La residencia quedó reluciente luego de un par de horas de limpieza y dos álbumes, o tres, de Super Junior. Los hermanos Jeon eran aficionados. Jimin ayudó en cuanto pudo con la organización: bebidas y música. Por los invitados no debía preocuparse, sus amigos eran lo suficiente populares como para tener a toda la universidad en su residencia.
Junghyuk había estado actuando raro en el camino de regreso. No lo miraba a los ojos y jugaba con sus manos constantemente. Si no fuese su amigo, diría que le está ocultando algo.
Jungkook, por otro lado, parecía bastante entusiasmado con la idea de tener una fiesta. Mucho mejor porque su novio estaría allí para él y podrían divertirse juntos. Era ideal.
Jimin se duchó dos horas antes de la hora oficial de inicio de la fiesta. Estaba nervioso sobre lo que debería usar y ni siquiera tenía la completa certeza de que Agust apareciera en la fiesta. Él solo iba a dejar todo a manos del destino. Si estaba destinado a pasar, así sería. Quizá luego, si no sale como espera, él podría ayudar un poco al destino.
¿Qué haría si lo encontraba allí? ¡Ah, tonto corazón el suyo por latir desesperado solo ante la idea de verlo una vez más! ¿Cómo podría iniciar una charla normal? ¿Y si no lo recordaba? ¿Tendría que presentarse de nuevo y coquetearle? ¿Sería directo o tímido? Jimin empezaba a perder la cabeza.
"Solo sé la mejor versión de ti mismo" Fue lo que se dijo finalmente, mirándose en el espejo y sonriéndole a su reflejo. Un apuesto reflejo. Su cabello anaranjado estaba peinado de una manera que completaba a la perfección su estilo oscuro. El estilo que había elegido para la ocasión consistía en un pantalón negro pegado, una camisa blanca que dejaría sin abotonar en los dos primeros botones, y unos zapatos negros que siempre usaba con esa camisa.
"¡Jiminie, la fiesta empezó! ¡Auch, Edward! No, no pasa nada... Eh ¿Estás ahí, Jimin-ssi?" La áspera voz de un Jungkook, algo tomado, llegó claramente hasta sus oídos. El de cabello anaranjado dedujo, por el timbre usado, que la fiesta debía haber empezado hace ya un buen rato, pues su amigo no suele embriagarse tan rápido.
Abrió la puerta del cuarto donde se estaba cambiando, solo para encontrarse al pelinegro de siempre, solo que con las mejillas rojas y ojos saltones que gritaban felicidad, moviendo su cabeza de lado a lado.
"Wooow, Jimin-ssi, tu cabello está súper cool" Halagó, casi cantando, y se acercó torpemente. "¿Por qué ahora todos están teñidos? Ugh, incluso mi bebé ahora anda de gris ¿Debería yo también? Uhmm".
"Kookie, ¿cuánto tomaste?" Preguntó, algo divertido por el balbuceo de su amigo, pero al mismo tiempo preocupado por su estado.
"Kookie yo, ¿unos shots? Lo olvidé, ¡ups!" Dijo, para luego reír y golpearse la cabeza con su mano. "¡Ups!" Jimin, algo aturdido por el comportamiento extraño del pelinegro, pasó uno de sus brazos por su cintura y lo pegó hacia él. Con la mano libre empujó la puerta de la habitación donde había estado y se adentró, junto a Jungkook, en ella. Ignoró la fuerte música, el ambiente a cigarrillos y a algunas parejas aprovecharse de la fiesta para obtener diversión personal, y cerró la puerta tras él.
Avanzó como pudo pues Jungkook se tambaleaba y le hacía perder el equilibrio, además de que el aliento a alcohol llegó con fuerza una vez que este empezó a tararear en su oreja. Una vez que tuvo el control de la situación, dejó al pelinegro sobre la cama y trató de acomodarlo lo mejor que pudo. Su cabeza sobre una almohada casi sin relleno y su cuerpo al medio del colchón, para evitar una caída.
"Jungkookie-ah, ¿quieres que me quede contigo?" Preguntó, acercándose. El mencionado negó con la cabeza e hizo una seña con sus manos, indicándole que se aleje un poco.
"Nooo, Junghyuk te estaba buscando... sí, eso creo ¿Puedes buscar a mi bebé? Dile que lo estoy esperando en la habitaciónn" Jimin soltó una carcajada por el tono que usó al decir la última oración: coqueto.
"Bien, ¿te quedas quieto entonces?" Jungkook asintió. "Okay..."
Se alejó un tanto desconfiado y salió del cuarto. No tuvo que detenerse a pensar en dónde estaría Yugyeom, pues este chocó con él. El chico se veía bastante normal, aunque algo aturdido. Le tomó a Jimin dos miradas rápidas comprobar que el chico estaba en sus cinco sentidos. Cuando lo vio abrir la boca, para preguntarle sobre el paradero de su novio seguramente, se le adelantó y señaló el cuarto de donde había salido.
