Juramento Inquebrantable [Fre...

By MerlinaRothbart

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• CAPÍTULO 79 •

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By MerlinaRothbart

___________________________________

79. Entre Mortífagos.

_________________________________

Nina había estado en varias ocasiones en la mansión Malfoy, pero en ninguna de las veces anteriores le había parecido tal lúgubre como en esta instancia. El aroma a encierro y pobredumbre podía sentirse aunque los pisos relucieran y los cuadros imponentes estuvieran decorando los costosos tapices.

Asumió que existía una especie de hechizo en ella para que hubiera tanta oscuridad en el interior. Una clara jugada del señor tenebroso para no llamar la atención desde el exterior, señal clara de su paranoia, pues evidentemente nadie lograría penetrar los hechizos de protección que dicho lugar tenía.

Nina entró sintiendo que las piernas le temblaban, sabía que no podía demostrar debilidad y que no era momento de arrepentimientos, sin embargo no estaría nada de mal que un par de aurores acudieran allí y terminaran con todo esto que había empezado ya hacía algunos años con el retorno de Lord Voldemort.

Intentó borrar de su mente lo que pensarían sus padres de ella al instante en que supieran que había abandonado Hogwarts, ellos estaban en contra de que acudiera al año escolar y ahora se encontraba a punto de firmar una sentencia de muerte, fuera cual fuera el resultado de la guerra no sería favorable para ella, era mayor de edad y sería juzgada por sus actos como una adulta.

—Subiremos a mi habitación y cuando estén por sentarse a cenar te llevaré ante él —murmuró Draco —, nadie sabe que estás aquí, no lo sabe ni mi madre. Será una sorpresa para todos.

—Tal vez hay alguien que lo sabe —declaró Nina.

Draco crispó sus rasgos y la observó con apremio. Era imperativo que nadie supiera que ella estaba allí, de lo contrario todo el plan que tenían en mente podría verse implicado.

—¿Me estás jodiendo?

—El día en que dejé Hogwarts, Severus Snape habló conmigo de una forma muy intrigante, como si hubiera sabido lo que iba a hacer. Yo no le he dicho nada a nadie.

Draco frunció los labios y rodó los ojos con fastidio.

—El maldito debe haber estado husmeando en tus pensamientos, debió haberlo hecho conmigo desde el momento en que hablé con el señor tenebroso para pedirle más tiempo —terció con enojo —, a partir de ahora mantén tus pensamientos sólo para ti, es extenuante, pero si quieres que esto funcione será necesario, sobre todo cuando estés ante ellos.

Nina asintió y subió las escaleras tras él. Una vez en el cuarto se dejó caer en la cama del rubio y suspiró. Cerró los ojos por unos segundos, mientras percibía como el peso del mundo se acentuaba en sus hombros.

—Te dejaré para que te cambies —murmuró Draco y cerró la puerta tras él —, estaré cerca, sólo quiero saber si el señor tenebroso está en la casa.

¿Cómo debía verse exactamente?

Si quería encajar y no levantar sospechas tenía que verse como uno de ellos, tenía que emanar un aire de sofisticación y pureza. Rebuscó en su bolso un vestido de terciopelo negro que le quedaba por encima de las rodillas y unos tacones negros que solía usar pocas veces.

No sabía si esa imagen le ayudaría a conseguir un puesto entre los seguidores del señor tenebroso, pero sin duda llevaba un discurso aprendido qué había estado practicando por algunos días desde que había tomado la decisión.

Lord Voldemort era un narcisista que quería ser adulado debido a su poder e ideas irracionales. Eso sería exactamente lo que ella haría si quería que este creyera en su persona; sabía que no lograría tener la máxima confianza del mago puesta en ella, sólo le bastaba que la considerara aunque fuera un poco como para poder hacer la misión y que Fred no se viera involucrado en ese dilema.

La chica se cambió las prendas y cepilló su cabello, intentó que su cuerpo no reflejara el nerviosismo que sentía correr por sus venas.

¿Cuántas veces el reflejo en el espejo le había mostrado en lo que se convertiría?

Suspiró e intentó calmar su respiración. A partir de ese momento tenía que hacer valer todo lo que había aprendido a lo largo de los años, tenía que demostrar la astucia y que era una digna hija de Salazar Slytherin, que las locuras de su abuela no fueron en vano y que la magia que corría por sus venas era valiosa y más poderosa que la de cualquier otro mago.

Draco entró con cautela nuevamente en la habitación.

