Juramento Inquebrantable [Fre...

By MerlinaRothbart

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« ¿Cuánto estás dispuesta a sacrificar con tal de salvarle? » Nina Illich es una bruja sangre pura seleccio... More

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By MerlinaRothbart

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61. «No sabes lo que me espera»
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Las baldosas negras y relucientes del Wizengamot estaban siempre pulidas y titilaban cuando las suelas de las personas caminaban por ellas. En el departamento de misterios se encontraban los juzgados donde solían llevarse a cabo las audiencias de las brujas y magos que debían ir a juicio debido a algún comportamiento cuestionable.

Nina caminó, mirando a su alrededor para poder dar con algún rostro conocido que le brindara algo de seguridad. Comenzó a ver a algunos funcionarios salir con sus túnicas y sombreros rojos, entre ellos a su padre, John.

—¡Papá!— gritó por encima de algunos magos que iban en dirección al tribunal principal.

—Cariño, ¿qué haces aquí?¿está todo bien o ha sucedido algo contigo o tu madre? Te hacía en la Madriguera.

En efecto, apenas terminó el quinto curso, Nina estuvo unas semanas en su casa y después se fue a pasar el resto de las vacaciones a casa de Fred y su familia. Para sus padres el hecho de que estuviera sola en su casa no era nada grato, por lo que agradecían mucho la hospitalidad de los Weasley para con ella al recibirla en su casa.

—Pues todo está bien.

—¿Entonces qué haces aquí?

—He venido al juicio de Lucius Malfoy— afirmó—, no quiero dejar a Draco solo con eso.

John observó a su hija con algo de estrés, relamió sus labios y suspiró, sabía que ella no daría su brazo a torcer y no se devolvería a casa aunque el auror dispusiera de seguridad o guardias que le impidieran el paso a los juzgados.

—Nina, ¿tienes claro que será una audiencia muy acalorada y no grata para estar presente? No será nada buena para Draco o para su familia, espero que lo tenga claro.

—Supongo que sí, pero no voy a dejarle— respondió—, creo que todos saben que en esta ocasión los mortífagos no podrán salirse con la suya o hacerse los desentendidos con respecto al apoyo al señor tenebroso.

—Sólo te pediré que no te sientes junto a la familia Malfoy, no quiero que algunas personas malentiendan eso y vayan a juzgarte...

—Papá, Draco es mi amigo...

—Y yo soy tu padre, si no quieres que le diga a seguridad que no te permitan la entrada a los juzgados, tendrás que hacerme caso. Por favor, cariño.

Ambos magos cruzaron sus ojos castaños oscuros durante algunos segundos. Hasta que Nina se encogió de hombros aceptando el hecho de que su padre tenía razón en esta ocasión y que seguramente la prensa comenzaría a especular sobre su relación con la familia implicada en el escándalo.

—Me sentaré con el público general— dijo al fin, mientras se abría la chaqueta de cuero que llevaba encima para abrigarse de las bajas temperaturas de Londres—, pero te aseguro que no volveré a la casa de los Weasley antes de estar con él.

—Sé juiciosa, cariño.

—Lo haré— respondió dejando un beso en su mejilla y entró al salón donde ya habían varios asientos ocupados por aurores y personajes de seguridad.

El palco para la audiencia abierto al público se encontraba casi lleno, por lo que se quedó en un asiento en un rincón junto a una mujer suntuosa que ocupaba un abrigo de leopardo y apestaba a un perfume demasiado fuerte. No veía a Draco y a su madre por ninguna parte, por lo que asumió que estarían en alguna oficina especial para las familias de los acusados.

Al pasar de los minutos cuando se acercó la hora pactada, los Malfoy entraron en el salón y todos los magos que habían ido a ver el juicio de los mortífagos comenzaron a cuchichear. Narcissa Malfoy y Draco se sentaron en un palco especial, ambos se veían elegantes y trataban de no observar a nadie en particular, puesto que el sitio se había llenado de un segundo a otro. El Wizengamot se encontraba literalmente lleno, no cabía ni una sola persona allí.

