LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)

By JamesA_L

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Esa bestia había terminado con todo lo que la niña quería, había destrozado y acabado con su inocencia y se h... More

DEDICATORIA
SINOPSIS
EPÍRAFE
ACLARACIONES
MAPA DE TIERRAS SANTAS
EL CUENTO DEL SOL QUE NUNCA SE CONTÓ
CAPÍTULO UNO: HABÍA UNA VEZ
CAPÍTULO DOS: CAPERUCITA ROJA
CAPÍTULO TRES: ¡LARGA VIDA PARA EL LIDER!
CAPÍTULO CUATRO: UN PASADO ROJO, UN PRESENTE FRÍO
CAPÍTULO CINCO: UN GRITO A LA LUNA
CAPÍTULO SEIS: LAS GARRAS DE UN LIDER
CAPÍTULO SIETE: UNA CAZADORA OLVIDADA
CAPÍTULO OCHO: LO QUE EL VIENTO CALLA
CAPÍTULO NUEVE: QUIEN TIENE MIEDO
CAPÍTULO DIEZ: ALIANZA
DATOS IMPORTANTES:
CAPÍTULO ONCE: SOY HIJA DE GARIOT
CAPÍTULO DOCE: RUMPELSTILSKIN Y CAPERUCITA ROJA
CAPÍTULO TRECE: LA CORTE Y LOS REYES
CAPÍTULO CATORCE: LOS SENTIMIENTOS DE MIREIA
CAPÍTULO QUINCE: EL EJERCITO
CAPÍTULO DIECISÉIS: POR MI MANADA
CAPÍTULO DIECISIETE: VERDADES QUE MATAN
CAPÍTULO DIECIOCHO: LOS OJOS DEL LOBO
CAPÍTULO DIECINUEVE: LOS SECRETOS DE LA DIOSA
CAPÍTULO VEINTE: LOS SECRETOS DE LA DIOSA II
CAPÍTULO VEINTIUNO: REGLAS ROTAS
CAPÍTULO VEINTIDÓS: OLOR A MUERTE
Personajes I
Personajes II
CAPITULO VEINTITRÉS: EL VIAJERO I
CAPÍTULO VEINTICUATRO: EL REY Y EL VIAJERO
CAPÍTULO VEINTICINCO: EL PODEROSO REY
SEGUNDO BOOKTRAILER Y FINAL
CAPÍTULO VEINTISIETE: REINOS UNIDOS
CAPÍTULO VEINTIOCHO: EL REY DE HIERRO
CAPÍTULO VEINTINUEVE: SUEÑOS Y TRAICIONES
CAPÍTULO TREINTA: LA HISTORIA QUE NO FUE CONTADA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO: LAS RAZAS UNIDAS.
CAPÍTULO TREINTA Y DOS: ¿QUÉ HAS HECHO?
CAPÍTULO TREINTA Y TRES: LA BATALLA HA COMENZADO
Grupo de facebook: Caperucitas rojas.
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO: URSURPADOR DE TRONO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO: LOS MUERTOS NO REGRESAN
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS: LA HISTORIA DE MAILES
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE: LA HISTORIA DE MAILES II
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO: EL FAVOR DE RUMPEL
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE: ¿DÓNDE ESTÁ CAPERUCITA?
CAPÍTULO CUARENTA: LAIRS
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO: LA BESTIA QUE SIEMPRE FUE
Nota del autor: Vamos a compartir la novela
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS: EL FUEGO FRÍO
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES: EL REY Y CAPERUCITA
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO: LA CORDURA DE GARIOT
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO: LOS PRIMEROS EN PARTIR
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS: EL MONTE DE LOS DIOSES
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE: ¿QUIÉN ES EL MALO?
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO: LAS MANOS DE LA MUERTE
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE: LA CAPERUCITA ROJA
CAPÍTULO CINCUENTA: EL GRAN LOBO
CAPITULO CINCUENTA Y UNO: EL VERDADERO ENEMIGO
CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS: LA PAZ ENTRE LOS DEDOS
CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES: CIELO ARDIENTE
CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO: FESTEJOS
EPILOGO
NIEVES Y EL LÉON

CAPÍTULO VEINTISÉIS: LA VERDAD DE CAPERUCITA

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By JamesA_L


No habían terminado de hablar ya que Anastasia y Rafael habían aparecido, estuvieron hablando por largas horas y luego comieron algo, Liana necesitaba respuesta y Odell llevaba horas durmiendo, tenía muchas heridas en su cuerpo y apenas había comido. Lo entendía, pero el mar de confusiones crecía y no quería tener una hipótesis mala.