—Es hora. Recuerda porfavor que debes usar la oclumancia en todo momento, no todos son buenos en leer mentes, pero hay varios mortífagos poderosos que saben utilizarla a la perfección y no dudarán en escanearte lo más que puedan —señaló —, puedes hacerlo y no olvides que estaré allí a tu lado todo el tiempo.

—¿Qué hay de Zimej? ¿Está allí?

—No, Voldemort lo envió a una misión por lo que no está en este momento, cosa que aliviana mucho nuestra misión inicial de tu bienvenida.

—Es hora de venderle mi alma al diablo —murmuró más para sí misma que para Draco.

Sus tacones resonaron en el piso brillante y pulcro, la cerámica color negro resplandecía a medida que sus pasos seguían los del rubio. Supo que llegaron a la sala pues reconoció de inmediato el rostro del señor tenebroso coronando la mesa principal.

Nina jamás había estado ante él de forma tan directa. Quizás en el pasado hubo estado oculto dentro de la misma habitación que ella, pues él era astuto y podía estar en cualquier sitio. Pero allí se hallaba, pálido y con los ojos rojizos refulgiendo en su cara.

Era mucho más intimidante en persona de lo que le describían.

Allí también estaba Bellatrix Lestrange, esta avanzaba por la sala, inquieta y la observó con curiosidad. También notó el rostro de los padres de Draco, percibió el momento exacto en que Narcissa Malfoy fruncía el ceño al descubrir que era ella la tan ansiada adquisición del señor tenebroso, Lucius mantenía una expresión insustancial, como si nada le importara en el mundo.

Habían otros magos a los que no reconocía del todo, puesto que no les identificaba completamente, no obstante reconoció a los padres de sus compañeros, Nott, Goyle y Crabbe. Sintió que en cualquier momento comenzaría a hiperventilar y se desmayaría.

Draco avanzó orgulloso por la sala, dejándola a ella en el dintel de la puerta, siendo observada por toda la multitud sentada en la mesa.

—Asumo que me convocaste para algo importante, joven Malfoy —La voz extraña del mago en la cabecera de mesa resonó en la habitación —, veo que el día de hoy tenemos una visita ¿vas a presentarnos a tu acompañante, Draco?

—Mi señor, exactamente. Quiero presentarle a la persona de la cual le hablé hace algunas semanas— comentó altivo— ¿recuerda que necesitaba a alguien para una misión especial?

—Como no, he estado muy intrigado por lo hablado anteriormente.

Draco le hizo una seña para que se acercara y pudo ver las miradas de los magos clavadas en Nina, quien caminó erguida y con garbo. Tal como una actriz de cine, tal como una diva famosa haciendo entrada en una premiere.

—Mi señor, quiero presentarle a quien llevará a cabo su misión. Ella es Nina Illich, la encantadora lectora de runas antiguas.

Nina sentía como si estuviera en una película, sentía que tenía que interpretar un papel y que después saldría de escena para volver a ser ella misma.

Sonrió con algo de fingida inocencia, pero sus ojos transmitían oscuridad y magnetismo. Propios de la chica claramente, sólo que ahora estaba haciendo explotar su dotes para ser tomada en cuenta de la manera correcta.
Sentía como si la estuvieran vendiendo en un mercado de esclavos, a un amo cruel qué exprimiría hasta su última gota de energía vital.

—Vaya vaya, pero realmente este es un verdadero placer —susurró posando sus ojos sobre los oscuros de la joven bruja —, enserio que eres una belleza.

Nina sintió la huesuda mano del mago tomar la de ella y quiso salir huyendo, las náuseas querían hacer presa de ella, pero se contuvo, no podía vomitarle encima a Lord Voldemort y que este esperara que era una persona de fiar.

Señor... —saludó la muchacha con una sonrisa de suficiencia —, el placer de conocerle es mío.

—Draco, debo admitir que estoy muy complacido por tener a esta bruja ante mí. Pensé que nuevamente esto sería un fracaso, pero debo admitir que me has convencido.

Hubo un silencio mientras la mirada de Voldemort subía y bajaba por el cuerpo de la bruja.

—Dime, querida ¿Cuál es tu nombre?

—Nina Illich, señor.

El mago sonrió complacido. Conocía a la perfección quienes eran los aurores Illich y él adoraba cuando los jóvenes relacionados con aurores se unían a sus filas, cuando específicamente los hijos de estos se iban por un camino muy distinto al que sus padres habían elegido; otros mortífagos dejaron escapar risitas burlescas y Nina comenzó a sentir el malestar y el peso de su decisión.

Salvar a Fred traía consigo muchas cosas y una de ellas era traicionar a sus padres en el intento.

Draco se apresuró a decir unas palabras.

