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Capítulo Tres: Zanahorias Enojadas
Las horas pasaban en Avonlea como relámpagos secos y sin sonido. Ya era casi la hora de la cena cuando mamá llegó a Tejas Verdes, con la intención de aceptar la invitación que los Cuthbert habían enviado para cenar todos juntos.
La mesa estaba lista, y nuestra madre conversaba con Anne en la sala común cuando Marilla nos llama a todos hacia la mesa.
Podía observar en los ojos de mi madre la nostalgia que le causaba todo esto, así que en la cena, decidí seguirle la corriente en todo momento.
- Esta exquisito, Marilla - halaga Verónica a la mujer, y ella sonríe levemente, complacida. - Estos panquesillos saben igual a los de Jordan, ¿no crees, Jenny?
Asiento, bajando la mirada hacia mi plato. - Si, iguales a las que hacía en navidad. - odiaba la mención de mi hermano en las cenas, ya que la nostalgia recaía sobre mi.
- Tengo curiosidad sobre su hijo mayor, señora McKyntire. ¿Como era el muchacho? - Anne Shirley preguntó, disfrutando de su plato y dejando desbordar su intereses total. A Verónica no parecía importarle esto, ya que le encanta hablar sobre Jordan y todos sus hijos.
- Jordan era un ángel con todos - le respondo sonriendo a la chica. - Amable, cordial y extremadamente cariñoso e inteligente.
- Nuestra hermana mayor, Hanna, es gemela de él. Son diferentes en varios aspectos, pero con ella compartimos una conexión parecida. - agrega James, cortando su pedazo de carne en pequeño cubos, como solía hacerlo desde niño.
- Él tenía una conexión más especial con uno de los dos, ¿no es así? - mamá termina su ensalada, y lanza la pregunta observandonos a los dos. James me observa de soslayo, y hace un movimiento con la cabeza para que conteste.
- Si… - comienzo a cortar la carne con delicadeza. - Él me enseñó muchas cosas, y también era muy cariñoso conmigo. Lo visité casi siempre mientras estaba estudiando en Bélgica.
- ¿No dicen que por esos lugares es aún más frío que París? - pregunta Matthew Cuthbert, trastabillando un poco en sus palabras.
- Si, y lamentablemente el tomó una fuerte gripe por el frío. Creo que la última en verlo fue Jenny, ya que se enfermó en su visita. -
Después de eso, no volví a hablar en toda la cena.
Nos levantamos de la mesa, justo cuando el cochero llegaba desde nuestra casa para recogernos a los tres.
Agradecí por la cena a los Cuthbert, y me despedí alegremente de Anne.
- Mañana podemos ir juntas a la escuela. El camino desde tu casa se cruza con el mío, así que tal vez nos encontremos - me ofrece, y yo acepto con una sonrisa.
James me toma del brazo, y subimos hacia el auto.
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Ya había pasado la noche, y me encontraba vistiendome en lo que era mi nueva habitación.
Con tapiz azul claro, cuadros llenos de flores y un tapete de algodón cubriendo el suelo, era algo parecido a lo que esperaba.
Recogí mi cabello en una trenza, la cual terminó demasiado larga por mi cantidad de cabello. Decidí no usar un listón, y en cambio usé las medias por debajo del vestido gris con flores sin mangas. Y por debajo una camisola corta con mangas pomposas.
Mi hermano siempre tardaba un poco más, así que me despedí de mamá, y prometí verlo en la escuela cuando saliera.
Cruze el umbral de mi casa, y me dirigí hacia el bosque, en donde había Un interseccion para llegar a la escuela, justo como Anne me había dicho.
Seguí caminando, y escuché la voz de él chico que menos quería ver ahora.
Veía a la chica alejarse por el bosque, y Gilbert gritando algo con sarcasmo.
Cruze por el camino, pasándolo a él con rapidez para poder alcanzar a una nerviosa Anne Shirley.
- ¡Hey! - la llamé cuando logré alcanzarla. Gilbert había estado detrás desde hace un rato, tratando de llamarnos a las dos. Trote un poco más, y seguí a su lado. - ¿Porque parece que escapas del diablo?
