Juramento Inquebrantable [Fre...

By MerlinaRothbart

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By MerlinaRothbart

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74. La oportunidad para vengarse.
______________________________

Las miradas de desdén y odio de los estudiantes cuando cualquier Slytherin pasaba por el pasillo del expreso en dirección hacia el vagón correspondiente. Nina, Pansy y Luna subieron reunidas; los cuchicheos y los murmullos no se hicieron esperar cuando estas caminaron entre los alumnos. 

A pesar de cualquier cosa, ninguno fue capaz de dirigirse directamente a ninguna de ellas. Se instalaron en uno de los compartimentos y cerraron la puerta tras ellas; habían muchos rumores que debían conversar lejos de los oídos ajenos. 

—Dicen que ninguno del trío de idiotas está en el tren— declaró Pansy apoyando los pies en el sillón acolchado frente a ella. 

—¿Cómo dices?

Pansy rodó los ojos y observó a algunos estudiantes que echaban miradas furtivas a su compartimento. 

—¿Qué ven? ¿Acaso les debemos algo? —exclamó Pansy con la mirada enojada, ya estaba comenzando a cansarse de que los vieran como si fueran criminales o cómplices de la muerte de Dumbledore —Estos malditos impuros, siempre creen saberse dueños de la verdad. 

—Anda no te desvíes, ¿qué era lo que estabas diciendo?

—Ah, verdad —sonrió de forma algo sarcástica— , creo que ni la sangre sucia, ni la comadreja ni cara rajada están en el tren. Al parecer no volverán a Hogwarts— susurró. 

—¿Y eso?

—No lo sé.

—¿Alguno de ustedes ha hablado con Draco?—preguntó Luna, murmurando en tono bajo—, a pesar de todo lo que se habla de él, no podemos dejar de pensar en que sólo es un adolescente, igual que nosotros. ¿Realmente está con el señor tenebroso?

Nina suspiró agobiada, no sabía cómo mantenerse cuerda en lo que quedaba de año escolar. Tampoco sabía porqué habían permitido el ingreso tan pronto para este año si la muerte del antiguo director todavía era reciente; nadie sabía muy bien qué esperar sobre lo que depararía el año escolar y el cargo de Severus Snape.

—Sí, realmente lo está. Pero no, no he hablado con él. 

—Yo tampoco— terció Pansy—, no sabemos qué es lo que sucederá ahora ¿no creen? Algo pasa, ahora que todo el mundo sabe lo que Voldemort es capaz de hacer, nadie está seguro, sin Dumbledore, la escuela es un blanco fácil. 

—¿Tienes miedo?—preguntó Nina de la forma más seria que pudo.

—No, pero tampoco sé que esperar de este lugar ahora. 

Hubo unos segundos de silencio entre ellas, tampoco querían que el viaje estuviera cargado de tensión, ya habría mucho de eso en el castillo. 

—Bueno, podemos hacer algo mejor, como por ejemplo ¿Cuéntanos de qué se trata esa roca que veo en tu dedo? —preguntó Pansy—, no me digas que el traidor te lo ha pedido...

Nina no pudo  evitar sonreír ante la mención del hecho, era lo único que consideraba bueno en el último tiempo, era lo único que al parecer le hacía sentir dichosa sin pensar en todo lo demás que no era nada favorable.

—Sí, me lo pidió en las vacaciones. Luna ya lo sabía, netamente porque pues, son vecinas de los Weasley. A ti no te gustan las cartas, por eso preferí darte la noticia en vivo— rió —Me casaré con Fred. 

Pansy también sonrió y abrió los brazos para darle un abrazo, al que se unió Luna, otra de las cosas buenas era la amistad que las tres habían forjado a lo largo de todos los años. Siempre estaban ahí la una para la otra, siempre las tres contra el mundo. 

—¿No estarás embarazada no es así?

—¡Qué dices, Parkinson!—jugueteó—, no todas las personas se casan por estar embarazadas. 

—Sería ridículo, pero eres tan joven. No pensé que fueras ese tipo de chica.

—¿Cuál tipo de chica?— preguntó Nina, con curiosidad

—Aquella que se enamora hasta la última célula de su cuerpo de alguien, esa que es capaz de unir su vida a la de alguien más.

—Pues eso solamente es algo que logró Fred, es la única persona por la que podría sentir esto que siento. 

—¿Cómo puedes estar segura?

—No lo sé, creo que es algo que simplemente sientes, es algo que solamente está latiendo en mi interior. Es algo que llega y solamente sucede, sin que puedas detenerte a pensar o darle vueltas al asunto. 

