Sirius Black: el velo de la m...

By TheLittleRose_

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Primera y Segunda Generación La mente de Isadora le habló, pero en lugar de la suya, escuchó la voz de Sirius... More

Fianto Duri
Amato Animo Animato Animagus
Alohomora
Arresto Momentum
Confundus
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
Engorgio
Lacarnum inflamarae
Baile de Navidad I
Petrificus Totalus
Anapneo
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
Travesura Realizada
Alarte Ascendare
Wolfsbane
Vermillious
Ascendio
Defodio
Expelliarmus
Finite Incantatem
Aguamenti
Amortentia
Diminuendo
Impedimenta
Evanesco
Muffliato
La Orden del Fénix
Expulso
Imperio
Sonorus
Rictusempra
Tergeo
James y Lily Potter
Glisseo
Oppugno
Incarcerous
Fidelio
Rennervate
Noviembre - 1981 -
Noviembre - 1985-
Julio - 1993 -
Confringo
El Prisionero de Azkaban
Albus Dumbledore
Focus
Levicorpus
Accio
Crucio
Obliviate
Dissendium
Everte Statum
A James y Lily
Bombarda
Prior Incantato
Avada Kedavra
El velo de la muerte
Wingardium Leviosa
Lumos Solem
Relashio
Harmonia Nectere Passus
RAB
Partis Temporus
Piertotum Locomotor
Legeremens
Morsmordre
Salvio Hexia
Sectumsempra
Vulnera Sanentur
Expecto Patronum
Epílogo
House of Black
The Marauder
AVISO

Episkey

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By TheLittleRose_

- ¿Hablaste con Tonks? – preguntó Arthur Weasley

- No, aún no les dije, supuse que era demasiado pronto, recién pasó una semana. Ya sé que necesitamos gente en la Orden Arthur es que... - Isadora dejó de hablar en el instante en que vio a Dolores Umbridge acercarse a ellos.

- Ah... Black - dijo la mujer con una sonrisa melosa que a Isadora le parecía por demás irritante – Rufus está en el Departamento de Aurores, ¿No es ese tu Departamento?

- No es mío, ahí trabajo – A Umbridge miró a Isadora con rechazo.

- Shacklebolt volvió con noticias de Sirius Black, pensé que querrías estar presente – agregó con malicia. Isadora usó todo su autocontrol para evitar mostrarse preocupada, o tal vez para no abofetearla. A Dolores Umbridge le encantaba hacer hincapié en que Sirius, según la opinión popular, era un asesino psicópata; y aún más recordárselo a Isadora en tono condenatorio, llamándola por el apellido Black.

Giró sobre sus talones y dejó atrás a Dolores, que seguramente se había quedado en la oficina de Arthur para tener a alguien más a quien atormentar.

- Buenos días – saludó Kingsley al ver entrar a Isadora. Ella le contestó con un cabeceo y tomó lugar junto a Tonks y Allie, ésta última tenía una varita de chocolate en la mano, razón por la cual se ganó una mirada reprobatoria de Scrimgeour –... como le decía, vengo de allí, las pistas indican que Black está en Nepal, con dirección al Tíbet. No creo que tengamos que preocuparnos por su presencia en el país por un tiempo.

El mago se las arregló para sacar a Scrimgeour de la oficina sin que pudiese ver a Isadora y su expresión de sorpresa debida a que Arthur no había llegado a contarle que Kingsley había comenzado a formar parte de la Orden antes de que Umbridge los interrumpiese.

- ...Lo siento, pensé que ya lo sabrías – se disculpó Kingsley. Era tarde los últimos empleados ya se habían ido, sólo quedaban él, Isadora, Ric, Allie, Tonks y Moody.

- ¿Saber qué? – preguntó Tonks.

- ¡Todavía no, Nymphadora! – gruñó Moody, quien estaba más desconfiado que nunca luego de haber pasado casi un año prisionero de Barty Crouch Jr.

- ¡Ya te he dicho que no me llames Nymphadora!

