Juramento Inquebrantable [Fre...

By MerlinaRothbart

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« ¿Cuánto estás dispuesta a sacrificar con tal de salvarle? » Nina Illich es una bruja sangre pura seleccio... More

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784 95 7
By MerlinaRothbart

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94. Estamos allí dentro.
___________________________


Nina no sabía cuando sería el día en que dejaría de visitar las sepulturas de su madre y la de Draco sin ser un mar de lágrimas. 

Ya había pasado el tiempo, habían sucedido un sin fin de acontecimientos que ahora hacían que la guerra se viera borrosa y desdibujada. 

Fred yacía junto a Nina, unos pasos más atrás para otorgarle la necesaria privacidad que requería cualquier persona cuando se añoraba llorar sin ser consciente de las miradas. Se conocían de una forma más íntima, más privada; después de todo ya se encontraban casados. 

Sí. 

Fred y Nina se habían casado después de tres meses de que ella saliera de prisión. La ceremonia había sido pequeña y sin grandes lujos, en el lugar donde se habían jurado amor desde que eran niños -la playa de las ninfas-, junto a la familia y los amigos, teniendo junto a ellos nada más que a las personas necesarias. Sin lugar a dudas había sido un día lleno de emoción, sin embargo se hacían notar mucho más las personas que ya no estaban presentes, que eran demasiadas y obviamente no se podían reemplazar aunque se quisiera. 

Ese matrimonio fue una de las cosas que pudo sanar en parte el corazón de Nina, Fred ahora era su familia. Era parte de lo poco que quedaba en ese mundo para ella. 

La profesora McGonagall le ofreció volver a la escuela, Hogwarts estaba siendo reconstruida y pronto abriría sus puertas para recibir nuevamente a los magos y brujas que ansiaban comenzar a formarse como hechiceros. Incluso aquellos como ella que habían dejado a medias sus estudios para convertirse en soldados en la guerra. No obstante después de pensarlo, ella decidió que lo mejor sería aceptar la piocha de premio anual que la profesora se molestó en mandarle, pero no de volver a la escuela, había demasiado allí que sentía no merecer, había causado daño y destrucción y los sentimientos que cargaba en relación a ella misma, solamente ella podría modificarlos y perdonarse algún día. 

Fred comenzó a construir la casa en donde vivirían en la playa de las Ninfas, Sortilegios Weasley estaba bien en manos de George, quien aún no tenía que lidiar con las responsabilidades de ser esposo, por lo que el pelirrojo había hallado en la carpintería, su nuevo hobbie de tiempo completo, nada más y nada menos para construir la casa en donde comenzaría su nueva familia. 

Mucho había pasado, pero todavía existía mucho dolor. 

—¿Quieres que volvamos a casa? ¿O quieres permanecer más tiempo?

Ya habían estado algunas horas en el cementerio, primero en la sepultura de Amelie y ahora en la de Draco. 

—Creo que ya es hora—contestó Nina, saliendo de los pensamientos en los que se encontraba inmersa—, no pretendo que vayas a quedarte aquí todo el día, tenemos que continuar con la construcción de la casa— acotó con una sonrisa que no alcanzó a llegar a los ojos, por lo que Fred la consideró falsa. 

—Podemos quedarnos si es que así lo quieres.

—No, vamos. Tengo que ir al ministerio más tarde.

—¿Por qué? ¿Acaso ellos quieren volver a interrogarte por algo?

—No, no te lo había mencionado porque aún no lo había decidido—señaló Nina—, pero creo que es una buena manera de homenajear a mi madre— susurró dándole la mano a su ahora esposo—. Me han ofrecido comenzar a formarme como auror—dijo frunciendo los labios—, la verdad es que al principio no me hacía sentido, pero después consideré que ella estaría orgullosa. 

Fred sonrió ampliamente, que ella comenzara a rehacer su vida era todo lo que quería, sabía lo mal que lo estaba pasando a pesar de que estaba esforzándose por completo. 

—Estoy muy feliz por ti, cariño ¿Es lo que realmente quieres?

—Pues siempre creí que sería una auror, tal como mis padres. Cuando me mandaron llamar, creí que era para nuevas interrogaciones, no imaginé que pudieran considerarme para un puesto así, ya sabes, por lo que fui...

—Creo que debes empezar a verte como te lo hacemos los demás. Fuiste genial en la escuela, tienes demasiado talento como duelista, es evidente que Kingsley querrá tener a alguien como tú entre sus allegados, eres una bruja poderosa.

—Yo no creo eso...

