EL chico del piano

Por yitan99

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Solo los ángeles pueden pisar la orilla, porque ellos no tienen miedo a caer". Es una lección dura y difícil... Más

Capítulo 1. Verano, Madre, Sofía
Capitulo 2.Señales, Ángeles, Realidad.
Capitulo 3.Amigo, Partitura, Corazón.
Capitulo 4.- Regreso, Casa, Ohana.
Epilogo

Capitulo 5.- Olvidar, perdonar, padre.

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Por yitan99

En el invierno, decidí ir al cementerio y llevar algunas flores a la tumba de mamá, el chico del piano y Belén me acompañaron, al llegar a la entrada se podía escuchar la voz de una persona cantando algo que no podíamos distinguir, de repente la pequeña Belén grito:

- Es la canción de la isla, es en japonés, ¡Vamos a ver! -Se mostraba muy entusiasmada.

Al llegar cerca de la tumba de mi madre se encontraba un señor muy alto, robusto y con una gran gabardina color café oscuro, cantaba con mucha fuerza, llevaba un ramo de flores en la mano, el cual coloco muy cuidadosamente en la tumba de mi madre. Al percatarse que estábamos ahí, se limpio el rostro y abandono el lugar lo mas rápido posible.

-¿Quién era? ¿Lo conoces Marco?, pregunto Belén girándose hacia mí.

-No tengo idea- fue mi respuesta.

Al regresar a casa, había mucho alboroto, el tipo de la gabardina estaba hincado frente a mi abuelo, lo observaba de una manera que no entendía, mi abuela por otro lado estaba detrás de mi abuelo con una escoba en la mano.

-¡Vete de aquí!- replicaba mi abuela.

-Lo siento, solo quiero ver a mi hijo, por favor.

-No lo entiendes, ¿Verdad?, no permitiré que le hagas mas daño a esta familia- mi abuelo estaba furioso, lo tomo del cuello y lo trato de empujar sin mucho resultado.

-¿Qué está pasando abuelo?- pregunte casi de inmediato.

-Marco, hijo ¡no!- fue su expresión antes de dirigir su mirada hacia a mí, al verme, fue como si se desvaneciera de repente, se le vino un colapso y cayo frente a los brazos del hombre.

Me acerque apresuradamente hacia él, el tipo de la gabardina fue más rápido, tomo a mí abuelo en sus brazos y lo levanto con mucha facilidad, mi abuela rompió la escoba en la espalda del tipo enorme. El solo se dio la vuelta, corrió hacia su auto al otro lado de la calle, le seguimos en la camioneta de Ramiro. Al llegar el auto ya estaba aparcado frente al hospital. Mi abuelo estuvo en estado de coma por 3 días, el señor de la gabardina esperaba afuera de su habitación, no nos dirigía la palabra y mi abuela se mostraba muy disgustada con él.

A la mañana del cuarto día, mi abuelo despertó y fuimos a verlo.

- ¿Me permiten verlo y hablar con él?- pregunto el señor de la gabardina.

Mi abuelo hizo una señal que le dejaran pasar.

-¿Qué deseas?- preguntó mi abuelo a manera de suspiro mientras se acomodaba para incorporarse.

-Deseo pedir perdón, aunque sé que no sirve de mucho. Deseo poder ayudarlo con la crianza de mi hijo.

Mi abuelo permaneció en silencio un tiempo, después repuso:

-No soy yo quien debe de tomar esa decisión, Marco acércate por favor.

Di un paso hacia adelante, estaba temblando sin darme cuenta. Mi abuelo extendió su mano, yo la sostuve suavemente pero con firmeza.

-Hijo, no soy yo quien debe de decidir si darle otra oportunidad, él es tu padre. No te pido tomes una decisión ahora, vamos a hacer algo- decía mi abuelo mirándome directamente a los ojos, con su mirada llena de ternura y determinación.

-Le daremos un mes, que te ayude en el negocio ya que yo no podre hacer mucho desde aquí, Marco enséñale el oficio y si después de ese mes decides seguir viéndolo así será, ¿Estás de acuerdo?- comento mi abuelo al dirigirse a mi padre.

El asintió y se hinco.

-Yo prometo...- mi abuelo lo interrumpió con la mano.

-No prometas nada, solo hazlo y si Marco decide que te vayas, así será.

A las 6 de la mañana del día siguiente, ya estaba frente a la puerta, mi abuela casi no hablaba con él, pero le dio de desayunar, a mí en realidad no me importaba, yo cumpliría con el deseo de mi abuelo y él se iría, sin más ni más.