● ● ●

- Rápido, entren – pidió Isadora abriendo la puerta trasera de su casa.

- Este lugar de reunión es una pésima idea – se quejó Moody – la próxima vez tendremos que ir a donde tú sabes.

- ¿Dónde qué?, es sobre la O...

- ¡Silencio, chico! – gruñó nuevamente, regañando a Alaric – todavía no pusimos los encantamientos necesarios.

- Ya me encargué – dijo Isadora – Kingsley, tú vigila, ya conoces la historia.

- Por favor, ya díganme qué es todo esto – rogó Allie pasando a la sala de estar y desparramándose en el sofá como si esa fuese su casa.

El relato de Alastor era tan conciso que Isadora tenía que ampliar ciertos puntos de la historia para que sus amigos entendieran la parte que implicaba a Sirius y su aún-no-oficial inocencia. Y aunque mostraban cierto recelo a creer que la persona más buscada del país no había cometido el crimen que se le atribuía, los tres estaban de acuerdo en que querían formar parte de la Orden del Fénix

- ¿Entonces Peter está vivo? – preguntó Ric, quien ya estaba familiarizado con la organización.

- Me gustaría poder decir que no, pero sí, se escapó la misma noche que Sirius huyó de Hogwarts.

- ¿Tú lo viste? – preguntó Allie – No es que no te crea... sólo pregunto.

- Sí, claro que lo vi, se transformó en una rata, un disfraz bastante acertado... - Tonks la interrumpió.

- ¿Y de veras eres animaga? ¿En qué animal te conviertes? – Isadora suspiró un tanto divertida

- En un caballo.

- ¿Puedo ver?

- ¿Qué? ¿ahora?

- Yo también quiero ver – dijo Allie alzando una mano.

- Estás registrada, ¿Verdad? – preguntó Alaric, Isadora soltó una carcajada.

- Oh, por supuesto, igual que lo estaban James, Peter y Sirius...

Kingsley Shacklebolt entró en la sala de estar, paseaba por toda la casa montando guardia. Finalmente se detuvo junto al grupo.

- Isadora, ahora que les di la pista falsa sobre Sirius, Rufus pidió que...

- ¿Es mentira que está yendo a Tíbet? – preguntó Ric, pero Kingsley continuó con su relato.

- Mira, el cree que en algún momento Sirius intentará contactarte, tal vez para que te unas a su causa, no lo sé. Pero cree que tiene oportunidad de tenderle una trampa si vigila el perímetro, ¿Comprendes?

- ¿Mi casa?

- Exacto, ¡No te preocupes ahora! – exclamó al ver que Isadora amagaba a ponerse de pie – Aún no pidió a nadie que vigilara. De todos modos supongo que me lo pedirá a mí y a algún otro puñado de Aurores para turnarnos, así que vas a tener chance de escapar a las reuniones de la Orden

- ¿Por qué no me deja en paz? ¡Al menos podría tener el coraje de decirme que va a estar vigilándome como si fuese una delincuente o algo por el estilo!

- No creo que lo haga ahora que Sirius está tan lejos – opinó Moody mientras su ojo mágico miraba en todas direcciones y se detenía mirando a través de su cráneo.

- ¿Dónde está en realidad? ¿Lo saben? – preguntó Tonks.

- Está bajo el encantamiento Fidelio, literalmente no puedo decirlo – respondió Isadora con alivio.

- Sí, lo ideal sería que esté haciendo caso a lo que Dumbledore le pidió – interrumpió Moody poniéndose de pie y caminando hacia la puerta trasera– Ya entra aquí de una vez – gruñó con impaciencia.

Se produjo un denso silencio de expectación. Segundos después apareció un familiar perro negro, y detrás de él, Remus Lupin.

- Le dije que no lo haga – se defendió Remus ante la mirada reprobatoria de su amiga. Todos miraban con curiosidad al animal, excepto Isadora, quién le dedicó una sonrisa, y, antes de que llegase a él, Sirius volvió a su forma humana y abrazó a Isadora con firmeza, depositando un tierno beso en sus labios.

