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Por proteccmin

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Lo que nos unía era una mezcolanza extraña entre sexo, alcohol y mucho, mucho rap. • heterosexual. • + kth. •... Más

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Por proteccmin


No logré concentrarme durante toda la mañana. La repentina petición de Boi por a hablar al salir del trabajo me tuvo con los pensamientos desordenados desde que me levanté hasta prácticamente el último segundo en que nuestros pies abandonaron el piso de duela del estudio. Aunque no había podido avanzar nada de mi mixtape me hice prometerme a mí misma que trabajaría en él durante el resto del fin de semana. Con suerte hasta podría pedirle algo de ayuda a Yoongi, aunque tal vez a él no le sabría tan bien cambiar las sesiones de besos o sexo por trabajo que no tuviese que ver con directamente él.

Boi destapó mi segunda cerveza de la tarde y la dejó frente a mí sobre la mesa del tranquilo bar en el que decidimos detenernos. El lugar no era desconocido para nosotros pues repetidas veces habíamos ido con los chicos del estudio a pasar el rato o a celebrar la clausura de una buena presentación. De antemano sabíamos que era la mejor opción para charlar; el espacio no se sentía demasiado propio como un restaurante pero tampoco era tan ruidoso como un bar concurrido.

Agradecí con una pequeña sonrisa y tomé la botella para llevarla a mis labios. No es que estuviera muriendo pero Boi había decidido empezar por la charla coloquial que incluía el "¿y cómo va todo?" en el camino, así que todavía no nos inmiscuíamos en el misterioso tema del que quería hablarme. No supe si lo hizo por querer saber de mí honestamente, por alargar la conversación o tal vez por buscar sacarme algún tipo de información, pero cualquiera que fuese la razón estaba empezando a impacientarme.

—Entonces... ¿todo bien? —reiteró dándole un trago a su segunda cerveza sin despegar sus ojos pequeñitos de mí.

—Nada que esté fuera de lugar —hice un pequeño puchero y encogí los hombros, asintiendo. Boi me miró e imitó mi asentimiento—. Aunque desde anoche estoy jodida con lo que sea que quieres decirme.

—Ah —se rascó la nuca y rió—. Fui algo abrupto, ¿no?

Esperaba que comprendiera mi respuesta sólo con la forma en que le estaba mirando. Boi volvió a reír e inhaló aire en un suspiro tan efímero como el trago de cerveza que dio luego de ello.

—No es fácil, hermana. No sé si hago bien o estoy cagándola con esto.

—Donghyuk...

—Vale, vale. Ya va —alzó las manos en señal de rendición—. Pero primero quiero que me digas una cosa.

—¡Deja ya el puto misterio, Boi!

—¡Pero! —llevó sus manos a la cabeza y los codos a la mesa—. Ah. Eres tan desesperada, Seori.

Fruncí el ceño y me acomodé en el respaldo del asiento liberando un suspiro amplio y profundo. Quizá sí que debería... ser más paciente. Culpaba a Yoongi porque estaba tan acostumbrada a su impaciencia que seguro un poco se me había pegado de eso.

—Ya. Lo siento —carraspeé con suavidad—. ¿Qué es lo que quieres saber?

Boi se irguió en su lugar y me miró por un momento en silencio. Parecía que aún se debatía si hablar o no del dichoso tema, pero tras sacudir la cabeza y beber un trago tan largo que casi hace que se termine media botella de cerveza en menos de cinco segundos, se decidió a hablar.

—¿Llevas mucho tiempo con Suga?

—¿Qué?

—No como pareja —enarqué las cejas sin comprender a qué venía mi relación con Yoongi, pero le dejé continuar—. Me refiero... ¿llevas mucho tiempo conociéndole?

—Pues sí, unos cuantos años —asentí sin entender aún—. Compartimos algunas clases en la universidad, así que van unos cuatro años desde que le conozco. ¿Por qué?

—Bien. Mierda. Eh —se rascó la nuca y se aclaró la garganta—. ¿Recuerdas que hace mucho nos contaste que colaborabas con otro rapero underground? No será él, ¿no?

—Supuse que era algo obvio cuando le conocieron —encogí los hombros—. Trabajamos juntos por mucho tiempo hasta que conocí a Namjoon y me invitó a DNH.