Ya no se encontraba Cornelius Fudge, este había sido degradado de su cargo debido al poco manejo en cuanto a las pruebas consistentes demostradas en su contra debido al retorno del señor tenebroso, Dolores Umbridge también se encontraba suspendida y afrontaba una investigación, al igual que varios funcionarios, entre ellos, el hermano de Fred –Percy Weasley–, ya que debía asegurar y probar que no tenía nada que ver con el mal manejo del ministro anterior.

Rufus Scrimgeour entró en el salón y todos se pusieron de pie, el nuevo ministro tenía fama de ser un hombre correcto y con puño de hierro, por lo que no sabían que esperar del juicio en ese momento, al menos, nada favorable para Lucius Malfoy.

—Damos inicio a la audiencia en contra del acusado Lucius Malfoy— Su voz era áspera, fuerte y denotaba poder.

Nina observó a Draco, quien se inquietó al notar que su padre entró en el salón, vestido con un traje negro, sin embargo era llevado inmovilizado con magia y dos aurores vigilaban cada uno de sus movimientos. A la bruja jamás le había caído demasiado bien el padre de su mejor amigo, no obstante jamás imaginó que el destino de aquel diplomático pendiera de un hilo, pues siempre se demostró o intentó fingir una apariencia correcta.

—El inicio de esta sesión, abre el precedente de que en cualquier momento, las fuerzas oscuras pueden removerse y volver desde las sombras cuando menos lo imaginamos— habló el ministro de magia dando indicios de lo que sería el resultado del encuentro.

Nina era consciente de los movimientos nerviosos del mago que yacía expuesto ante los ojos de esas decenas de personas. Comenzaron a hablar de algunos sucesos que ella desconocía de la anterior guerra mágica y después de eso iniciaron a hablar sobre los cargos por los cuáles se le acusaban ahora.

—Asociación con el mago tenebroso, actualmente fugitivo de la ley, Thomas Riddle, más conocido como Lord Voldemort— anunció el ministro ante el sonido de asombro de la audiencia que se hallaba impactada de que este hubiera mencionado su nombre—, causar destrozos dentro del departamento de misterios, intento de robo de material resguardado dentro de dicho departamento, tortura de menores ¿Cómo se declara el acusaso?

Hubo un silencio inicial dentro de los presentes que conseguía cortarse con el filo de una navaja. El ambiente denso de la sala incomodaba hasta al hombre más fuerte allí presente.

—Inocente, señor.

—¿Qué hacía allí esa noche entonces cuando los aurores hicieron arribo en el ministerio?

—Yo fui manipulado, la influencia que tiene sobre mí, el señor tenebroso es demasiada. Es capaz de manejarme con magia no verbal.

—¿Nuevamente el maleficio Impeius, Lucius? Al menos no lo conseguirá conmigo.

El ministro iluminó un lienzo blanco, donde mostró los testimonios de cada uno de los estudiantes de Hogwarts que habían sido afectados ese día donde el retorno del señor tenebroso pasó a ser más que sólo ocurrencias del niño que vivió. Los rostros de Harry Potter, Hermione Granger, Ronald Weasley, Neville Longbottom, Ginevra Weasley y Luna Lovegood aparecieron ante los expectadores del juicio, los jueces consideraron demasiado traumático volverlos a exponer ante todas esas personas y acusados nuevamente cuando podían mantener sus palabras frescas y proyectarlas en un pensadero.

—Todos y cada uno de ellos, afirma que usted y su cuñada, Bellatrix Lestrange, fugitiva, estuvieron presentes en dicho encuentro y que usted no llevaba ninguna máscara para ocultar su identidad— terció el ministro —, no necesitamos más criminales en el mundo mágico, señor Malfoy.

—¡Tú, haz algo! —vociferó el hombre, dirigiéndose a su esposa, quien se hallaba en medio de los cuchicheos, unos asientos más abajo que ella—, ¡he hecho todo por esta familia, ayúdame!

