La Piedra del Matrimonio

By alseidetao

657K 65.2K 11.2K

Para evitar las maquinaciones del Ministerio, Harry debe casarse con el reacio Severus Snape. Pero el matrimo... More

Capítulo 1: La piedra del matrimonio
Capítulo 2: Con Este Anillo
Capítulo 3: Habitantes de la mazmorra
Capítulo 4: Enfrentándose al mundo
Capítulo 5: Marcas oscuras
Capítulo 6: Vivir con Snape
Capítulo 7: Lazos que unen
Capítulo 8: Todos los hombres del Rey
Capítulo 9: La estrella del perro
Capítulo 10: Espadas y flechas
Capítulo 11: Enfrentándose a Gryffindors
Capítulo 12: Emplazando culpas
Capítulo 13: Entendiendo a los hombres lobo
Capítulo 14: Volviendo a la normalidad
Capítulo 15: Modales
Capítulo 16: Conociendo a los cuñados
Capítulo 17: Espinas
Capítulo 18: El corazón del laberinto
Capítulo 20: Sinistra
Capítulo 21: Serpientes
Capítulo 22: Familia
Capítulo 23: Lobos
Capítulo 24: Lecciones de Historia
Capítulo 25: Nochebuena
Capítulo 26: Regalos de Navidad
Capítulo 27: Antes de la tormenta
Capítulo 28: Vikingos
Capítulo 29: Entender el deber
Capítulo 30: Persecución
Capítulo 31: Acortando distancias
Capítulo 32: El dolor de crecer
Capítulo 33: Largas historias
Capítulo 34: A dormir
Capítulo 35: Al abismo
Capítulo 36: Cargando la piedra
Capítulo 37: El otro lado
Capítulo 38: Política
Capítulo 39: Honor familiar
Capítulo 40: La locura del lobo
Capítulo 41: Salvaje
Capítulo 42: Caramelos de limón
Capítulo 43: Para eso están los amigos
Capítulo 44: Cierra los ojos
Capítulo 45: Amaestrando al dragón
Capítulo 46: Viendo rojo
Capítulo 47: Cedo
Capítulo 48: El Lobo en la puerta
Capítulo 49: Bailando
Capítulo 50: La materia de los sueños
Capítulo 51: Grandes gestos románticos
Capítulo 52: San Valentín
Capítulo 53: Afecto de cortesía
Capítulo 54: Despertando a Lunático
Capítulo 55: Maniobras legales
Capítulo 56: Peones
Capítulo 57: Obviedades
Capítulo 58: El significado de las cosas
Capítulo 59: Algo maligno
Capítulo 60: La voz del Rey
Capítulo 61: La llamada
Capítulo 62: Stonehenge
Capítulo 63: El corazón sangrante
Capítulo 64: El resto del mundo
Capítulo 65: En la luna
Capítulo 66: Sinestesia
Capítulo 67: Cantos afilados
Capítulo 68: La búsqueda del poder
Capítulo 69: Al final de este camino
Capítulo 70: El precio del valor
Capítulo 71: Lo que importa
Capítulo 72: Yendo hacia delante
Capítulo 73: Así es como el mundo acaba
Capítulo 74: El sol moribundo
Capítulo 75: Valeroso mundo nuevo
Capítulo 76: Los indignos
Capítulo 77: Historia antigua
Capítulo 78: Regresando a casa
Capítulo 79: Solucionando
Capítulo 80: Decisiones y Progreso
Capítulo 81: El amanecer de un nuevo día
Capítulo 82: Echando una mano a las cosas
Capítulo 83: Sorpresas en todas partes
Capítulo 84: Extraños compañeros de cama
Capítulo 85: Borrones
Capítulo 86: Furia
Capítulo 87: Pasiones
Capítulo 88: De vuelta al negocio
Capítulo 89: Idas y Venidas
Capítulo 90: Maniobras Legales II
Capítulo 91: Rosas
Capítulo 92: Educación continua
Capítulo 93: Los recién llegados
Capítulo 94: Experiencias de aprendizaje
Capítulo 95: Encuentros cercanos
Capítulo 96: En desacuerdo
Capítulo 97: Hacer las Paces
Capítulo 98: ¿Quién sabe?
Capítulo 99: La paz se desmorona
Capítulo 100: Comienzan las hostilidades
Capítulo 101: Primeras señales del futuro
Capítulo 102: Lecciones desplegadas
Capítulo 103: El fin de los vampiros
Capítulo 104: Reconocimiento y premonición
Capítulo 105: Verdadera naturaleza
Capítulo 106: Exámenes finales
Capítulo 107: Explicaciones
Capítulo 108: La calma antes de la tormenta
Capítulo 109: Reescribiendo la historia
Capítulo 110: La fuerza del vínculo
Capítulo 111: Magia salvaje
Capítulo 112: Consecuencias del ataque
Capítulo 113: Últimos días de tranquilidad
Capítulo 114: Rudos Despertares
Capítulo 115: Primeras Impresiones
Capítulo 116: Desquitarse
Capítulo 117: Nuevos comienzos
Capítulo 118: Tiempos felices
Capítulo 119: Tiempos de fiesta
Capítulo 120: Favor de Merlín
Capítulo 121: Fin del verano, parte 1
Capítulo 122: Fin del verano, parte 2
Capítulo 123: Una falta cercana
Capítulo 124: Retrasar lo inevitable
Capítulo 125: Las formas de la primera ola
Capítulo 126: Compañeros de cama más extraños
Capítulo 127: Planificación de la Operación Castillo Mágico
Capítulo 128: Revelaciones
Capítulo 129: La primera ola se rompe
Capítulo 130: Limpiando
Capítulo 131: Padrinos
Capítulo 132: Percepciones erróneas
Capítulo 133: Zona de conflicto
Capítulo 134: Visitantes
Capítulo 135: Pez fuera del agua
Capítulo 136: La segunda ola
Capítulo 137: La batalla de Hogsmeade
Capítulo 138: Algunas explicaciones que hacer
Capítulo 139: Decir adios
Capítulo 140: Faltas de comunicación
Capítulo 141: Las formas de la tercera ola
Capítulo 142: El Campeón del Rey
Capítulo 143: La batalla de Hogwarts
Capítulo 144: La gratitud del rey
Capítulo 145: Los Comienzos del Rey
Capítulo 146: La Vida del Rey