—Ya —chasqueó la lengua asintiendo cortamente—. Entonces ambos producían y sólo el rapeaba, ¿no? ¿Así fue desde que se conocieron?

—Eso mismo, sí.

—¿Y tú estabas bien con eso?

—No entiendo a dónde quieres llegar, Boi —bebí un nuevo trago de cerveza. Él se rascó la barbilla torciendo los labios.

—Hm. Pasa que estoy intentando encajar algunas cosas.

Se reacomodó en su lugar ansioso mientras que yo le miraba con el ceño fruncido sin entender un carajo. Se terminó su cerveza y pidió a la mesera más cercana que nos trajera otro par, pues la mía también estaba a punto de caducar. Una vez las botellas arribaron a nuestra mesa, abrió la suya y dio un buen trago antes de continuar.

—Bueno, eh... voy a contarte una historia y espero de verdad que no te des por aludida, Seori.

Carraspeó. Mis ojos se entrecerraron con ligereza, escudriñándolo a él y a su gesto que delataba que no sabía muy bien cómo empezar. Fui paciente, sin embargo. Me quedé callada procurando no pensar en las miles de cuestiones que podría estar barajando y por qué estaría preguntándome todas esas cosas respecto a mi relación con Yoongi.

—Como todos en DNH, yo también llevo tiempo en el underground. Antes de conocer a Namjoon y a Eleven solía trabajar de vez en cuando con un tipo. Era un loco, pero un puto loco que sabía cómo hacer buenos eventos para promocionar la escena underground.

—Ya —no dejé de mirarlo, intentando descifrar hacia dónde iba la conversación aunque aún no tenía ni la más mínima idea—. ¿Y ese loco era...?

—En realidad da igual el nombre. El tipo está en la cárcel ahora —enarqué las cejas sorprendida. Boi asintió—. Lo importante es que hacía eventos en los que yo de vez en cuando ayudaba a organizar los espacios y el tiempo en escena para quienes se presentaban. Aún si eran eventos muy pequeños que se hacían en bares o espacios prestados por amigos del tipo en cuestión, él era un poco maníaco con eso de la organización.

—Pues... suena como todo un personaje.

—En los eventos vendía alcohol clandestinamente además de... otras cosillas jodidas, tú me entiendes. Hierba, polvo, pastillas... un loco, te digo —encogió los hombros—. El orden era parte del plan para que su buen negocio prosperara, aunque eso fue lo que le terminó llevando a la cárcel. Tuvo un final muy ridículo.

—Menos mal que no te arrastró con él —di un trago a la botella rodando los ojos. Boi negó enarcando las cejas. La simple mención del tema pareció ponerle los pelos de punta.

—No podía hacerlo. Yo nunca me metí en sus negocios turbios, sólo me encargaba de administrar los tiempos en el evento y esas mierdas así que estuve libre de toda culpa. Como sea, el punto de todo esto es que Suga era... ¿conocido? ¿más o menos amigo? No lo sé, de este tipo.

Puse los ojos en blanco. ¿Por qué no me sorprendía saber que Yoongi estaba rodeado de gente que caminaba por malos pasos? Aunque eso seguro que fue casi cuando recién le conocí, no me parecía difícil de creer teniendo en cuenta su historial y perfil de chico malo que le perseguía incluso en el presente.

—Suga nunca faltó a los eventos que el tipo le invitó. A pesar de que jamás hablé con él directamente escuché su nombre y era capaz de reconocer su cara, así que desde entonces no es un total desconocido para mí.

—Pero él no te conoció en aquel entonces, ¿no? —pregunté por pura inercia, pues la respuesta era bastante obvia. Si Yoongi hubiese reconocido a Boi me lo habría dicho. Estaba segura—. En persona, me refiero.

—No. Yo no hablaba con quienes se presentaban, eso lo hacía el tipo. Sólo me encargaba de organizar el tiempo, pasar el horario y hacer que se respetara, ¿me entiendes? —asentí tomando cerveza luego de un suave "oh". Boi asintió junto conmigo—. Lo que me sabe extraño de primeras es que Suga nunca mencionó que trabajaba con alguien.