—¿Por qué su esposa habría de pagar por sus asociaciones ilícitas, señor Malfoy?

Antes de que el ministro pidiera silencio para dictar la sentencia, Narcissa Malfoy y Draco se colocaron de pie y Nina observó como se dirigían a la puerta, abandonarían el juicio y con justa razón. Aquel hombre dentro de su desesperación quería culpabilizar a quienes no tenían nada que ver, aparentemente. Narcissa tenía pleno conocimiento de los movimientos de su esposo y Nina sabía que Draco también lo sabía.

—Permítame—comentó Nina y se colocó de pie para pasar entre la gente, ante los ojos intranquilos de su padre, quien esperaba a su vez, dar aprobación o denegar el veredicto del jurado.

La bruja se escurrió entre los observadores y salió con cautela de la sala de los tribunales, esperando no perder a Narcissa y al rubio, quienes caminaban a prisa hacia los ascensores.

—¡Draco!—gritó, recibiendo una mirada de desaprobación por parte de uno de los guardias que merodeaban el pasillo del departamento de misterios.

El rubio se volvió y notó la silueta de Nina correr hacia su encuentro y le fue inevitable no mostrarse vulnerable y corresponder a su abrazo en cuanto sus brazos se conectaron.

—Lo siento tanto, de verdad que sí— murmuró en su oído. Sabía que él necesitaba de toda la contención, pues su orgullo no le permitiría demostrar lo dolido y dañado que se hallaba en ese momento.

—No te ví entre la multitud, pensé que no habías venido— respondió sin soltarla—, iba a ir a tu casa para maldecirte.

—Lo lamento, pero no quise entrometerme más de lo debido—mintió para no decirle que su padre detestaba el hecho de que la vincularan con la familia de un nuevo miembro de Azkaban.

—Narcissa— saludó con un abrazo una vez que se soltó de Draco—, lamento que nos volvamos a ver en estas circunstancias.

—Querida, la verdad es que me siento muy agradecida de lo cercana que eres y lo que significas para Draco— mencionó con una sonrisa gratificante a pesar de que la situación no fuera la mejor—, lamento todo esto, lamento el escándalo.

—No, no se preocupe. No tiene que disculparse por nada, es uns situación muy difícil para ustedes como familia.

—Madre, es mejor que nos vayamos. Quiero evitar a la prensa y si no salimos antes del término del juicio, eso será imposible. No me interesa dar declaraciones amarillistas y espero que tu tampoco lo hagas.

Narcissa asintió y Nina los acompañó en silencio, pensando en lo difícil que sería para ella tener que estar en medio de un instante así. No podía ni siquiera pensar en tener que ver a su madre o a su padre siendo procesados por crímenes contra la magia. Tener que separarse de ellos, tener que soportar en silencio las críticas y el hecho de la sociedad apuntando con el dedo, tener que verlos ir a Azkaban.

Porque ese era el destino que le deparaba a Lucius Malfoy, pues ni siquiera su dinero y el renombre de su apellido, ni el apellido de su esposa podrían salvarlo, pues habían demasiadas pruebas en su contra como para que nuevamente escapara de la cárcel.

—¿Quieres venir a casa con nosotros?—, ofreció Draco—, podemos conversar allá.

Nina asintió y después de eso, se dirigieron hacia los pisos habilitados para desaparecer. Fue una cosa de minutos, aparecieron en la Mansión Malfoy y la chica se sintió algo intimidada por el hecho de encontrarse en un sitio donde quizás podría estar resguardado Lord Voldemort.

—Tranquila—aseguró Draco, como si este le leyera los pensamientos—, jamás dejaría que vinieras a un sitio que no es seguro.

Narcissa se quitó el abrigo y Draco se aflojó la corbata con la que había asistido. Nina se dedicó a observar las elegantes decoraciones que gritaban poder en todo su esplendor, sin duda los Malfoy eran muy buenos para demostrar todo el dinero que tenían amasado.