Ramiro me ayudaba a afinar los instrumentos y con las entregas, mi padre se disponía a cargar los materiales e instrumentos más pesados para subirlos a la camioneta. Cierta tarde mientras pulía el mástil de un violín y el colocaba un listón de madera a un par de bongos, me pregunto.

-¿Y cuántas novias tienes, hijo?, me imagino que serás muy popular por aquí.

-Ninguna- respondí de manera muy dura, no quería hablar con él, mucho menos de eso.

-Pero me imagino que hay alguien especial, se acercó hacia mí y frunció el seño.

-¿Qué me dices?- yo me levante sumamente molesto de un salto.

-La había- respondí casi automáticamente- ella falleció hace unos años. Será mejor que nos apuremos ya que la abuela no tardara con la comida.

-Oh, lo siento- Comento él bajando la mirada- Lamento si te incomoda, yo solo deseo saber más de ti.

-¿Ahora?, ¿Quieres saber más de mi?- voltee con furia y lo vi a los ojos- Después de tantos años y de lo que hiciste, tienes demasiada suerte, nos se como mi abuelo te perdonó después de...

-No, él no me ha perdonado, creo que él y tu abuela nunca lo harán, pero más importante es...

El tipo grande y robusto se levantó, con la camisa llena de sudor y se arrodillo frente a mí. Como le encanta manchar sus pantalones con el polvo del piso, pensé.

-Marco, de verdad lamento mucho estos años, lamento el haberte dejado solo y sobre todo lamento lo de tu madre, yo no quería... -empezó a frotarse la cara con los las manos y lagrimas brotaron de lo más profundo de sus ojos.

- No quería hacer eso, pero estaba enojado, ella solo intento calmarme. Eran muchas cosas y yo...

-Pero lo hiciste, acabaste con el único ser que mas amábamos en este mundo, acabaste con ella y...- Estaba lleno de furia, solo dios sabe que estuve apunto de reventarle el mástil en la cabeza.

-De hecho Marco, yo mismo no me he perdonado, pero espero entiendas que por tu bien debes perdonar y seguir adelante- Comentó mientras se ponía de pie.

-¿Cómo esperas que hagas eso?, todo el tiempo mis abuelos, Sofía y ahora tu. ¿Por qué se empeñan tanto en eso?, no lo entiendo- Me encontraba en el límite de mi mismo, de repente, solo explote.

-Te odio por haberme quitado a mi madre, por haberle hecho esto a mis abuelos y más importante, por haberme quitado los que debieron haber sido los mejores años de mi vida. También odio a Sofía por ser egoísta y solo pensar en si misma, y por último me odio a mí...

Mi padre se acercó y me cubrió la boca con su enorme mano, -Detente hijo, por favor. Si quieres odiarme hazlo, pero por favor no odies a quienes te amaron y mucho menos a ti, ya que si lo haces el daño será irreparable. Si quieres a alguien a quien odiar, ¡Ódiame!, hazlo Marco.

Se coloco frente a mí- Si deseas hacerme algo, hazlo- El bajo la mirada, sus mejillas estaban cubiertas de lágrimas y los ojos muy hinchados.

Levante el mástil que tenia en la mano, y de repente recordé que hace algún tiempo había hecho algo similar, pero con un botella sobre un amigo. El chico del piano me cuido y yo le golpee. Entre ese recuerdo y las palabras de Sofía vibraban en mi cabeza. Yo baje la mano y lo abrace, comencé a llorar como cuando era pequeño, lloré durante toda una hora. El solo me sostuvo, de alguna extraña forma su cuerpo era cálido y sus brazos fuertes pero amables, ahora entendía porque mi mamá confiaba en él.

Ramiro entro por la puerta de servicio,-¿Están listos señores?- preguntó en un tono humorístico.

-Levante la vista y me seque las lagrimas ,el solo repuso antes de soltarme.

-El show debe continuar- yo asentí con la cabeza.

Al cabo de dos semanas ya teníamos la situación del negocio más que controlada y habíamos establecido una forma de trabajo en equipo que nos permitía a todos aprender algo cada día. La tarde antes de navidad, mi abuelo regreso del hospital, esa ocasión mi abuelo nos permitió a mi padre y a mí tomarnos el día, necesitaba trabajar según decía él.