—Nina fue mi compañera en Hogwarts, la bruja más inteligente de la casa Slytherin y de nuestra generación me atrevo a decir—comentó —, su linaje de sangre pura y múltiples habilidades la hacen ideal para lo que tiene contemplado, mi señor.

Voldemort no dejaba de verla, quería notar alguna grieta en su papel, en si su rostro denotaba alguna emoción de incomodidad.

—Draco no necesito que me la presentes. Estoy seguro que ella puede hacerlo mejor que tú —le frenó levantando una mano haciendo alusión a que guardara silencio—Nina, querida ¿tus padres saben dónde estás ? — se rió con malicia — Después de todo no quiero que te vayas a meter en problemas, no me gusta desarmar familias por conflictos de intereses.

— Ya soy mayor, señor. Creo que llegada a la edad suficiente todos somos capaces de tomar nuestras decisiones y una de ellas es el bando al que queremos representar —respondió con su sedosa voz —Digamos que con mis padres tenemos intereses muy distintos mi señor —contestó en tono seductor.

—Me sorprende mucho que algunos jóvenes con su edad puedan tener un panorama tan claro de lo que los muggle y sangres sucias pueden hacerle a nuestra sociedad —dejó entrever sus dientes con lo que era la mueca de una sonrisa.

—Por supuesto señor, toda esa plaga de sangres sucias y traidores a la sangre, hacían que Hogwarts fuera un lugar repulsivo— La muchacha se sorprendió a sí misma debido a la capacidad de mentir que tenía—, cuando Draco me buscó para esta tarea quedé más que convencida sobre cuál era el camino que quería seguir.

—Te felicito querida, creo que estás reivindicando a tu familia.

Él se colocó de pie y ella no se movió ni un centímetro a pesar de sentirse completamente abrumada con el hecho de que era muy alto y que su piel era tan blanca y escamosa como la de una serpiente.

¿Era real? ¿Acaso siquiera era humano?

—Sé que tú abuela estará muy feliz cuando se entere de tu decisión. Los Saintclare siempre han mostrado su pensamiento político y social en el mundo mágico a pesar de que sean de otro país.

—Desde niña mi abuela me enseñó que una bruja tenía que honrar la magia que se nos otorgó y no mancillar la sangre pura con nadie inferior.

—Una sabía mujer, lástima que no todos creen realmente en esas palabras.

Nina suspiró y se removió algo incómoda.

—¿Podrías enseñarme tu varita, por favor?

La joven se sintió algo dubitativa, estaba en shock claramente. De lo contrario no estaría mostrándose tan relajada al estar cerca de mi se hombre que tenía una aspecto sobrehumano. Extendió su mano y se la enseñó, el mago la sostuvo en sus manos analizándola detenidamente.
Avellana, inflexible — decía sonriente —¿De qué es el núcleo?

—Fibras de corazón de Dragón— musitó.

Draco la observó sorprendido, jamás en los siete años que se conocían, le había preguntado de qué era su varita y no sabía que fuera tan poderosa.

Magnífico —murmuró Voldemort —, al parecer naciste para practicar artes oscuras, esta varita es ideal para asesinar a los impuros.

Nina sonrió y asintió. Realmente no sabía cuáles eran las palabras necesarias para este tipo de presentaciones, sabía que era cosa de tiempo para que el señor tenebroso delegara la misión y podía ser o no una reacción afirmativa para con ella.

Podía tener un montón de cualidades que la hacían especial para entrar y ser una de sus filas. Pero si él percibía el más mínimo instinto de traición sería capaz de asesinarla sin ningún miramiento.

—Verás Nina, necesito una persona con tu destreza y tus cualidades para una misión importante y eres perfecta, pero antes de que te unas a nuestras filas me debes demostrar tu lealtad—murmuró —, no hay nada como demostrar lealtad a la causa con la que crees que tus ideales se verán representados.

Nina y Draco intercambiaron una fugaz mirada.

—¿No estoy entendiendo, señor?

—Oh, no te preocupes, que si eres como el joven Malfoy te ha descrito, esto no te causará problema alguno.

El mago se volvió y sin que alguien pudiera mover un sólo músculo para ayudar, hizo levitar hasta el centro de la habitación a un hombre pequeño y gordo.

Voldemort se sonrió y sus ojos y facciones se afilaron al punto de parecer letal. El hombre se revolvía y la expresión de asombro de su rostro y el miedo que dejaba escapar por cada uno de sus poros hicieron palpable la sensación de que no esperaba verse implicado entre un Incancerous proveniente de la varita de Voldemort.