Pasada la media noche y sin poder dormir, bajó y se sentó en la puerta apreciando la tranquilidad de la noche y la del pueblo, la luna estaba en su punto, brillando con intensidad y tal vez venerando a sus hijos los lobos. Eso la hizo pensar en Gorkan, ¿Estaría bien? La última vez que le vio estaba en condiciones malas a punto de morir, quería saber si se había salvado aunque su corazón le decía que sí. Que Gorkan estaba bien. Quería verlo también, conocer a su gente pero la mirada de la muchacha que vino por él la hacía sentir miedo. Podía ver el odio a los humanos, ahora más que nunca. Lo entendía.

—Estás aquí pequeña —la voz suave de Odell la hizo sobresaltar así que su primo rápidamente se sentó—. Debemos hablar antes de que sea tarde.

— ¿Más de lo que ya es?

—Perdón —después de largos minutos en silencio se atrevió hablar pero Liana no lo entendió y confundida lo observó.

— ¿Qué debo perdonarte?

—Haber callado —el rostro de la chica era de desconcierto y Odell la entendió. Liana tomó su mano alentándolo hablar y éste con la voz ronca lo hizo—. Antonio y Luna estaban muy enamorados, felices lejos del pueblo, para ellos la vida en el campo era perfecta aún más teniendo a la abuela ahí.

— ¿Mis tíos?

—Realmente eran felices y yo era participe de aquello maravilloso —el joven se puso de pie caminando hasta la baranda de la casa, recostándose para después observarla—. Y luego llegó la bebé, yo estaba feliz, tendría a una pequeña con quien jugar, amarla y protegerla pero la felicidad duró hasta ahí. Yo estaba con papá pescando y mamá lavaba la ropa, se escucharon gritos y él corrió diciéndome que avisara a sus amigos y lo hice, pero cuando llegamos todos lloraban y mi tía sostenía a mi hermanita. Quería saber que sucedía hasta que sacaron los cuerpos de mis papás, no podía creerlo, para un niño tan pequeño ver eso fue un trauma. Mi tía me cuidó y llegaba cuando las pesadillas eran insoportables, pero mi tío se cansó de mis gritos y empezó a pegarme.

Liana apretó los puños y parpadeó varias veces para que las lágrimas no se acumularan en sus ojos. Odell la observó con los ojos igual de rojos y aguados, mientras recordaba aquel momento tan horrible, aquel momento donde su vida cambió.

—Prosigue.

—Empezó a golpearme, a encerrarme en mi habitación y darme agua con pan duro —arrastró las palabras y una sonrisa irónica tiró de sus labios lastimados por los golpes de su tío—. Cuando mi tía pudo sacarme de la casa pedí ver a mi hermanita y me llevó a su habitación, no lo entendía. Mi hermanita tenía una marquita en su pie que la hacía más especial, y ese bebé no. Grité pidiendo ver a mi hermanita y mi tío me pegó diciéndome que el bebé que estaba ahí era mi hermana y la que sostenía en sus brazos era su hija. Era mentira. Todo y las veces que quise decirlo y gritarlo, me pegaba hasta dejarme inconsciente. Mi hermanita crecía bajo la sombra, pensando que no valía nada y amando a un hombre que no era su padre. Él le robó la identidad, el nombre, su familia y sus valores solo por la venganza.

— ¿Qué dices? —la voz de la muchacha se quebró y negó repetidas veces, Odell se acercó con cuidado y tomó sus manos pero Liana las soltó molesta, triste y decepcionada. El muchacho lentamente tomó su pie con cuidado y pasó su dedo por la pequeña mancha en forma de flor.

—Que tú eres Lia, hija de Antonio y Luna. Tú eres la verdadera caperucita, y no por matar a criaturas, te nombraron así por tu belleza y porque la abuela te regaló la capa roja —explicó con la voz quebrada y en esos momentos su hermano se echó a llorar cubriendo su rostro—. Fui cobarde a no decir la verdad, dejar que te lastimaran, bien ambos pudimos escapar porque nuestros padres nos dejaron dinero..., pero él no me dejó. Más de una vez te tomé en mis brazos para llevarte y él terminaba pegándome.