Nina todavía era joven, muy joven. Solamente que cada vez que hablaba sobre Fred lo hacía desde el corazón, con una madurez que hasta ella desconocía tener. Solía pensarlo y mirar lo que quería a futuro, su relación con él era una de las pocas cosas a las que podía aferrarse en estos tiempos de oscuridad.

—Bien, debo dejarlas chicas. Debo ir a hacer de niñera con los de primer año —siseó —, en el castillo pueden seguir abrumandome con preguntas sobre mi supuesto embarazo adolescente.

Salió del compartimento y caminó entre los estudiantes para dirigirse al vagón donde iba primer año. Allí se encontraba Theo Nott, quien había sido nombrado prefecto en lugar de Draco.

—¿Aburrida desde el día uno?

—Creo que la palabra no es precisamente aburrida, creo que es condenada.

—Entiendo a qué te refieres, a las miradas.

—Siempre se han creído mejores que nosotros, creo que ya me he acostumbrado.

Nina se quedó junto a Theo respondiendo las dudas que los niños de primero les iban preguntando, hasta que de pronto el tren fue perdiendo velocidad.

—¿Qué sucede?

—Tal vez viene otro dementor —se burló Theo recordando aquel incidente de hace años.

Nina se asomó por el ventanal, sin embargo no lograba ver nada, aún así sintió una punzada de incomodidad. Sonrió intentando poner a los niños en calma, pues no era usual que el tren se detuviera, no se hacían paradas, ni nada por el estilo.

Hasta que hombres con vestiduras negras abordaron al tren.

—¿Son... ?
—Mortífagos...

Nina tragó saliva y de pronto su vagón fue silencio por completo. Los hombres fueron mirando en los vagones, uno por uno.

Era evidente.

Buscaban a Potter.

Y en el proceso veían posible futura carnada.

Y después los gritos, los gritos de una chica.

—Quédate aquí —le ordenó Theo a Nina —, iré a investigar.

Los niños comenzaron a alborotarse y a sentirse incómodos.

—Quédense en silencio, todo ya pasará —siseó, con la varita en la mano, lista para atacar si eso fuera necesario.

En tren comenzó a andar nuevamente, lo que quería decir que habían abandonado el expreso. Nina vislumbró a Pansy por la ventana, abrazada a Blaise y a Theo mientras lloraba.

De inmediato salió del compartimento que custodiaba y se dirigió hacia ellos. Vio algunas ventanas rotas, sin entender bien qué era lo que sucedía.

Merde —farfulló —¿Qué pasó?

—Yo fui al baño, salí un momento, cuando volví Luna ya no estaba y comencé a buscarla —hipó —, ellos iban con ella y Dean Thomas y tratamos de impedirlo, comenzamos a lanzar hechizos y traté de sujetarla, pero él desapareció y Blaise jaló de mí —declaró  con la cara llena de lágrimas.

Hasta ese momento Nina no había reparado en que su hombro estaba lleno de sangre, había recibido algo de la magia de la desaparición y su piel se había despartido.

—Lo siento, de verdad que quise evitarlo.

—No es tu culpa, no es tu culpa —Nina abrazó a su amiga y lloró también.

Esa era una declaración de guerra e indicaba que no tendrían piedad.

N

o tendrían piedad con nadie.

La llegada al castillo no fue menos caótica, todos estaban alterados y los maestros intentaron contener al cuerpo estudiantil luego de esos inexplicables acontecimientos. En menos de media hora la escuela estaba llena de aurores que vigilaban cada pasillo, cada escondite que en algún momento fue secreto, no había espacio para guardar trucos, pues la vida de los estudiantes estaba en juego.

Severus Snape no se dejó ver, Minerva McGonagall fue quien llevó a cabo la ceremonia de selección, teniendo en cuenta que el ambiente sombrío del castillo no era el usual a la hora de integrar nuevos magos y brujas; siendo honestos, no eran tiempos para permitir que niños pequeños entraran en Hogwarts, pues definitivamente no era seguro.

Una vez que terminó la ceremonia de selección, los prefectos se quedaron conversando sobre cómo se distribuirían los puntos claves durante el día para las patrullas respectivas. Definitivamente el trío dorado no había vuelto a Hogwarts, lo que generó habladurías y rumores.

Las malas caras y las miradas furtivas hacia los Slytherin fueron incrementando inclusive los comentarios.

—Creo que definitivamente no deberían seguir como prefectos, debería limitarse la autoridad que se les da en este castillo, sobre todo a ti —siseó Hannah Abbott, quien no tuvo ningún inconveniente en evidenciar su desagrado para con Nina.

—¿Disculpa?