— Este hombre que ves aquí, se llama Peter Pettigrew más conocido como Colagusano, me ha sido útil pero es un traidor, supongo que sabes que fue él quien mató al joven Diggory —mencionó con ironía.

Nina supo lo que tenía que hacer.

Voldemort quería que le mostrara qué tan despiadada podía ser.

No iba a darle otra oportunidad, no la conocía, pero esta era su prueba de fuego y si la fallaba estaba segura de que terminaría igual que el mago que estaba siendo sofocado por la magia del señor oscuro.

Nina había oído el nombre de Pettigrew en la Madriguera, había estado engañando a los Weasley desde hacía mucho tiempo. Evidentemente era un traidor.

¿Pero porqué Voldemort quería deshacerse de él?

—¿Qué quiere que haga con él?

—Bueno, este hombre ha en realidad es una rata traicionera —murmuró con sorna —, quizás tú no lo sabes y tampoco tiene porqué importarte, pero mandó a la cárcel a Sirius Black  y traicionó a los Potter — escupió con sarcasmo y teatralidad —a nadie le gusta un traidor ¿No es así? ¿Qué sucede si llegase a traicionarme a mí?

—Pues tendría que sucumbir a su ira, supongo—respondió ella mientras el corazón le latía con fuerza.

— Yo no quiero que él sufra, pues me ha servido en algunas ocasiones a pesar de que realmente no era nada brillante —habló con susurros —Quiero que te deshagas de él.

Ella lo miró desafiante, pero su corazón estaba encogido. Le estaba pidiendo explícitamente que asesinara a un hombre a sangre fría, netamente porque a él se le había antojado matarle.

—No quiero que lo tortures, él cuidó de mí, así que quiero que sea sin dolor, deseo que lo mates, pero que sea rápido —ordenó —Ahora.

El mago quizás no tenía ninguna culpa, quizás era uno de los vasallos más fieles. Pero él había sido el más débil en una cadena donde Voldemort quería que le demostraran lealtad y cuan salvajes podían ser las personas.

La chica se sintió miserable, pero estaba dispuesta a hacerlo con tal de mantener a esos magos lejos de Fred.

Sintió los dedos en el mango de su varita y apuntó con determinación.

Tenía que hacerlo de una vez o su moral comenzaría a hacerse fuerte y no lo lograría.

—¡Avada Kedavra! — dijo con firmeza y el cuerpo del traidor que había entregado a los Potter cayó a sus pies.

Los ojos de Voldemort brillaron con una chispa demencial, su sonrisa amplia se posó en la londitud de su rostro y dejó escapar un suspiro.

—¡Bravo! Realmente eres como Draco te describió— declaró —joven Malfoy deberías tener la determinación de ella, apuesto a que siempre te refugiaste tras esta chica en la escuela. Pero acertaste medio a medio en traerla conmigo, creo que puedo perdonarte el no haber matado a Albus Dumbledore.

La mente de la chica comenzó a dar vueltas, sintió cómo la sangre se le subió a la cabeza y un pitido en sus oídos amenazaba con hacerla desmayarse. Se sentía sucia, había asesinado a alguien sin piedad, era un mortífago y por su culpa habían muerto muchas personas, pero aún así ella no tenía derecho haberlo asesinado.

—Bellatrix querida, adelante. Le daremos la bienvenida a una nueva integrante a nuestras filas.

Bellatrix no fue nada suave ni sutil. Tomó uno de sus brazos y en medio de una risa tóxica y cinica le clavó un cuchillo que asumió estaba hechizado con magia oscura.

La estaban marcando para siempre.

Ya no había vuelta atrás.

Una sombra se formó en ese momento y entró por sus fosas nasales, consiguiendo que sus ojos se nublara de inmediato.

Todo había sido tan rápido que no pudiste ni siquiera procesarlo.

Su más grande miedo se estaba haciendo realidad, eso era lo que su boggart significaba a ciencia cierta.

Ahora era una mortifaga.

Sintió un dolor intenso cuando el filo abrió su piel, sintió una quemazón irracional pero se tragó los gemidos de dolor. Draco llegó a su lado inmediatamente apretando sus manos en los hombros de ella como si estuviera sosteniendo su cuerpo para que no cayera.

Bellatrix la observó con una mirada psicópata y se alejó, la sangre que fluía no tardó en cesar y dió paso a la marca tenebrosa que eternamente estaría tatuada en su piel.

— Bienvenida a la familia — Bellatrix le susurró al oído con sarcasmo y malicia —, ya no eres la hija de los aurores, eres una de nosotros.

Y esa ahora era su realidad.

Era un ser oscuro.

El ser que al parecer siempre había sido según el destino.

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