Tres años después.
Jack:
— ¡Jack!— Gritó una chica de mi clase. Corrió hasta mí en cuanto me detuve—. ¿Quieres ir al cine?
Sonreí de medio lado mientras pasaba una mano sobre mi cabello castaño.
—No puedo, alguien especial está de cumpleaños hoy.
Me observó desconcertada.
—Ah bueno —farfulló—, eh... pues pásala bien.
—Gracias —Sonreí y me marché.
Estudiar en la universidad era agotador, había cogido ingeniería química y me encantaba pero lo cierto era que con la cantidad de tareas y pruebas que me dejaban apenas podía darme el lujo de ser social. No salía con amigos desde hacía aproximadamente tres semanas.
Aunque eso no era algo de lo que debía preocuparme, porque no estaba solo, tenía un nuevo hogar y estar en casa me bastaba. Ahora, por decisión mutua, vivía en casa de mi hermano (William) y siempre podía verlos a todos.
Mientras caminaba a casa, miré cada tienda del bulevar detenidamente en busca de un buen regalo para el cumpleañero. Había estado ahorrando desde hace mucho para comprarle algo especial, pero para mí desgracia no tenía ni la mínima idea de qué darle. ¿Qué podría gustarle? ¿Ropa? ¿Un reloj? ¿Zapatos? ¿Comida? Me puse a cavilar; algo que hacía últimamente con más frecuencia de la que me gustaba.
—Mierda—Susurré, acomodando la ligera mochila en mi hombro derecho—. ¿Qué puedo darle?
Suspiré, cansado de pensar.
La nieve comenzó a caer por la ciudad, me ajusté más la bufanda en un intento de mantener el calor en mi cuello, y seguí caminando. Me dediqué a curiosear en cada vitrina que veía, cuando notaba algo que me gustaba mi mente volaba imaginando la expresión que pondría al recibir ese algo como obsequio. Sin embargo, no me decidía por nada.
Después de buscar por tres horas, finalmente un objeto cautivó mi atención por completo.
Sonreí con satisfacción.
— ¡Llegué a casa!—Grité feliz.
— ¡SORPRESA! —Confeti voló por todo el lugar mientras el sonido de silbatos de fiesta me perforaba el oído.
Abrí los ojos, realmente sorprendido.
—Se trata solo de Jack—Aclaró Hallen.
Los invitados me vieron con cara de pocos amigos.
—A mí también me alegra verlos, chicos.
—Pensamos que era Nathan —Habló Yui, en los últimos años se había vuelto muy amiga de Hallen; aunque esa amistad no le agradaba tanto a Will. Sabiendo que antes ella acosaba a su novio, era de entenderse.
Abrí la boca para decir algo, pero en cuando lo hice escuché el ruido de unas llaves. Todos nos volteamos a ver y en cuestión de segundos se ocultaron de nuevo. Yo, sin saber en dónde ocultarme, me quedé ahí parado.
— ¡Que te escondas, tío! —Alguien tiró de mí con fuerza, para posicionarme detrás del sofá, ocultándome de la vista de Nathan.
— ¡Me quedé sin brazo!—me quejé bajito.
—Por lento—Era Will quien me había halado, rió suave al ver que me acariciaba el brazo dolido.
Nathan entró a la casa, el silencio inundó la sala, lo vimos meter las llaves a su pantalón y en cuando dejó su abrigo en el perchero de la entrada nos dispusimos a gritarle:
— ¡SORPRESA!
El confeti, gritos de alegría, las risas y el sonido de los silbatos lo pillaron por sorpresa. Se quedó atónito mientras pasaba la mirada por cada rostro conocido. Finalmente, reaccionó con una sonrisa de alegría pura y comenzó a saludar a todos los invitados y a recibir felicitaciones. Cuando llegó a mí, me abrazó tan fuerte que sentí que quería quebrarme algo.
—Feliz cumpleaños—Le regresé el abrazo—, Nathan.
— ¡Gracias, mi amor! —Se separó con la misma sonrisa afable y me observó con curiosidad—, ¿Saliste tarde de clases?
—No —Negué con la cabeza.
—Aún llevas la mochila—Levantó una ceja y señaló con su índice a mi espalda.
—Ah... —Eso era porque me había demorado como siete años escogiendo su regalo, pero no planeaba decírselo— bueno, estuve por ahí... me entretuve en el camino.
Coloqué la mochila en el suelo y tras eso Nathan bajó la cabeza hacia mis manos.
—Vaya—Sonrió burlón—, ya veo por qué te entretuviste.
Había olvidado que llevaba su regalo conmigo, envuelto en un papel colorido. Entrecerré los ojos mientras bajaba la mirada hacía el obsequio y la subía con la misma rapidez, reí con nerviosismo y lo guardé en mi abrigo.
—Bueno —bajé la voz—, en verdad no sabía qué podía gustarte. A ti te luce todo, es difícil elegir.
Creí haberle escuchado decir "¡qué lindo!" pero no estaba seguro del todo.
— ¿Qué has dicho?
Ladeó la cabeza y se encogió de hombros.
—Te vas a quedar con la duda.
Lo fulminé con la mirada e iba a seguir hablando con él para después darle el regalo, pero uno de sus amigos llegó hacia nosotros. Le dio una palmadita en la espalda y le deseó feliz cumpleaños.
—Oigan, oigan—Interrumpió Hallen— ¡Es hora del pastel!