- Él tiene razón, Sirius, Dumbledore dijo...

- Dumbledore dice muchas cosas – respondió con pesadez – necesitaba verte...

- Yo también te extrañé – respondió ella. Sirius estaba notoriamente mejor que la última vez que Isadora lo había visto, básicamente como se ve una persona que descansa y se alimenta todos los días y apropiadamente. Aun así podía notar que anímicamente estaba tal vez peor, pues debía encerrarse por tiempo indefinido en el lugar que más detestaba en el universo.

Alastor Moody se aclaró la garganta. Isadora y Sirius cayeron en la realidad otra vez; tres pares de ojos los examinaban como si fuesen los seres más raros vistos jamás.

Tonks los observaba con atención; Ric no quitaba la vista de Sirius, casi como preparado para un ataque, y Allie se hundía contra el respaldo del sillón como intentando sin éxito hacerse más y más pequeña, tal vez con la ilusión de desaparecer.

Sirius le dejó una nota a Moody y se acercó a los tres desconfiados.

- Nymphadora – dijo Sirius tendiendo una mano.

- Tonks – corrigió ella por millonésima vez en el día, pero ahora de buena gana.

- Tonks – repitió – Tu eres Allie, lamento asustarte, sé que es difícil no verme como un psicópata asesino, pero créeme que he lucido peor.

- Sirius – dijo Alaric cuando éste le tendió la mano. Inspeccionaba el rostro del recién llegado como si le costara reconocerlo y con una mirada glacial, casi de desdén.

Sirius decidió ignorarlo y se volteó hacia donde se encontraba Alastor.

- Eso que te di lo envía Dumbledore; me pidió que no vuelva a salir. Pueden ir ahora si quieren.

Todo el grupo se apareció en la pequeña plaza frente Grimmauld Place; la hierba crecida y los árboles tan juntos les proporcionaban un buen camuflaje. Sirius volvió a convertirse en un perro mientras cruzaban la calle.

Alastor rebuscó en el bolsillo de su túnica y sacó un trozo de pergamino amarillento escrito con letra cursiva. Se lo entregó primero a Tonks y ella luego se lo dio a los demás. La última en leerlo fue Isadora:

El cuartel General de la Orden del Fénix está ubicado en el número doce de Grimmauld Place, en Londres.

Inmediatamente luego comprender el mensaje, abrió la palma de su mano e hizo que el papel se consuma en llamas en ésta.

Una puerta despintada se había materializado frente a ella, entre los números once y trece. Sirius cruzó el umbral primero, y, ya en el pasillo, volvió a su forma humana. Arrugaba el ceño como si algo oliera mal.

- ¡Rápido, rápido! – gruñía Moody mientras empujaba a los que estaban adelante y cerraba la puerta.

Isadora comprendió por qué Sirius odiaba tanto ese lugar. Era una casa oscura y tenebrosa; y además de haber sido el lugar donde Sirius vivió algunos de sus peores años, ahora se encontraba inhabitable. El polvo cubría todas las paredes y el suelo al punto de que los arabescos del tapiz apenas llegaban a verse; había telarañas en absolutamente cada rincón; cuadros espantosos, cabezas de elfos reducidas, una pierna de monstruo que cumplía la función de paragüero y muchos otros objetos que a simple vista parecían propiedad de algún mago oscuro.

Tratando de tomar pequeñas bocanadas de aire (para evitar sentir el olor a podrido y a humedad), todos desfilaron por el estrecho pasillo.

- Vigilen cada rincón – ordenó Alastor mientras su ojo mágico giraba en todas direcciones y a una gran velocidad – enciendan las luces y traten de no tocar n...

La voz de Moody fue ahogada por un espeluznante alarido que hizo que todos se detuvieran.

- ¡Cerdos! ¡Canallas!, ¡Mestizos y sangre sucias, fuera de ésta casa!

- No puede ser – dijo Sirius poniendo los ojos en blanco.

- ¡Tú! ¡Traidor, engendro, vergüenza de mi estirpe!

