― ¡Me manchaste los asientos del auto con lefa!
Los gritos de Brendon lograron despertarme de aquel sueño raro dónde luchaba con penes de chocolate gigantes y Billie Joe bailaba disfrazado de Snoopy, pestañeé varias veces por la claridad de la ventana e intenté levantarme de la ca... espera, no estaba en la cama, me había quedado dormido en el piso, y Tyler dormía en mi cama.
― Chúpamela ―dije dándome la vuelta para seguir durmiendo, si, en el suelo.
― ¿Para qué? Si ya te la chupó Tyler anoche.
― Mhm... ―gruñí estirando los músculos de mi cuerpo, carajo, no debí haber dormido en el piso―. La mejor mamada de mi vida... ―dije con la voz ronca.
― No seas asqueroso. ―escuché la voz molesta de Brendon, quise levantarme pero no tenía fuerzas, me hice bolita en el suelo.
― Que humor de mierda.
― Primero me llenas los asientos del auto con tus hijos, y ahora no encuentro la hierba que guardé debajo de este estante de mierda. ¿Cómo quieres que esté?
Oh no, conocía lo suficiente a Brendon como para no darme cuenta de lo que sucedía. Hice un esfuerzo enorme por levantarme del frío suelo, observé a mi mejor amigo, estaba hecho mierda y lo noté ansioso.
― Cálmate, ya lo encontrarás.
― No, joder ¡No! ―pateó con furia la puerta de mi habitación. Sentí a Tyler removerse en la cama por el ruido, me levanté como pude y me acerqué a Brendon.
Lo que faltaba.
― ¡¿Me estas jodiendo?! ―grité tomándolo de los hombros, lo tomé de la mandíbula obligando a que me mirara―. Estas drogado hijo de puta. ¡¿Cuanto consumiste?!
― No eres mi madre. ―dijo tratando de escapar de mí. Lo sujeté más fuerte aún, sus ojos estaban rojos y estos comenzaron a lagrimear.
― ¡Dime cuánto consumiste!
― Yo que sé, tres o cuatro rayas.
― ¿Y todavía quieres más?! ―lo empujé contra la pared. Brendon ni siquiera se inmutó de lo colocado que estaba, al contrario, comenzó a reírse.
― Es sólo un poco, maldición. No hagas un puto escándalo, exagerado de mierda.
― Quiero creerte Brendon, de verdad. ―tomé las hebras de mi cabello, solté un largo suspiro sin saber que hacer. Ah mierda, la cabeza me dolía―. No voy a permitir que te vuelva a ocurrir, no quiero que pases otra vez por lo mi...-
― ¡Que no va volver a ocurrir! ―interrumpió―. Joder, es sólo por la fiesta, tranquilízate, Josh. Puedo controlarlo. No es como si me fumara un porro todas las mañanas ―peinó su cabello con una de sus manos―. Me voy a dormir ya, ¿Contento?
No.
― Si, vete a casa. ―mi voz sonó queda―. Tu madre debe estar esperándote, supongo.
― Esa vieja debe estar preparando un desayuno de muerte. Mierda, la amo tanto... ―sonrió negando con la cabeza a medida que abandonaba la habitación.
― Pero si ya son las seis de la tarde... ―susurré mirando hacia la puerta, justo por donde mi mejor amigo había salido.
Me sentía un imbécil por dejarlo ir, por creer que iba a estar bien. Joder, no debí dejarlo ir, si era consciente de todas las consecuencias que traería después, darle un poco de "gusto" con las drogas.
Los ruidos del bello durmiente hicieron que girara mi cabeza hacia su dirección. Estaba sentado en la cama, tallando sus ojos. Me senté en la punta de la cama, sin despegar la vista de Tyler, ah no jodas, ¿Como puede ser un encanto recién levantado? Yo me parezco al chino del supermercado de la esquina recién levantado, si, aunque solía decir que era hermoso, a veces tenía algunos complejos, complejos de mierda, los odio, yo soy hermoso, ¡déjenme ser hermoso tranquilo!
