DETRÁS DEL REFLEJO [#4]

By BlondeSecret

9.8K 1K 560

CUARTO LIBRO DE LA SERIE #4 «Soy el reflejo de miles de espejos rotos. » La escuela de reflejo ha abierto sus... More

DETRÁS DEL REFLEJO
Prefacio
00,1
00,2
00,3
00,4
00,5
00,6
00,7
00,8
00,9
00,10
00,11
00,12
00,14
00,15
00,16
00,17
00,18
00,19
00,20
00,21

00,13

163 22 4
By BlondeSecret

Ser de luz, ser de miseria, encuentra a tu mitad, y verás lo que te espera.

— ¿Tener sexo en un avión?

—Algunos afirman que es divertido.

— ¿Y cómo es que te envolviste tan bien con los humanos?

—Las tinieblas siempre te permiten camuflarte alrededor del mundo, Dua, debes usar todo lo sobrenatural a tu favor—expliqué, caminando con lentitud por el campo de entrenamiento. Sí. Era temprano. Lo último que quería era mover el cuerpo—. ¿Qué acaso nunca saliste de tu casa?

La Driagna se encogió un poco, ocultando ese llamativo rostro tras su velo color palo de rosa. Inspiré hondo, tomando su silencio como una respuesta. Claramente muchos seres de su especie estaban demasiado concentrados en sus poderes y toda la mierda de la energía como para realmente vivir.

—Te lo he dicho... a mis padres no les gusta salir.

—Entonces ni siquiera ellos conocen el mundo.

—Es difícil hacerlo cuando tienes un montón de tareas. No es su culpa.

— ¿Nunca te escapaste?

Dua al instante negó, mirándome con los ojos abiertos. Sus manos bien cuidadas rodeaban una cantidad exuberante de libros que no hubiese querido leer a no ser que tuviera una reserva de helado en mi cama y buena música, pero la peor parte de todo, era cómo ocultaba ese maravilloso vestido tras tela insignificante y poco suya.

—Me habrían castigado. Solo tengo setenta años, Vega.

—Es más de lo que muchos niños reflejos aquí podrían decir.

— ¿Tú qué edad tienes?

Me mordí la mejilla internamente ante su pregunta. ¿Debía ser sincera, tal y como ella había intentado serlo conmigo? No. No podía. Sus sonrisas y buen carisma jamás podrían unirse a mi vida como reflejo bastarda, sería deshonor eterno. De hecho, si sus padres se enteraban con quién estaba juntándose su hija en una escuela de seres de tinieblas, la habrían hecho regresar a casa en un parpadeo. Sin embargo, y aunque algo en mí me decía que la dulzura de Dua era una de sus tantas características que podrían salvarme, alguien tan inocente no podía juntarse con una reflejo como yo.

Ella... merecía algo mejor.

—Algunos piensan que tengo veintitrés... —bufé, inspirando el sabor húmedo de las montañas—, otros por lo menos me dan el honor de la duda, suponiendo que supero los ciento veinte.

Con un escalofrío recorriéndome el cuerpo, divisé superficialmente los enormes árboles que nos rodeaban, poseyendo cada suspiro de las nubes y cada secreto que resguardaba el cielo. Todo el espacio de entrenamiento ese día estaba lleno, como si los maestros de la escuela quisieran revisar cada determinado movimiento. ¿Había sucedido algo? Era poco lo que se sabía entre muros, en realidad pero ¿por qué lucían... alertas?

Dua negó con una corta sonrisa.

— ¿Y cuál es la verdad?

Abrí y cerré la boca, con palabras que no me pertenecían cuando Bastor, con una espada de tinieblas, nos obligó a separarnos. La Driagna terminó al otro lado del campo junto a los de su especie, remarcando lo diferentes que éramos. Su voz resonó como un tronco en movimiento:

—Tú... niña habladora, es tu turno.

Palmeé mis piernas, exigiéndoles algo más que dolor y tensión. Si tenía que mostrar un pequeño espectáculo con tal de alejar esas jodidas miradas—las cuales no cesaban desde hacía dos días—, podía hacerlo. Lo más importante, era salir esa noche de mi habitación, sin que nadie se diese cuenta.