Capítulo 19: Vínculos

6.4K 661 88
By alseidetao


Harry notó la sensación familiar de ser empujado, estirado y caer cuando el trasladador les llevó de vuelta a las habitaciones de Severus en las mazmorras. Fue sólo vagamente consciente de que le conducían al sofá y le empujaban a sentarse sobre sus cojines. Contempló perplejo cómo las llamas de la chimenea cobraban vida. Unos segundos más tarde notaba como algo frío era colocado entre sus manos.

–Bébetelo –le ordenó Severus. Harry alzó las manos sin pensar y bebió el contenido del vaso que Severus le había dado. Le recordó vagamente al brandy que había probado antes, pero con una cualidad mucho más tranquilizadora. Notó cómo su cuerpo se calmaba inmediatamente, su mente volviendo del lugar en el que había estado. Se estremeció, cerrando los ojos, y sintió que por fin se liberaba del demonio que le había aferrado antes– Estás bien –le dijo Severus con gentileza– sólo conmocionado.

­–Ya me habían agredido anteriormente –le recordó al hombre. Conocía perfectamente lo que se sentía cuando estabas afectado por un ataque. Lo había sentido cuando le habían convertido en alfiletero la semana pasada. La diferencia ahora estribaba en que no estaba herido. No entendía por qué estaba reaccionando así.

–No sexualmente –dijo simplemente Severus.

