Escuchaba de nuevo sonidos que empezaban a golpear en mi cabeza, y algunas risas, pude reconocer a Ros e intenté abrir mis parpados aun pesados. Cuando por fin vi con claridad, ahí estaba ella con los dos chicos.
-¿Puedes oírme Adelia? - Dijo Niall, sabía mi nombre. Creo que voy a entrar en pánico.
-Sí... - Logré hablar. - ¿Qué ha pasado exactamente? – Pregunté con una pequeña risa nerviosa.
-Te desmallaste de camino al hospital. Nos has dado un buen susto, pequeña. - Dijo Zayn con una sonrisa, qué guapo... ¿Me ha llamado pequeña? Aún notaba un gran dolor en mi rodilla y me quejé.
-No la muevas Ade, se te ha salido del lugar por un momento, pero volvieron a colocarla perfectamente. - Indicó Ros. - ¿Te había pasado antes?
-Supongo que es algo que se me olvidó comentarte. Llevo desde los 7 años jugando a voleibol, y después de tantas caídas en los partidos, cuando impacto de esa forma suelo tener algún que otro problema como este.
-¿Eres profesional? - Dijo Niall emocionado.
-No tanto como profesional. - Sonreí. - Estaba en el equipo femenino de mi ciudad hasta que entré en la universidad.
-Ella es de España - Informó Ros.
Seguimos hablando por un rato y llegó el doctor para darme el alta. Me dio una crema para que la aplicara sobre mi rodilla con unas pastillas para el dolor, y nos fuimos de allí. Ros les había estado contando varias cosas sobre mí. Niall y Zayn me pidieron disculpas por el comportamiento de aquellas dos chicas, Sarah y Allyson.
Se ofrecieron a llevarnos a casa, ya que eran más de las 4:00 de la madrugada.
-Gracias chicos, habéis sido muy amables. – Digo cuando llegan a mi puerta
-Ha sido un placer Adelia, espero que podamos volver a verte. Y no te preocupes por Ros, nosotros le llevamos a su casa. - Aseguró Niall, este chico es amor.
Volví a agradecerles por todo, y me despedí de los tres. Cuando entré a casa la dama de llaves vino rápido hacia mí. ¿Hacía falta tanto personal de limpieza y asistencia?
-Señorita Adelia. - Hice un mueca de desagrado por lo de señorita, ¡qué manía! - Su padre ha estado llamando toda la noche. Está muy preocupado.
Cogí el teléfono, marcando el número de mi padre, y empezó a dar toques.
-¿Quién es la irresponsable ahora? ¡Adelia, tienes 19 años! ¿Qué hacías a estas horas por ahí? ¿Por qué no me cogías el móvil? ¡Para algo te lo compré! - Estaba realmente enfadado. Pero es que no me apetece discutir.
-¿Ahora vas a ser el padre responsable? No cuela...
-Adelia... - Hizo una pausa, respiró hondo y siguió. - Cuéntame... por favor.
-Fui a un bar con una chica que conocí esta mañana, no me emborraché ni nada, tranquilo, pero acabé en el hospital... - Admito que no fue la mejor manera de decirlo, pero estaba cansada y me quería acostar.
-¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien? - Sonaba bastante preocupado.
Le conté toda la historia y al final conseguí que se tranquilizara y no llamara a mi madre. Después de un rato y una ducha, apliqué la crema alrededor de mi rodilla y me acosté sin ningún problema más por hoy. Desde luego ha sido un largo día.
Me pregunto qué misterio tendrá el chico del aeropuerto. Quiero decir, se tapaba mucho, no sé si eso quiere decir que no está muy orgulloso de su físico o es que le gusta mucho el misterio, pero de todas formas me habría gustado agradecérselo fuera poco agraciado físicamente o no. Casi me ha salvado la vida al encontrar mi cartera en el aeropuerto y molestarse en buscarme. Espero salir de dudas mañana.
Mi mente no admite más preguntas y poco a poco caigo dormida entre la oscuridad de la que no es mi habitación de mi casa. Echo de menos mi cama...