Capitulo 1
Correr.
Presente.
Dos meses. Dos meses desde mi regreso de Paris. Mucho tiempo para no tener ni la menor pista de Jeff Holt, mucho tiempo para no haber visto a Andrei. Pero nada de eso parecía muy importante como los rumores de que los Cazadores planeaban algo mucho más peligroso que todas las veces anteriores. Algo que según Matt podría acabar con todos en una noche.
Pero eran solo rumores, ¿No? Rumores que venían del más exclusivo club de vampiros. Rumores que estaban mas cerca a la verdad que a la mentira, pero no era algo por lo que una humana simple podría averiguar, eso era cierto. Hace 8 meses yo no podría hacer absolutamente nada por averiguarlo pero eso ya no es así.
Los cambios por los que pasaba una bruja eran pocos pero significativos. Todavía no podía entender muy bien como es que pueden suceder tales cambios pero sucedían, como por ejemplo que desde hace semanas mi visión en la oscuridad era mucho mejor, también había experimentado una energía llamada adrenalina más de las veces en las que lo había hecho en toda mi vida. Mi tolerancia al dolor físico era un tanto más alta que antes y el miedo desaparecía cuando menos lo esperaba.
Todo eso lo supe gracias a Nora, Alma y Helene quienes me habían enseñado mucho en los últimos meses. Estaba agradecida con ellas por todo, por cada una de las pequeñas cosas que me había mostrado y pasando demasiado tiempo con ellas había llegado a quererlas al punto de decir que eran mis hermanas; no sabía si era por el pacto que habíamos hecho en el momento en que decidí convertirme en bruja o desde el momento en que nos cruzamos en la carretera.
Siendo yo cada vez más bruja total podía hacer algo para ayudar secretamente a descubrir hasta que punto eran reales los rumores del club y los Solem, pero no podía ir a la guerra sin tan siquiera un poco de información y ventaja que podía conseguir del exterior antes de adentrarme al sub mundo del sub mundo que conocemos.
***
Caminé directo a la entrada del café en el que había ido últimamente cada semana en Bucarest, mi nuevo ‘‘guardaespaldas’’ esperaba cerca en el auto gris que Andrei había comprado poco después del incidente en Saltus. Tenía la confianza de Tomas para poder ir a donde yo quisiera sin que se lo contara a Andrei, sabía que no lo haría porque él prácticamente trabajaba para mí y un vampiro era de palabra.
Hoy volvería a comenzar todo, mi desafortunada llegada a Rumania hace meses solo había marcado un punto en mi destino: no poder salir de este mundo fácilmente. Tener que ayudar en lo que pudiera sin que nadie más que Matt y Tomas supieran, no podía quedarme sin hacer algo por averiguar más de los seres que querían matarme a mi y a todos los que conocía.
Entré al café para encontrarme al final del local a un hombre de gran espalda sentado tomando un sorbo de su taza. Lucas, un hombre al que no había podido conocer el octubre pasado por causas producidas por Cazadores creía tener una pista del paradero de Jeff. Gire mi cabeza a la ventana para dar una seña a Tomas de que todo era seguro.
Me acerqué a él y senté en frente. Un hombre de ojos tristones y miel me miró un momento antes de sonreír y mostrar una dentadura irregular, cabello claro y despeinado y un ligero toque de pecas en su nariz hacían dar la impresión de que no era más que un chico normal, pero no lo era. Algo en él no lo era y me parecía extremadamente familiar, algo extraño hizo que en un segundo todo mi cuerpo se pusiera en alerta.
— ¿Lucas Travers es usted?—Pregunté quitando mis guantes y poniéndolos a un lado mío en la silla.
Asintió— ¿Amelia Nalessi?—
—Si—Respondí—
— ¿No le parece un bello día, hoy?—Preguntó.
—Me parece muy frío—
—Perfecto—Exclamó como si fuera el momento para decir una verdad. —Creo que deberíamos pedir porque haya más días así, si es que se pudiera—
—Creo que deberíamos empezar por lo que vine hasta aquí—Dije.
