Juramento Inquebrantable [Fre...

By MerlinaRothbart

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« ¿Cuánto estás dispuesta a sacrificar con tal de salvarle? » Nina Illich es una bruja sangre pura seleccio... More

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By MerlinaRothbart

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35. Nada es lo que parece.
_________________________

Otro año había comenzado en Hogwarts, los estudiantes deambulaban por el pasillo y los diferentes compartimentos del Expreso que los había recogido en la estación de Kings Cross. Las risas de los niños de primer año eran notorias y el desplante de los mayores también. El viaje al castillo siempre era de las experiencias favoritas de los estudiantes; sin embargo en esa ocasión había un chico encerrado en uno de los compartimentos sin intención de ser molestado, el sello de la puerta corredera lo indicaba claramente.

Y a ese chico rubio lo estaba buscando de hace bastante tiempo una chica de cabello negro que caminaba por el tren fijándose disimuladamente a ver si lo notaba. Claramente algo pasaba con Draco; de no ser así no estaría evitándola, pues jamás lo había hecho anteriormente.

—Dime tú ¿Qué milagro que no te encuentras con tu amigo, engañándome?—le señaló Luna cuando pasó por fuera de los vagones correspondientes a Ravenclaw, esta le había hecho una seña con la mano a su amiga para que se acercara.

—Pues le estoy buscando, no le ví al subir ¿Tú en qué estás?

—Pues estoy creando una especie de idea para que después mi padre la implemente en el Quisquilloso; será un éxito y estoy segura que podrá abrir las mentes de varios magos y brujas cerrados- señaló-¿Quieres una tarta de melaza?

Nina negó con la cabeza y después de eso besó a la rubia en ambas mejillas. La necesidad de saber qué ocurría con Draco la tenía totalmente intrigada y era incapaz de cesar su búsqueda.

—No, Luna—sonrió a modo de disculpa- Debo buscar a Draco, debemos hablar sobre algo.

—¿Contestó la carta que le enviaste después del torneo?

Luna era la persona más intuitiva que la chica conocía y de cierta manera quería evitar que ella confirmara que su amigo se encontraba acongojado por motivos que claramente no le gustaría que supiera. Suspiró y se aclaró la garganta fingiendo estar relajada.

—Sí— mintió; pues no lo había hecho- Sólo que debe haber olvidado en lo que quedamos para hoy- respondió la Slytherin quitándole importancia a la situación—Bien Luna, nos vemos pronto—se despidió para que ella no comenzara a hacer preguntas o a mencionar cosas sobre los torposolos que lo único que lograrían sería delatarla o algo por el estilo.

Continuó caminando y decidió llegar hasta el vagón de Slytherin para ver si es que por algún motivo hubiera vuelto allí; no obstante sólo se percató de que sus compañeros continuaban en las mismas posturas que les había dejado. Vincent y Gregory comiendo pasteles de calabaza, Theo y Blaise comentando cosas sobre el paisaje; Pansy por otro lado se mostraba tan inquieta como de costumbre cuando el rubio salía de su radar. Cosa que de inmediato le indicó a Nina que él no se hallaba ahí.

De pronto pensó en el único lugar a donde nadie buscaría a Draco, debido a que no le agradaban para nada quienes convivían en dichos pasillos; el vagón de Hufflepuff no era para nada del agrado del rubio. No toleraba a los tejones bajo ninguna circunstancia, los odiaba por su forma de ser y según él podrían en algún momento tratar de acercarse a él y no lo quería bajo ningún punto. Cuando abrió la puerta del vagón muchos de los estudiantes que allí habían la observaron con algo de desconfianza.

Si algo había aprendido Nina dentro de Hogwarts era que no solamente los Slytherin eran prejuiciosos, si no que la mayoría de los estudiantes lo eran. Las serpientes siempre serían la casa más estigmatizada de la escuela y que el hecho de decir lo que se pensaba de manera directa era mal visto. Un punto extra claramente era ser la mejor amiga de Draco Malfoy.

No le dió importancia a aquello, sólo se dirigió hacia el único vagón que tenía las persianas hacia abajo y con evidente aspecto de antisocialidad. Trató de girar la perilla y desde adentro resonó una escueta frase.

—Está ocupado—La voz de Malfoy se percibía molesta con el mundo y con nada de ganas de una conversación como la que Nina pretendía mantener con él.