—Es momento de que lo creas, siempre te admiré, te veía tener esa confianza en ti misma, tan extraño en alguien de tu edad en el instante en que te vi. Sabía que podía lograrlo todo estando de tu mano, toma tu propia mano, Nina. No necesitas de nadie para ser la mujer que siempre has sido. 

Ambos magos caminaron, Nina se regocijó en esas palabras y colocó la cabeza en el hombro de Fred. Los dos comenzaban el camino de marido y mujer, algo nuevo que sin duda era un desafío, sobretodo teniendo en cuenta los traumas que ambos cargaban, lo que habían vivido, no era justo, pero los había convertido en otras personas que seguían amándose como en un principio. 

Llegaron a la casa de los Illich, decidieron vivir allí hasta que Fred hubiese terminado de construir la casa en donde vivirían en la playa. John estaba muy contento de que estuviesen allí, de poder volver a estar con su hija y resguardarla, protegerla y acompañarla. Jamás volvería a dar pie para que algo la dañase. Los jóvenes llegaron a la casa en medio de Londres mágico, el mago en cuestión los esperaba para almorzar, recién había horneado una lasagña; nada más llegaron notó la expresión sonrosada de los ojos de su hija, observando a Fred que se encogió de hombros.

—Que bueno que llegaron, así comemos todos juntos—murmuró el mago—¿Qué planes tienen para hoy?

—Yo debo ir a terminar el techo de la casa John, después iré a dar una vuelta por Sortilegios Weasley, al parecer quieren quitarme mi parte de mi propio negocio—se burló Fred.

—Yo debo ir al ministerio—señaló el mago—nada más para retirar unos documentos que requieren de mi atención.

—Yo igual debo ir. Kingsley requiere darme la información oficial de mi capacitación.

John la observó sin comprender mucho.

—Me han llamado—explicó Nina—, comenzaré a capacitarme como auror. Igual que tú y mamá.

El hombre se acercó para darle un abrazo, sin duda que estaba feliz por ella, no obstante la preocupación se colocó en él como una punzada intuitiva.

—Vas a obtener lo que quieres de la vida, hermosa. Te mereces todo lo bueno de este mundo.

—Iré a cambiarme de ropa y lavarme las manos—murmuró Nina—, les acompaño enseguida. 

Tras desaparecer, Fred y John intercambiaron una mirada, tan larga como si estuviesen leyéndose la mente. Ambos suspiraron, ninguno estaba dispuesto a exponerse nuevamente,al menos no a Nina. 



Cuando la bruja arribó al ministerio de magia, caminó por los pasillos hasta encontrar un ascensor vacío.  Le entusiasmaba la idea de comenzar a capacitarse, sabía que su padre no estaba muy contento debido a su expresión, no obstante, desde niña sabía que quería ser como sus padres, hacer lo que ellos, enfrentar la magia de la manera en que les había visto. 

—Hola, buenas tardes.Busco al señor Kingsley—saludó

—¿Es la señora Illich, no es así?

—Sí, así es.

—El ministro la espera, pase.

Kingsley no tenía nada más que palabras de agradecimiento y elogios con respecto a las habilidades mágicas de Nina, era una duelista poderosa, tenía la herencia de sus padres y una inteligencia que cualquier mago envidiaría. Ella iniciaría sus entrenamientos nada más y nada menos que con Harry Potter, su antiguo compañero de generación.

Tras salir de hablar con el ministro y fijar los horarios de su nuevo y futuro papel dentro del lugar. Se topó de pronto con Harry, de frente y casi de bruces. 

—Nina.

—Harry, ¿qué tal?

—Bien, ¿cómo va la vida de casada?

Nina no había compartido mucho con él durante el día de su matrimonio, se habían alejado en forma significativa durante los años pasados, entendía que era importante para Fred su presencia. Pero ellos no habían intercambiado más que palabras de buena crianza. 

—Bien, ya falta poco para terminar nuestra casa. Pronto nos iremos a Devon también, en la costa.

—Sabes, he querido hablar contigo desde hace tiempo, pero no había encontrado las palabras o más bien la instancia para hacerlo. Pero necesito agradecerte, agradecer lo que hiciste por mí, en la guerra y lamento mucho lo que tuviste que pasar.

—Harry, yo sé lo que piensas, probablemente es lo mismo que piensa la mayoría de las personas. No lo hice por ti, eres muy egocéntrico ¿lo sabías? Vencer al señor tenebroso era algo que requería todo el Reino Unido, todos nosotros, todas nuestras familias, no tan sólo tú, Harry.

—Supiste que buscaba horrocruxes, te enteraste de ello ¿cómo supiste qué buscar?

—Él lo sabía, por eso me envió a mi a hallar esa pieza antes de que te enteraras de su existencia. Nunca pensó que yo la lanzaría al fuego maldito. 

