DETRÁS DEL REFLEJO [#4]

By BlondeSecret

9.9K 1K 564

CUARTO LIBRO DE LA SERIE #4 «Soy el reflejo de miles de espejos rotos. » La escuela de reflejo ha abierto sus... More

DETRÁS DEL REFLEJO
Prefacio
00,1
00,2
00,3
00,4
00,5
00,6
00,7
00,8
00,9
00,10
00,11
00,12
00,13
00,14
00,15
00,16
00,17
00,18
00,19
00,21
00,22
00,23
00,24

00,20

93 12 9
By BlondeSecret

00,20

 Las serpientes de cristal salían de su hogar, para jugar y buscar un ser que no pudiera escapar. 

Yo no era nada.

Absolutamente nada en ese momento.

Podía sentir cómo una parte de mí se había desvanecido completamente, mi piel y todo aquello que era terrenal desvaneciéndose en pequeñas partículas, en polvo, dejando solo ese espíritu que ardía. Fui capaz de sentir mi propio calor, y mayor peso, la gravedad haciendo su jugada.

Entonces me giré sobre mi propio eje cuando escuché las voces lejanas de Daxon y Tauren, sin embargo era imposible alcanzarlos, en especial cuando algo borroso y frío me atravesó, luego quedé cubierta de tierra, el agua intentó apagarme poco después. Se trataba de muros, enormes muros en los que estaba cayendo; uno tras otro para llegar...

Bueno, no tenía ni idea hacia dónde podría llevarme a fin de cuentas ese Espejo, pero sería toda una aventura.

Cerré los ojos por unos segundos cuando una exuberante cantidad de nubes oscuras empezaron a acercarse a mí, no lograba ver mi propia luz, absolutamente nada, hasta que el hielo empezó a quebrarse frente a mí. La pared helada me dejó ver esa mancha colorida que danzaba, las gotas de agua cayendo a mis pies gracias al calor que emanaba. Sabía que en otros mundos existían seres así, que su propio ser era fuego o hielo, que caminaban como espíritus libres sin ninguna piel que los cubriera e impidiera ser ellos mismos.

¿Así se sentía realmente? ¿Volar a donde fuera, sin pensarlo? Era como centrarse en una canción y solo repetirla sin preocuparse por nada más. Solo se trataba de ti y de cómo la energía del mundo atravesaba lo que eras para seguir repitiendo el proceso una y otra vez.

Observé aquellas extrañas manos en las que el movimiento no detenía el fuego, solo lo conectaba con su alrededor o lo fundía en segundos. Sin embargo eso no sucedió cuando empecé a atravesar por completo las nubes hasta llegar a espirales compuestos por estrellas. Me cubrieron de pies a cabeza, y era... era como un viaje interestelar donde no veías principio ni fin. No había un aroma en especifico, solo eterna frescura y calma. Algo que en mucho tiempo no había sentido en ningún lugar.

Todo sucedió tan rápido que apenas y tomé una bocanada de aire. Sentía que no era yo, pero estaba ahí. Aparecía humo, y luego seguía ardiendo, puro fuego en todos los colores posibles. Tal y como mi madre me había nombrado cuando nací: un arcoíris. Uno que caminaba quemando todo a su alrededor. Mi poder en su estado puro y real.

«Eres parte de la naturaleza de este mundo, acéptate, hija. —Su voz, su aroma, seguían impregnados en mí como si hubiera sido ayer—. Nunca será fácil, pero él ya lo hizo, y te ayudará en el proceso. »

Me tomé unos segundos para canalizar lo que estaba sintiendo, con cómo estaba conectando, no solo conmigo misma, sino con aquellos recuerdos que había preferido olvidar. Mi llama no se apagó en ningún momento, al igual que el palpitar continúo que escuchaba en mi interior.

«Enorgullecete de quién eres, y brilla.»

El azul violeta nadaba en mis entrañas, pequeños peces de luz que parpadeaban y lograban iluminar los cristales coloridos frente a mí. El blanco cantaba en mi cabeza como una corona que no podía quitarme. Mis llamas rojas abrazaban las naranjas, las favoritas de mi papá. Él solía decir que era como ver un nuevo atardecer. En ese tiempo tenían dos modos de verlo: en mis ojos o cuando mi poder salía a la luz.