Detuve el nuevo sorbo de bebida a la mitad y parpadeé un par de veces, extrañada. Boi se quedó mirándome expectante. Si lo pensaba... supongo que no era tan raro teniendo en cuenta que había ocurrido tiempo atrás. Mi lengua salió a relamer mis labios y al finalizar sonreí, recargando el codo sobre la mesa a la vez que acunaba mi barbilla para sentirme más cómoda.

—Ya, pero de eso hace muchos años, ¿no?

—Pues... unos dos y medio como máximo, supongo. Lo recuerdo bien porque justo después conocí a Namjoon y formamos DNH.

Guardé silencio. Dos años y medio... claro que ya acompañaba a Yoongi a eventos dos años y medio atrás. Tal vez había ido a alguno de ellos, había compartido espacio y oxígeno con Boi y ni siquiera me había enterado. No me extrañaba, realmente. El mundo del underground era tan pequeño y a la vez tan grande que a pesar de que nos cruzáramos con las mismas personas repetidas veces no éramos capaces de conocerlos a todos.

—¿Y dónde hacían generalmente los eventos? —cuestioné—. O puedes decirme el nombre del tipo. Quizá sí que lo conocí y fui a alguno de sus eventos junto con Yoongi pero no tenía idea...

—No, Seori —Boi negó de inmediato tanto con la cabeza como con su mano—. Nunca fuiste. De haber sido así te recordaría. Además...

Hizo una pausa larga y un tanto dramática. Mis cejas se enarcaron evidenciando lo confundida que estaba respecto a la charla, pues aún no entendía del todo a dónde Boi quería llegar. Él se rascó la nuca y detrás de las orejas, suspirando por lo bajo como si aquello fuese a ayudarle a aclarar sus ideas antes de carraspear para continuar. Siendo sincera, su gesto empezaba a ponerme nerviosa.

—Te pregunté lo de Suga porque haciendo memoria en esta semana hubo algo que me llamó la atención. En aquel entonces no pensé que fuera muy relevante, pero ahora que sé que eres tú quien colaboraba con él me parece muy jodido. Quizá me equivoco y si te soy honesto eso espero aunque me haga quedar como un puto ridículo.

—Boi —fruncí el gesto por un momento alzando una mano a la altura de mi cara como para pedirle que se enfocara en el tema porque seguía sin entenderle y me estaba inquietando mucho. Él chasqueó la lengua, asintiendo dispuesto a seguir.

—Vale. Mira —carraspeó—, recuerdo que en uno de los últimos eventos que organizó aquel tipo antes de que lo encerraran nos quedaba espacio para un par de artistas. Por lo general él se encargaba de buscar gente nueva para invitarla pero en esa ocasión dio un lugar abierto para que los que ya estaban dentro invitaran a alguien que conocieran.

Asentí atenta. Me olvidé de que la botella frente a mí existía, vaciando mi atención únicamente en Boi y sus palabras.

—Suga dijo que llevaría a alguien. Una chica. El mundo se volvió puto loco, Seori. Recuerdo cómo el tipo y otros tantos estaban como idiotas porque, vamos a ser honestos, una chica en el mundo del underground no es algo que se ve todos los días. Pensaron en apostar todo a su presentación, dejándola incluso como el cierre. Todo el mundo quería ser el cierre, Seori, eso incluyendo Suga.

Todo empezó a ir más lento luego de escuchar aquello. Si lo que estaba contándome fue hace dos años y medio aproximadamente... quizá esa chica podía tratarse de mí. Encajaba en el tiempo en el que, en una lejana ocasión, Yoongi me dijo que me había conseguido un espacio para presentarme en un evento.

Mi primer evento que, por razones desconocidas, fue cancelado.

—Los hilos se movieron rápido —Boi continuó—. El tipo me pidió que acomodara el horario y dijo que podía mover a quien quisiera con tal de que la amiga rapera de Suga fuera la presentación de cierre. Recuerdo lo impaciente que estaba por conocerla, pero Suga le repetía lo ocupada que estaba y que por tal o cual situación no podía ir a verlo.