De repente, Tyler me dedicó una hermosa sonrisa tímida, le devolví el gesto acercándome, escabullí mi mano por debajo de la sábana para acariciarle el muslo, Tyler se sobresaltó por mi tacto, volví a sonreír cuando bajó la mirada, avergonzado. Las imágenes de esta madrugada vinieron a mi mente, la piel de él contra la mía, sus labios torpes besando los míos, joder, su lengua haciendo maravillas alrededor de mí. No me arrepentía de nada, y estaba decidido a avanzar con esto.
― Buenos días, Josh.
― Buenas tardes, pequeño. ―dije yo, mirándolo divertido. Tyler río nervioso, seguramente nunca despertó tan tarde, Ah era tan correcto, pero eso cambiará a partir de hoy. Una vez que conoces a Josh Dun jamás vas a librarte de él, jamás lo olvidarás.
― ¿P-Por qué Brendon estaba gritando?
Su pregunta me tomó por sorpresa.
― Oh bueno... veras.... él... él... ―vamos Josh, inventate algo creíble―. Él... ¡Me estaba por dar un beso! Ah, no es mi culpa ser tan irresistible ―me encogí de hombros―. Aunque seguía algo borracho, no le hagas caso. ¿Vienes? Hay un desastre de la puta madre allá abajo, necesito un poco de ayuda. ―revolví su cabello antes de levantarme de la cama―. Y después de ordenar podríamos ver una película... ¡Si t-tú quieres claro!
― Claro, m-me encantaría. Puedo hacer palomitas, si quieres-ah y si te gustan también. ―respondió con una sonrisa, sus ojos brillaron cuando asentí ante la petición.
Bajé las escaleras con una tonta sonrisa, maldito Tyler que me hacía sonreír cada dos por tres. Apenas bajé al salón me dieron ganas de salir corriendo por el desastre que había allí, ajá Josh hace la fiesta claro, pero después nadie se queda a ayudarlo. Que ni sueñen que la próxima fiesta será en mi casa, de seguro hay lefa hasta en el sofá, ahg que asco.
Caminé hasta el comedor, apenas entré pisé algo blando, no quise mirar de que se trataba, la mesa de mármol estaba repleta de vasos de plástico rojos, algunos rotos, otros repletos con cualquier rara sustancia. Abrí el refrigerador, había un zapato dentro, ¿que carajos? no abrí el congelador, quien sabe, tal vez había una cabeza congelada adentro de una bolsa de consorcio. Decidí verificar el patio trasero, nada fuera de lo normal, los hijos de puta me rompieron algunas sillas, ¡¿Que se pensaban, que era millonario?! El agua de la piscina estaba asquerosa, y como no, seguro mearon, vomitaron y acabaron en ella.
Si, decidido, no volvería a hacer fiestas en mi casa.
Giré al oír pasos, era Tyler, traía varias bolsas de basura con él. Me tendió una y comenzó a juntar los vasos del césped para luego meterlos en la bolsa. Ah, Tyler no merecía ensuciar sus manos, cuando se pasó toda la fiesta arriba en la habitación, no quiso decirme por qué, suponía que tenía miedo de Jesse, le advertí que ese pedazo de mierda no iba a volver a acercarse, y si lo hiciera no permitiría que le volviera a hacer daño.
― Josh... ¿Que es eso? ―preguntó Tyler mirando algo raro en el césped. Me acerqué para ver de que se trataba.
― Es un condón usado. No lo toques, yo me encargo de eso.
― ¿Un condón?
― Si, pequeño. Las personas lo usan para no contagiarse de enfermedades cuando follan. ―rasqué mi nunca algo incómodo. Tyler me miraba con los ojos bien abiertos―. O para evitar tener bendiciones.
― ¿Bendiciones?