Cabe decir que eran pocas las veces que salía de mí, al igual que mis tinieblas, pero mis padres tenían ese don especial, de por sí su manera de ser les permitía ver absolutamente todo aquello que había en el interior de las personas y nunca me temieron.

Por mi parte siempre sentí que no habría podido sobrevivir en ese entonces, y mucho menos ahora, de mostrar lo que era o cómo funcionaba mi poder.

De quién era y cómo había sido creada.

Ese monstruo abominable para el mundo de las tinieblas.

El horror y abominación que había mostrado todo ser cuando vieron mi poder y lo que podía llegar a hacer.

Observé a mi alrededor los muros de cristal que continuaban brillando gracias a la silueta de fuego que caminaba entre ellas. Yo. Solitaria y peligrosa. Así es como había permanecido desde la gran catástrofe, y era lo mejor. No soportaría más pérdidas, más dolor si era yo quien lo causaba.

Mis tinieblas más de una vez me invadieron en el silencio, las lágrimas saliendo una por una sin detenerse, a veces sin razón alguna; mis palpitaciones, el no poder siquiera respirar... así llegaba el fuego después. Recuerdo cuando sentí el aire fresco de nuevo tras pasar siglos encerrada en la nada, cómo pude sentir que todo ese calor empezaba a apagarse.

Sin embargo, siempre... siempre regresaba.

***

Cuando los cristales frente a mí dejaron de reflejarme, poco a poco empezaron a unirse y fusionarse entre ellos. Una verdadera obra de arte para cualquier ser que tuviera la oportunidad de presenciarlo. Era ver cada color existente unirse para crear la complejidad de un Espejo donde habitaban respuestas y preguntas de la misma existencia.

Apoyé mi frente en él, sintiéndolo todo de nuevo.

Estaba quieto, en silencio, lo cual era un milagro ya que muchos Espejos una vez abiertos empezaban a hablar. Fuesen tinieblas o no, había siempre un habitante que empezaba a sentirse muy solo hasta que entraba alguien que le recordaba cómo hablar.

Eso nunca me ocurrió a mí.

Pero era de ese tipo, del que te empezaba a sacar de quicio.

Entraba a lo más profundo y traía lo que más te dolía pero conmigo no pudo. Nadie nunca pudo ver dentro a la fuerza, mucho menos si estaba en mi estado natural, así que se trataba de una tarea imposible. Mi fuego era impenetrable para su poder y las juguetonas tinieblas que danzaban alrededor no daban ni un pellizco.

—Hace mucho que no entrabas en un Espejo.

Mi ser, mi figura y silueta de fuego parecieron apagarse por un segundo, un pestañeo al escuchar esa potente voz. Podía sentirse por todas partes, y al tiempo era como si viniera de ti. Pero sabía... sabía que no era el Espejo.

—Y yo creí que no hablabas con monstruos.

—Suelo matarlos, pero contigo siempre he podido conversar.

Lucía exactamente como la última vez. Su altura era inimaginable pero al tiempo parecía normal entre los Espejos. Era como si estuviera frente a mí y al tiempo no, solo reflejada gracias a las luces de su cuerpo. A diferencia del pasado, ya no usaba armaduras, solo algo parecido a un uniforme que de todas formas resaltaba su oscura mirada y cabellera, las finas manos que jugueteaban con las armas que estaban exactamente donde las recordaba.

Kygo era una de las Guardianas de la Tierra. No se trataba de un Antiguo ya que este mundo había perdido hacía mucho quien los representaba, pero era una guerrera, una que ya no pasaba la mayor parte de su tiempo aquí.

— ¿Y? ¿Ningún Antiguo pudo venir a saludarme y mandaron a uno de sus sirvientes? —mascullé, viendo su cabello oscuro moverse por un viento susurrante.

Su belleza era gloriosa, claro que sí, y aunque podía lograr ser simple, cada facción afilada dejaba claro cuánto poder corría por sus venas. La mente, por supuesto, siempre fue su fuerte.

—No era tan necesaria su presencia esta vez, aunque sé que ha pasado un buen tiempo desde la última vez. —No solo un tiempo, sino siglos—. Te ves bien desde que saliste de tu prisión.