>>Liana, la verdadera fue llenaba de maldad y odio, creyendo que a sus padres los habían matado pero no era así. Desde niña nuestra prima era mala, te empujaba y a mí me lanzaba piedras aun cuando todos decían quera era mi hermana, parecía olvidarlo. El odio de mi tío por esas criaturas hizo que hiciera eso, sabía que al tratar de convencerte tú serías como nuestro padre y le dirías que no, que no querías dañar a ningún lobo, en cambio su hija es como él.

— ¡Oh, Dios mío! —la voz de la muchacha fue un susurro y Odell envolvió sus brazos alrededor de su frágil cuerpo. Ambos lloraban mientras el joven le pedía perdón, una y otra vez.

—Perdóname Lia, perdóname —murmuró usando su verdadero nombre pero la muchacha lo empujó negando repetidas veces, ese nombre le asqueaba.

—No me llames así —Odell tomó el rostro de su hermana entre sus manos y observó sus ojos llenos de miedo y tristeza—. Ya no sé quién soy, ni a donde pertenezco.

—Oh, caperucita roja —el joven la atrajo a su cuerpo besando desesperadamente su frente—. Tú eres hija de Antonio y Luna, eres su niña.

—Luna —la joven miró el cielo y una sonrisa triste tiró de sus labios—. Llámame Luna como mi madre.

—Luna entonces será —pasó sus dedos por sus mejillas y luego unió sus frente.

—Debemos ir con Lia, debemos contarle esto. ¡Ella detendrá todo al saber la verdad! —La joven se puso de pie de inmediato limpiando sus mejillas, Odell negó siguiéndola—. Ella parara esta guerra ridícula y la gente de Gorkan estarán bien.

—No podemos hacer eso...

— ¿Qué?

—Ella no va a creernos —el joven dejó caer las manos como un signo de rendición y Luna, como pidió que la llamaran, lo miró perpleja—. Nos matará si regresamos y no tendrá clemencia.

— ¡No! tú no la conoces, ella es buena, cuando sepa esto nos ayudará a que su padre termine con esta guerra —el labio de la joven tembló y desesperada tiró de su hermano—. ¡No seas cobarde! ¿Pero qué haces? ¡Debemos parar esto!

—Es inútil. ¿Realmente crees que ella es buena? —inquirió viéndola fijamente—. Sus manos están manchadas de sangre, ha quitado la vida y ahora juega hacer la muerte. Su corazón está oscurecido por la maldad y el odio.

—Voy a ir con ella, no puedes detenerme. O eres valiente por primera vez en tu vida y me acompañas, o te quedas aquí viendo como inocentes mueren —la joven se puso de pie y entró a la casa subiendo rápidamente a su habitación. Encendió las velas alumbrando el pequeño cuarto para empezar a vestirse, había robado unos pantalones a Odell esa tarde porque mañana iría a montar, así que se los puso y también unas botas. Se colocó encima su capa negra y recogió su cabello saliendo de inmediato, sabiendo que su hermano no estaría ahí, pero su sorpresa fue mayor al encontrarlo afuera tirando de las riendas de un caballo. Estaba vestido de negro y llevaba una espada en su cadera, asegurándole que la protegería de cualquiera.

Él subió primero al caballo y luego la ayudó a subir, indicándole que debía rodearlo con sus brazos para no caer, cuando ambos estuvieron listos empezaron a marchar. Odell encomendándose a sus padres y Luna agradeciendo a Rafael y Anastasia por haberla cuidado en ese tiempo. Anduvieron por horas en el caballo y su hermano pudo sentirla dormida en su espalda, así que hizo que el caballo fuera más lento para no despertarla. Debía estar cansada, tanta información en una noche, su pequeña guerrera. Su hermana. ¿Algún día sus padres le perdonarían por lo que hizo? Esperaba que sí, pero ahora debía protegerla e incluso daría su vida por ella.

Llegaron al pequeño pueblo con el sol siendo testigos. Luna venía en silencio, mejor dicho ambos. Para ninguno fue grato volver a esas tierras aún más por todo lo que habían sufrido, Anastasia le había dicho que su hermana había sufrido mucho daño y que para empezar de cero debía irse de ahí, debía llevarla lejos, ahí donde la maldad no volviera a tocarla. Así que le había pedido a Antonio que hablara con amigos suyos que se encontraran pasando las montañas para que ambos fueran ahí, aparte contaban con dinero. Su padre les había dejado pero eso solo Odell lo sabía.

—Huele a muerte —Luna bajó con cuidado del caballo con ayuda de su hermano y sus ojos fueron hacia uno de los palos grandes y con cadenas, alrededor había mucha sangre y fue imposible no recordar aquellos momentos, porque fue torturada para verlo.