—Encantada, señor. Aunque debo admitir que comí mucho esta mañana y me siento particularmente lenta hoy...—asentí, caminando hacia el centro de piedra.

Bastor bufó.

Los comentarios no faltaron cuando fruncí los labios, observándolos por encima del hombro. Un bonito pajarito se posó en la rama, quizás esperando ver mi enorme y predecible derrota. Y es que... no esperaba demasiado. ¿Cómo iba a enfrentarme a otro ser cuando seguía escondida? Por lo menos tenía mi lengua y dudosas palabras a mi favor. En especial si recordaba cuán difícil me resultó dormir desde que Tauren me dejó en claro que mi vida privada ya no era tan... privada como creía.

Aun así, y gracias a los Antiguos, el Dranor no se había aparecido.

¿Podía extrañar la forma en la que sus hombros se removían al escribir en la pizarra? Por supuesto. ¿Quería ver de nuevo su culifantástico? Eso ni lo puedo negar. ¿Estaba dispuesta a enfrentarlo? No. No todavía. Pero sobreviviría un tiempo sin su cuerpo a la vista.

Me aclaré la garganta.

— ¿Y quién será el afortunado?

Bastor dio dos pasos con tal de verme de pies a cabeza. Posiblemente no veía más que una niña mimada sonriente, más perdida que él cuando caminó hasta su tienda, siglos atrás, totalmente desnudo tras una pequeña broma.

No diré nombres...

—Ya que llegó tarde, imagino que no sabe de qué iba el entrenamiento de hoy.

Arqueó una de sus espesas cejas, su cabello brillando ante la luz grisácea que nos rodeaba aquel día. La hoja de su espada de tinieblas resonó como un silbido, más afilada que cualquier otra, más antigua que muchas. Corrigió mi postura cuanto pudo, elevando mi mentón. Sí. Iba a evaluarme.

Pero yo nunca tuve buenas notas.

Ni siquiera en jardín de niños reflejos.

— ¿Debería?

Lo siguiente que escuché, fueron las risas de las Driagnas y Dranor que se adentraron al campo. Dua entre ellos, mandándome las fuerzas que realmente no quería, porque demostrar que tenía algo, era peor que demostrar que no tenía nada. Se me secó la boca al instante de solo pensar cómo terminaría.

Al lado del reflejo una mujer muchísimo más alta se acercó, su expresión no revelaba nada, pero seguía sin ser un buen augurio.

Demonios. Esto iba a ser duradero al parecer... Apreté los dientes al sentir el frío colándose en mi piel. Nunca era una buena señal que las tinieblas de un reflejo alteraran tu propia temperatura. Bueno, llevaba siglos en el mundo, era claro que había aprendido ciertas cosas, pero no quería ser un conejillo de indias, joder. Menos con seres de tinieblas mirando fijamente, esperando que cometiera el más estúpido error.

Tenía que llegar temprano la próxima vez.

— ¿Qué me tienes hoy, Halley? —le preguntó a la mujer, sin dejar de mirarme. Ella hizo lo mismo—. Podrías mostrarnos un poco de tu reciente entrenamiento también si eso deseas.

Tragué en seco, finalmente tomando una corta inhalación cuando me dejó libre. Sus tinieblas eran un terror que todos conocían y ninguno quería experimentar, y ahora sabía la razón. Sobé mi mandíbula y vislumbré los rostros a mí alrededor. Serios. Callados. Sonrientes. Retadores. Todo un banquete de personalidades y posibilidades.

La mujer caminó hasta llegar a su lado, saboreando seguramente mis próximas caídas y maldiciones. Estaría acostumbrada, supuse, a ver a más de uno con el culo rojo tras los entrenamientos sorpresa de Bastor. Más alta que el guerrero, se cruzó de brazos, helada como un tempano de hielo.

—Podría, pero eso sería revelar nuevas tácticas.

Bastor asintió, sin el atisbo de una sonrisa consumida.

—Bien, entonces elige a un oponente que te represente.

—Justo hoy un viejo amigo decidió acompañarme para mostrarme la escuela—comentó, dándole un vistazo a sus ensimismados estudiantes que, al segundo, no dudaron en soltar murmullos—. Me parece que es el indicado para enfrentar a la niña rubia, aprovechando que ya está aquí.