- Solo sigue caminando. Quiero llegar lo más rápido posible a la escuela. - asiento con acuerdo, y Anne agiliza más su paso. Gracias al cielo, tenía las piernas más largas que ella, así que me era fácil seguirle el paso.
Observé la fea construcción frente a mis ojos, y habían varias personas riendo dentro, reflejándose en las ventanas.
Gilbert había logrado sobrepasar el paso rápido que llevamos, y abrió la puerta, dejándonos pasar primero. Trataba de ser caballero con Anne, ya que supuse que la chica lo había ignorado olímpicamente. Que orgullo.
- Lamento lo de antes. Soy Anne Shirley. - se presentó la chica, extendiendo su mano mientras yo colgaba mis cosas en los percheros que habia. Gilbert hizo lo mismo que Anne, y en lugar de seguir caminando hacia donde sus amigos lo llamaban, decidió acercarse hacia donde estaba y colgar en el perchero su Chaleco.
- ¿También me vas a ignorar? - pregunta indignado, miéntas yo únicamente me encogi de hombre, soltando de mis hombros el saco Cage que tenia. - ¿Donde esta tu hermano?
- No demora en llegar - le dije, volviendome hacia el. - Sigo enojada contigo por lo de ayer, Gilbert Blythe. Estabas espiando, lo cual no es agradable para nadie y menos para mi.
- No te estaba espiando, Jenny. - aclara, colocando una mano sobre mi hombro. - Te vi desde la Ventana de la casa, y decidí salir para saludarte.
- ¡Pero eso no te daba ningún derecho a espantarme de esa manera! - exclame hacia el, y sentí la pesada mirada que me enviaban algunas chicas desde los asientos. Dejé mi bolso en el perchero, y James entró por la puerta con rapidez. Me alejé de Gilbert y tomé el brazo de mi hermano antes de que el muchacho siguiera con esa conversación.
Los dos nos acercamos hacia la mesa del maestro, el cual nos preguntó nuestros nombres. Revisó algo en su carpeta, lo cual le tomó unos minutos. Observe a mi frente, y Gilbert ya estaba con sus amigos, pero no quitaba la vista de encima de nosotros.
- ¡Orden en la clase! - pidió el profesor después de cerrar la carpeta. Todos los chicos se sentaron en sus respectivos lugares, al igual que las niñas. Se oían susurros entre todos, pero la voz del profesor logró acaparar toda la atención.
- Creí que eran cuatro hermanos - nos comenta el profesor, volviendo a abrir la carpeta. Todos los chicos estaban hablando, y James me dio una mirada de soslayo.
- Hanna esta en la universidad - dijimos los dos al mismo tiempo. Las niñas estaban con los ojos abiertos por la frase, pero los chicos lo tomaron normal.
- Y Jordan… -
- ¡Si! No tienen que decirlo, acabo de leerlo aquí - nos pide el profesor, señalando el papel que tenia abierto. Nos invita a sentarnos delante, y Gilbert le hace una seña para que James se siente detrás de él, en donde se encontraba un asiento vacío.
Tuve que sentarme al lado de una chica llamada Ruby, la cual parecía haberse hecho estrategicamente en la mesa cercana a la de Gilbert Blythe.
La niña tenía los ojos rojos, pero no pregunté demasiado. La clase de matemáticas dio comienzo de manera aburrida, ya que estaba un poco más avanzada del tema que trataban en este entonces.
Marcaba en mi pizarra las operaciones de manera veloz, y las respondía de la misma forma. Tenía mi dedo índice y pulgar manchados por la tiza, pero en pocos momentos el profesor se hizo al lado de mi mesa, observando sobre mi hombro la pizarra.
Solté la tiza, y me acomodé en la silla mientras el revisaba mis operaciones.
- ¿Podría resolver estas operaciones en el tablero, señorita McKyntire? - me pide el profesor, enderesandose sobre sus pies. Yo asiento con la cabeza, y me dirigí a la pizarra con las manos entrelazadas en la espalda.