—Eso, todos ustedes son la misma clase de persona, debido a todo lo que representan es que ahora Dumbledore está muerto.

—No entiendo qué es lo que tiene que ver con nosotros —replicó Nina, intentando contenerse —, no eres quien para decirme que hacer y que no en este castillo, quien debe darme indicaciones de mi función como prefecta es McGonagall.

Se volvió y comenzó a caminar.

—Así como Dumbledore murió por culpa de Draco, espero que este tenga el mismo final. Ojo por ojo y diente por diente, espero que el señor tenebroso lo use como un sucio peón y muera pronto victima de su propio juego —espetó a sabiendas de que Nina le oía.

Lo que ella no esperaba era esa reacción.

Sacó su varita del bolsillo de su capa sin que alguien pudiera preveerlo o detenerla.

Desmaius —conjuró, haciendo que Hannah saliera disparada por los aires, golpeándose en el pavimento —¿crees que puedes venir a jugar con lo que dices, Abbott?

Nina se abalanzó encima de ella y esta quiso arañarla, sólo que la Slytherin era más hábil, antes de que pudieran separarlas ya le había saltado encima y la apuntaba con su varita en el cuello.

—Si vuelvo a oírte hablar mal de Draco delante de mi vas a lamentarlo.

—¿Me amenazas?

—No, te advierto. La próxima vez no seré tan cordial. No usaré un aturdidor.

—¿Y qué harás, vas a lanzarme una maldición imperdonable como tu asesino amigo?

Nina sintió que la ira iba a emerger de ella pero se contuvo, acercándose muy cerca de su rostro.

—Quizás, tanto que estás tentando a tu suerte, quizás lo merezcas —murmuró hasta que fueron interrumpidas.

—¡Illich, Abbott! —La impetuosa voz de McGonagall seguida de algunos profesores hizo que Nina observara, sin liberar aún a su compañera —¿Qué significa esto? ¡Ambas a mi oficina!

La última mirada que Nina le dedicó a la Hufflepuff fue glacial, Hannah jamás la olvidaría.

Draco Malfoy estaba junto a su madre en la mesa que alguna vez fue para cenar en familia, ahora había sangre brillante derramada en la superficie, lo que le quedaba de inocencia había desaparecido cuando vió a la serpiente del señor tenebroso devorarse el cuerpo sin vida de su antigua profesora de Hogwarts.

—Mis queridos servidores —Una voz fría atravesó los tímpanos del rubio, quien tenía una expresión demacrada e intentaba disimular el miedo que sentía a cada instante— Me siento satisfecho al darme cuenta que poco a poco vamos limpiando nuestro mundo de los sangre sucia y los traidores a la sangre—  Voldemort paseaba por el salón con aire imponente e inspiraba el terror en todos aquellos magos—, pero aún nos aguarda la tarea más difícil, encontrar al niño Potter para destruirlo y así, tomar el poder del mundo mágico y limpiar la raza mágica— hizo una pausa y suspiró —. Nos hemos desecho de Albus Dumbledore, Severus siempre tan eficiente, eres lo que podría decirse en este minuto como imprescindible, lástima no pueda decir lo mismo de tí Draco —El rubio recordó la tortura que el mago casi inhumano le había propinado, sin contar con los golpes que Lucius le había otorgado— Pero a pesar de todo eres valioso, pronto voy a buscarte otra tarea, podrás enmendar tu error.

Bellatrix Lestrange no dejaba de emitir esas risitas psicóticas tan características y miraba fijamente a Voldemort. Su sola presencia conseguía volver loco al rubio, era una imagen latente de todo en lo que no quería convertirse.

Y estaba allí, atrapado como un pájaro en una jaula cubierta con un mantel oscuro.

—Amigos, ahora debo pedirles otra labor y necesito a los mejores, a los que tengan mayor habilidad, por desgracia, aquí ninguno... la posee.

— Mi señor, yo puedo realizar la tarea que usted me imponga — Bellatrix se reverenció inmediatamente.

—Bella, me temo que está vez, no me sirves para lo que quiero.

Draco trató de no hacer contacto visual con el señor tenebroso, no quería que se fijara en él, tampoco quería desatar su ira.

—Verán, necesito llegar a un lugar con urgencia , es un sitio escondido y una vez allí, encontrar un objeto sumamente valioso, pero lamentablemente yo tengo que vigilar los movimientos de Potter, por lo que requiero de la ayuda de un servidor hábil.