Los ojos de Harry se abrieron de par en par y cercó la cara de Severus. Por supuesto, eso era. Aquella era la diferencia: el ataque de Julius no había sido como ninguno de los anteriores, y sin embargo su insensible forma de ignorar las emociones, deseos o voluntad de Harry no había sido tan distinto de la de los Mortífagos. Notar las manos de Julius en su cuerpo no le había herido como un Cruciatus, pero el sentimiento de rabia indefensa había sido el mismo. Quizás lo más horrible había sido el poder de su propia ira: había querido matarle. Lo habría hecho fácilmente si Severus no le hubiese parado; se había sentido incapaz de hacerlo por sí mismo.

–Gracias –susurró– Por detenerme.

Severus asintió, con una emoción imposible de descifrar relampagueando en los ojos oscuros. Estaba en cuclillas delante de Harry, del sofá en el que éste estaba sentado, con una mano reposando sobre su rodilla como si intentase confortarle. Frunció el ceño súbitamente, con la mirada en la frente del chico.

–Déjame ver si puedo arreglar eso –dijo con suavidad, alzando la mano para apartar los mechones de pelo de Harry lejos de su rostro. Sorprendentemente, Harry no sintió deseo alguno de apartarse de su toque. Era muy consciente del hecho de que su cabeza latía fieramente, y de que los dedos del Maestro en Pociones estaban agradablemente fríos en su piel al rozar con cuidado el hematoma que se había formado después de que el chico hubiese golpeado con su frente la de Julius. Cerró los ojos de nuevo, saboreando el inesperado consuelo.

Severus extrajo su varita y murmuró un hechizo curativo simple. Harry notó cómo el dolor disminuía y el morado remitía. Los fríos dedos se quedaron unos segundos de más, y luego le dejaron. Harry abrió los ojos y contempló cómo Severus se deslizaba hacia una silla próxima.

–Siento lo ocurrido esta noche –le dijo el hombre con pesar, con aire genuinamente afligido.

–No ha sido culpa tuya –le aseguró Harry.

–Es mi hermano –repuso Severus, agitando la cabeza enfadado.

– ¿Debería responsabilizarme yo del comportamiento de Dursley?

Severus alzó la mirada rápidamente:

– ¡Por supuesto que no!

–Entonces, ¿por qué deberías ser culpado por el comportamiento de Julius? –Le preguntó Harry– Ni siquiera os conocéis de verdad.

–Nunca debí llevarte allí –replicó Severus– No debería haberte expuesto a una situación así.

–Querías ver a tu hermana –le recordó Harry– No te culpo. Vale la pena conocerla. Me gustó.

Severus sonrió amargamente:

–Lástima del resto de ellos –capturó la mirada de Harry con la suya. El chico había visto muchas emociones distintas en el rostro de Severus a lo largo de los años, sobre todo negativas, como rabia e irritación. Nunca hubiese creído que un día vería allí gratitud; le hacía sentir extrañamente humilde– Gracias por tus palabras de esta noche –dijo el hombre en voz baja, y Harry supo que se refería a su defensa durante la cena. Harry se sonrojó, incómodo, con emociones indefinibles constriñendo su garganta.

–Mira, te conozco y nunca nos hemos llevado demasiado bien –empezó Harry– nada bien, de hecho –se corrigió– En gran parte porque... bien, nunca has sido demasiado agradable –Severus resopló divertido ante esto, y Harry se sorprendió sonriendo– Pero pese a todo, soy consciente de lo que has hecho por mí. Me has salvado la vida muchas veces. Y sé los riesgos que corrido espiando a Voldemort. Siempre te he respetado por ello, aunque no lo haya dicho –Harry volvió a sonrojarse, sintiéndose vulnerable bajo la intensa mirada de Severus– Y sé que podrías haberte negado a todo esto del matrimonio –continuó– Y pese a todo, has sido correcto conmigo, y no lo esperaba.

– ¿Debido a quién soy? –preguntó Severus, más curioso que otra cosa.