—Preferiría el término: señorita—interrumpí, juntando las manos. La amenazante mirada que me lanzaron ambos fue suficiente para que las levantara, asintiendo en aceptación—. Bien, bien, niña rubia será...

—Tauren, querido...—dijo en voz alta— ¿nos das el honor?

No iba a girar la cabeza. No iba a girar la cabe...

OTRA. JODIDA. BROMA.

Maldije por lo bajo.

El Dranor dio unos pasos al frente—al parecer oculto entre los seres de tinieblas, inspeccionando todo con sigilo—, ganándose la atención de todos los presentes. Puedo jurar que hasta una de las Driagnas superiores que observaba el entrenamiento desde los montículos y rocas, había suspirado por el chico mágico de cabello plateado que ahora, erguido y con sus encantadores ojos brillando más que nunca, se detuvo frente a todos.

Fue imposible no mirarlo, demasiado atraída a su presencia. Analicé cada trozo de su cuerpo, totalmente cubierto en ropa común, su atención recorriendo cada punto, casi sabiendo que ya iba a temblar. Era una jodida obra de arte bien esculpida y detallada por los Antiguos, pero no lo diría jamás.

Contuve mi necesidad de soltar unas cuantas palabrotas y rogué a los Antiguos que fuesen lo suficientemente considerados conmigo.

Necesitaba café.

Y un pastelillo de fresa, de ser posible.

—Por supuesto—dijo, su voz resonando—. Nada mejor que entrenar a primera hora con una... reflejo. —Solo bastó eso para que la mayoría de Dranors, y la mujer invitada riera a carcajadas. En otra vida, seguramente había sido una prodigiosa modelo, para mí, era simplemente una cacatúa que ahogaría.

Alcé la mirada al cielo esperando una señal para que todo eso acabara, pero no sucedió absolutamente nada. No. No hasta que volví al punto principal de mis problemas y atisbé a Tauren sonriendo con satisfacción. Erguí la espalda, buscando que mi altura se pronunciase aunque él seguía siendo más alto.

—No me digas...—murmuré, clavándole los ojos— ¿te pagaron? He sabido de muchas personas que han estado dispuestas a darme una buena paliza hasta por una jugosa cena. No serías la excepción.

Tauren lanzó una grotesca y aterradora sonrisa.

—A diferencia de ellos, Vega, no necesito una recompensa para hacerlo.

Mierda. Su voz... sí, en ese tono no había nada bueno.

¿Era eso lo que quería? ¿Golpearme hasta sacarme información? Estábamos en una escuela, y la violencia no se permitía, a excepción de la zona de entreno. Sí. Joder. Y es que a fin de cuentas, seguía sin saber qué tanto tenía en sus manos, pero dejarme humillada podría darle ventajas, en especial si abría la boca de repente frente a toda la jodida escuela.

Me quité un mechón de cabello, consciente de los murmullos alrededor, solo eso. La naturaleza, aparentemente, había callado incluso los espirales del aire para escuchar mis próximas caídas e insultos mascullados.

Bastor dio la señal con sus tinieblas y... entonces, ambos dimos inicio al conocido juego de: quién atacará primero y quién se rendirá.

Pasos cruzados y laterales, armando un círculo mientras uno de los dos se decidía a lanzarse hacia el otro. Bien pude haberlo hecho... oh, estaba dispuesta, pero prefería la previa plática, distraerlo, solo eso porque cansar a un Dranor era tan posible como que un reflejo dejara de consumir a un humano sentimental.

— ¿Acostumbrado a jugar con reflejos?

Hubiese sido interesante formar una daga con mis tinieblas con tal de dejar una bonita huella en su mejilla, pero es habría sido un enorme problema. Mostrarme, mi poder, mi ser como tal, no era opción.

Así que cuerpo a cuerpo sería...

Lo siguiente que sentí, fue cómo Tauren empujaba mi cuerpo, para hacerme caer. El Dranor era una pared de músculos endurecidos, años de entrenamiento, letal incluso para algún niño reflejo, y una bomba con aroma a pinos y lluvia. Rocío fresco deslizándose por su sien.

Tambaleé hacia atrás, jadeando ante su repentino ataque.