Tomé con delicadeza la tiza que había en el borde del tablero, y el profesor empezó a dictarme las operaciones para que pueda responderlas. Eran 5 en total, una mezcla entre divisiones y ecuaciones.
Terminé la primera más rápido que la demás, ya que era demasiado sencilla. Seguí resolviendolas, colocando cada número rápido y con mi caligrafía perfecta.
Cuando había terminado de resolver la última ecuación combinada, el profesor me pidió que me sentara. Anne me sonrió desde la parte de atrás, y yo solo le di una leve sonrisa. Gilbert me sonrió de nuevo desde la silla, pero yo volví mi cabeza de nuevo hacia el tablero, ignorandolo.
La clase pasó, y todos salimos para comer.
- ¡Jenny! - me llamó Anne antes de que pudiera irme al vestíbulo por mis cosas. - Quiero presentarte a mis amigas.
- Está bien. - le respondí, pero me dirigí rápidamente por mi canasta.
Choqué con Gilbert cuando cruzaba mi brazo hacia el perchero en donde había dejado la canasta de comida. El chico observó lo que trataba de alcanzar, y me lo entregó en la mano.
- Gracias - le dije, y me fui con ella hacia donde se encontraba Anne.
Las chicas menores se sentaban en la parte de atrás de la iglesia, donde todas ellas compartían su comida y hablaban de cosas extravagantes.
- Ella es mi mejor amiga, Diana Barry. - saludé a la chica, y ella me respondió con una amplia sonrisa. Anne me fue presentando una por una, hasta que la chica que se sentó a mi lado, me pidió que me sentara antes de ir por el tarro de leche que Anne y yo teníamos conservado.
- ¡¿Acaso están locas con lo que hicieron esta mañana?! - nos dijo la chica llames Josie Pye.
- Lo siento, pero, no comprendo. - le respondí, con un poco de confusión. Ruby dejó escapar un sollozo, y yo abrí los ojos.
- ¡Gilbert! Ruby a estado enamorada de él desde tercer año. ¡Ella lo vio primero! Ni siquiera piensen en verlo o tocarlo, miren como se pone.
- ¡Lo lamento muchísimo! - exclamó Anne, observando a Ruby con arrepentimiento. - Juro de palabra que no le volveré a hablar.
- Te prometo, Ruby Gillis, que Gilbert Blythe sigue y seguirá a tu completa disposición. - le dije, tomando sus manos. - Sólo es un amigo de mi hermano. Casi ni hablo con él. No tienes de que preocuparte.
Ellas asienten, y siguen hablando con normalidad. Le digo a Anne que es hora de ir por nuestra bebida, y ella asiente.
Observé a mi hermano pasar el rato con los chicos del salón, y a Gilbert junto a ellos. Anne y yo los pasamos de largo, y me senté en una roca mientras Anne sacaba el tarro que le pertenecía. De almuerzo no había traído mucho más que una tostada dorada con mantequilla, así que le dije a Anne que la compartieran entre ellas.
Cuando la chica sacó su tarro y entró a la iglesia con la tostada, me levanté de la roca, pero una mano me detuvo desde el lado.
Era Gilbert, claro.
- ¿Quieres una manzana? - me pregunto el chico, ofreciéndome la pequeña esfera roja. - Es de la cosecha de mi familia. Son las mejores de Avonlea.
- No, muchas gracias. - le respondí lanzando una sonrisa forzada, y volteandome hacia el pequeño riachuelo. Tomé mi botella, y la limpie con un pañuelo que tenía en la canasta.
- ¿Porque ya no me hablas? - me pregunta Gilbert, algo frustrado.
- Se supone que no debería hacerlo. - le respondo, aún volteada hacia mi canasta. Me iba a dirigir hacia mi hermano, para pedirle compañía, pero entonces recibo el llamado de una de las chicas mayores que había en la escuela. Creo que su nombre es Prissy Andrews.
- ¡Jenny, ven siéntate con nosotras! - me invita Prissy, señalando a otras tres chicas que estaban en un círculo. Sin observar de nuevo a Gilbert, me dirigí hacia ellas, aún con la manzana en la mano. Al darme cuenta de esto, vuelvo sobre mis pies, y le lanzó la manzana a un indignado Gilbert, quien la atrapa con agilidad.