–Sí –admitió Harry, y soportó la sonrisa burlona de Severus ante el desmayado desaire– Pero también porque... supongo... una parte de mí nunca ha esperado que nadie se portase de forma correcta conmigo –sabía que estaba admitiendo más de lo que pretendía con esta declaración, y le pareció extraño que, de todas las personas que conocía y con las que compartía su vida, fuese Severus Snape al que más se había abierto.

–Conozco la sensación –repuso Severus, tan suavemente que Harry apenas le oyó. Esto era lo último que hubiese esperado, que Severus admitiese voluntariamente algo así, que le mostrase una faceta vulnerable. La tensión era casi insoportable, probablemente para ambos. Se levantó de golpe, yendo junto al fuego.

–Oh, Dios, no me digas que estamos teniendo un momento íntimo –bromeó Harry débilmente– Llama a los periódicos. Harry Potter y Severus Snape tienen algo en común.

– ¡Merlín no lo permita! –respondió Severus con una risa nerviosa. El silencio se alargó entre ellos. Harry miró al fuego, notando la poción de Severus calmando sus nervios, que sospechaba que estarían completamente erizados en caso contrario– ¿Estás seguro de que estás bien? –preguntó Severus al cabo de un rato, y Harry supo a qué se refería.

–Sí –le aseguró– Estoy bien –sonrió algo secamente al hombre– Aunque debo admitir que ahora comprendo por qué la bruja le dio a Blancanieves esa manzana envenenada.

Severus río abiertamente al oírle, recostándose en su silla.

–Dioses, ¿no es esa la historia más ridícula jamás contada?

–Bastante, sí –asintió Harry. Estudió el rostro de Severus. Nunca sería comparable a la belleza del de Julius, pero no había nada malo en sus rasgos. Y Harry realmente apreciaba lo que se había hecho en el pelo. Hacía ya rato que éste se había soltado de la cinta que lo sujetaba lejos del rostro y colgaba libremente en torno a él, suave y algo salvaje. Cuando el hombre reía, casi parecía otra persona– ¿Realmente quemarías el laberinto? –preguntó. Los ojos de Severus mostraron una expresión más dura.

–Sí –enunció categóricamente– No puedo evitar pensar en otras personas a las que Julius haya podido tratar así. Parece pensar que su bella apariencia excusa su comportamiento. Y el resto de mis hermanos son igualmente culpables: sabían lo que Julius hacía. No puedo dejar eso sin castigo tampoco.

Harry recordó las acusaciones de Julius hacia Severus. El Ministro Fudge había creído que el Maestro de Pociones era capaz de los mismos actos. Incluso Sirius había expresado su preocupación ante la idea de que Severus intentase forzar a Harry. Se preguntó si alguien le conocería realmente. Albus Dumbledore, quizás. Había confiado implícitamente en Severus desde el principio.

–Bueno, mientras no tenga que volverle a ver... –dijo Harry con un estremecimiento. Severus alzó la mirada rápidamente.

–No lo harás. Te lo prometo.

Harry asintió, notando cómo todo lo acontecido se asentaba en él. Trató de contener un bostezo, y dio gracias por no tener nada importante que hacer el día siguiente por la mañana.

–Creo que me voy a ir a la cama. Buenas noches, Severus –se detuvo antes de entrar en el dormitorio al darse cuenta de lo que acababa de decir, la naturalidad con la que el nombre había brotado de sus labios cuando hacía tan poco que le sonaba tan extraño. Echó un vistazo atrás, a Severus, que le estaba devolviendo la mirada con intensidad– ¿Te molesta? –Preguntó con suavidad– ¿Qué te llame así, quiero decir?

–No me molesta –le aseguró, con una leve sonrisa en los labios– Buenas noches, Harry.

Harry sonrió y cerró la puerta a sus espaldas.