— ¿Y cual es la verdadera razón por la que estas aquí?—
Dude en contestar, me costaba entender y procesar su pregunta que había llegado tan rápido como para pensar en las posibilidades de lo que podía decir, trague saliva y conteste lo más firme que puede.
—Cazadores—
—Solem. Atacan cuando menos te lo esperas, atacan cuando piensas que se han olvidado de ti, matan cuando crees que confían en ti. ¿Cómo creer en ellos cuando lo único que saben hacer es matar y traicionar?—Pensó en voz alta mirando por la ventana.
—Se debe de confiar en un límite de personas. ¿Pero que es lo que yo puede hacer? Para cambiar un poco el futuro, para pensar y hacer creer que hay algo mejor que esto, ¿Qué puedo hacer yo?—Dije mientras pensaba que miles de seres han muerto por cazadores, cuando han asesinado a muchas más personas que los mismos vampiros, cuando frente a mi masacraron a decenas de vampiros mientras rogaban piedad.
—Atacar—Cerré los ojos por la tan lejana palabra a mi que pronuncio.
— ¿De que manera?—
—De la mejor manera que solo tu sabes y puedes hacer. Investigar, actuar y solo usar tu cada vez más fuerza bruta cuando sea extremadamente necesario. Te temen de alguna manera aunque no hayas hecho gran cosa. El simple hecho de haber enfrentado a algunas cabezas de los Solem es suficiente para quererte muerta—Dijo mostrando una carpeta gris.
La sangre se me helo, una cosa era lo poco que había hecho hace unos meses, que yo misma supusiera que me querían muerta, pero era muy diferente a que fuera un hecho y de verdad me quisieran muerta. En un principio Andrei me había dado a entender que ellos no se preocuparían por mí, pero fue mentira. Todo mentira.
— ¿Qué es eso?—Pregunté con dificultad.
—Esto es de Taylor para ti, mi viejo amigo me lo dio para ti en cuanto te comunicaras conmigo, el sabía que lo harías no mucho después de su muerte. De hecho me sorprende que estés aquí sin el príncipe—Extendió el sobre y lo tome.
—No estoy sola, Tomas mi guardaespaldas esta en el auto—Mire en dirección a Tomas que cada cierto tiempo miraba hacía nosotros.
Lucas se paro rápidamente.
—No te preocupes—Dije— Trabaja solo para mi, es de toda mi confianza, no dirá nada—Lo tranquilice.
Se sentó de nuevo.
—Ahora…que tan ciertos son los rumores que se dicen en La daga de plata, ¿Sabes algo de eso?—Pregunté.
—Oh, claro! No puedo decirte que tan ciertos sean los rumores pero sobre el rumor de que los Solem tiene algo tan fuerte que podría exterminarlos en una noche hay algo más. Se habla de un edificio, donde en cada una de sus habitaciones está cada uno de los secretos para acabar con todos. Puntos débiles, momentos más dolorosos de su vida y más—Hablo con voz baja.
— ¿Dónde se encuentra?—Me atreví a preguntar a pesar de ser solo un rumor.
—Se dice que en esta misma ciudad, algunos hasta dicen que está justo debajo de La daga de plata—Pronunció con un fuerte acento rumano.
Un aire congelador golpeo mi cara, uno hombre alto y fuerte entró y camino hacía la barra; Lucas y yo no miramos ni un segundo a su dirección mientras caminaba, los músculos de mi espalda se tensaron, Lucas apretó la mandíbula.
Había algo extraño en todo eso, algo que no podía describir pero sentía que debía salir de ahí lo antes posible y por la manera en que de repente Lucas me miro lo comprendí. Tenía que salir corriendo ahora mismo ahí.
— Pero, ¿A dónde ira usted?—Pregunté tratando de parecer lo más calmada posible.
—No importa—Sonrió.
—Venga conmigo, corra lo más rápido que pueda hasta aquel árbol de allá—Señale un lejano árbol fuera del lugar—Necesito que me ayude—Susurre en su odio y corrí fuera con la carpeta gris.