—Alhojomora— conjuró sin importar hacer el encantamiento fuera de Hogwarts, cosa que estaba prohibida. La puerta se abrió y la cara de fastidio del rubio le dió la bienvenida. Este rodó los ojos con desagrado y giró el rostro hacia la ventana.

—Parece que aún no sabes cómo distinguir cuando alguien no quiere compañía—espetó con toda la intención de ser un desgraciado.

—Y tú parece que olvidas que los desprecios los acepta Parkinson, sabes que soy muy diferente a ella; así que te guste o no hablarás conmigo.

—¿Sí? No sabía que ahora habías aprendido a sonsacarle la verdad a las personas en contra de su voluntad.

Nina comprendió que probablemente no lo había pasado bien, por lo que decidió sentarse a su lado y observar el verdor de las tierras de Escocia, aún faltaban algunas horas para llegar a la escuela; no tenía prisa, sólo le interesaba que él comenzara a explicarle cuando estuviese listo. Conocía los momentos oscuros del rubio desde primer año, cuando era un niño se colocaba irritable y a hacer travesuras en contra de sus compañeros, ahora se volvía distante y frío, obstinado y terco.

Nina se echó hacia el respaldo y cerró los ojos a la espera de que él hablara.

—Ya te dije que no quiero compañía, tienes un montón de vagones y tenías que venir a este.

—Pues lamentablemente tu padre aún no te compra un tren para que llegues solo a Hogwarts, hasta que eso no suceda tendrás que conformarte con compartir este conmigo, maldito engreído de mierda.

Pasó alrededor de una hora, Nina había conseguido dormir al menos por unos veinte minutos cuando notó que el rubio también había conseguido hacerlo también. Los cabellos platinos caían sobre el hombro de ella y esta procuro no moverse o hacer ruido para no despertarle. Las ojeras las tenía marcadas de forma intensa por lo que dedujo que durante varios días no se encontraba durmiendo a gusto. Se quedó observando cómo algunos afuerinos de las tierras altas cuidaban de sus animales y de algunas criaturas mágicas como Porlocks y uno que otro Abraxam traído desde Francia.

—No sé que es lo que está sucediendo con mi familia- Draco había comenzado a hablar y se enderezó para mirarle fijo a los ojos— Siento la tensión, mi padre va de un lado a otro y mi madre no se encuentra tranquila a ninguna hora.

—¿Qué crees que ha ocurrido?— Ella se atrevió a preguntar en vista y considerando que él ya estaba hablando como en cualquier conversación.

—Creo que se trata de algo oscuro, de algo malo, de algo que puede terminar dañándonos a todos- susurró el rubio y Nina pudo sentir un escalofrío por parte de él— Siento que no es un simple drama familiar o un tema de su matrimonio.

—¿Y con qué podría tener que ver? Tu padre , no creo que él. . .

—No le conoces como yo lo hago; él puede ser capaz de muchas cosas Nina, incluso de ser partícipe del ataque en el mundial— confesó con el rostro tenso.

La Slytherin pestañeó unas cuantas veces sin poder creer realmente lo que sus oídos escucharon. Nunca se preocupó de tomar en cuenta realmente los comentarios que sus padres hacían sobre los Malfoy; pensaba que era simple protección y algo de desconfianza por antiguas rencillas tal vez. Sin embargo ahora Draco confirmaba que probablemente su padre estuviera involucrado en cosas ilícitas y de gran calibre.

—¿Cómo lo sabes?

— Hace unas semanas les escuché hablar encerrados en el despacho; no insonorizaron la habitación porque creían que ya dormía. Bajé por un vaso de leche a la cocina pues no quise llamar a los elfos domésticos. Escuché a mi madre rogarle que no hiciera nada que nos pudiera poner en riesgo, no obstante él mencionó que era la oportunidad que teníamos para alzarnos en el poder, todos; todos los sangre pura.

—¿Y qué tiene que ver eso con el ataque en el mundial? ¿Tu padre fue uno de los mortífagos que participó?

— Sí—admitió— Él fue uno de ellos.

— Creí que él había seguido órdenes del señor tenebroso en aquellos años porque estaba bajo influencias de una maldición.

—Eso es lo que todos creen— respondió— Pero él es uno de ellos.

Nina sintió que dentro de ella una especie de miedo se hizo presente. Algo que había sentido al ver la marca tenebrosa coronar el cielo aquella noche de la final. No se había atrevido a admitirlo delante de sus padres al llegar a casa; ese signo le intrigaba de manera poderosa, quería saber quienes eran los que le conjuraban , porqué lo lanzaban al cielo de forma tan peculiar, tan leal, tan dispuesta. Sabía que no era correcto por lo que significaba realmente.