Gorkan estaba ahí con las manos atadas arriba del palo y colgando como animal, desnudo y ensangrentado. Lia en una esquina con su padre hablando animadamente mientras Gastón quemaba su cuchillo y luego lo enterraba en la piel del lobo, y la reación del lobo solo fue apretar los labios y cerrar los ojos. No gritó y eso enfureció aun más al cazador. Quien volvió a quemar el cuchillo y enterrarlo en su pecho, en sus brazos y piernas. Risas alrededor se escuchaban, querían más, querían humillarlo y luego matarlo, demostrando que ellos eran más fuerte e inteligentes.

La joven podía oler la carne quemada y también la sangre alrededor. El rostro de Gorkan estaba lleno de heridas pero su mirada la seguía como pidiéndole que huyera de ahí, porque ese lugar estaba cerca del infierno. Gastón no se detenía y cada vez más enterraba el cuchillo en su cuerpo, hasta que terminó desangrándolo y causando que se desmayara.

Rápidamente abrió los ojos cuando Odell la sujetó con cuidado haciendo que sacara la mirada de aquel lugar. Entrelazó sus dedos y avanzaron hacia el pueblo que ahora estaba sin vigilancia, que estaba destruido y lleno de sangre alrededor. La joven miró la casa donde vivió y la vio quemada.

— ¿Qué pasó aquí?

—Cubre tu rostro, vienen cazadores —la muchacha asintió y cubrió su rostro dejando para los demás solo su boca. Los cazadores reconocieron a Odell y confundidos lo miraron—. ¿Dónde está mi tío y mi hermana?

Aquello causo un dolor en su estómago. Para todos, la caperucita era hija de Antonio y Luna, personas buenas.

—Me sorprende que la caperuza no te haya dicho —dijo unos mordaz viendo a la joven que se aferraba al cuerpo de Odell—. ¿Quién es?

—Es mi mujer —siseó cubriéndola con recelo—. ¿Dónde los puedo encontrar?

—Ellos están con el rey, se fueron hace unos días. Pronto destruirán a esos animales —ambos se tensaron y sin decir más se regresaron y subieron al caballo. Odell sabía que era mala idea, pero entendía la posición de su hermana, creía que podía detener una tormenta, pero era inevitable, tal vez solo debía protegerse de ella y huir de ahí. Ya no era sano estar en esas tierras. Nadie bueno debía permanecer ahí.

En la tarde, cuando el sol estaba en su punto estaban llegando al reino, pero cuando Luna iba hablar su hermano la interrumpió señalando la entrada. Una tropa grande de hombres iban llegando, todos llevando una armadura negra y un casco que cubrían su rostro con recelo, golpeando las espadas unos a otros creando un sonido irritante para después entonar con vos fría el: Servir al rey. Eran muchos, demasiados que iban entrando al castillo con paso firme. La cantidad hizo temblar a ambos hermanos.

—La tropa esta lista para atacar —Odell murmuró perplejo y Luna tiró de él con suavidad—. Hay que rezar porque todo salga bien hermana, porque ellos están listos para entrar al infierno y nosotros seremos arrastrados.

La muchacha asintió y ambos se pusieron en marcha en dirección al castillo, la joven se aferraba a su hermano sintiendo miedo, desesperación y mucho más. Temía lo que sucedería, y también lo que pasaría con la gente de Gorkan. Ellos estaban en peligro y no sabían cómo contarles lo que sucedería. Debía ayudarlo, debía hacerlo.

—Soy Liana, hija de Mailes y prima de caperucita —la muchacha se presentó con la voz fría viendo a los guardias que custodiaban el portón con recelo ya que el rey estaba ahí juntos con sus príncipes. Detestable.

—Odell, hermano de caperucita —uno de los guardianes asintió y entró para presentar a las visitas. Ambos hermanos se detuvieron, Odell en el suelo sosteniendo las riendas y su hermana arriba, agarrando con fuerza parte de las riendas del caballo. Pasaron largos minutos hasta que el portón fue abierto y ambos ingresaron. La cantidad de soldados estaba alrededor, algunos haciendo fogatas y comiendo, y otros en grupo viendo sus armas, mientras que el grupo que parecía más fuerte estaba frente a un mapa liderado por Gastón y otro más, ya que ambos llevaban una armadura de color roja, que los diferenciaban. Estos no prestaron atención a ellos y Luna lo quiso así, ya que el solo hecho de ver a ese cazador provocaba que su cuerpo temblara de miedo y se perdiera en aquellos horribles recuerdos, aquellos donde él había abusado de la muchacha.