» Se suponía que ya todo estaba listo. El evento sería un sábado por la tarde, la amiga de Suga lo cerraría por la noche. Se estaban presentando diez raperos más incluyendo a Suga, así que aquella vez no se trataba de un evento pequeño. La cosa es que el viernes por la mañana el tipo me contó que Suga había ido a hablar con él y le dijo que su amiga había cancelado todo sin ningún tipo de explicación. Que la chica no podría ir a sabiendas de que habría paga, que iban a darle la clausura del evento y que prácticamente la dejaron entrar sin ningún tipo de filtro ni pregunta. Aún con todo a su favor decidió no ir. Simplemente canceló.

¿Canceló?

¿Quién canceló?

Me mordí la cara interna de las mejillas con tanta fuerza que, estuve segura, un pequeño atisbo de sabor metálico se me pegó a la lengua. No... estaba pasando lo que yo creía, ¿verdad? No se trataba de mí. No podía ser yo porque yo no había cancelado nada. A mí me habían cancelado; el evento había sido cancelado.

—A mí siempre me supo raro porque casualmente —hizo una señal de comillas con sus dedos— quien terminó cerrando el evento fue Suga. Mantuvo a tanta gente hasta el final que el tipo terminó pagándole lo de su espacio y una parte de lo que iba a pagarle a su amiga. En aquel entonces pensé que era probable que el tema de la amiga hubiese sido todo una mentira, pero ahora que sé que ustedes colaboraban...

—¿Cuánto? —murmuré, con los pensamientos recorriendo mi mente a mil por hora. Ya ni siquiera estaba mirando a Boi, clavé la pista en algún punto muerto de la mesa intentando hacer memoria y queriendo convencerme de que ni por asomo se trataba de aquel evento que mató mis esperanzas por subirme a un escenario de manera casi permanente.

Yoongi no haría algo como eso.

—¿Cuánto qué, Seori?

—¿Cuánto le pagó?

Boi estaba empezando a preocuparse, podía verlo en su cara. Tal vez esto era lo que temía. Tal vez, realmente, estaba soltando una bomba que no sabía cómo ni cuándo explotaría, pero por mi gesto y mi manera de hablar, sospechaba que no faltaba mucho. Tanto él como yo estábamos al borde del asiento, expectantes a las palabras del otro.

—Él debería haber recibido cuando mucho cincuenta mil, pero terminó ganando unos... ochenta, quizá ochenta y cinco mil won —calculó sin mover sus ojos de mí—. Ese evento fue un propulsor para ambos, así que esa se volvió su paga permanente. El tipo hizo un par de eventos más antes de que la policía le descubriera los trapitos sucios y...

—¿Ochenta y cinco mil? —le frené incrédula y en voz alta. No grité, pero estuve a punto. Boi asintió chasqueando la lengua—. ¿Y ganaba por lo general cincuenta?

—Eso era lo que le pagaba, sí.

Cerré los ojos de una, apretándolos mientras alzaba ambas manos, pidiéndole que parara un segundo porque sentía mi cabeza a punto de explotar. Apreté los párpados inhalando aire suficiente como para llenar un tanque de oxígeno entero y lo saqué todo por la boca en un bufido que sonó casi como el de un animal endemoniado.

—¿Entonces me estás diciendo que el imbécil de Yoongi ganaba cincuenta mil por evento, que esa supuesta vez que su amiga rapera "canceló" le dieron ochenta mil y que a partir de ahí empezó a ganar eso cada que se presentaba en los eventos de este tipo loco? —intenté no sonar tan rabiosa pero me fue imposible. Boi asintió.

—Asumo entonces que esa amiga... sí eras tú.

Claro que era yo.

La amiga que había quedado como una maldita irresponsable frente a todo el mundo, la chica que tuvo la oportunidad de cerrar un evento grande y ganar una buena pasta; la amiga que todo el mundo esperaba pero que al final había sido reemplazada y opacada en la sombra por una figura que marcaba "Suga" en letras grandes.

Esa amiga era yo.

"Se ha jodido el tema, Seori. Eso de que se presente una chica no le ha sentado muy bien a la mayoría así que el evento se ha terminado cancelando. Son una puta mierda y me retiré. Ya encontraremos otra cosa."

Mentiras.

Todo había sido una mentira.

Una puta mentira que terminó beneficiándolo sólo a él. Impulsándolo, haciéndole ganar mucho más dinero del que en realidad me decía que ganaba.

