Ante la duda e incertidumbre que carcomía sus pensamientos, puso la foto a un lado, frotó su pálido rostro entre sus tremolas manos, sujetó su cabello con estrés y alzó la mirada al cielo en busca de algo de claridad. Debía decidir entre creer o asumir que todo era una mentira. Aunque, como todo en la vida, la verdad también puede ser reescrita.
La teoría de un grupo sectario cobraba sentido, aunque los viejos miembros hayan desaparecido, debe haber alguien quien esté continuando el legado. Había acabado con un asesino, pero ¿y los demás? ¿será pariente de uno de ellos? ¿Quién es la niña de la carta y el niño de la foto?
Nuevas interrogantes se abrían paso ante cada respuesta, las espinas comenzaban a surgir entre las rosas y la maleza. Debía encontrar la manera de atraparlo sin dejar a entrever su pasado o su relación con los crímenes, era una difícil elección, exponerse y revelar la información o buscar al asesino por su cuenta, estaba entre la espada y la pared.
Sobreponiéndose ante la oscuridad de sus pensamientos y en un momento de lucidez, dilucidó la solución; no era necesario que diera la cara para entregar la información, pondría las evidencias en un sobre y las enviaría de manera anónima a la central. Así tendrían las evidencias sin que estas la involucrasen.
Era una jugada astuta y de funcionar podría ser su boleto a capturarlo o desligarse del caso, pero primero debía organizar todo y decidir que mostrar y que no. Nada de las cosas personales que vivió irían ahí, como las llamadas, las notas, los "obsequios", los encuentros y obviamente su pasado. Lo que quería es que tuvieran los lugares donde hacer los registros y así dar con él o sus secuaces. Y si acaso todo salía mal, tenía un asbajo la manga
Definida la estrategia a seguir, era momento de tomar acción, por lo cual, dedicó el resto del día y parte de la noche a clasificar y organizar la documentación
Conociendo que se trata de una secta, era más que claro que cada uno de sus miembros cumplen una función en ella y si está sigue la secuencia numérica inicial, deben existir al menos tres roles principales; Cazador, Repartidor y El Observador. El o los cazadores son los que seducen, secuestran y torturan a las víctimas, el repartidor se encarga de entregar las notas y llevar los cuerpos de un lugar a otro mientras que el observador, es el ojo que todo lo ve, quién dirige las operaciones y el genio detrás todo este plan. Ese mismo observador debe tener un infiltrado en la central ya que tiene acceso y acceso a las evidencias, así mismo, debe ser quien administra todos los establecimientos y dirige la secta. Seguramente era ese tal Bob o quizá sea el nombre que usa para encubrirse.
Por su parte, los locales en los panfletos comenzaban a conectar con los casos remontándola, por ejemplo, al de Lucy Harrison, quien, tras haber desaparecido, fue encontrada como carne de hamburguesas, mismas que los voluntarios a cargo de su búsqueda terminaron comiendo por error. Estas hamburguesas eran como las de Bojohn's Burguers, local que curiosamente se encuentra detrás de uno de los puntos de interés del asesino. Tenía sentido; se deshace de sus víctimas o ciertas partes de ellas convirtiéndolas en comida rápida.
Esto también conectaba con los roles de los asesinos, el repartidor fue quien entregó las hamburguesas el día de la búsqueda de Lucy, el cazador también debe ser quien las cocina y el observador coordina las recetas, mismas que, haciendo memoria, fueron las que se sirvieron el día de las cenas de los inocentes, sin contar las hamburguesas. Es por eso que se le hacían familiares.
Las piezas comenzaban a embonar, seguramente el mismo patrón de Bojohn's Burguers también debe ser utilizado en Lorenzos, solo que usando los mejores cortes ahí y los descartes como carne molida para las Bobppers. Una atrocidad caníbal sin precedentes donde toda la ciudad estaba siendo participe inconscientemente.