Dejaron el caballo cerca y tomados de la mano ingresaron al castillo, Mailes al verlos se sorprendió y una sonrisa tiró de sus labios al ver el rostro de Odell, todo maltratado pero cuando sus ojos cayeron en Luna su rostro cambió y rápidamente se acercó tirando de ella.

— ¿Qué diablos haces aquí? ¿Crees qué he perdonado lo que has hecho? ¡Debería golpearte! —gritó enfurecido y Odell lo empujó protegiéndola.

— ¡No la toques!

—Oh mira, el caballero. ¿No quieres una armadura también? —señaló divertido viéndolo, pero se quedó callado cuando Lia apareció. Todo se quedó en silencio y ambos hermanos se giraron viéndola entrar.

Llevaba un pantalón negro que se aferraba a sus piernas, unas largas botas negras y una camisa roja que ella había amarrado para que se apegara a su delgada figura. Su cabello suelto y en sus manos su capa roja, esa que le pertenecía a Luna y no a ella.

— ¡Odell! ¿Qué haces aquí? ¿Qué haces aquí traidora? —sus ojos fueron hacia su prima y apretó los labios sin saber que responder—. Sabía que te habías ido, siempre tras ella, olvidándote que yo soy tu hermana, cobarde.

—Debemos hablar Lia, por favor.

—Retírate tío.

—Pero Lia...

— ¡Que te retires! —Mailes palideció y asintió alejándose molesto. Luna apretó el brazo de su hermano y ambos se miraron, acción que no pasó desapercibida para la caperucita que sintió celos. Siempre robándole la atención, desde su hermano, sus amigos y hasta Gorkan. ¿Qué más le robaría su querida prima? —. No te mato porque eres hija de mi tío, y a ti porque eres mi hermano. Hablen que tengo mucho que hacer, matar a esos animales por ejemplo.

—No puedes hacerlo Lia, por favor no —rogó Luna tomando sus manos pero su prima con un gesto de asco las soltó dirigiéndose a su hermano.

— ¿Para eso vinieron? ¿Para detener lo inevitable? —se echó a reír y se giró haciendo resonar el tacón de su bota en el pulido piso rojo, se dirigió hacia la terraza viendo a su ejército, uno adquirido por ser la niña del rey y también por haberse acostado con el príncipe, el mayor, quien obtendría el titulo ni bien el anciano muriera. Un punto para Lia—. Han perdido tiempo. Desde que aquellas bestias acabaron con mis padres juré que me vengaría, me sorprende que tú Odell no lo hagas. Eres tan cobarde, así como lo era mi padre.

— ¡Papá no era un cobarde! —gritó Odell y Lia esbozó una sonrisa al ver la reacción de su querido hermano. Después de todo si tenía agallas.

—Es que no es tu guerra, ni mucho menos tus padres —señaló Luna viendo como el rostro de su prima eliminaba cualquier rastro de gracia, cualquier sonrisa y burla. Lia la observó perpleja y cuando iba hablar, la chica la interrumpió—. Tú eres Liana, hija de Mailes. Yo soy Lia, hija de Antonio y Luna, la verdadera caperucita.

—No. No. ¿Pero qué dices tonta? ¡Desmiéntela Odell! —Por primera vez sintió pena por su prima al ver la desesperación en el rostro de la joven—. ¡¿Por qué lo haces?! Todo esto lo dices porque quieres salvar aquel animal ¡Mis padres murieron por un lobo!

— ¡No! ¡Fueron mis padres quienes murieron ese día! ¡No los tuyos! —gritó Luna y Lia se quedó callada, volviendo los ojos hacia Odell que la miraba fijamente.

—Mailes las cambió para envenenarte, sabía que mi hermana no daría pie a una venganza absurda —explicó con la voz ronca—. Tú saldrías como él, la maldad y el odio serían sembrados mientras crecías, necesitaba una razón y te la dio. Tú no podrías ser hija de mis padres, eres tan cruel y mala, y ellos no eran así.

— ¡Mientes! ¡Yo soy tu hermana!

— ¡No tengo porque hacerlo! —estalló Odell viendo las manos de su prima temblar y luego dejarlas caer en la vaina donde se encontraba su espada—. Cada que intentaba llevarme a mi hermana él me golpeaba hasta dejarme inconsciente. Nunca dejó que nadie supiera y tu madre fue otra que calló porque lo amaba, haciéndonos daño.