—Ese hijo de puta —estaba tan cabreada que ni siquiera podía alzar la voz. Sentía mis entrañas revolverse como agua a presión a punto de esparcirse en todos lados hasta estallar—. Él me dijo que habían cancelado mi lugar en el evento. Él me dijo que ni siquiera iba a presentarse, Boi; dijo que a todo el puto mundo le había sentado mal que yo me subiera al maldito escenario y por eso todo se había ido a la mierda.

—Eso nunca pasó, Seori. Joder, lo que todos esperaban era verte rapear.

¿Por cuánto tiempo me había visto la cara de estúpida? ¿Por cuánto tiempo se había burlado de mí en mis propias narices?

¿Cuántos eventos más me habría perdido por culpa de su gran y jodido egocentrismo?

Porque nadie puede brillar igual o más que el puto Min Yoongi. Ni siquiera la imbécil que había estado enamorada de él y la música que habían hecho juntos por años.

—Seori...

—Me entregaba quince mil míseros won porque en sus putas mentiras nunca le pagaban más de treinta mil —continué hablando completamente inmersa en mi ensalada mental sin advertir que Boi intentaba darme su apoyo o palabras de aliento—. Tuve que sobrevivir los dos primeros años jodiéndome con trabajos de medio tiempo y la música para poder subsistir, para pagar mi maldita renta, la comida...

Apreté los nudillos y con el costado de mi puño golpeé la mesa. No fue un golpe suave, pero tampoco lo suficientemente fuerte como para armar un alboroto. Con algo de suerte ninguno de los meseros se enteró de él.

—Por eso nunca quería que le acompañara a las negociaciones —sin poder evitarlo, reí. Con amargura, con rabia, con resentimiento—. Por esto. Ahora todo tiene puto sentido.

—¿Nunca hacían cuentas claras? —Boi me miró sorprendido, con los ojos bien abiertos y las cejas alzadas—. Seori... joder, sé que no es el comentario más brillante que puedo hacer ahora pero me extraña mucho viniendo de ti. ¿Por qué no...?

—Por estúpida, Donghyuk —volví a reírme, mordiéndome la lengua para intentar calmarme un poco—. Porque nunca pensé que haría algo así. Porque confié en él como una idiota, porque...

Porque le quería y nunca se me había pasado por la cabeza dudar de él.

—Oye, no te golpees tan duro, hermana —me frenó, incluso estirando su mano para tocar mi hombro con suavidad—. Aquí el que se ha visto como un hijo de puta es él.

—Y yo como la más grande de las imbéciles, Boi. Vamos a ser honestos.

—Todos cometemos errores, Seori —chasqueó la lengua—. Quizá sí pecaste de exceso de confianza, pero él ha sido jodidamente injusto contigo. Por eso me he arriesgado a decírtelo, ¿sí? No quiero meterme en lo que sea que tengas con él ahora, pero sabes que eres como una hermana para mí; para todos en el crew y me jode que se haya aprovechado y no tenga los cojones de decírtelo. Me enferma, me...

—¿Quiénes en DNH lo saben? —le interrumpí, pellizcándome el entrecejo. No tendría cara para ver a los ojos a quienes supieran esto, estaba segura.

—Del crew sólo lo sé yo. Fuera de él lo sabe Gayeon. Sé que es un tema jodido, Seori, no me atrevería a armar un alboroto sin habértelo dicho antes.

Recargué los codos en la mesa por un segundo y mis manos soportaron el peso de mi cabeza que se sentía como una tonelada sobre mis hombros. ¿Qué mierda se supone que debería de sentir ahora además de un cabreo colosal y ganas de moler la mesa a simple polvo con mis propias manos? Quería agarrar mis cosas y largarme lejos, muy lejos, donde el puto nombre de Min Yoongi no fuera mencionado jamás. No quería volver a verlo, no quería saber nada de él ni de su maldita existencia nunca más.

Ese suceso no había sido sólo una cancelación de un evento para mí. Había sido un parteaguas en el que me di cuenta que mi lugar pertenecía a la producción musical y no a la interpretación. Que estaba bien que Yoongi interpretara nuestra música porque él jamás tendría problemas, ni cancelaciones ni ninguna de esas mierdas porque el puto mundo underground no sería jodido con él.