Los chicos me observaban desde sus posiciones, y me encontré con la sonrisa de James.
Seguí a la chica, y me senté entre las otras.
- Es un gusto conocerlas - les dije, mientras cada una me decía sus nombres.
Tenía que admitir que los temas de conversación entre las chicas mayores eran algo más maduros, excepto cuando el tema de chicos salía. Pude gozar de una buena conversación sobre la moda con las chicas, y hablar de cosas variadas, sin necesidad de una restricción de propiedad humana.
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Gilbert volvió al grupo con un rostro algo indignado y rojo, junto a la manzana en su mano.
Los chicos nos reímos, y el se sentó de nuevo.
- ¡Te dije que mi hermana era más dura que una roca! - le restregue en la cara la realidad, riéndome aún más fuerte.
- ¡Eso suena a una restricción! - gritó uno de los muchachos, y los demás rieron.
- No digo que no puedan salir con mi hermana - respondo riendo igual. - Pero primero perderán un ojo y una pierna antes de que acepte algo menor que una manzana. - y volví mi cabeza hacia Gilbert, levantando mis cejas por la referencia. El chico no pudo evitar reírse, y balanceo la manzana en sus dos manos.
- Lo intentaré ahora en clase. - dice Gilbert, con atisbo de seguridad. - Deberías intentarlo tu con Anne. - comenta hacia mi. Todos se vuelven a reír, y Billy Andrews hace algunos comentarios al respecto de Anne.
Pasamos la hora del almuerzo riéndonos de Gilbert y sus fallidos intentos de conquistar a mi hermana, hablando de cualquier cosa que saliera.
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En este momento nos encontrabamos en la hora de geometría, mientras el maestro escribía en el pizarrón lo que tendríamos que hacer para esta clase.
Está vez me encontraba sola en el asiento, realizando lo mismo que el profesor, pero en mi pizarra.
Anne estaba detrás mío, y a cada rato la escuchaba refunfuñar porque mi hermano le lanzaba cosas.
Cuando Anne volvió a hacer ese sonido, yo volví mi mirada hacia James. Creí que iba a estar riendo, pero la verdad parecía frustrado.
Lo observe levantarse de la mesa, y se dirigió hacia la de Anne. Diana lo miraba con advertencia, pero el siguió. James se arrodilló al lado de Anne, pero la chica lo ignoró. Se me escapó la risa que tenía sostenida, pero el único que la escuchó fue Gilbert. James observó a Anne, tomó una de sus trenzas, e hizo lo que sabía que nos molestaba.
- ¡Zanahoria! - exclamó, tirándole del cabello a Anne. La chica se levantó de repente con el tablero en sus manos, y casi en cámara lenta, abofeteo el rostro de mi hermano con la pizarra.
El maestro se volteó observando la situación, y yo me levanté de mi asiento con una exclamacion.
- ¿Como te atreviste, James? - le dije, después de que el profesor tomará a Anne y la llevara frente al pizarrón. Gilbert también se había levantado del asiento, y se reía levemente. Se acerco a mi, y me pregunto con sorna.
- ¿Si te hago lo mismo, me hablarás por fin? - El profesor estaba tan ocupado hablando con Anne, que lo único que lo despertó de eso, fue escuchar la fuerte cachetada que Gilbert Blythe se ganó por inmaduro.
Ser castigadas el primer día de escuela no era lo que esperaba en absoluto, pero cuando Anne tomó mi mano mientras estábamos en el tablero, supe que iba a hacer algo. Comenzó a bajar los escalones, y yo la seguí. Crusamos la habitación muy rápido, sin importar las palabras del profesor, o los llamados de mi hermano.
Tomé mi saco y la canasta al mismo tiempo que Anne. Así, las dos salimos de la iglesia corriendo hacia el camino que iba en dirección de nuestros hogares.
No sabía que iba a suceder mañana, pero estuve de acuerdo en algo: Jamás dejaria que Gilbert Blythe volviera a hablarme en mucho tiempo. Sin importar si es amigo de mi hermano o no, a herido mis sentimiento.
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