En esos momentos ingresó su tía Rubí con las mejillas bañadas en lágrimas, ella había escuchado todo y se sintió miserable, porque en sus manos estuvo detener eso, detener el odio de Mailes hacia los lobos, el odio hacia sus sobrinos pero no lo hizo, y es que él también la maltrataba para callar. Ella también lo había odiado y más de una vez quiso matarlo, y llevarse a sus hijas y sobrinos lejos de ahí, lejos de las garras de alguien como su esposo. Pero no pudo.

—Todo lo que Odell dice es verdad, Lia —Rubí observó el rostro de su hija y como empezaba a llorar negando, podía entenderlo. Podía entender que no solo sus sobrinos habían salido lastimados. Todos habían sido marionetas del juego de su esposo.

—¡No es cierto! ¡Mienten! Yo no puedo ser hija de una prostituta como tú —señaló a Rubí que lloraba con la mirada pérdida—. ¡Mis padres son Antonio y Luna! ¡Y yo vengaré su muerte!

—Tú nunca serás hija de ellos, porque tú eres mala —siseó Odell firme y Lia lo miró y luego a su prima fijamente.

—Desde niña siempre me has quitado todo, yo te quería Liana ¿Por qué haces esto? ¿Por qué me quitas lo único que tengo?

— ¿Y qué es lo que tienes, Lia? ¿Muertes y destruición?

—Yo tengo venganza contra esos animales. Tú nunca hubieras podido vengarlos..., no te hagas llamar su hija. ¡Yo soy su hija!

—Tú no podrías ser su hija, mírate y mírame —se atrevió hablar Luna con la voz ronca, miró el rostro de Lia y vio como ese se trasformaba y cualquier rastro de humanidad: se fue.

Lia esbozó una sonrisa y sus ojos se oscurecieron por completo al verlos ahí de pie, sacó su espada y Odell rápidamente cubrió el cuerpo de su hermana con miedo a lo que haría su prima. Había perdido el hilo de la realidad, de la esperanza y ahora no quedaba nada.

—Entonces he de matarte para ser la única Lia, para ser caperucita —empuñó con fuerza la espada para enterrarla en el cuerpo de su prima, pero entre gritos y forcejeos, Odell se metió apretando su mano con fuerza, tratando de hacer que dejara caer la espada, pero Lia era la mejor luchando y su primo nunca había luchado ni entrenado.

Lo empujó con fuerza y cuando iba a enterrar la espada en el pecho de su prima, Odell se metió, clavándola con fuerza en su pecho. Los ojos de su primo se agradaron y un gemido brotó de su boca y segundos después sangre. Mucha. Demasiada sangre. Luna soltó un gritó y tomó el cuerpo de su hermano mientras que caperucita retiraba la espada y veía su espada llena de sangre. La sangre del que había creído su hermano.

Rubí gimió corriendo hacia su sobrino, tratando de ayudarlo mientras gritaba por un médico. Lia no se movió, ni se inmutó cuando vio a su prima rogarle porque le ayudara. Se inclinó con media sonrisa en los labios, viendo la camisa blanca manchada de aquel tono que diariamente veía, viendo la sangre brotar de su boca y como las lágrimas se asomaba por sus bonitos ojos. No lo ayudó. Claro que no. Ella limpió la espada por la ropa de él y luego la regresó a su vaina.

—Buen viaje querido primo —con una sonrisa se alejó de ahí. Luna gritó desesperada presionando sus manos en su pecho, pidiéndole que se tranquilizara, que ya vendría ayuda.

—Debes..., debes huir —le suplicó entre gemidos, la joven negaba repetidas veces—. Volverá y..., volverá y te matará.

— ¡Vete cariño! ¡Vete ya! —Rubí chilló ayudándola a ponerse de pie, Luna negó repetidas veces viendo el cuerpo de su hermano, ahí inerte. Su tía la empujó y cuando escuchó gritos empezó a correr lejos de ahí. Destrozada. 



  Espero les guste y lo mimen mucho. También quiero decirles algo. Somos escritores, pero lejos de esto tenemos una vida, una pareja, trabajo, estudios y amigos. Entre ese tiempo sacamos algo para escribir, y bueno, la mayoría aun no vivimos de nuestros escritos y a lo que quiero llegar es que, sería muy bueno si nos apoyan con votos, nos cuentan que les pareció el capítulo, eso realmente sube mucho la moral.  

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