Mi padre me llevo a su departamento en las afueras de la ciudad, dentro tenía muchas fotos y en especial me llamo la atención una de mi madre donde se veía muy joven.

-Sabes, antes de venir aquí trabajé como guardaespaldas de un cantante famoso al cual tu amiga, la linda chica del violín conoce- me comento mientras preparaba de almorzar.

Mi padre me platicó que en la prisión todo el mundo le temía y nadie se metía con el por lo grande y robusto que es, cuando salió no encontraba trabajo, hasta que cerca de un restaurant de comida japonesa se encontró con un tipo bajito, chino y un poco gordito, el tipo estaba siendo arremetido por otros cinco tipos y estaba llevando la peor parte. Mi padre los detuvo con mucha facilidad.

-¡Gracias!, hombre, pensé que ahora si me mataban- dijo el tipo bajito después de limpiarse la esquina de la boca llena de sangre.

-No se preocupe, debería tener más cuidado.

-No importa casi siempre pasa, la envidia supongo, pero hablando en serio, gracias. ¿No te gustaría trabajar para mí?

-¿Trabajar?, ¿De qué?, acabo de salir de la cárcel, nadie me daría trabajo.

-Pues yo te lo doy- decía el tipo bajito antes de incorporarse, serás mi guardaespaldas, recibirás muy buen dinero y todos contentos.

-¿Estas seguro?

-Claro que si, sígueme, ¿Cuál es tu nombre mi enorme amigo?

-Marco- contesto mi padre, desde entonces cuidaría del tipo Bajito que respondía al nombre de Alfredo.

Resulto que Alfredo era un cantante muy prominente en su país, y ahora estaba grabando un disco en esa ciudad, estaría cerca de 1 año en la ciudad, así que se dedico a hacer giras y firmas. Mi padre me conto que en el lugar donde se presentaba Alfredo, la gente siempre hacia mucho escándalo y él se afanaba a dar lo mejor el mejor espectáculo en cada presentación.

Una tarde mientras cenaban, Alfredo invito a mi padre a una visita rápida a Japón. Al llegar de inmediato Alfredo cambio su postura y su forma de hablar, se comportaba de manera muy religiosa, juntos subieron un enorme monte y al llegar arriba hablaron con mucha gente.

-No entiendo señor Alfredo, a pesar de tener todo ese dinero, ¿Por qué viene a recorrer todo este camino?

-Es simple mi enorme amigo, aprender y mantener un estilo de vida.

-¿Que va a aprender de un lugar como esté?- preguntó mi padre incrédulo y observando que arriba del monte solo había un pequeño templo con apenas un altar.

-Le debo demasiado a este lugar, cerca de aquí hay un pequeño restaurant que cerró hace muy poco, la prima vez que vine acompañe a un amigo que me mostro el lugar, era bastante agradable, pero no es por eso por lo cual le debo demasiado. Ahí estaba una pequeña radio algo vieja, de repente empecé a escuchar una canción regional, fue realmente sencillo, la canción me agrado tanto que le hice algunos arreglos y fue catalogada en mi país como mi primer gran hit. Pero la canción por si sola no fue lo que me ayudo, antes yo estaba más gordo que ahora, mis hijas eran pequeñas y estábamos pasando por un buen momento, se me vino un paro cardiaco y un día sin más ni más por alguna razón todo se empezó a derrumbar, yo estando tan desesperado, ya te imaginaras. Mis hijas en la escuela y yo sin poder solventar los gastos por mi enfermedad y mi matrimonio apunto de reventar, ya lo creía todo perdido y este amigo me trajo para mostrarme algunas cosas como decía él. Me enseño el budismo y la filosofía que se lleva dentro la canción que te mencione antes, con eso encontré un gran equilibrio en mi vida.

-¿Y porque hemos venido?

-Hace mucho tiempo, mi hija la mayor enfermo, le pedí al gran buda que viera por ella, si lo hacia yo vendría y haría donativos al templo. Mi hija se salvo, pero no conforme con eso, decidí tomar un papel, de esos que se encuentra en el altar del monasterio.

El caso es que estos papeles tienen pequeños juramentos, los cuales los elijes al azar. El mio decía: "Ayuda a la persona con la misma mirada que la tuya", así que eso es lo que hago ahora.

La mirada de mi padre estaba estupefacta, no entendía la mitad de lo que Alfredo le decía.