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­

Fue la ausencia de la suave respiración a su lado lo que despertó a Severus de su profundo sueño. Al girarse en la cama confirmó que el lado de Harry estaba vacío. Una rápida ojeada al reloj mágico que había en su mesilla mostraba la aguja apuntando a "noche cerrada", aún varias horas lejos de la "hora de levantarse". Alarmado, Severus bajó del lecho, echando un vistazo en busca del chico.

– ¿Harry? –llamó en voz baja, mirando también en el baño. Tampoco había nadie allí.

Moviéndose velozmente, Severus buscó en el saloncito, y luego en la oficina. Después abrió la puerta de la librería, y encontró a Harry arrodillado en el suelo, en medio de la habitación.

– ¿Harry? –preguntó, acercándose con cautela. Harry llevaba aún su pijama y se abrazaba apretadamente a sí mismo. Se movía adelante y atrás, con las lágrimas rodando por las mejillas, con gesto horrorizado. Lo más alarmante era que la cicatriz en forma de rayo de su frente estaba inflamada y enrojecida, resaltando sobre la pálida piel– ¿Harry? –preguntó Severus con suavidad, alargando la mano para tocar una de las del chico. Su piel estaba helada– Harry, ¿qué ocurre? –sospechaba que, con toda la excitación de la noche, se había olvidado de tomar su pócima contra las pesadillas. Pero eso no explicaba la cicatriz irritada. Cuando Harry no contestó de inmediato, Severus le tocó la cara, volviéndole hacia él para poder verle la cara– Harry, contéstame –dijo casi suplicante, intentando no sonar demasiado áspero pero cada vez más alarmado– ¿Qué pasa?

–Algo ha cambiado –susurró Harry con voz extrañamente ronca– Algo es distinto.

Entonces, dedujo Severus, no se trataba de una pesadilla. Albus le había comentado que puntualmente Harry tenía visiones, más que simples sueños. Algo en su cicatriz le conectaba al Señor Oscuro, permitiéndole vislumbrar su mente perversa.

– ¿Qué es lo que es diferente? –le preguntó. No sentía nada en la marca oscura. Las protecciones de Albus le protegían de la furia del Señor Oscuro, pero de todas formas debería haber sentido algo. Un cosquilleo, o un dolor leve... algo.

–Severus –susurró Harry, y había algo terrible en su voz, como si hubiese descubierto un espantoso secreto que temiese desvelar– es feliz, Severus. Está complacido.

Severus frunció el ceño. No tenía duda alguna de a quién se refería Harry, pero Albus había dicho que sólo le afectaba su furia. ¿Por qué Harry debía sentirse perturbado por el hecho de que el Señor Oscuro se sintiese contento? En sí mismo, tal hecho resultaba poco probable. Lord Voldemort había sufrido un terrible revés cuando el chico le había robado el Ojo de Odín unos meses antes. Desde entonces, poco se había sabido de él. Y desde luego, dudaba que se sintiese complacido por el hecho de que, una semana antes, hubiesen muerto varios de sus Mortífagos intentando matar a Harry. ¿Cómo podía sentirse feliz?

Pero fuese lo que fuese lo que el chico había visto, o soñado, su miedo era real. Severus le veía temblar mientras se sostenía por pura voluntad. Sintió el anhelo de abrazar al muchacho, de reconfortarle con su contacto. Pero dudaba que tuviese el efecto deseado, sobre todo tras la actuación de su hermano.

Sin embargo, no podía sentarse ahí sin hacer nada, mirando cómo el chico se hacía pedazos internamente. Harry cerró los ojos de nuevo y volvió a balancearse, como intentando relajarse. Severus se preguntó si alguien le había tomado entre sus brazos alguna vez, tras alguna de sus pesadillas. Desde luego no había recibido ese consuelo de manos de los Dursleys. Tuvo una súbita visión del niño, encerrado en una oscura alacena, llorando y suplicando que alguien, cualquiera, le viniese a reconfortar.

Pero ya que no podía ofrecer el consuelo que el chico necesitaba, conocía a alguien que sí podía.