― Si, bebés, ya sabes. ¿Algo más que quieras preguntar?
― Oh, si, bueno. ―frunció el ceño―. Anoche Dallon y un grupo de chicos estaban metiéndose azúcar en la nariz. ¿Por que hacían eso, Josh?
― ¿Sabes que? ―lancé la bolsa en la piscina―. Limpiaremos esta mierda mañana, ven. Quiero que veamos ya la película. ¿De que te gustan? ¿Terror? ¿Thriller? ¿Romántica? ―tiré de su muñeca, arrastrándolo hasta el salón.
Joder, Tyler a veces era demasiado curioso.
/... /
Traté de limpiar lo que fuera que había en el sofá, no se cuantas veces me hincaron en el culo paquetitos de preservativos. Tyler se encontraba haciendo las palomitas mientras que yo no sabía que carajos elegir en Netflix. Me gustaban mucho las de terror, pero no sabía si a Tyler le gustaban, las románticas me aburrían, creo que alguna película de Drama estaría bien.
― ¿Todo bien por allá, Tyler?
― ¡Si! Las palomitas ya están listas, espero que te gusten.
Joder, tú me gustas.
― Veamos... ―tomé un puñado de palomitas pero las solté al instante porque quemaban como la mierda―. ¡La puta madre! ¡¿Por que no avisas que están calientes?!
― L-Lo siento, yo-... yo... creí que tú sabías que estaban calientes ―me miró con miedo, retrocediendo. Sus ojos brillaban por las lágrimas que amenazaban con salir.
― No no no no no, Tyler, está bien. Yo soy el idiota ―cerré los ojos con fuerza por el ardor en mi mano―. No pensé que podían estar calientes, que imbécil. Perdóname, no debí gritarte Tyler...
― Josh...
― Soy un idiota. Idiota, vaya que idiota. ¿Me perdonas?
― Josh, d-dejame curarte. ―pidió con algo de vergüenza, aún así se notaba que quería hacerlo de verdad. Yo lo miré sin saber que decir, asentí a medida que sentía como el calor subía a mis mejillas. Mierda, ¿Por que me daba tanta pena la situación?.
― ¿A donde vas? ―pregunté confundido al ver que Tyler se fue del salón. A los pocos segundos volvió con el botiquín de primeros auxilios, mis músculos se relajaron, que idiota―Pero si sólo fue una molestia, no es tan grave.
― Dame tu m-mano ―demandó mientras desenrollaba un poco de venda. Con una pequeña sonrisa se la extendí, empezó a vendarla con tanta concentración que no despegaba la vista de mi enorme mano. Decidí acercarme un poco más, así mi rostro quedaba a la altura del suyo.
― Eres muy lindo conmigo, no te merezco. ―con mi mano libre toqué delicadamente su mejilla, él elevó la cabeza. Mi estómago se estremeció como nunca antes cuando sus ojos conectaron con los míos, el brillo que estos poseían me encandilaron, todo era perfecto en él, su nariz, sus mejillas levemente sonrojadas, sus labios rosados que a simple vista se veían suaves y esponjosos, su cuello, su piel almendrada, sus clavículas, sus pequeñas manos, sus brazos.
― Listo... espero que te sientas mejor... ―intentó alejarse pero lo tomé del cuello.
― Eres un encanto, Tyler. Que nadie te haga pensar lo contrario. Eres como un ángel, jamás dejaré que alguien vuelva a hacerte daño, jamás.
Relamí mis labios antes de estamparlos con sus labios, chupé su labio inferior lentamente, para luego darle besos cortos uno tras otro. Su nariz rozaba con la mía, mi pulgar acariciaba la piel de su cuello, y sus manos torpemente tocaban mi abdomen y sus costados. Nunca creí llegar hasta este punto, nunca creí que Tyler me iba a gustar tanto, nunca creí que le iba a dar una oportunidad.
Todo iba tan bien, o eso quería creer.