-Marco, veo en ti la misma mirada que yo tuve cuando estaba desesperado, así que por favor, salgamos adelante, ¿Vale?, comento Alfredo con una enorme sonrisa, sus ojos brillaban aun más intensamente que cuando se habían conocido.

-Sigo sin entender Alfredo- respondió mi padre.

-Está bien, tú solo déjate llevar amigo Marco- Respondió Alfredo mientras esbozaba una gran sonrisa,

-Marco, ¿Por qué no tomas un papel del altar?

Mi padre accedió y me mostro el papel, este decía "Cuida a tu familia".

-Y así es como Alfredo me enseño el budismo y al mismo tiempo la canción que había cambiado todo- decía mi padre cuando lavábamos los platos del almuerzo.

-La canción del cementerio, ¡Me alegro escucharlo!- comente con mucho entusiasmo.

En el camino de regreso a casa de mis abuelos, medite un poco al respecto, se sentía realmente bien el poder platicar así con alguien.

La relación con mi padre mejoro, bastante no solo conmigo si no también con mis abuelos, por supuesto aun se sentía ese ambiente extraño entre ellos, pero por alguna razón mis abuelos ya no se encontraban molestos, parecía que ellos también ganaban la lucha contra sus demonios y eso me alegraba.

Un día antes de que se cumpliera el plazo, mi padre llego temprano a casa y me comento que si quería ir a un concierto, también me dijo que llevara a Belén.

El concierto era de Alfredo y mi padre había conseguido 3 boletos así que excedimos a ir. Belén se encontraba muy emocionada, mi padre logró que pasáramos a los camerinos antes del concierto.

-¡Marco, amigo!- exclamó al que yo supuse era Alfredo.

-Alfredo, tanto tiempo, ¿Cómo estas?

-He estado mejor, ¿Este debe de ser tu hijo, y esta la niña que me mencionaste?

-Así es, son mi hijo Marco y su amiga Belén.

-Es un placer- respondió Belén casi inmediatamente.

-Eres más alto que yo inclusive muchacho- Me comento Alfredo al darme un fuerte abrazo que me dejo sin aliento.

-Muchacho escuche que cantas e inclusive tienes un grupo- dijo Alfredo al soltarme.

-Claro que si tenemos un muy buen grupo- respondió Belén muy entusiasmada y orgullosa.

Alfredo esbozó una sonrisa, -Esta bien pequeña, Marco necesito un pequeño favor.

-Lo que usted guste señor- respondí.

-Lo que pasa es que aun no estamos listos y no tenemos a alguien que nos de entrada, ¿Te importaría cantar un par de canciones para darnos algo de tiempo?, la gente está un poco, ¿Como decirlo?... inquieta.

Yo no lo creía, iba a cantar ante mucha gente.

-Si esto funciona puede que tengamos un contrato para tu grupo para abrir nuestras presentaciones en toda la gira, ¿Qué dices amigo?

Yo estaba tan estupefacto que Belén me tuvo que dar un codazo.

-Con gusto señor, muchas gracias.

-Esta bien y llámame Alfredo, chico.

Detrás del escenario se escuchaba mucho barullo, la cantidad de personas que habían asistido al concierto era descomunal y él escenario era enorme, yo estaba sudando mucho, una chica me pido que la mirara y me polveo varias veces antes de salir.

Al entrar las luces de los reflectores me molestaron la vista, un enorme silencio cubrió el lugar, Alfredo entro detrás de mí.

-Damas y caballeros, en unos minutos mas empezaremos con lo nuestro, pero antes déjenme presentarles a un amigo mio, él vive esta misma ciudad y aquí esta, Marco, recíbanlo con aplausos y trátenlo bien.

La gente rio un poco y aplaudió levemente. Alfredo me hizo la seña de acercarme al final del escenario, la gente estaba muy entusiasmada, pero yo sudaba frio. Detrás de mi comenzó a escucharse una guitarra y un ligero acompañamiento de batería. Todo a mi alrededor se torno de un color azul intenso, ya no escuchaba los aplausos, solo me enfoque en la armonía y la tonalidad de la canción, era una canción bastante agradable. Me remonte a aquellos buenos tiempos con Sofía, ahora todo era claro, yo vivía por esos momentos sin miedo, sin dolor y sin odio.

Fue como si todo el mundo desapareciera a mí alrededor y solo pudiera ver la música y sentir mi corazón palpitar, fue un gran momento de paz y en medio de ese momento pude ver a Sofía, ahí cantando conmigo. Al regresar a la realidad, ya me encontraba bajando del escenario, Alfredo me tuvo que sacudir para despejarme de aquel estado que había entrado, al llegar a la parte trasera de escenario comencé a llorar sin razón alguna. Mi padre y Belén me abrazaron, yo voltee a verlos.