Las personas se acumularon alrededor de la mesa y tras cantarle Feliz Cumpleaños a Nathan, sopló las velas y sonrió afable, agradecido con todos. Después de unos tragos, siete rondas de juegos distintos y charlas para recordar los viejos tiempos y -¿por qué no?- los nuevos también, todos decidieron regresar a sus casas.
Hallen y William decidieron limpiar la casa juntos, mientras jugueteaban y hablaban de lo bien que se la habían pasado.
Decidí sentarme en el sofá, pensando en cómo iba a darle el obsequio a Nathan. ¿Tenía que acercarme, estirar la mano y simplemente decirle "espero te guste"? o ¿debía darle un abrazo y...? Revolví la cabeza, intentando aclarar mis ideas. ¡Esto sería algo distinto! Debía estar calmado pero entonces ¿por qué estaba demasiado nervioso?
— ¿Estás estresado? —Inquirió Nathan mientras me observaba.
Me parecía exagerado pero cuando sus ojos verdes se clavaban en mí sentía como mi corazón se aceleraba. Lancé un suspiro y me disponía a hablar hasta que él me cortó para decir:
—Ven conmigo, por favor.
Su cabello cobrizo obscuro se desordenó un poco al intentar halarme con él, sentí como mis pies se movían casi de inmediato. Subimos las escaleras, me llevó hasta mi habitación y tras eso cerró la puerta sin apuros.
No paró de verme en todo el transcurso e inevitablemente me revolví un poco, sintiéndome ligeramente nervioso y ruborizado.
—Lo siento si parecía apresurado, pero hay algo que quería hacer desde que te vi.
Nuestros ojos se encontraron, tímidos y algo ansiosos.
— ¿A qué te refieres...?
Antes de que terminara de hablar, Nathan me besó con prisa, al inicio sentí como sus labios me apresaban con desesperación; pero, tras unos segundos, comenzó a hacerlo con suavidad y ternura. Yo en cambio me había quedado un poco petrificado, los nervios me estaban ganando. Sin embargo, me acoplé a su ritmo casi de inmediato, intentando olvidar todo lo malo.
Y así fue, mi cabeza se llenó de imágenes, él sonriendo y yo a su lado, tomados de la mano. En esa imagen mental su cabello ya era blanco y mi rostro tenía arrugas, bien podríamos tener unos sesenta años de edad. Pensar en eso hizo que me distrajera un poco, a mitad de un beso, sonreí sin poder evitarlo.
— ¿Qué pasa? —habló, tomándome desprevenido.
Negué con la cabeza.
—No, nada —lo miré, sin despegarme de él—, es sólo que la idea de tu y yo viviendo juntos como una pareja hace que me sienta inevitablemente feliz. Nos imaginé así, de viejitos, se sintió tan bien.
Acarició mi cabeza mientras una de sus manos de deslizaba con agilidad por mi pecho hasta llegar a mi cintura.
Lo miré sorprendido.
— Tranquilo, vaquero —Su mano se metió en uno de los bolsillos de mi abrigo y sacó lo que tenía guardado ahí—, solo busco mi obsequio. ¿O esperas algo más?
Arqueó una ceja y me miró, inquisitivo.
— ¿Qué será? —dijo, agitando la caja, haciendo que el objeto de adentro revotara al chocar contra su contenedor.
Quitó el envoltorio colorido con una sonrisa.
Antes de que pudiera abrir la cajita, se la quité de las manos, con cariño, y le hice una señal con las manos para que esperara un poco hasta que escuchara lo que le tenía que decir.
—Esto de aquí —Señalé el regalo—, es algo que cambiará tu manera de verme por siempre.
Abrió la boca, como queriendo decir algo pero se contuvo por algún motivo.
Tomé una bocanada de aire y me prepare, sentía como las piernas me temblaban pero con todo el valor que pude recolectar en esos pequeños veinte segundos hice lo que siempre quise hacer desde que lo conocí.
—Es-espera qué... ¿qué haces?
Nathan me veía sorprendido mientras yo me arrodillaba ante él.
— Nathan—Tragué con fuerza y abrí la caja, mostrándole un hermoso anillo que había adquirido con el propósito de unir nuestras vidas hasta la eternidad—, ¿Te quieres casar conmigo?
Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas.
— ¡Sí! —Me abrazó con fuerza mientras nos besábamos incontables veces.
Y así comenzaba nuestra eternidad.
NOTA DE LA AUTORA: Hola mis hermosos lectores, este es el gran final de NMVAE, la verdad mi corazón está triste y feliz a la vez. Este libro significa mucho para mí ya que lo comencé a escribir desde el 2014 ♥ wow en verdad es mucho tiempo. Jamás en mi vida pensé que se volvería tan querido por la gente, gracias por leerlo y por marcarlo como favorito, siempre he leído sus comentario pero por el poco tiempo que tengo no logro responder todo. Sin embargo, esta vez lo intentaré.
Quiero dejar en claro que aunque éste sea el final oficial, seguiré subiendo extras de este libro porque estaría bueno que les mostrara cómo van las cosas entre Will, Hallen, Nathan y Jack ¿No les parece?
Los quiero demasiado, gracias por estar conmigo durante estos cuatro años, espero podamos lograr muchos más juntos.
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¡Hasta pronto!
Recuerden que tengo más libros y pueden pasar a leerlos❤