Por otro lado, el volante del Hospital de Melbury conectaba con los libros de psicología; puede que el asesino también haya trabajado o trabaja ahí, lo cual explica cómo tuvo acceso a los antecedentes de Elizabeth además de confirmar ese lugar como otro de sus escondites. Quizá es un médico en el área y usa sus conocimientos para atraer a sus víctimas. Asimismo, debe ser un cirujano o algo afín, por su habilidad para preservar y manipular los cadáveres, así como su talento con el cuchillo. Conectaba a la perfección con el perfil del Cazador.
Pasando ahora a la empresa de envíos y paquetería, esa debe ser la fachada que usa para ocultarse y repartir las cartas y paquetes sin ser vistos, así como para mover la carne a los restaurantes y los sitios donde se han encontrado las chicas asesinadas.
Con el taller mecánico tenían los vehículos para moverse en el anonimato y como medio de obtener información de las víctimas o quizá algo más que no estaba implícito en los archivos.
Todo esto se sumaba a lo que ya había descifrado sobre las rosas y Lilium Garden. Las rosas, también tenían otro significado; Rose, tal como el nombre del café y el de su... madre.
Lo había descubierto, arrebata corazones y deja una rosa en su lugar porque de esa manera busca llenar el vació en el suyo. Al perder a su madre, la rosa que más amaba, le arrebataron su corazón y es por eso que ahora hace lo mismo, literalmente.
A estas alturas había logrado, aparentemente, desencriptar muchas de las pistas, sin embargo, algo hacía falta. ¿Por qué las asesina? y ¿por qué quiere acercarse a ella? Más que por el hecho que podrían ser hermanos, de ser así ¿Por qué trata de volverla loca? Algo aún no estaba conectado del todo, alguien hacía falta para unir las hipótesis.
Elizabeth continuó recopilando todas sus observaciones en un expediente especial, incluyendo lo que sabía sobre las víctimas, como podían estar conectadas y otros detalles técnicos. Lo había terminado, ahora era momento de preparar su otra jugada. No se podía confiar porque nada es lo que parece.
Había concluido un largo y productivo día, sin más noticias sobre las víctimas recientes excepto que fueron ingresadas horas después que ella se retiró y realizaron el levantamiento. En la mañana siguiente recibiría el reporte de John al respecto, era obvio que él esperaría hasta después para hablar con ella.
Elizabeth necesitaba algo para relajarse un poco, había sido una jornada algo intensa, así que tras salir de la oficina se marchó al bar para tomarse un par de copas.
Sentada frente a la barra, apreciando el reflejo de su perdida mirada en el vaso de vodka que el bartender le servía, reflexionaba fundiendo su mente con el alcohol, tratando de discernir lo que sucedió, sucedía y está por suceder. Aún no procesaba del todo lo que había descubierto y mucho menos que fuera verdad, de una u otra manera, pronto lo iba averiguar.
—La soledad se disfruta mejor con una botella ¿no lo crees? —exclamó una pelirroja sentándose a su lado.
Elizabeth la miró de reojo y siguió tomando.
—Disculpa el atrevimiento, quería ver si podía conversar contigo, soy nueva en la ciudad y no he podido salir a conocer gente
—no es algo que te recomendaría
—no eres la única que me lo dice, —sorbió de su coctel haciendo una pausa — sin embargo, eso me tiene sin cuidado —añadió agitando levemente su copa mientras la veía y continuaba la plática —perdí el miedo junto con la inocencia hace mucho tiempo, no tengo nada más que perder.
—hablas con mucha seguridad, pero si mi consejo te vale, no te confíes porque...
—nada es lo que parece —completó ella —lo sé, hasta confiar en uno mismo resulta complicado, pero es lo mejor que se tiene.
—de eso no hay duda —replicó a secas
—debe ser difícil ser una mujer en esta ciudad —continuó —tener que estar atenta a cada momento que nadie te esté siguiendo, soportar miradas que no sabes de donde provienen y tener que demostrar que eres más que una cara bonita o un cuerpo de diversión. —agregó.