-Fue grandioso, la vi ahí arriba, pude ver a Sofía.

La pequeña Belén comenzó a llorar conmigo y mi padre me alboroto los cabellos.

-Está bien amigos, el chico lo hizo, ahora nos toca a nosotros, gracias Marco- decía Alfredo mientras se perfilaba al escenario.

Fue una noche excelente, al terminar fuimos a cenar la especialidad de Alfredo, una pasta con varios tipos de verdura. Después de un par de copas, que el éxito lo ameritaba, tuve que ir al baño y en el espejo vi algo hermoso, un rostro, un Marco con una enorme sonrisa que yo no veía en mi rostro hace mucho tiempo.

A la mañana siguiente no había más que pensar, mi abuelo nos reunió en la sala muy temprano en la mañana, después de desayunar se sentó en la mesa y mirándome fijamente, pregunto:

-¿Y bien?, ¿Que va a pasar hijo?

Yo me levante, mire a mi padre de arriba hacia abajo.

-Gracias por todo, de verdad me gustaría intentarlo- Me mantuve en silencio, por unos instantes.

-Gracias a ti pude revivir mí más anhelado sueño y así como aceptare la propuesta de Alfredo, te acepto a ti como mi padre- hice una ligera pausa- Yo te perdono...

Mi padre ya se encontraba de rodillas y llorando, mi abuelo lo levanto y le dio un fuerte abrazo.

-Ahora somos una familia más grande- dijo mi abuela mientras se limpiaba el rostro con el delantal.

_______________________________________

Realmente los siguientes días, fueron muy lindos, nos preparamos con mucho entusiasmo, Alfredo nos ofreció un contrato para 15 conciertos así que estábamos listos para partir. Unos días antes recibimos una invitación para un concurso que se celebraría en 3 días, era un par de días antes de irnos a la gira así que accedimos.

Nos preparamos como nunca para el concurso, todos impulsados y motivados por el futuro que nos esperaba. Preparamos varias canciones y decidimos que el chico del piano resolvería que canción tocaríamos, así le daría mas emoción al asunto.

Estábamos muy nerviosos detrás del escenario, pero el recordar tantas cosas que pasamos como una gran familia y sobre todo que mucha gente dependía de nosotros para hacer cumplir esos sueños nos permitió disipar esa sensación. Interpretamos un par de canciones algo viejas e inclusive incluimos una ligera composición de piano, violín y guitarra que entre todos habíamos armado. Aun paso de cumplir el sueño, como siempre todos nos colocamos alrededor del chico del piano a esperar la instrucción, la señal que nos indicaría cual sería la última canción de la noche. Levanto su dedo índice y asintió con la cabeza, después levanto su dedo al cielo y dijo:

-Pa...pa... para ella.

Ángel y Gato se acomodaron en unos bancos dándose la espalda mutuamente, yo me coloque dándole la espalda al público y mirando fijamente a el chico del piano que me miraba de igual forma, comenzó el arpegio de Ángel y el acompañamiento de Gato, imprevistamente Laura saco una cartulina, ¡GRACIAS SOFÍA!, decía el recuadro. Todos sonreímos al mismo tiempo....

Levante la mirada y regrese mi vista al escenario, todo el mundo estaba en silencio y yo comencé con la canción, entré en ese lugar el cual me transformaba en luz, que me llevaba al cielo y estallaba en un conjunto de luces llenas amor y pasión. Había pasado más de un año desde la partida de Sofía, pero aun así yo la sentía conmigo, a mi lado. El chico del piano había preparado todo para ese momento, seguro de que llegaríamos hasta ese punto, se empeñó en preparar la canción, para que dejáramos el alma y la pasión en esta canción.

Belén y su violín, ¡Toca hermosa pequeña! que con tu menudo cuerpo pareciera desearas ser mujer, pero falta mucho por aprender, mucho por tocar. Como siempre un hermoso arreglo que junto con el piano logró que todos se estremecieran. Mire al público, era mucha gente mirándonos, mientras cantaba, al mirar en una esquina, una conocida sombra cruzó el pasillo, ahí la volví a ver. Note que el resto de mis compañeros miraban al mismo lugar que yo, pero sin perder la concentración en la melodía. Al voltear por unos instantes, el chico del piano había dejado de tocar y me miraba con una sonrisa enorme. El también veía a la pequeña niña de cabellos de fuego, con ojos enormes y hermosos, todos la veían y tocábamos para ella, para nosotros.