—Tus Antiguos queridos me encerraron en ella. Estabas ahí, así que te acuerdas perfectamente, Kygo.

—Bueno, al menos ya estás al lado de quien te libró de tan miserable existencia—rio por lo bajo, sin que lograra entender y procesar lo que me estaba diciendo. Callé, mientras ella me observaba—. Pareces seguir siendo tan miserable como antes, ¿o me equivoco?

La furia empezaba a hervir en mi interior. Kygo siempre fue cruel, peor que cualquier otro Guardián que hubiera conocido antes. Ellos solían ser buenos con los mundos seleccionados, los amaban y cuidaban. Sabía que muchos de ellos habían convivido con los seres y creado armonía. Sin embargo en la Tierra... había ocurrido un completo desastre.

Conocía muy poco de la verdadera historia, mi madre se tomaba su tiempo para contar las cosas y en los libros no había mucha información, a excepción de los libros en las lenguas de otros guardianes, de otros mundos, así que había descubierto ciertas cosas con el tiempo. Sí, cosas. Lo justo. Como que los guardianes originales de la Tierra habían hecho algo muy malo, por ello el odio de Kygo por la Tierra, porque tras recibir su cargo entre el mundo de tinieblas y humanos, también había perdido a su hermano, el dueño de los relámpagos.

El padre de Izye Kuznetzov.

— ¿Qué es lo que quieres, Kygo?

—No me gusta que estés suelta. Algunos Antiguos concuerdan conmigo, otros simplemente se divierten con ver cómo sigues intentando contenerte. —Retrocedí cuando pude porque sabía lo que podía suceder si no era cuidadosa—. Pero no te encerraremos de nuevo. Solo vengo a advertirte.

Mil emociones empezaron a traspasarme el alma. Sí, el alma, totalmente visible bajo el fuego que crecía, porque su color estaba ahí, y cada trozo estaba oculto bajo capas de calor, cada miedo y terror escondido tras los siglos que pasé en un Espejo completamente encerrada por culpa de los Antiguos.

Eso Kygo lo sabía. Por eso había regresado. Para recordarme que ellos podían regresarme a esa prisión de silencio. Si querían, yo regresaría a un Espejo por la eternidad, como sucedió en el pasado.

—No necesitas hacerlo, Kygo. Sé lo que estoy haciendo.

—El mundo esta vez no gira a tu alrededor, Vegara. Algo muy malo está ocurriendo, y eso lo sabes. —Reconocer que lo sabía eran puntos extra para la guardiana, pero preferí el silencio. Un arma mucho más poderosa—. Llegarán momentos duros para todos.

— ¿De qué estás hablando?

— ¿Aparte del hecho de que este mundo está en sus últimos tiempos...? Sabes que hay un ser que busca romper el equilibrio de las tinieblas—susurró, como si pudieran escucharnos.

—No saben que estás aquí, que estás hablando conmigo.

Ella retrocedió un poco, observando los cristales que permanecían en continuo movimiento. Su reflejo, a diferencia del mío, no estaba por ninguna parte.

—Sabes cuán peligroso es estar buscando los Espejos de Baldr, Vegara. Si cualquiera los encuentra, empezará el infierno. El verdadero infierno.

— ¿Y por qué no lo detienen ustedes? —Me crucé de brazos, aunque eso no servía de mucho. Kygo estaba dominando la situación y no podía hacer nada al respecto—. Ya lo hicieron una vez. ¿Qué diferencia hay?

—Esto no es un juego.

— ¡Mi vida estuvo en juego, por ustedes! ¡Por los Antiguos que me encerraron por siglos en un jodido Espejo!

—Vegara...

Kygo frunció el ceño, sus pronunciados labios apretados. Mi calor empezó a elevarse cada vez más, cada recuerdo actuando con esa flama en mi interior.

—Me alejaron de mi familia, me desterraron y abandonaron en un jodido Espejo por ser diferente, porque...

—Solo queríamos protegerlos, a todos los Antiguos la cosa se les salió de las manos y lo sabes. Él actuó solo y tú sufriste las consecuencias sin que nadie pudiera hacer nada.

Me limpié las lágrimas que caían, una tras otra, fundiendo el cristal, desplazándose como goma. Un particular aroma fresco empezó a danzar de cristal a cristal, pero no podía, no podía seguir hablando de algo que me había quebrado.