En mi estúpida ingenuidad había estado tan emocionada por una primera presentación que sentía que el mundo se caía a pedazos sobre mí cuando la oportunidad me fue negada. Cuando ni mi talento ni mi capacidad tenían que ver con aquella decisión porque se trataba de un acto meramente egoísta por parte de Yoongi.

Bajo una puta mentira me convencí de algo completamente falso que me persiguió hasta un año atrás donde me decidí a romper la maldición y hacer las cosas por mí misma.

Y Yoongi lo había sabido todo este tiempo y jamás me había dicho nada. Ni una sola palabra.

Fue entonces cuando me di cuenta de que lo que más llegué a temer era realidad. Que aquel rap suyo que escuché a escondidas tiempo atrás tenía toda la razón, sólo que había sido demasiado estúpida como para darme cuenta antes.

Yo no conocía a Yoongi. Woo Seori no conocía ni por asomo al verdadero Min Yoongi.

¿Cuánto más me había estado ocultando? ¿Cuántas oportunidades había dejado pasar por el simple hecho de confiar ciegamente en él?

¿Cómo había sido tan estúpida?

—De hecho, Seori —Boi continuó cauteloso—, Gayeon me ayudó a confirmar y hacer memoria en un par de cosas, pero ella eh... bueno —se relamió los labios, llenándose los pulmones de aire—. Te conté que se dedica a hacer ilustraciones y ese tipo de cosas, ¿no? Vale. Digamos que conoce a un tipo que trabaja en otro estudio underground; él de vez en cuando le pide ilustraciones para sus proyectos personales o para el estudio porque le gusta invertir en esas cosas. Como sea, ella me contó que el tipo dijo que entre sus proyectos próximos está lanzar un mixtape casi terminado.

Hubo una pausa larga, rasposa. No me atreví a decir nada. Estaba demasiado cabreada, demasiado ausente, demasiado jodida como para intentar siquiera formular una frase coherente.

—Ella está segura de que mencionó a Suga. Probablemente ese mixtape sea de Suga y si no te lo ha dicho te recomendaría que revises las canciones, porque si está usando alguna en que hayan colaborado sin tu permiso...

—¿Qué?

Reí sin poder evitarlo, negando con la cabeza a la par. Qué tragedia; qué hilo de comedia negra tejido por la más hija de puta de las arañas: la vida.

Un mixtape. Para terminar de joderlo todo Yoongi estaba haciendo un puto mixtape y yo no tenía ni la más mínima idea. No sólo él era un imbécil por esconderme todas estas cosas, yo también era una idiota por no haberme dado cuenta jamás. Ni siquiera durmiendo en la misma cama, viviendo y compartiendo el mismo espacio había sido capaz de percatarme de lo cabrón que podía ser. Ahora no me sorprendería que viniesen a decirme que se había puto follado a medio Seúl en la cama que compartíamos porque, aparentemente, estaba tan idiotizada por él que no tenía ni dos dedos de frente para darme cuenta por mí misma.

Bravo, Seori. Eres la puta ama del ridículo. Bravo.

—Seori —Boi me llamó, sacándome de mis aceleradas cavilaciones. Sus labios delgados se torcieron a la par que sus fosas nasales se abrieron y contrajeron gracias al profundo suspiro que soltó—. Sé que es muy jodido, pero quiero que veas por encima de todo lo puto buena que eres. Tú y yo sabemos bien que no mereces estas cosas y aún con esto te has levantado y has llegado donde estás gracias a ti misma.

» No importa cuántas piedras en el camino te ha puesto ese cabrón, estás en DNH produciendo tu propio mixtape que muy pronto saldrá a la luz y va a romper cualquier otro puto mixtape que salga en el siglo. Si te soy honesto a mí también me cabrea que no te hayas presentado en ese evento porque de ser así te hubiese conocido antes y quién sabe dónde estaríamos todos ahora, pero tarde o temprano pasó lo que tenía que pasar, ¿sabes? Nos conocimos, nos unimos y ahora hacemos música todos juntos.

Donghyuk tenía razón. Aún con mi enojo —que estaba llegando a grados estratosféricos— me hacía feliz haber conocido a los chicos de DNH y agradecía a todo en mí por tomar la valentía de subirme a un escenario e intentarlo otra vez sin enfocarme en que podrían negarme la oportunidad como hace años. No me importó, lo hice y un año después estaba aquí, con mi crew y mi música, justo en el lugar donde quería estar.