Se levantó y volvió a su salón. Lanzó polvos Flu al fuego y pronunció:

–Habitación de Remus Lupin –y metió la cabeza en las llamas. Inmediatamente se encontró mirando a una de las bien provistas habitaciones de invitados de Hogwarts, desde el hogar. Había un sofá a poca distancia de él, y tumbado encima, durmiendo, un enorme perro negro– ¡Black! –siseó Severus– ¡Despierta!

El sonido despertó al perro de inmediato y causó que un jadeo de sorpresa brotara de una de las habitaciones cercanas. Remus Lupin emergió casi inmediatamente de una de las puertas, cosa que sugería que no había estado durmiendo pese al pijama que vestía. El perro, viendo la cabeza de Severus en el fuego, se transformó de inmediato en Sirius Black.

– ¿Qué ocurre? ¿Pasa algo malo, Severus? –preguntó Remus, alarmado.

–Venid a mi cuarto –ordenó Severus– El chico os necesita.

Se echó atrás y esperó apartándose del fuego para dejar sitio a quien entrase. Unos segundos después las llamas brillaron verdes y Sirius Black salió de ellas, seguido de cerca por Remus Lupin. Severus señaló hacia la librería.

–Allí –declaró.

Dejado de lado las hostilidades, Sirius se dirigió hacia la librería rápidamente, seguido más calmadamente por Severus y Remus. Cuando llegaron a la puerta, Black estaba ya sentado en el suelo, junto a Harry, sujetando al tembloroso muchacho en sus brazos. Harry se aferraba a él, con la cara oculta en su cuello mientras Black masajeaba su espalda y acariciaba su pelo, susurrándole suavemente. Una extraña mezcla de alivio y celos se encendió en el pecho de Severus. Sabía que Black iba a ofrecer a Harry el consuelo que requería, pero deseaba haber sido él. Sin duda, el chico se habría girado cuando Black pronunció su nombre, se habría lanzado a sus brazos. Eso nunca le ocurriría a él.

– ¿Qué ha ocurrido? –preguntó Remus en voz baja, llevándose a Severus aparte del brazo. Severus permitió que le arrastrase, sin percatarse de la mirada anhelante que lanzó por encima del hombro a los dos hombres que ocupaban la librería– ¿Severus? –la voz de Lupin era amable, sus ojos extrañamente compasivos. Severus se encontró sonrojándose, incómodo.

–Un sueño –explicó– O una visión. Algo sobre el Señor Oscuro. Le encontré así hace un momento.

–Dejemos que Sirius le hable –dijo Remus– Le calmará. Es bueno en eso.

Severus frunció el ceño, dándose cuenta de que había sido luna llena la noche anterior. Sin duda Sirius habría hecho lo posible por reconfortar a Lupin tras su transformación, aunque el chucho aún dormía en el sofá. Una ojeada rápida a Lupin le mostró las oscuras sombras bajo sus ojos, la extenuación en su rostro. Con un suspiro, Severus se dejó caer en su propio asiento, sospechando que aquella iba a ser una larga noche.

Un cuarto de hora más tarde, Black surgió de la librería con Harry tropezando a su lado, casi dormido de pie. Black todavía le rodeaba con sus brazos, sujetándole mientras cruzaban el salón hacia el dormitorio. Severus y Lupin se levantaron y siguieron a Sirius, que guiaba a Harry a la cama. Mientras lo hacía, Severus fue hacia la mesilla y sacó la botellita de poción contra las pesadillas que había hecho para Harry. Black no dijo nada cuando Severus hizo beber a Harry una pequeña dosis. Instantes después Harry dormía, y los tres hombres volvieron al salón para no interrumpir su sueño.

– ¿Está bien? –preguntó Remus ansiosamente a Sirius. Black se pasó las manos por el pelo, nervioso y agotado.