—esto va más allá de la apariencia —inquirió Elizabeth —no eres la culpable de los pensamientos ajenos, solo la víctima.
—claro, no se trata de cómo me veo, sino de cómo me ven, aunque al final la apariencia física solo es la fachada que oculta al muerto que todos llevamos dentro
—sí, al menos todo esto pronto acabará, quizá esta misma noche, o mañana o en tres días, pero de cierto modo, llegará a su fin. Claro, habrá cosas que nunca desaparecerán.
—cómo el pasado —añadió
—principalmente eso
—es una carga que cada día cobra más peso a medida vivimos.
—hasta que un día es todo lo que queda... el pasado, lo que fuimos, lo que hicimos, lo que vivimos, lo que construimos, todo se convierte en pasado y muchas veces se suma a la vida de alguien más, como un parasito que lentamente, a cada segundo, te chupa la vida y te deja sin una gota —concluyó exprimiendo un limón en su boca luego de su tercer shot
—es una carga que está, pero que puedes decidir soltar
—¿cómo sueltas algo que te mantiene atada? —preguntó Elizabeth.
—Controlando tu mente, una vez lo consigues no habrá quien pueda tener el control de ti.
—te expresas con mucha confianza
—no se habla de lo que no se ha vivido, puedo ver en tus ojos que la has pasado difícil, lo mismo ha sido mi caso, y si yo pude superarlo, tú también puedes
—basta de charlas motivacionales y mejor dime ¿Quién eres y de donde saliste?
—me llamo Lilith y pues salí de un lugar donde no quisiera volver, eso te lo puedo asegurar.
—con ese nombre me sorprende que aún sigas aquí
—digo lo mismo de ti con esa mirada azul
—deberías irte a casa, o lejos de aquí antes que termines en estadística
—tú también y aquí seguimos
—admiro tu osadía, pero ya sabes como dicen: La curiosidad mató al gato...
—y lo dejó con seis vidas más para seguir curioseando
—me agradas, eres de las mías
—no podría estar más de acuerdo en eso, qué tal si brindamos por los gatos y su inmortal curiosidad
—a tu salud —exclamó Elizabeth alzando su trago
Ambas brindaron y rieron un poco dejando fluir la conversación.
—cuéntame, ¿a qué se debe la ausencia de compañía? —preguntó Lilith
—a la ausencia de ganas, tiempo, deseo...
—¿o sea que en fondo si quisieras tenerla?
—no lo niego, es cierto, la tuve, pero ya no está
—¿a dónde se fue?
—quisiera saber lo mismo y ¿Qué hay de ti?
—pues aún no llega mi momento, debo enterrar parte de mi pasado para poder ser capaz de compartir mi existencia, presente y futuro junto alguien más
—pienso lo mismo sabes, no puedes disfrutar el ahora cuando estás con la mente en el mañana o el ayer
—debes dejar ir lo que te no te deja avanzar, incluso si eso significa renunciar a quien eres para convertirte en quien estás destinada a ser.
—suena bonito en palabras, pero en acción ya es otra cosa —expresó —ni siquiera estoy segura de quien soy ahora mucho menos de quien seré.
—no sabrás quien serás, simplemente te convertirás en ello, y cuando lo hagas, ahí lo reconocerás.
—¿ya te pasó a ti?
—si, de la manera que menos lo esperaba en esto me convertí y no podría estar más feliz.
—¿en qué te convertiste?
—mírame a los ojos —añadió casi susurrando y acercándose al rostro de Eli para luego sentir el alcohol en sus labios al robarle un apasionado beso correspondido —toma, este es mi número, puedes llamarme una sola vez, cuando lo hagas, sabré que eres tú, tu verdadero yo. Debo irme, te veré cuando estés lista, hasta entonces, cuida esa mirada, espero verla de nuevo viendo a la mía —sin decir más, Lilith se marchó, dejando a Elizabeth de nuevo con más dudas que respuestas.
Elizabeth confundida, complacida y atónita, acabó su último shot y se marchó a casa con una nueva perspectiva en mente.