Okay. Sí que sabía jugar...

Consideré que usar mi agilidad serviría, más que nada con los saltos que era capaz de dar al ver esa montaña de fuerza que Tauren representaba. Debió ser bestial cuando empezó su entrenamiento de joven, perfeccionista al punto de moverse con elegancia sin mostrar un solo rastro de la piel que ocultaba su camisa. Inspiré hondo, ahogando mis tinieblas. El Dranor volvió a lanzarse con tal de derribarme, pero lo esquivé lateralmente, arrastrando mi pierna, quería verlo en el jodido suelo, pero fue más rápido y saltó, previniendo mis pasos.

Oh... sería un deleite total acorralarlo.

Después de todo, ganarle a un Dranor en batalla era todo un honor. Por eso las risas. Por eso las miradas, los murmullos y las uñas que se estaba mordiendo Dua al verme enfrentar a uno de los seres mágicos más reconocidos en nuestro mundo. Sobrino de Idina y con sangre noble, era todo un acto estar ante una sucia bastarda sin habilidad alguna.

Con las Driagnas, tiempo atrás, había sido diferente, ya que ellas preferían quedarse con sus tónicos, hechizos y la defensa por medio de su magia. Ahora, claramente, estaban listas para enfrentarse a lo que fuera incluso si debían romperse una uña. Aunque seguía siendo un honor luchar contra un Dranor, por sus tremendas habilidades, resistencia y... avanzadas capacidades.

Su poder podía lucir igual, pero los Dranor superaban a las Driagnas cuando de cuerpo a cuerpo se trataba. De ahí una de las tantas rivalidades entre reflejos. Los seres de tinieblas eran fuertes por su naturaleza sobrenatural, las tinieblas, y el consumir les daba ventajas, capacidades físicas que ningún humano u otro ser poseían, incluso ellos que, con su magnífica magia y energía, podían usar.

Pero fueron demasiados pensamientos, no tuve la oportunidad de darme cuenta de que Tauren, pese a mirarme con interés, ya me tenía a su merced.

Terminé en el suelo dos segundos después.

—Lindo trasero.

Apreté los dientes.

—Ya quisieras verlo, chico mágico. —Solté un gruñido antes de girar sobre mi espalda para saltar y levantarme por completo. Las piernas me temblaron ante el movimiento, pero ya estaba en pie—. Dime que sabes algo más que dar halagos a un buen culo.

Tanteé a darle un golpe, pero de nuevo fue más rápido. No tuve más opción que dar un giro lateral, dándole justo en las costillas. El Dranor sacudió la cabeza, tomando mi cintura para rodearme una de las piernas y celebrar otra caída, pero impuse fuerza.

— ¿Quién dijo que era un buen culo?

Sonreí ladinamente.

— ¿Mi espejo?

Sus poderosos brazos me rodearon, y puede que estuviera intentando derrumbarme, pero había cosas que no cambiaban, y mis piernas seguían siendo tan fuertes como cuando bailaba todos los jodidos días. Ninguno cedió.

—Qué fortuna que puedo atravesarlos, ¿no crees?

Él terminó en el suelo esta vez.

—Acosador.

Halley nos miró desde su punto. Ella y Bastor estaban a una prudente distancia, pero en sus labios se notaban las críticas hacia todos nosotros. Quise poder identificarla como para saber por qué le daban tanta importancia a la rubia, y sin embargo no fui capaz de decir si se trataba de una Kuznetzov o simplemente una de las tantas charlatanas en el mundo de tinieblas.

—Yo lo llamo ventaja—susurró Tauren, antes de dejarme fuera del círculo.

Hubiera querido o no, perdí.

Los aplausos rellenaron la montaña y, claramente, los Dranors y toda su especie vociferó cuán grandiosos eran incluso ante los reflejos poco entrenados. Eso no dejó contento a Bastor, a nadie le gustaba saber que era más débil que otro, no importaba que estuviéramos en una escuela todos juntos, inculcando valores y bondad. No. En la vida siempre sobreviviría el más fuerte.

Yo... nunca fui una de ellos.

—Antiguos... —Dejé mi cabeza en la roca. Todo mi cuerpo tenso ante el golpe. Puede que no lo sintiera como un humano pero el no consumir tenía sus consecuencias tarde o temprano, y levantarme no sería simple.

