucho cabello rubio rojizo en la cabeza. Había sido secretario privado de todo tipo de políticos, funcionarios electos y élites sociales durante su larga carrera, pero este era su trabajo más prestigioso y frustrante hasta el momento. La mayoría de la gente necesitaba sus servicios para gestionar vidas sociales activas. Era conocido por guiar a las personas a través de las complejidades de entrar y luego abrirse camino en la sociedad y en el manejo de los complejos calendarios sociales que siguieron. Encontró que la tarea de ser secretario privado de dos caballeros que aparentemente querían el menor contacto social posible era extremadamente frustrante. Nunca había tenido que decir "no" de tantas maneras a tanta gente.

Al menos una vez que los Lords Potter y Snape dejaron Hogwarts y regresaron a residir en la Mansión Snape, esperaba que las cosas mejoraran, pero no parecía estar funcionando de esa manera. Finalmente había buscado una entrevista con Lord Snape, el que lo había contratado.

–Lamento mucho tomar su tiempo –comenzó, con la intención de presentar su renuncia– Lord Snape, he estado pensando en cómo encaja el papel de secretario en el tipo de vida que usted y Lord Potter parecen tener la intención de vivir, el tipo de compromisos sociales a los que quieren asistir. Me temo que simplemente no veo que estoy agregando algo a sus vidas con el trabajo que estoy manejando para ustedes.

El Sr. Marchelle hizo una pausa más por efecto antes de continuar, planeando sacar la carta de renuncia que había escrito de su bolsillo y eso sería todo. Se sorprendió un poco cuando Lord Snape respondió de inmediato.

–Marchelle, eso está a punto de cambiar. Tenemos trabajo que hacer, y el Sr. Potter necesita interacción con los demás. El aislamiento ha llegado a su fin.

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Harry y Severus habían residido en la Mansión Snape por poco más de un mes cuando Severus comenzó a preocuparse por Harry. Se estaba volviendo callado y malhumorado. Se levantaba por la mañana y comía, pero comía con indiferencia. Pasaba una o dos horas trabajando en la traducción de varios documentos en pársel y luego anunciaba que le estaba dando dolor de cabeza. Lo más revelador: no había iniciado contacto físico ni una sola vez con Severus.

Varios días antes de su conversación con Marchelle, mientras estaba acostado al lado de Harry en la cama, Severus extendió la mano para acariciarle el brazo. Ese gesto normalmente obtenía una respuesta de su compañero y, a menudo, conducía a un contacto mucho más íntimo. Esa noche, Harry fingió estar dormido. Esto no era propio de Harry, en absoluto. A la mañana siguiente trató de hablar con Harry sobre esto, pero fue rechazado.

–No pasa nada, Severus –murmuró Harry– Estaba muy cansado anoche, y debo haberme quedado dormido.

–No, no creo eso –protestó Severus. Hizo una mueca cuando Harry simplemente se encogió de hombros.

–Necesitamos abordar cualquier cosa que esté mal, porque esto no puede continuar. Te ves miserable, no eres tú mismo. ¿Qué puedo hacer? No puedo ignorar esto, sea lo que sea.

–Severus, si no sé lo que está mal, ¿Cómo vas a hacer algo? –fue todo lo que Harry pudo pensar para responder.

Severus ya había hecho algunas investigaciones discretas por su cuenta (lo último que necesitaban era la publicidad de una visita a un sanador mental de San Mungo) y ahora opinaba que su compañero estaba aburrido y posiblemente deprimido.

Eso llevó a la cuestión de por qué Harry estaba aburrido. ¿Qué le faltaba a su vida? Severus estaba contento con la vida que se perfilaba para ellos en la Mansión Snape, mucho tiempo solo para dedicarse a sus intereses en la elaboración de pociones y la investigación. Pero Harry era un Gryffindor. Él personalmente podría ser tímido e incómodo con personas que no conocía, pero necesitaba contacto social.