Cuando perdí a mi familia, ese día catastrófico, sé que perdí una parte de mí misma que nunca podría recuperar. Esa luz, esa chispa que una vez me perteneció y caracterizó, ya no era más que un recuerdo. Pensé muchas veces que era normal, que incluso rodeada de personas nuevas las cosas cambiarían pero solo logré sentirme cada vez más sola y vacía.

—Atrapenlo ustedes si causará tantos problemas.

—Sabes que no podemos. Ya nada es como antes.

—Los Espejos...

—Debes destruirlos.

No iba a hacerlo. No iba a perder mi oportunidad, no cuando estaba tan cerca de conseguir lo que quería porque, si yo había logrado sobrevivir todos esos siglos ahí encerrada por culpa de los Antiguos, ellos... ellos...

—No funcionará.

Otra lágrima de fuego cayó en la nada, convirtiéndose en humo gracias al frío que empezaba a emanar Kygo. La negrura casi helándose por su presencia, como si pequeñas nubes iniciaran a formarse a sus espaldas. Esa tez blanca cada vez más pálida, y sus ojos negros enfriándose más.

—Sé lo que estoy haciendo, Kygo. Y no puedes detenerme. —Mi voz sonó segura. Mucho más segura que cuando nos conocimos—. Las cosas son diferentes ahora, tú lo acabas de decir. Están los Kuznetzov en medio, y si me estás confirmando que los Antiguos no interferirán, entonces eso hará que cada ser de tinieblas siga en nubes de creencias de algo que siguen sin ver. Nada. Es. Como. Antes.

—Los Kuznetzov son sabios y poderosos, sabrán que hacer y sé que no dejarían a alguien como tú suelta. —Kygo intentó acercarse de nuevo, pero yo cada vez me alejaba más, y eso ella lo sabía—. Recuerda lo que te he dicho, Vegara, recuerda el pasado. No cometas los mismos errores. No siempre tendrás la suerte de que un Dranor te salve.

Sus palabras fueron como una daga que fue enterrándose de a poco, tan profunda que sabía que sería difícil sacarla. De todas formas, ¿qué Dranor? ¿Tauren? ¿Por qué lo metía a él en eso? Nunca había necesitado que me salvara. El Dranor...

Había una laguna debajo de nosotras, era como si hubiéramos estado flotando todo el tiempo, casi como si el calor de mi fuego hubiera descongelado algo, un portal, el mismo Espejo, abriendo una salida. Y era exactamente lo que necesitaba.

—Piénsalo, Vegara. No querrás quedar encerrada de nuevo.

No dudé ni dos segundos en lanzarme a esa laguna, no importaba hacia dónde me llevara, solo necesitaba alejarme de ella. Lo único que no podía dejar, eran mis preguntas que empezaron a golpearme, una tras otra.

Kygo había nombrado demasiadas veces al Dranor. Era el único ser de energía involucrado en mi vida, no podía tratarse de nadie más, porque mi padre estaba muerto y...

La imagen de Tauren acercándose a través de un cristal enseguida me devolvió a mi cuerpo y quedé inerte, observándolo tal y como lo había hecho la primera noche. Cada tiniebla en mi interior quedó estampada contra el Espejo; era como estar al otro lado de la pared sin que él pudiera verme.

—No, no es cierto.

— ¿Estás seguro de eso, príncipe?

Sus facciones se volvieron cada vez más duras. Seguramente estaba hablando con algún antepasado o algunas tinieblas que querían jugar con él. ¿Pero por qué hacerme ver lo que estaba viviendo en el Espejo? ¿Qué sentido tenía tenerme ahí escondida? Ya había vivido la experiencia de ver todo atrapada sin que se dieran cuenta de mi presencia aunque gritara hasta perder la voz.

—No deben llamarme así, perdí ese título hace mucho.

—Oh, vamos, todos saben el poder que sigue teniendo Idina, príncipe. —Unas vocecillas empezaron a reír—. ¿Qué tanto quieres negarlo? Podemos jugar un juego, pero si ganamos, tendrás que admitirlo.