–No lo sé. Nunca le había visto así. Antes había tenido pesadillas, pero esto era distinto. ¿Qué diablos ha ocurrido? –miró a Snape como si fuese culpa suya. Éste simplemente agitó la cabeza.

–Ya conozco sus pesadillas, pero esto era distinto. No emitió ni un sonido. Desperté cuando ya se había ido. Le encontré en la librería tal y como le habéis visto. Dijo que algo había ocurrido... que algo había cambiado. Que el Señor Oscuro estaba feliz, o complacido con algo.

Sirius asintió.

–Eso me dijo también, ¿pero por qué debería asustarle tanto?

– ¿Y por qué no debería hacerlo? –Replicó Remus, y tanto Severus como Sirius le miraron sorprendidos– Pensadlo bien –les urgió– ¿Qué podría hacer feliz al Señor Oscuro? Se enfurece cada vez que las cosas no son como él desearía, o cuando sus planes se tuercen. Si está contento, algo terrible debe haber ocurrido. Algo bueno para él, y malo para nosotros.

Eso tenía sentido, para desánimo de Severus.

–No creía que las visiones de Harry funcionasen así –dijo, y si los otros dos encontraron su uso del nombre propio del chico raro no dijeron nada al respecto– Creía que sólo las tenía cuando el Señor Oscuro estaba tan furioso que se escapaban de su control. ¿Por qué las emociones positivas deberían pasar a través del vínculo entre ellos?

–Tal vez quiere que Harry lo sepa esta vez –conjeturó Remus– Tal vez lo que sea que ha ocurrido es algo que quiere que nosotros sepamos. O algo que espera que sepamos, o que nos preocupe.

– ¿Sugieres que está mofándose de Harry? –preguntó Sirius, con un gruñido ante la idea.

–No sería la primera vez que se burla de nosotros –repuso Remus– Deberíamos informar a Albus de lo ocurrido.

–Llevaré a Harry a verle por la mañana –asintió Severus– Cuando haya descansado un poco. Ha tenido una noche larga.

Black frunció el ceño ante esto.

– ¿Pasó algo durante la cena?

Severus se removió, incómodo. Había pretendido que fuese Harry quien hablase con Sirius respecto al incidente con su hermano, pero de repente se le ocurrió que probablemente no diría nada al respecto. El chico era remarcablemente bueno en guardarse esas cosas para sí, incluso cuando debería hablarlas con las personas en las que confiaba.

–Mi hermano menor, Julius, intentó agredir a Harry –confesó Severus.

– ¿Qué? –Black siseó, abriendo mucho los ojos, iracundo– ¿Agredirle?

–Sexualmente –confirmó Severus– Harry sacó la varita antes de que fuese demasiado lejos, pero le conmocionó de todas formas –vio cómo la rabia ardía en las miradas de Lupin y Black.

– ¡Maldita sea, Snape! –rugió Sirius, apretando los puños– ¡Voy a matar a ese bastardo!

–Ya me ocupé de ello, Black –le informó Severus– Harry está bien... y ya me he ocupado de Julius. Mañana volveré y procuraré que no tenga oportunidad de repetir algo así. Julius se pasará el resto de su vida atado corto.

–No debería haber tenido una primera oportunidad –insistió Sirius– ¿Cómo dejaste que ocurriera algo así? ¡Juraste protegerle!

–Le protegía –insistió Severus, aunque encontraba difícil defenderse cuando se sentía tan culpable por lo ocurrido– No volverá a ocurrir.

–Tienes toda la puta razón en eso –Sirius le miró con furia– No dejará este castillo de nuevo a menos que alguien esté a su lado, alguien aparte de ti.

Lo que Black acababa de decir llenó a Severus de rabia, y se encontró de pie cara a cara frente a su enemigo, con una mirada furiosa.

– ¿Estás sugiriendo que no puedo proteger a mi propio compañero vinculado?

– ¡No es tuyo! –siseó Sirius.