Entre al auto un grito se escucho desde el café. Los Solem habían entrado. Lucas había desaparecido y mientras avanzábamos al árbol miraba hacia atrás. Imagine haber visto a Tom y la sangre me hirvió, deseaba gritar a Tomas que se detuviera y regresará para asegurarme de que era él, deseaba acabar con él, pero temía que de verdad fuera Tom el que nos buscaba esta vez en lugar de algún otro de sus compinches.
Sentía que perdía el control, sin darme cuenta Lucas ya estaba dentro del auto en la parte trasera. Basto un segundo para que los Cazadores desaparecieran del café.
—Tomas avanza—Le dije desesperada casi gritando. Solo teníamos que correr, solo correr.
—Tranquila—Dijo Lucas.
Comencé a temblar al escuchar esa palabra, pero tenía que calmarme, respirar y pensar en que llegaré hoy con vida a la mansión. No era fuerte, no era inmortal, no era un vampiro, solo una simple bruja.
Bruja.
Las palabras tenían gran poder en mí, podían hacer que recordara algo que había olvidado y no sabía que existía. Era fuerte.
Comencé a calmarme en cuando la lluvia cayo por las ventanas, el frío se coló por algún lado. Creí que estaría a salvo de ahora en adelante, gran error. Estaba peor que nunca y Andrei no estaba conmigo, aun estando con muchas personas no podía estar tan segura, no me sentía así. Pero sabía que eso cambiaría cuando volviera.
Mire hacía atrás y no había nada, solo lluvia. Había sido una falsa alarma, tal vez solo querían asustarnos.
Mientras nos adentrábamos más a la ciudad y poco a poco me sentía más segura mire la carpeta gris, tenía escritos en rumano que no entendía muy bien pero tampoco quería preguntar ahora; era algo como: secreto.
Quería saber que decía, de que se trataba pero temía abrirla, no sabía porque pero tenía miedo.
—Necesito que me dejen con un amigo—Comento Lucas. Me sobresalte al escucharlo por un momento pensé que estaba solo. No me parecía buena idea pero no podía objetar, el sabía como esconderse más que yo.
Asentí.
—De acuerdo—Contesto Tomas.
Cuando Lucas bajo del auto, solo pude pronunciar un bajo ‘‘Cuídese’’, lo mire y sonreí. Esperaba que estuviera bien, volveríamos a vernos dentro de poco, estaba segura. Ya no tenía que preocuparme por el porque estaba seguro ahora.
Avanzamos y nos detuvimos un momento en la gasolinera. Empezaba a oscurecer, el frío era más fuerte y mi gruesa sudadera gris no era suficiente, camine hasta un local y compré un refresco y un té para Tomas. Salir del local era tenebroso, no podía dejar de estar alerta pero lo olvidaba en cuanto recordaba que no estaba sola.
Tomé mi celular y escribí un mensaje a Matt como se lo prometí mientras salíamos de Bucarest:
Matt, tengo la carpeta, no la he abierto porque me da miedo. Necesito que me ayudes con esto.
En la carretera todo para mi era mucho más seguro, estaba cerca de mis hermanas, sabía que ahí yo tendría prácticamente toda la ventaja. Siempre estaba a salvo en la carretera. Podía respirar mucho mejor que en la ciudad, podía ver las estrellas mucho mejor, y el viento frío me amaba tanto como yo a él. Me sentía sola, sentía el pasado que hacía que cada respiración hiciera que mi corazón saltara y llorara de melancolía. Pero estaba a salvo y recordé a Andrei, y recordé por primera vez que de verdad lo extrañaba, que por primera vez extrañaba a alguien de esa manera tan dolorosa pero acogedora y que me hacía anhelar poder volar. Sentía que podía volar pero sabía que no podía y odiaba saber que sentir no es poder.
Pero a pesar de lo rápido y extrañas que fueron las cosas hoy, estaba bien porque regresamos a casa. Y no podía asustarme por eso, venían cosas mucho peores y era mejor tenerlo en cuenta de ahora en adelante.