—No tenía idea de esa pieza, me hubiese costado más derrotarlo de no haber sido destruida. Tú, junto a Draco fueron fundamentales—se quedó un poco en silencio al notar la expresión de sorpresa en la cara de la bruja—. Sé que no siempre tuvimos los mismos intereses, pero puedo discernir lo bueno de lo malo.

—Pues debería estar aquí.

—Sabes que mientras lo recuerdes, siempre estará aquí. Quise hablarte porque me siento un poco en deuda, quería darte algo que considero podría servirte, para avanzar, para cerrar el ciclo, para que tú puedas sanar. 

Nina frunció el ceño, sin entender lo que realmente Harry decía. 

—Cuando fui a encontrar a Voldemort, primero tomé valor, Dumbledore me dejó esto en la primera snitch que atrapé—Dejó en las manos de Nina, una pequeña piedra negra—, aunque no lo creas, es la piedra de la resurreción.

—¿Cómo tienes esto, Harry?

—En esos entonces, la dejé en el bosque prohibido, perdida. Pero ya sabes como es Hermione, ella volvió a buscarla cuando todo terminó, claramente hizo falta más que un Accio para hallarla. Ahora es momento de que tú puedas usarla, para despedirte, para continuar. 

Nina no sabía qué decir.

—Sé que en los primeros años de escuela fuimos cercanos y que después nos alejamos por circunstancias que ocurren, la vida, las elecciones. Pero siempre recordaré que tienes muchas cualidades que te convierten en una persona genuina, eso es lo más importante.

—¿Qué hago con ella luego?

—Pues haz que se pierda en el mar. Sé que pronto vivirás allí y confío en que nadie sabrá de su existencia, nadie que quiera iniciar una guerra por ese objeto. Cuidado eres una especie de maestra de la muerte ahora. 

Harry avanzó dejándola atrás con una sonrisa. 

Ella sabía lo que tenía que hacer. 



—¿Vendrás pronto?—preguntó Fred, ansioso y algo alarmado. 

—Sí, no tienes de qué preocuparte. Estaré bien.

—¿Enserio estarás bien?

—Sí, es sólo que necesito algo de privacidad. No sé muy bien como enfrentarlo. 

—Estaré aquí si es que me necesitas—dijo dándole un tierno beso en los labios.

Nina avanzó algunos metros, dejándose esconder entre los árboles, una vez que estuvo en medio de un pequeño claro, sacó la piedra que Harry le había dado y la apretó en sus manos, sacó su varita, haciéndola levitar y girar tres veces. Aguardó con ansiedad, observando a su alrededor hasta que la vio.

Su madre sonreía sentada en el césped del claro, vestía de blanco y tenía su cabello al viento, alzó una mano y la llamó para que se acercara.

—¡Mamá!—exclamó con apremio y emoción—¡Mamá, estás aquí!

Sólo que no podía tocarla, no podía sentirla, no podía olerla, pero la veía. 

Tal como Harry dijo, para verla una última vez.

—Cariño, no sabes lo orgullosa que estoy de ti.

—Yo, lo siento mucho mamá, de verdad...

Amelie puso uno de sus fantasmales dedos sobre sus labios.

—Eres exactamente la persona que creí, la niña que creció de mi, siempre esperé que fueses valiente, pero sobretodo que te fueses fiel a ti misma. Eres una mujer, eres una bruja hecha y derecha y tienes un sin fin de cualidades que te hacen excelente, una mujer sin igual. Has crecido, has madurado, te llenaste de luz y no sabes la forma en que me hubiese gustado estar el día de tu boda, pero estoy allí—mencionó con la voz dulce, indicando su corazón—, estamos allí dentro.

De pronto ella sintió una brisa tras de sí, al volverse le vio.

Era Draco. 

Su amigo, su confidente, su compañero.

—Lo siento—dijo él antes que nada—, perdón por haberte arrastrado a esto. Pero quería ayudarte a ser feliz. Quería salvarte a ti y a Fred, sin importar lo que pasaría, pero quiero decir más. Mi infancia fue feliz gracias a ti, a tu compañía, a tu amistad y por eso te estaré siempre agradecido. 

—Te extraño, los extraño a ambos. 

—Pero estamos allí, como dijo tu madre, estamos ahí, en tu corazón. Y mientras nos recuerdes jamás nos iremos. 

—No podría olvidarlos, jamás. 

De pronto una suave brisa resonó en las hojas de los árboles, las olas del mar hicieron su danza. 

Y el corazón de Nina se sintió en paz. 

Como no se había sentido en mucho tiempo.






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