Era la marca de Lord Voldemort y nada que estuviera relacionado con él traía bien alguno.

—¿Acaso el señor oscuro ha regresado?— preguntó creyendo que Draco supiera alguna información.

— No; no lo sé—señaló con rabia —Pero creo que todos sus seguidores se están reuniendo en una especie de extraña conmemoración a su memoria. Se supone que el señor tenebroso murió gracias al adorado San Potter—habló— No es posible que vuelva.

— Yo no lo sé.

El silencio reinó durante varios minutos después, incluso hasta llegar a la estación de Hogsmeade; ninguno de los dos se había arriesgado a continuar con el tema, temieron de que alguien fuera a oírles y malinterpretara todo lo que hablaron. Nina recogió sus cosas y Draco tomó su maletín, descendieron del tren yendo directamente a las carrozas. La noche estaba helada, la incomodidad a causa del tema era latente, ella no quería decir algo que fuera a incomodar al rubio más de lo que ya se hallaba.

— Nina. . .

— No es necesario que digas que esto no se lo debo decir a nadie—contestó antes de que él pudiera decir algo más. Hace cuatro años que se conocían y era como si ambos fueran capaces de leer sus mentes.

—Gracias—La respuesta fue escueta pero una leve sonrisa se asomó en los labios de él.

Una vez llegados al castillo les esperaba el gran banquete de bienvenida. Por su parte, Fred se encontraba sentado en la mesa de los leones mientras reía de las ocurrencias que inventaba junto a su gemelo. Era ajeno por ese segundo a todo lo que sucedía a su alrededor, hasta que las cabezas de Nina y Draco aparecieron y se sentaron entre el resto de las serpientes, estaban demasiado juntos para su gusto y le era imposible no sentir una punzada de celos ridículos. Jamás en la vida toleraría a Malfoy, sin embargo estaba en conocimiento de que no podía ir en su contra si quería acercarse a Nina Illich.

La observó y le fue imposible negarle a sus pensamientos el hecho de que se veía muy bien en los tonos verde y plata. Sus ojos se deleitaron ante la perspectiva de tener sus manos entre las de él y en la posibilidad de mirarla directamente a los ojos. Ella parecía algo preocupada, sus ojos se notaban algo más oscuros que de costumbre y su ceño estaba fruncido, como si una situación la tuviera totalmente ajena a la realidad en el castillo.

Estaba tan pendiente de ella que en ningún momento notó que era observado por Xavier desde la misma mesa; a él le causaba todavía una punzada de resentimiento el rechazo de Nina y estaba seguro de que el pelirrojo tenía que ver en aquellos hechos. Le perturbaba que la chica causara ese efecto en el que se suponía fue su amigo; no porque ella no fuera guapa, si no por el hecho de que a él le hubiera rechazado para claramente fijarse en Fred.

Eran innegables las miradas que se daban, ambos mantenían una especie de complicidad silenciosa que no podía pasarse por alto. Su mente siempre tenía ideas nuevas y conocía de cierta forma la naturaleza de las mujeres, sus sentimientos, sus pesares y cómo reaccionaban cuando eran reemplazadas. Por eso se apresuró a abordar a Angelina antes de que esta se fuera a su sala común.

—¡Johnson!—gritó al momento de acercarse. Ella le observó con recelo, pero escuchó todo lo que él tenía para decir.

—¿Estás demente? ¿Porqué querría hacerle algo a ella?— respondió la morena sorprendida después de que Xavier la abordara y le planteara la idea que tenía en mente. Algo bastante descabellado a decir verdad.

— Sé que Fred te terminó y es porque está interesado en ella, si me ayudas todos ganamos; tú recuperas a tu pelirrojo y yo tengo oportunidad con Nina.

La morena frunció el ceño, estaba dolida, no obstante no al punto de hacer cosas que para ella no eran correctas. Sus padres también eran funcionarios del ministerio en el departamento de seguridad y estarían sumamente decepcionados si se enteraran de aquellos planes.

—No lo creo. . .

— Oh anda, ella no tiene que ganar siempre.

—¿Por qué quieres hacerle daño, se supone que te interesa?

— No es que quiera hacerle daño, solamente visualizo mis opciones.

Xavier tenía razón, ella no estaba contenta con haber dejado a Fred, pero aquello sobrepasaba los límites.

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