Laura, ¡Comenzó tu momento!, ¡Toca esa batería como si fuera la última vez que lo hicieras!, y tú tradicional ¡¡Yahoo!!, se escuchó llenándonos de vida a todos, que de un momento a otro levantamos la mirada, nos secamos las lagrimas y comenzamos a tocar con todo, con la certeza de que ella nos escuchaba.

Tocaba el turno a Gato, un solo que me acompañaba en un par de estrofas, el chico del piano se levantó, limpio el rostro del Ángel y le pidió su guitarra, Ángel sonrió y se la dio. Justo en el momento que venía el solo de Ángel, el chico del piano empezó a tocar con una maestría enorme, nadie de nosotros sabía hasta ese momento que él también tocaba la guitarra, era fantástico, tanto que Ángel se sorprendió mucho. El público se levanto de sus asientos, aplaudía a un compas extremo y muy enérgico. Pude ver en la silueta de mi amigo, años de práctica y dedicación, además de ver en su mirada que en ese momento visitaba ese lugar, el lugar donde nacen los sueños, donde vi a Sofía, ese cuarto de luz que te llena de energía. En realidad, ahora que lo pienso, parecía que hacia bailar a la guitarra, sus dedos recorrían cada milímetro con un fuego intenso, un fuego lleno de esfuerzo, lagrimas y sobre todo amor. Entre tanto percibí que alguien lloraba, al revisar el escenario, pude ver con gran impresión que su madre lloraba y miraba fijamente a su hijo.

Ángel no se pudo contener, y lagrimas brotaron de sus ojos, era la primera vez que lo veíamos así, él nos mostro el camino hacia lo que todos buscábamos y sobre todo nos enseño que siempre es mejor llegar ahí acompañado. El chico del piano me enseñó en ese pequeño instante algo importante: La sonrisa de la gente que amamos permanecerá en cada uno de nosotros, como una melodía que llega al alma, se aloja y no paga renta, solo se mantiene ahí, esperando en nuestros recuerdos para salir cuando cumplimos nuestros sueños.

Mientras, el chico del piano y el violín de Belén terminaban la melodía, la gente se quedo en silencio, cuando el chico del piano cedió el turno a Gato y su flauta, él se levanto. Fue al lugar de Laura, limpio su rostro con su mano, la tomo y así acomodo a todos en una fila frente al público, hombro con hombro, todos tomados con las manos, cuando Gato termino su melodía, todos comenzamos con el último coro de esta melodía.

Nos inclinamos en agradecimiento al público, y antes de levantarnos todos repetimos lo mismo en voz baja.

-¡Gracias Sofía!, ¡Gracias Amor!

Al levantar los rostros, todos estaban en silencio, una persona del jurado se levanto y aplaudió, el resto del publico la acompaño con silbidos, porras, al final lo habíamos logrado.

Una vez terminados todos los festejos, fuimos a recoger los instrumentos al escenario, ahí ya se encontraba el chico del piano con su hermanita. Él estaba sin su gorra característica que le cubría los oídos, ¡Se veía extraño!, tocaba alguna melodía cualquiera, Laura le pregunto:

-¡Ya es hora de recoger todo, vámonos!- su hermana volteo y nos contesto:

-No los escucha, no se molesten, sin su aparato no escucha nada, aunque con él tampoco escucha mucho.

-¿Qué?- fue unisonó, me acerque al piano, el levanto la mirada con una sonrisa y dijo:

-¡Lo... lo logramos, Marco!

Frente a las partituras del piano un aparato auditivo, su hermana al ver mi reacción comentó:

-Lleva así desde los 10 años, tocaba muy bien el piano aún después del accidente, conoció a Sofía y ella le ayudo a continuar, a pesar de que el ya no escucha casi nada.

Yo ya tenía lágrimas en mi rostro, se levantó y me arrodille frente a él.

-¡Gracias!, hermano, ¡Gracias!

El me levanto, me abrazo muy fuerte y dijo:

-Yo... yo solo hice lo... lo que ella,..... Lo que Sofía me enseño.

-¿Qué te enseño Sofía?- pregunto Ángel.

-A es... escuchar con el alma y tocar con el corazón- respondió mi amigo con una sonrisa.

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