Tauren se arrodilló levemente a mi lado, no podía acercarse a su atacante y mucho menos ayudarme cuando acabábamos de tener una pequeña lucha. Eran las reglas. Si llevaba siquiera a tocarme, podía perder su gloria.

—De seguro hay otros métodos para que reacciones, ¿no?

Mi única respuesta fue contener el aliento. Aún había seres que nos observaban. Todos atentos, con muchas capacidades. Incluso podían escuchar su susurro si poseían... armas secretas. Y por más agradable que fuese su fragancia, ahora lo despreciaba más que a cualquiera en esa escuela.

Tensé la mandíbula, ese ardor recorriéndome las palmas de las manos ante la reciente caída. No iba a dejar salir mis tinieblas para que curaran los raspones, mucho menos para limpiar la sangre en mis codos. Y eso... al parecer el Dranor lo sabía. Pude confirmarlo cuando se acercó solo un poco y dijo:

—Sería un placer saber qué tendría que hacer para que tus tinieblas unidas con el fuego que provocas, salgan a la luz.

Toda sonrisa manipuladora y ego se estrellaron con el piso, y yo habría estado dispuesta a desmentirlo de no ser por la cantidad de seres que nos veían, que Bastor se quejó de mi poca capacidad de moverme, de los aplausos de Halley y la preocupación obvia en el rostro de Dua cuando intentó levantarme.

Quedé inmóvil.

Lo sabía.

Ahí leí todo en sus ojos: El Dranor sabía que mis tinieblas eran diferentes, con una especie de poder que desde un inicio pareció ser utilizado para los incendios, al igual que la reciente incineración de arbolitos en el bosque... a unos kilómetros de la Escuela.

Quise cerrarme, hundirme en los tormentosos pensamientos mientras mis propias tinieblas buscaban despertar de ese largo y eterno sueño. Mis orbes se decoloraron y jugaron con mil luces que pudieron haber salido, de no ser por el control que impuse en ese instante. ¡Basta! No daría pie a torcer. Menos con alguien que quería sacar mis trapos sucios.

Él...

Sabía sobre mi pasatiempo.

Sabía sobre mis tinieblas, pero...

¿Qué más resguardaba bajo esa capa mágica y sonrisa misteriosa?

Alejé un mechón de mi cabello para que rozase mi espalda en cuanto estuve de pie, ocultando mis heridas. Solo en instantes llegarían los demás, así que aproveché el momento, sus ojos fijos en mi rostro cuando sonreí.

—Si por fuego, te refieres a lo candente que soy...—mordí mis labios, rodeándolo para salir de una vez por todas de ese jodido entrenamiento—, entonces sabrás que esas bonitas palabras no te servirán de nada.

Las comisuras de sus labios se levantaron, con mil frases que me desvanecerían, pero no le di el gusto. Caminé entre todos y le mostré una de mis mejores partes: mi trasero. 

WEEENAAAS, CONSUMIDOS.
Sé que hace un tiempo no actualizo, perdonen, no tengo computador (me mudé) y no sé hasta cuándo será así. Hasta ahora conseguí algo para publicarles lo que ya tenía escrito.
En fin...
¿Qué tal la vida?
¿Si pudieran enfrentarse a un reflejo, quién sería?
¿Qué personaje les gustaría que apareciera?
Prontooo tendrán una sorpresa.
Nos vemos el prox fin de semana. Les quiere, Nat.

Continue Reading

You'll Also Like

3K 1.5K 7
Un sicario experto en armas, ha sido mandado a matar a una chica, al momento de dar un tiro, no pudo hacerlo, ¿por qué? ¿Amor a primera mira? La hist...
47.7K 4.6K 12
La oscuridad nunca me gustó. Fue así como todo acabo.
131K 12.7K 32
Recopilación de one-shots con temática de Male Pregnancy. ༄ Menciones de Xicheng y Zhuiling. *La portada es de la autoría de @IIIBRONZEIII en Twitt...
6.3K 2K 38
Por años he escuchado una antigua leyenda que dice que cuando nacemos, una nueva estrella aparece en el cielo, pero nadie me habló de aquellas estrel...