Xavier Zimej se encontraba sentado frente a Draco, hace poco se había hecho mortífago y había matado a cuantos muggles le ordenaba el señor tenebroso, por lo que Voldemort estaba contento con su desempeño, por lo que lo había colocado al frente en las misiones que trataban de asedio y tortura, su mirada había cambiado, tenía una mirada perversa, como si unirse a la causa de Voldemort fuera su meta de vida.

— Aunque se ha presentado una complicación y necesito a alguien inteligente. Existe un mapa que nos llevará al lugar que necesito, sin embargo está cifrado en un código inusual...

—Podría darnos más detalles mi señor— Snape parecía intrigado y también confundido.

—El mapa está cifrado en Runas mágicas antiguas y yo lamentablemente no soy un versado por completo en la materia—declaró — veo que todos ustedes, ineptos, tampoco lo son.

Draco observó como Nagini se enroscaba, parecía que tenía sumo conocimiento y conciencia de lo que se estaba hablando en aquella reunión.

—Así que yo necesito de sus ideas rápidamente, porque ese objeto debe estar en mi poder lo ante posible, pienso que su búsqueda no puede retrasarse mucho, los hombres lobos podrían ayudarnos y llegar al lugar  prontamente.

El rubio había aprendido a manejarse con la Oclumancia, cerrar su mente era una herramienta vital a la hora de encontrarse en una sala llena de los que eran enemigos potenciales.

Durante unos minutos, hubo un silencio sepulcral en la estancia, Malfoy no dejaba de pensar en qué recién habían llegado al sótano de su casa, Luna Lovegood y Dean Thomas, quienes eran sus compañeros de escuela el año pasado.

¿Si su padre no hubiera sido un mortífago habría estado en su lugar?

Los demás mortífagos se removían inquietos, si nadie daba una idea a la brevedad el mago tenebroso pronto empezaría a lanzar maldiciones asesinas a quien se le atravesara por la mirada. Draco intentaba mostrarse imperturbable pero por dentro era un cachorrito asustado. No obstante, la máscara inexpresiva del joven se desarmó de un momento a otro.

—Mi señor creo que yo conozco a alguien que puede ser de utilidad — Xavier Zimej habló y una sonrisa sardónica se apoderó de su rostro.

—Sabía que la sangre nueva iba a rejuvenecer las ideas en esta organización —comentó Voldemort con voz gélida —¿Qué propones muchacho?

—Conozco a una persona que sabe de Runas Antiguas, un viejo conocido.

Draco entendió lo que sucedía y el miedo de pronto desapareció.

—¿Por qué deberíamos creerle a un mestizo como tú? —Sabía que tenía que darle dónde más le dolía, no iba a hacer su estancia fácil —, tus padres son aurores ¿Qué no nos dice que puedes ser un infiltrado del ministerio de magia?

—Creo que estás algo alterado Draco —murmuró Xavier, dejando que sus ojos reflejaran el enojo que sentía en ese momento.

—No quiero creer en un plan ideado por el hijo de un asqueroso muggle.

Las risas de los demás miembros del grupo no se habían dado a esperar. Sin duda la había dejado en ridículo al sacarle en cara los orígenes de su familia.

Pero no lo había dicho sólo porque sí.

Draco entendió a la perfección lo que el mago pretendía hacer.

—Nadie pidió que hablaras, Draco.

La voz del señor tenebroso fue imponente. Narcissa tomó la mano de su hijo por debajo, indicándole que era momento de guardar silencio.

—Tendremos una conversación en mis aposentos —siseó Voldemort —, los demás pueden ir a hacer sus labores respectivas, retírense.

En el momento en que Xavier atravesó la puerta para beber un poco antes de su conversación con el señor tenebroso, fue interceptado por el rubio, quien le tomó con fuerza por la chaqueta y lo pegó con estrépito a la pared de concreto.

—¿A qué juegas, Zimej?

El aludido dejó entrever la sonrisita socarrona que utilizaba a menudo.

—Tú sabes lo que hago. Yo sé porqué estás tan enojado. No quieres que haga algo contra los intereses de la zorra de tu amiguita ¿no es así?

—No te atrevas a mencionarla...

—Ella no debió jugar conmigo, Malfoy. Ella me humilló.

—Ella no hizo nada que no te merecieras.

—Eso es muy subjetivo, así como ella me quitó la posibilidad de seguir en Hogwarts por su estupidez. Yo le quitaré algo a ella, es lo justo ¿No lo crees?

En ese segundo Draco pudo ver el panorama completo.

—Si haces algo te mataré.

Xavier Zimej comenzó a reír, a reírse con burla.

—No me importa que me mates, pero me llevaré la satisfacción a la tumba— siseó con veneno —Y ni tú ni nadie podrá impedirlo.

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