___ POV
Apareció una chica en una habitación. Un momento... ésa es mi habitación. Y ésa de ahí es Lauren.
—Espero esto te guste, _____ —dijo la Lauren del video.
Lauren se sentó en mi cama. Estaba vestida completamente. Comenzó a acariciar sus pechos y pasaba sus manos por su abdomen hasta llegar a su miembro por arriba de su ropa... la cual al parecer comenzaba a estorbarle, porque comenzó a quitarse todo, quedando en bóxers y sostén.
Al principio su pene se veía tranquilo y sereno, pero comenzó a acariciarlo y de un momento a otro brincó de alegría. Se retiró sus bóxers y su sostén al tiempo que en la vida real comenzaba a retirar toda su ropa.
Tragué en seco.
—Tranquila. No te haré daño —dijo Lauren.
Se acercó más a mí y comenzó a acariciar mi brazo. Bajó sus caricias hasta llegar a mi mano. La tomó y entrelazó nuestros dedos.
—Te amo —dijo la ojiverde bastante segura.
Santa mierda. Jamás la había escuchado decir que ama a una persona. Ni siquiera a sus padres. La vi un momento y luego mi vista regresó a la pantalla.
Lauren abrió sus piernas y comenzó a acariciar sus testículos con una emoción y urgencia visibles. Soltó un gemido tan intenso que hizo que saltara un poco de líquido de su gran glande. Se dejó caer hacia atrás, de modo que solo se vieran sus piernas y su miembro. Siguió acariciándolo de manera enérgica hasta que se corrió.
Pensé que ése sería todo el video, pero en realidad la Lauren del video se paró a cortarlo. Se quedó unos segundos en negro y comenzó otro video.
Otra vez ella en mi habitación... con ropa diferente y con otro peinado. Mi cama tenía otras sábanas esta vez, así que tuvo que haberlo grabado después.
—¿Cuántas veces te metiste en mi habitación sin yo saberlo? —pregunté curiosa.
—Las suficientes como para grabar algo así unas... ¿15 veces? —contestó.
—¿Cómo rayos? —pregunté—. ¡Siempre estamos juntas!
—Bueno, lo sé. Cuando veíamos películas y te quedabas dormida en la sala, aprovechaba. Sé que tienes el sueño pesado, así que no me preocupé por que fueses a despertarte —respondió.
Siguió corriendo el video en la pantalla.
—¿Puedo? —preguntó agarrando la orilla de mi blusa, levantándola ligeramente.
Asentí.
—Si en algún momento dejas de sentirte cómoda, puedes decírmelo, ¿de acuerdo? —preguntó después de haber sacado mi blusa.
—De acuerdo —confirmé.
Tomó mi mano y la colocó sobre su pecho.
—¿Sientes eso? —preguntó.
Mi mano directa sobre el área de su corazón.
Asentí.
—Es por ti —respondió—. Esperé tanto para esto. Dime que me amas, _____.
Abrí la boca para responderle, pero fui cortada por ella hablando de nuevo.
—Dime que me amas como yo a ti, que serás mía, que me dejarás cuidarte, que seremos felices —se pausó—, que lucharemos.
—Te amo, Lauren —respondí.
Fue un momento de realización en el que noté que siempre estuvo ahí el sentimiento, pero nunca quise aceptarlo. Sabía que no traería nada bueno.
—Te amo. He sido tuya desde mucho antes de saberlo. Si tú me cuidas, yo también te cuidaré. Seremos felices. Lo lograremos —dije.
Sonreí viéndola a los ojos. Ella sonrió conmigo.
El video había dejado de importar. Es como si estuviera en la lejanía. Tomó mi mano y corrimos a su habitación. Se deshizo de mi ropa restante en el camino. Me empujó ligeramente hacia la cama y me acomodé un poco.
—Si algo va mal, sabes que puedes detenerme, ¿sí? —preguntó.
Había preocupación en sus ojos. Solo pude asentir. La emoción y la adrenalina ya no me dejaban formular palabras con claridad.
Se acercó a besarme. Lo hizo tan despacio que les juro podría haberme corrido ahí mismo. Esa manera tan sensual en la que sus manos comenzaron a acariciar mis costados, mis pechos. No había nada de pervertido ni desesperado en la forma en la empezaba a hacerme suya. Eso, conociendo a Lauren, solo significaba una cosa: se había enamorado de mí y realmente me amaba.
Un montón de veces me tocó presenciar la manera en la que desfloraba a algunas chicas y jamás la vi ir tranquilamente, siempre fue el cazador que va tras su presa. Muchas veces me tocó ser la chica que debía cuidar que nadie las interrumpiera, así que algunas veces era inevitable ver sus cosas.
Se detuvo un momento para mirarme directamente a los ojos. Le sostuve la mirada hasta que ella besó mi mejilla. Sus dedos comenzaron su camino hacia mi centro. Comenzó a tocarme con una lentitud tortuosa. Ella era tortuosa. A ella parecía realmente encantarle hacer las cosas con calma.
—Lauren, sin juegos —dije entre jadeos.
—Estaba esperando que dijeras eso —dijo.
Podía sentir la sonrisa en su voz.
Comenzó a masajear mi clítoris. Primero demasiado despacio y luego más rápido. Fue intercalando sus movimientos hasta que el placer en mí fue demasiado.
Mis gemidos no podían ser amortiguados por mucho que mordiera mi labio. A decir verdad me daba un poco de pena, pero con Lauren no debía importarme.
—Mierda —jadeó la ojiverde—. No sabes cuánto me encienden esos gemidos.
No pude evitar sonrojarme. Ella rió ligeramente.
Y llegó mi primer orgasmo.
—¿Cómo mierda es que tú estás como si nada? —pregunté jadeando.
—Práctica —contestó guiñándome un ojo.
—No es divertido, Lauren —dije rodando los ojos.
Rió ligeramente.
—¿Estás lista? —preguntó.
Se posicionó entre mis piernas. Su miembro ya listo para atacar mi entrada. Me encontraba demasiado sensible.
—Estoy lista —dije.
—Recuerda que puedes detenerme cuando quieras —dijo mirándome.
Esos ojos verdes tan penetrantes. Solo asentí.
—Aquí voy.
Y entró lentamente en mí.
—¡Mierda, Lauren! —grité.
Se detuvo, preocupada.
—Está bien, pararé —dijo comenzando a salir.
—¡No! Sigue, por favor —supliqué.
—¿Estás segura? —preguntó.
—¡Solo sigue! —exigí.
Comenzó a embestirme despacio, pero a un paso constante. Después de unos minutos empezó a perder el control.
—¡Mierda, mierda, mierda! —gemía.
—Sigue así —me dijo, embistiéndome aún más fuerte.
En este momento me di cuenta que Lauren no podía parar. Ya no.
—¡Córrete para mí! —demandó.
Y me dejé ir. Al poco tiempo ella se vino dentro de mí. Nuestras respiraciones eran demasiado erráticas. Nuestro sudor estaba mezclado. Hoy nos convertimos en una sola.
Se acostó a mi lado y se acercó a mí.
—Nunca te dejaré ir, _____ —dijo firme.
—Sé que no lo harás, Lauren —dije—. Te amo.
—Te amo —contestó.
———
¡Finalmente!