"Cuídalo bien" Señaló, mirándolo fijamente. Él asintió. "Hablo en serio. Me enteraré de cualquier cosa, eh" Habiendo dicho eso, por la cara de Yugyeom surcó un desliz de pánico como no había sentido antes. Jimin sonrió, golpeándole ligeramente el hombro. "Tranquilo, confío en ti". Intentó tranquilizarlo. "¿Viste a Junghyuk? Su hermano me dijo que estaba buscándome".
"Creo... creo que estaba en la cocina" Jimin asintió, satisfecho con la respuesta, y se despidió, no sin antes decirle al contrario que su nuevo color era asombroso.
Mientras bajaba las escaleras, más emocionado se sentía. Algunos compañeros lo saludaban desde lejos, con sus vasos en alto y Jimin los animaba de lejos, siendo agradable. Cuando estuvo en el primer piso y quiso dirigirse a la cocina, fue toda una Odisea. Algunas parejas estaban teniendo su mejor momento en los pasadizos, otros en la barra y unas simplemente bailando en el centro. Era un ambiente caótico. El olor a cigarrillos no tardó en llegar a él y decidió restarle importancia, dispuesto a que nada arruine su noche, incluso si eso no fuese para nada de su agrado. Era algo que odiaba desde pequeño, pero por ese día haría un esfuerzo.
"¡Jimin!" Alguien gritó. El mencionado no tardó en reconocer la voz y volteó al llamado. "¡Por fin te encuentro!" Junghyuk atravesó el lío de gente que se interponía en su camino al encuentro de su mejor amigo, soltando unos apresurados "lo siento, disculpa, gracias" durante el recorrido. Cuando por fin logró estar frente a frente al más bajo, suspiró. "No sé de dónde salió tanta gente..." murmuró, mirando a su alrededor. Jimin sonrió con ternura. Junghyuk nunca era consciente de lo especial que era. Él apostaba todo lo que tenía de valor a que el de cabello rosado ni siquiera notaba al grupo de chicas que lo miraban desde el lado contrario de la sala, con ojitos enamorados y sonrisas ilusionadas.
"¿Quizás porque eres popular? Digo... no tenemos muchas opciones, ¿no?" Bromeó, codeándolo levemente. Jeon soltó una risita que fácilmente podía confundirse con un suspiro.
"Tú tienes la mirada de chicos y chicas puesta en ti, así que cállate" Junghyuk respondió, medio juguetón. "Uhm... Jiminie"
El mayor mostró su interés en lo que estaba por escuchar haciendo un ademán y cuando su amigo apenas había tomado aire para hablar, su celular empezó a vibrar en su bolsillo. Movió sus manos en el aire, algo nervioso, antes de sacar el aparato y verificar, con notoria sorpresa, que quien llamaba no era nadie más que su padre. El cambio de estado de ánimo fue recibido por Junghyuk como una señal, pero no tuvo tiempo de cuestionar nada pues Jimin se alejó de él y subió las escaleras repitiendo "¡Papá! ¡Oh por Dios! ¡Permiso!" Junghyuk comprendió y lo dejó ir. Era algo poco frecuente recibir llamadas de sus padres, así que cuando recibían una no había motivo alguno que valiera para no responderla. Lo que se preguntaba era por qué había subido cuando tranquilamente podría haber salido de la casa. Se encogió de hombros, evaporando el pensamiento. En ese momento, escuchó a alguien gritar. Una voz bastante conocida.
"Dímelo de una vez, Taehyung ¿Hiciste trampa? ¡Tramposo!"
"¿¡Cómo iba a hacer algo yo!? ¡El juego es virtual! ¡Tú no tienes suerte!"
"¡Imposible! ¡Algo hiciste!"
"Chicos... ya, no importa. Ambos se ven lindos"
Junghyuk no pudo evitar reírse, quizá un poco demasiado fuerte, de la discusión (si se le podía llamar así) que mantenían esos tres amigos. Sin embargo, dejó de reírse al notar cómo vestían los recién llegados. Taehyung tenía el cabello entre celeste y azul, un polo blanco holgado que llevaba dentro de sus pantalones, dejándolo suelto por cuestión de estética y unos jeans claros que combinaban perfectamente. Hoseok, por otro lado, mantenía el color rojo de su cabello y venía vestido con una camisa a rayas y un pantalón negro, junto a unas zapatillas que reflejaban el estilo alegre del chico. Finalmente, Junghyuk tardó en asimilar al último de los tres, pues lo había dejado sorprendido. Jimin definitivamente podría morir ese día, pero al menos tendría la seguridad de que moriría feliz.
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