Lucía mucho más sexy que en cualquier otro momento pese a que no hubiera querido admitirlo, pero era así. Probablemente se tratara del efecto del Espejo, porque podía verse su esencia con facilidad, aquí no debía ocultarse tampoco, por lo cual no llevaba camisa y eran visibles todas las cicatrices que apenas y había podido ver antes, pero por esa misma razón el Dranor estaba repleto de tatuajes. Pequeñas figuras se esparcían por toda su piel, a excepción de ciertas partes de los brazos que estaban completamente cubiertas, como si evitara ver lo que le habían hecho.

—Entonces juguemos.

Una luz azulada destelló al instante, impidiéndome ver toda esa fisonomía escultura, cada músculo pronunciado y tonificado, como si se hubiera dedicado por años a cada parte de su cuerpo con el fin de luchar para ese momento, para evitar que volvieran a hacerle el daño que tuvo que sufrir antes. Una armadura. Una figura. Una máscara y apariencias que no definían en absoluto su persona.

—Diremos tres cosas que creemos que son verdades. Si acertamos, tendrás un castigo. —Pude ver un escalofrío oculto recorriéndole la espalda tatuada a Tauren—. Pero si no lo hacemos, tú tendrás oportunidad de escapar.

Sonaba como una serpiente. Probablemente lo era, ya que resonaba un cascabeleo que ni el Espejo podía ocultar. Y lo que sabía respecto a ese tipo de trucos, era que de un modo u otro, una vez que aceptabas jugar, ya no había vuelta atrás. La idea era quedarte atrapado como un entretenimiento para los seres que vivían en su interior y escapar sería tortura eterna.

Cerré los ojos, deseando que la inteligencia de Tauren no le fallara en ese momento, porque de aceptar, estaría perdido.

Una sombra oscura empezó a moverse frente a él, y aunque los cristales no me permitían ver todo con claridad, juraba que era la serpiente levantándose, con tal de demostrar su poder y fuerza frente a un simple Dranor con un par de siglos. Intenté buscar una puerta, una falla en ese Espejo que me permitiera gritarle o entrar para sacarlo de ahí, porque eso me exigía mi mente, mi cuerpo, todo en mi interior solo quería tomarlo de la mano y abrazarlo.

Mis manos recorrieron cada relieve del Espejo, los cristales juntándose para formar el perfecto reflejo de todo lo que yacía a su alrededor con tal de jugar con cada mente, con cualquier ser que se dignara a entrar donde no pertenecía. Busqué fundirlo, mi fuego emanaba de mí de a poco. Sabía que estaba débil, el ver a Kygo, mostrarme en mi forma pura y real costaba siempre eso y ese había sido el precio de entrar en el Espejo. 

Podía sentirlo, podía hacerlo, invadir y fundir un Espejo no iba a ser tan difícil si había logrado incendiar lugares mucho más grandes y peligrosos, de eso estaba segura. Suspiré apoyando todo mi cuerpo. Todo el calor servía.

Entonces vi a Tauren en todos los cristales del Espejo, los colores recorriendo esa cabellera blanca, iluminando su mirada de cielo mientras asentía diciendo:

—Hecho.

No...


WENAAAAAAAAAS

Me estoy emocionando, ¿ustedes no? 

Quiero decir... ha pasado un tiempo desde que me sentía así y creo que se refleja perfectamente en el cap porque lo he escrito con el corazón a mil y sin poder detenerme ni un segundo. Espero que no se hayan olvidado de mí y que lean con todo el gusto del mundo, porque he regresado y aunque actualizaré de a poco y no como antes, buscaré siempre darles el mejor contenido y que puedan disfrutar de los reflejos como el primer día. 

Les quiere, Nat. 

Continue Reading

You'll Also Like

21.8M 140K 9
*Esta historia está incompleta debido a su publicación en formato físico con la editorial Plataforma Neo* Kenzie Sullivan hace listas de planes para...
148K 18.3K 68
Cuando vives por alguien estás preparado para sacrificarte. Luego de la guerra de la expiación, colonias de humanos divididas en distritos viven ba...
5.5K 220 6
Emma solía amar incondicionalmente a Steven, su ex novio. Steven, sólo se hacía el despistado para no aceptar que seguía sintiendo cosas por Emma a...
757 90 19
Escribir es cómo hablar conmigo misma a través de una hoja, tengo mucho que decir pero no lo sé expresar, mi única salida son letras en perfecta sinc...