—Le he dicho a los elfos que preparen la cena— acotó la mujer—, iré a cambiarme mientras tanto, les dejaré para que puedan conversar.

Ambos magos subieron los escalones, la joven no sabía cómo iniciar aquella conversación. Era primera vez en todos los años que conocía al chico, que no tenía idea cómo poder hablarle, como decirle que todo estaría bien, pues sabía de sobra que no eran las palabras que él esperaba oír.

—Creo que lo peor que ha hecho es tratar de culpar a mi madre de que ahora esté en la cárcel—siseó—, si sólo hubiera podido hacer un maldito trabajo bien hecho...

—Draco...

—¡Es verdad! Sólo necesitaba una bola de cristal. Sólo necesitaba darse el tiempo de buscarla por el mismo y ver la forma de encantarla.

—No funciona así, las profecías sólo se revelan a quienes pertenecen.

—Si hubiera leído la mitad de los libros que yo, habría sabido cómo hacerlo...

—Él ahora está demasiado implicado, no deberías intentar cambiar las cosas, pues nada hará que lo hagan, no por ahora al menos.

Draco observó por las ventanas de su alcoba, sintiendo casi la claustrofobia hacer presa de él. 

—¿Te imaginas todo lo que hablarán sobre nosotros?

—¿Desde cuándo eso te ha importado?— comentó Nina intentando subirle el ánimo.

—Ya puedo ver en mi mente a San Potter, a la sangre sucia y a la comadreja estarse riendo de lo que sucedió en el juicio— suspiró—, de verdad espero que pronto reciban lo que se merecen...

—Creo que ya estás colocándote algo dramático.

—No lo entiendes...

En ese instante, la mente hábil de Nina comprendió hacia donde iban las tribulaciones y preocupaciones que el rubio estaba comenzando a maquinar en su cerebro, habían ciertas cosas que ella jamás podría comprender, que jamás podría dar cuenta pues no sé había criado en un ambiente como el de Draco. No obstante, luego de crecer y aprender cómo era el mundo donde vivían, era capaz de saber lo que implicaba ser un aliado del señor tenebroso, aunque ella ni su familia lo fueran.

—Draco ¿no crees que tu familia debería pedir amparo en el ministerio?

La risa amarga de Draco embargó su corazón y también la habitación. Pensó en todos los escenarios en donde podría estar en ese instante y el único que le daba calma era huir al mundo muggle.

—¿Crees que en este caso alguien querría ponerse del lado de nosotros? ¿Del lado de los malos? Viste las declaraciones de todos, viste todo lo que sucedió en el juicio, nadie va a ayudarnos, tampoco podríamos...

—¿Por qué?

—Porque él nos haría pagar caro. Él no nos permitiría vivir en paz por el resto de nuestras vidas.

—Draco, no tienes porqué ser un esclavo de lo que fue tu padre.

—No, no es eso. Pero no sé qué es lo que ofreció como garantías.

—¿Y sería capaz de ofrecerlos a ustedes?

—Tú no sabes de lo que es capaz de hacer mi padre por un poco de poder o reconocimiento dentro del mundo mágico, tampoco sabes lo que es capaz de hacer Lord Voldemort, o quizás lo imaginas.

—Quizás es el tiempo que tú hagas lo que se debe hacer.

Draco se acercó a su amiga y ella le abrazó fuerte. En ese caso era lo único que podría hacer que él se sintiera mejor, teniendo en consideración lo terrible de lo que venía para el Slytherin a continuación.

—No sabes lo que me espera, eso es seguro.

—Nadie lo sabe, somos esclavos del futuro.

—Quizás tienes razón—declaró en rubio antes de que una lagrima traicionera se escapara de sus ojos.

Nina no sabía lo que le esperaba, sin embargo él lo tenía muy claro. Draco conocía muy bien la sentencia que su padre acababa de firmar para con él.

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