Y nada de esto había sido gracias a Yoongi.

—Joder, créeme que si hubiera sabido antes que estabas con Suga te lo habría dicho enseguida. La próxima vez que tengas novio tráelo al estudio desde el día uno. Tiene que pasar por muchos filtros y preguntas antes de ser aceptado por todos, te lo digo desde ya.

—Él nunca quiso ir a mis eventos, Boi —me mordí el labio negando con la cabeza—. Siempre tenía algo que hacer. Estuvo un puto año sin querer verme sobre un escenario porque seguro le calaba en el puto orgullo.

Sonreí amarga haciendo puños ambas manos. Ardían en ganas de estamparlos hasta sentir que había saciado toda mi ira contra su maldita cara. Me importaba poco en qué términos estuviéramos ahora, y aún si después iba a doler como los mil demonios la decisión que estaba a punto de tomar, iba a hacerlo y por nada del mundo me iba a retractar.

Porque tenía bien claro que mi carrera y mis sueños pesaban mucho más que Yoongi y sus putas mentiras.

—Tengo que irme —anuncié levantándome del asiento con la cabeza completamente caliente y el corazón a mil por hora. Saqué unos cuantos won de la mochila y los dejé sobre la mesa ante la mirada interrogante de Boi—. De mi cuenta. Gracias por decirme, nos vemos el lunes, o mañana, no sé, voy...

—Hey, hermana —Boi me detuvo sosteniéndome del brazo y se levantó junto conmigo—. Ya sé que estás cabreadísima, pero estás muy acelerada. Si te dejo ir así capaz que te arrolla un puto bus o algo por andar distraída. Hablemos, espera a tranquilizarte y...

—Tengo que irme, Donghyuk —insistí mordiéndome la cara interna de la mejilla. Él me miró a los ojos y, sintiendo mi mirada, entendió.

Asintió.

—Vale. Pero por lo menos deja que te pida un taxi para que te lleve a tu apartamento.

• •

Las ganas de romper todo a mi paso como un huracán me estaban consumiendo, y quedarme atorada en el tráfico por treinta minutos no había ayudado a mermar en lo absoluto mi enojo. Durante todo el trayecto en el taxi no había dejado de dar vueltas a los recuerdos en busca de más cosas que en su momento no me parecían raras porque no desconfiaba de Yoongi, pero que ahora con la venda caída de los ojos podría reconocer como una más de sus mierdas.

No me sorprendió encontrar decenas de ellas.

Iba a puto aplastarlo, a hundirlo con mis propias manos. Porque daba igual cuánto tiempo hubiese pasado desde el "evento cancelado", su consecuencia había dejado ondas expansivas que habían roto y jodido mis sueños para depositar toda mi fe y ganas en él rapeando nuestra música.

Depositando todo de mí en algo falso. En algo escenificado por él para su único beneficio.

No podía perdonarlo. Daba igual si habían pasado dos, tres o hasta cinco años, lo que había hecho no tenía puto perdón porque me había arruinado y él lo sabía. Me había mentido y si me había escondido eventos y pagado menos dinero del que realmente merecía una vez, ¿qué me aseguraba que no lo hizo así durante los tres años que trabajamos juntos?

Mi estómago encendido en ira dio un vuelco cuando el edificio de apartamentos entró en mi rango visual. Ni siquiera permití que el hombre del taxi entrara o se estacionara como correspondía pues yo ya había abierto la puerta para entrar al complejo hecha furia.

Iba a cuestionarlo, a enfrentarlo. Iba a tomar mis cosas y a largarme para salir de su vida y que él saliera de la mía para no volver a verle nunca más. Iba a parar con esta maldición en la que él sólo se burlaba de mí en mi cara, riendo entre las sombras por el puto reconocimiento y dinero que a mí siempre me faltó y a él le sobraba. Iba a terminar con esta relación que parecía más bien una broma mal relatada porque no había durado ni una puta semana antes de los escombros de su teatro me cayeran sobre la cabeza.

Cómo deseaba que lo nuestro jamás se hubiese hecho realidad.

Él ya había puesto su jodida escena pero ahora faltaba la mía. Y bien decían que, quien ríe al último, ríe mejor.

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