– ¡Es mío! –resopló Severus, igualmente furioso, mientras una oleada de posesivos celos le bañaba. Un segundo después ambos hombres eran separados el uno del otro por un enfadado Remus Lupin. Los empujó con tanta dureza que tanto Sirius como Severus dieron con sus huesos en el suelo, como recordatorio de lo fuerte que podía ser un hombre lobo, incluso en forma humana.

–Ya es suficiente –Remus miró a ambos, enfadado, con sus ojos color ámbar ardiendo de forma fiera a la luz del fuego– Vais a despertar a Harry como no os calléis –ambos hombres se callaron de inmediato ante este aviso.

–Lunático –Sirius prácticamente gemía– Él...

–Para ya, Canuto –regañó Remus– Ha dicho que Harry está bien y le creo. Los insultos no ayudan a nadie ahora. Por mi parte, estoy agradecido de que tuviese la compasión de llamarte para que vinieras a ver a Harry, pese a tu falta de modales. Quizás la próxima vez no sea tan rápido en invitarte.

Sus palabras tuvieron el efecto deseado, pues Sirius dejó de hablar. Tanto él como el Maestro de Pociones se levantaron cautelosamente, Severus mirando al hombre lobo con cierta desconfianza. Remus Lupin siempre parecía tan suave que se había olvidado de que, incluso en su forma humana, poseía la fuerza de un monstruo.

–Gracias por avisarnos –le dijo Remus– Volveremos por la mañana para hablar con Harry, si te parece bien.

Severus asintió, prefiriendo no abrir la boca ante aquel intimidante hombre lobo. Remus asintió también, satisfecho, y luego agarró a Sirius del brazo, arrastrándole hacia la chimenea y el Flu. Cuando Sirius pareció a punto de protestar, Remus le hizo callar con una mirada. Instantes después ambos habían desaparecido y el fuego volvía a reducirse.

Agotado, Severus regresó a su dormitorio. Se metió en la cama junto al joven, moviéndose con cautela para no despertarle. Cuando se dio cuenta de que Harry estaba profundamente dormido, alargó la mano para apartar con suavidad el pelo de su cara, deslizando los dedos por la inflamada cicatriz. El chico suspiró, pero no abrió los ojos.

–Lo siento, Harry –susurró, con pesar. Entonces, contra todo buen juicio, se inclinó y besó aquella frente pálida. Encontró el cálido y complejo aroma que se desprendía de la piel del chico tranquilizador y embriagador a la vez.

Dios, pensó, sería tan sencillo perder el norte con este hermoso joven. Qué fácil sería convertirse en el monstruo que todos, incluso su propio hermano, le habían acusado de ser, y reclamar lo que era suyo por derecho matrimonial. Sospechaba que en las circunstancias adecuadas, sería capaz de convencer al chico de que lo aceptara... que aceptase su contacto. Sabía muy bien cómo manipular a la gente, y el chico, tan hambriento de afecto, no representaría un gran desafío. Un poco de Legilimens y tendría una idea suficiente de qué había en su cabeza, y entonces sólo sería necesario pulsar las cuerdas adecuadas...

Pero no estaría bien.Había jurado protegerle. Incluso de sí mismo, si era necesario. Y, por algún motivo, había llegado a la conclusión de que, aunque no le gustaba demasiado al chico, al menos Harry confiaba en él. Y nada en el mundo lograría que Severus fuera indigno de esa confianza, ni siquiera sus propios deseos.        

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Cuarto capítulo de la maratón :3 el penultimo 

Continue Reading

You'll Also Like

169K 4.5K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
1.7K 132 9
t/n es una nueva estudiante en la escuela de superheroes y se preocupa por algo que pasó por no controlar su don muy bien. t/n no quiere que nadie s...
1.3K 97 5
Harry cansado de su "familia" de como hacen que el trabaje en lugares oscuros muggles desde que tiene uso de razon ahora solo se vende para sobreviv...
198K 16.9K 35
|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo...