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43. El baile de navidad
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¿Qué era de un gran castillo si no entregaba un baile de aquellos donde todos se visten como príncipes y princesas?
Hogwarts era demasiado importante como para privarse de aquello y el torneo de los tres magos había sido la ocasión precisa para ofrecer algo pomposo y frívolo como no solía suceder.
Todos los uniformes y normas escolares serían reemplazados por atuendos elegantes, hermosos vestidos y alocados bailes.
Los preparativos del baile no se habían hecho esperar y el fin de semana las chicas habían partido a Hogsmeade con el fin de encontrar o afinar el atuendo que llevarían para la noche de gala.
El baile podía conseguir muchas cosas y una de ellas fue que el grupo de chicas de Slytherin integrara también a Luna Lovegood en la ida a comorar vestidos. Sí, quizás lo hacían por Nina y no decían ningún comentario antipático porque estaba ella, no obstante Luna, Pansy, Daphne, Astoria y Nina habían logrado salir juntas a Tiros Largos –la boutique del pueblo–.
—Espero que nadie lleve un vestido similar al mío —comentó Pansy —Estoy segura que si veo a alguien con algo similar, la hechizaré.
Su sonrisa triunfal no se borraba de su cara desde que por cansancio Draco la había invitado al baile, logrando que se sintiera la persona más afortunada de la vida. Luna y Nina no le decían nada ya que no querían arruinar su felicidad. La Slytherin sentía que sola debía darse cuenta de lo ocurrido; sabía que el rubio la había invitado únicamente porque Astoria iría con Theodore Nott que la invitó antes.
En fin, en la guerra y el amor todo era considerado permitido.
Nina era bastante reservada para generar amistades, después de cuatro años estaba siendo más amistosa con sus compañeras y compañeros dentro de casa, si bien no era exiliada por ellos; ella misma en algunos momentos sentía la necesidad de apartarse cuando los oía decir comentarios con poco tino.
—¿Enserio vas a ir al baile con uno de ellos?—le preguntó Daphne usando ese tono que tanto le desagradaba. El tono de superioridad característico de solía usar un Slytherin.
—Sí, iré con Weasley—dijo con algo de fastidio— Tiene nombre y apellido por si acaso.
—Oh, así que ahora le defiendes— se sonrió con la intensión de molestarla claramente— A donde hemos llegado con todos estos pensamientos inclusivos sobre los traidores a la sangre.
—Al menos ella irá con quien se le antoje; no con quien le dijo su madre que fuera—intervino Astoria antes de que Nina pudiera contestar— Deja de fastidiar, hermana.
Nina observó a Astoria y en ese instante se dió cuenta de que ella era una persona poco común; no era como todos en Slytherin y eso le gustaba, le gustó que ella fuera diferente y que Draco tuviera sus ojos comenzando a interesarse en ella. A ella le hacía sentir bien que una chica como ella fuera a relacionarse con su mejor amigo.
—Sí Daphne, podrías dejar de meterte en los asuntos que no son tuyos— mencionó secundando a Astoria.
Nina cogió la mano de Luna y entró en la tienda de ropa que estaba repleta de estudiantes de Beauxbatons, que iban por la tienda hablando en francés que no todos lograban comprender. Se dirigió a la sección de vestidos de inmediato, pues claramente quería verse hermosa como todas las demás brujas que estaban allí.
—Aquí no se puede ni caminar— señaló Pansy en modo de queja—Separemonos, así la búsqueda será productiva.
Nina y Luna asintieron y de pronto se dirigieron a los percheros con el fin de buscar los vestidos ideales, después de todo, Tiros Largos tenía un encantamiento que se iba agrandando y apareciendo más ropa en los probadores con el fin de que a más cantidad de personas, más variedad para escoger.
—Creo que iré hacia allí—indicó y avanzó entre las prendas cogiendo los vestidos de los ganchos.
Nina no era una bruja común, no le gustaba destacar entre muchas personas pero tampoco era de aquellas personas que se esmeraban por ser invisibles. Solía usar ropas oscuras, sin embargo esta vez quería lucir diferente, quería lucir inolvidable, que a ella jamás se le olvidara que asistió al baile de navidad con un vestido que la hizo verse divina.
Y lo más importante, que a ese baile asistió con Fred Weasley.
El chico que le gustaba de una forma desmedida e irracional.
—Creo que he hallado algo que puede gustarte—mencionó Luna a sus espaldas. Levantó un vestido blanco con detalles plateados, era de corte griego, como si una diosa del Olimpo lo hubiera usado antes que ella.
Nina lo tomó entre sus manos y el atisbo de una sonrisa se hizo presente en su rostro.
—Debes probártelo, antes que cualquier otro—indicó la rubia quien tomó uno celeste con un faldón de gasa muy elegante.
La aludida entró dentro del probador y suspiró como cualquier joven ante la perspectiva de haber encontrado el vestuario perfecto para deslumbrar en una de las noches más importantes de su vida. Se desvistió con delicadeza y después fue poniéndose la nueva prenda con cuidado de no ensuciarlo o romper alguno de los detalles que poseía. Una vez que lo tuvo colocado observó cada detalle del blanco hueso que relucía ante el espejo. Era apegado a su cuerpo y resaltaba su figura, el drapeado en la parte delantera destacaba su busto y la hacía parecer estilizada y distinguida.
—¿Puedo ver como te queda? Muero de curiosidad— farfulló Luna al otro lado de la puerta.
Nina abrió para que su mejor amiga pudiera verla desde más cerca y así poder tener el veredicto más importante que sin duda era el de la Ravenclaw. Esta abrió sus orbes celestes de par en par y sus labios hicieron una o perfecta.
—Amiga, te ves radiante —suspiró con alegría de haber hallado ese vestido —. sin duda ese vestido fue hecho para tí.
—¿Tu crees? De verdad me gusta mucho.
—Te queda perfecto, es perfecto para tí.
Después de halagos y de que la Slytherin viera el vestido celeste de Luna que destacaba sus ojos preciosos y de llenarla de piropos, fueron a ver zapatos y joyería. Pansy compró un vestido color plata muy elegante pues tomó el consejo de las chicas a la hora de escoger.
El momento estaba llegando y todos estaban ansiosas por vestir sus lujosos trajes e ir del brazo de su pareja para vivir un instante memorable.
* * *
La noche tan ansiada llegó y con ello el castillo se llenó de decoraciones y múltiples lucesillas que se movían con delicadeza, generando un ambiente reluciente y muy festivo.
La emoción rondaba entre los estudiantes y los profesores que con mucho esmero y dedicación se encargaron de los preparativos para que todo se viera hermoso y resplandeciente como en un cuento de hadas.
En la torre de Gryffindor, Fred se paseaba de un lado a otro esperando que su gemelo saliera de la ducha que compartían en la habitación junto a Lee. No quería llegar tarde ni un sólo minuto, pensar en que iría al baile con Nina no hacía más que colocarlo nervioso y él jamás había sentido esa sensación antes de aquello.
—¡Apúrate, George! —gritó mientras dió unos golpes en la puerta —Tengo que bañarme también —recalcó comenzando a ofuscarse, sabía que su hermano lo estaba haciendo a propósito para molestarle.
—Ya enamorado, todo tuyo —dijo mientras secaba su cabello con una toalla al salir del sanitario —No te apresures, no creo que Nina vaya a irse con otro sólo porque tardas en bañarte —se burló —Aunque sabes que hay algunas serpientes que andan a la espera de que ella ya no quiera nada contigo.
Fred hizo caso omiso a las bromas molestas de su gemelo en ese instante porque sólo quería tratar de relajarse al momento de bañarse. Quería que esa noche fuera realmente perfecta y poder demostrarle a Nina que le quería.
Sí, que le quería realmente.
Al salir de la ducha no escuchó realmente lo que George y Lee conversaban. Fue al armario a buscar el traje que había comprado para esa noche. El traje de gala que su madre les había enviado no era de todo el gusto del pelirrojo, por lo que con el dinero que ganó vendiendo bromas a sus compañeros compró uno que fuera totalmente de su agrado.
Cuando vió su reflejo en el espejo notó que realmente le gustaba lo que veía. El tono oscuro de su traje, la humita que llevaba en el cuello lo hacían lucir varonil y sofisticado. Lamentó no haberse cortado el cabello en ese momento, por lo que se hizo una cometa baja dejando algunos mechones rodeando su rostro para quitarle formalidad.
Se veía realmente apuesto y estaba totalmente conforme.
Ahora sólo faltaba esperar a que llegara la hora para ir a la búsqueda de su chica.
—Creo que luces muy bien, Freddie.
Fred observó a George quien también había comprado un traje, sin embargo este tenía un matiz burdeo. Sonrió al ver que George le movía las cejas en señal de que le estaba molestando.
—Y tú también, galán.
—El galán está noche eres tú ¿Estás listo?
El aludido sonrió algo nervioso.
—¿Listo para qué si se puede saber?
—Oh, lo sabes —señaló —Esta noche debes conquistar a esa chica que tantos desvelos te ha causado— replicó al acercarse a acomodar su corbata— Sé perfectamente que estás muy interesado, además veo que ella también lo está ; quiero que seas feliz Fred y si ella traerá felicidad a tu vida, pues ve a por ella.
—Está noche es la indicada entonces.
Ambos pelirrojo se abrazaron, demostrándose apoyo y un sentimiento que difícilmente podría llegar a superar otra persona.
—Aunque quiero decirte desde ya que espero no se confunda, sabes que soy más guapo.
***
Nina observaba su reflejo en el gran espejo que había en su habitación. Había recogido su cabello en una cascada hacia el lado izquierdo en ondas para darle más volumen al peinado y se colocó una diadema plateada que combinaba con los detalles de su vestido. Delineó sus ojos y aplicó labial, cosa que definió su rostro a la perfección.
Estaba nerviosa y también algo ansiosa. Eso no se podía negar, pensar en que Fred la estaría esperando en el pasillo principal la hacía sentir mariposas en el estómago debido a todas las cosas que había pensado antes de esa ocasión. Nunca había estado segura de nada, no sabía si las circunstancias estarían a favor de ellos y finalmente si fue así.
Se decidió a salir de la habitación y al primero que vió fue a Draco, con un vestuario que debía de ser escexivamente caro, pero que le hacía ver divino. Este al verla colocó una sonrisa notoria y se acercó para que ella tomase su mano y besarla.
—Apuesto a que está noche, ese estúpido león caerá rendido a tus pies.
—Cállate.
—Estás hermosa, Nina —declaró —Me atrevo a decir que eres la más hermosa de todas las chicas —murmuró.
—¡Ya era hora! ¿Por qué tardaste tanto? —chilló Pansy.
Nina se encogió de hombros y se apresuró a tomar el brazo de Draco. Este las llevaría a ambas hasta el lugar donde Nina se encontraría con Fred. Al salir de las mazmorras su corazón comenzó a latir desbocado, cada paso indicaba que estaría más cerca de él.
Cuando llegaron al pasillo principal, pudieron notar a los campeones del torneo. Cedric iba del brazo de Chi Chang, Viktor con Hermione Granger– algo que claramente no le agradó nada a Draco quien les otorgó una mala mirada– y Harry Potter con una de las gemelas Patil.
—Te veo después —le susurró el rubio en el oído al percibir que el pelirrojo Weasley se acercaba a ellos—Suerte esta noche, usa protección.
Nina ignoró sus comentarios porque no podía despegar la mirada de Fred. Había caído en una especie de trance y no pudo apartar la vista de los ojos celestes del Gryffindor que aguardaba por ella. Él parecía un príncipe de la época antigua, de esos que aparecían en los cuentos, en los cuadros con pinturas.
—Estás bellísima, Nina Illich. — el muchacho sonrió porque no podía esconder su emoción.
—Estás muy guapo también, Freddie— ambos se contemplaron unos segundos más, totalmente a gusto oír estar en los brazos del otro.
Ella era la ninfa de la que su profecía hablaba, sin duda alguna. Aquel vestido que llevaba le sentaba a la perfección, logrando sacar suspiros en el pelirrojo.
Entraron del brazo al gran comedor, bajo las miradas asombradas de los profesores y alumnos, que rara vez veían a un Gryffindor y a un Slytherin juntos, menos en un baile. Los campeones dieron inicio al baile con la primera pieza, seguidos del director que bailó con la profesora McGonagall y poco a poco todos fueron rodeando la pista.
—¿Me permite esta pieza,deslumbrante señorita? —preguntó Fred.
—Claro que sí, elegante caballero — se encaminaron a la pista.
Se acercaron a la pista y se acomodaron entre las parejas que ya estaban dispuestas en el centro. Bailaron el vals mirándose a los ojos y sonriéndose, él se perdía en los ojos oscuros de ella y la muchacha sentía calma ante esos ojos celestes. Los pasos que usaban no eran coordinados totalmente, sin embargo se estaban divirtiendo muchísimo al ver que no habían podido escoger mejor.
A las once y media de la noche comenzó la fiesta y los estudiantes se fueron agrupando y bailando al son de la banda.
—¿Te gustan las Brujas de McBeth? —preguntó Fred casi gritando en su oído.
—La verdad es que no son de todo mi gusto, pero mantienen esto entretenido —dijo Nina riendo al ver al profesor Flitwick avanzando sobre los brazos de la multitud.
—¿Quieres que vamos por algo de beber afuera?
Ella asintió y fueron caminando de la mano a la mesa del coctel que estaba dispuesta cerca de una pergola que estaba iluminada por cientos de lucecitas.
—¿Sabías que estaba muy nervioso por esta noche?
—¿Ah sí?
—Sí, quería que todo fuera perfecto, no mereces menos que algo perfecto, Nina —sonrió —Lo he disfrutado mucho y es porque tú aceptaste venir al baile conmigo.
El son de una canción lenta llegó a los oídos de ambos, estaban solos allí, como si ese sitio hubiera sido colocado allí para ellos.
—¿Bailas conmigo?
Estaban en una burbuja. Ajenos a las risas, a los chicos que estaban ebrios debido al whisky de fuego que entró de contrabando, a las otras personas que pasaban cerca y los miraban con curiosidad. Nina no era consciente de ninguna de esas cosas, acomodó su cabeza en el pecho de Fred y él la sujetó por la cintura con delicadeza y posó su cabeza en la de la joven.
La canción que sonaba era perfecta para enmarcar ese momento
«The bitter moon
Pulls lovers
Until they're left even doubting doubt
Even doubting doubt
I wanted love
But I was so young
I wanted love
But I was so young
So young
Every nerve has been worn out
And I have lived in fear of fear
In fear of fear
I wanted love
But I was so young
I wanted love
But I was so young
So young"
—La noche está perfecta —dijo Nina.
— Lo único más perfecto que esta noche eres tú —susurró el chico
— ¿Sabes? No me creerás, pero creo que llevo soñando contigo hace varias noches — dijo acercándose a la bruja.
— ¿Y qué sucedía en esos sueños?— inquirió ella, siendo consciente de lo que estaba pasando.
— Se repiten en mi cabeza las escenas de cuando te besé en las mazmorras, en el armario de Slytherin, en los pasillos de la biblioteca y no sabes las ganas que tengo por hacerlo nuevamente— susurró y sin más se acercó a ella abrazándola por la cintura, se miraron a los ojos, un segundo después la chica los cerró.
—Fred —murmuró y los labios del mago se posaron delicadamente en los de ella. La comenzó a besar con movimientos suaves y pausados, ella pasó los brazos alrededor del cuello del joven, él puso una mano en el rostro de ella, Nina tenía los labios cálidos y sonrosados, sus lenguas se rozaron y profundizaron el beso sintiendo una vez más esas sensaciones que tanto les agradaban.
Disfrutaron de los labios del otro, de los roces, de la presencia y la esencia que se transmitían, hasta que se separaron y se miraron tiernamente.
—Te adoro, Nina.
—Y yo a tí, Fred— respondió.
Y en ese momento la serpiente volvió a besar al león, sellando así una noche perfecta.
A veces no sabíamos cómo definir la perfección.
Era algo ambiguo.
Sin embargo para ellos, esa noche había sido perfecta.
Nada podría haber salido mejor.
No le cambiarían nada.
Ellos eran únicos.
Y esa noche también.
Esa noche habían pasado a ser ellos no por separado.
Eran ellos, pero estaban juntos.