- ¡Cállate, vieja arpía! – rugió Sirius mientras intentaba cerrar con unas raídas cortinas el retrato.

Isadora probó varios hechizos hasta que el tercero hizo callar a la mujer del cuadro.

- Bueno, fue todo un placer presentarte a mi madre – dijo Sirius con una amarga media sonrisa, acariciando la mejilla de Isadora.

Sirius, Isadora, Remus y Tonks pasaron media hora tratando de quitar el cuadro de Walburga Black de la pared, pero todos los intentos fueron inútiles.

- Debe ser un hechizo de presencia permanente – comentó Allie al pasar.

- Tardaremos una eternidad en revertirlo – opinó Tonks – y eso suponiendo que podamos.

- Olvídenlo – Sirius acomodó otra vez las cortinas del cuadro y comenzó a subir las escaleras con desahucio.

Allie y Tonks miraron a Isadora, quien se encogió de hombros con tristeza.

- Creo que deberíamos seguir mañana con todo esto, ya es tarde – comentó Remus con la voz cansada.

● ● ●

Apenas comenzaba a salir el sol en Londres y gran parte de la Orden ya se encontraba en Grimmauld Place nuevamente.

Alastor había aturdido a los personajes de los cuadros por tercera vez en esa mañana y Tonks ya había cumplido con tumbar el paragüero. Cuando escucharon un grito de Allie desde la cocina, Remus e Isadora fueron los primeros en llegar.

- Es sólo un elfo – dijo Isadora – debí haberte avisado que vive en ese rincón – se disculpó tratando de no reírse de la mujer que respiraba agitadamente con la varita en alto.

- Su nombre es Kreacher – aportó Remus.

El elfo los miró a los tres con asco y murmurando improperios apenas audibles, salió de la habitación al mismo tiempo que Sirius entraba.

- ... qué diría mi pobre ama si me viera sirviendo al amo Sirius, un canalla que decepcionó a su madre...

- ¿Cómo dices Kreacher? – preguntó Sirius

- Nada amo. Kreacher vive para servir a la noble casa de Black.

- Haz algo y ayuda a limpiar el segundo piso – pidió de mala gana.

- ... llega de Azkaban y se pone a dar órdenes... - Kreacher se perdía de vista refunfuñando entre dientes. Sirius se giró sobre sí mismo para replicarle al elfo, pero Isadora lo sujetó de una mano.

- Ya déjalo, Sirius.

- Hola, cielo – dijo él besándola en la frente – no pensé que vendrían tan temprano, no hay nada como despertar con los gritos de mi madre.

- Lo siento, es casi imposible entrar sin despertarla, ¿Cómo pasaste la noche?

- Ojalá hubiese podido pegar un ojo. – respondió él restregándose el rostro

- Te dije anoche que podía quedarme contigo...

- Ya es suficiente que yo tenga que estar en esta pocilga, nunca querría que te quedaras en caso de existir otro lugar mejor – Sirius saludó al resto de los que estaban en la cocina - Espero que se vuelva más habitable después de la limpieza o voy a perder la cordura aquí.

Escucharon un sonido metálico, el rechino de la puerta del frente y de inmediato los gritos atronadores de Walburga Black.

- ... ¡traidores!, ¡mestizos y sangre sucias en la casa de mis padres!...

- Yo lo haré – dijo Remus antes de que Sirius saliese de la habitación para callar el cuadro de su madre.

Se escuchaban tantas voces en el pasillo de entrada que era imposible que la señora Black dejara de gritar. Isadora se asomó desde la puerta y divisó a un montón de pelirrojos que arrastraban baúles por el suelo.

Ron Weasley caminaba tan dormido que al pasar junto al retrato de la madre de Sirius pegó un salto y se estampó contra la pared opuesta.

- ¡Maldita sea! – exclamó - ¡¿Qué rayos fue eso?!

- ¡¡RONALD WEASLEY, CUIDA TU LENGUAJE!!

- Sí, lo siento, mamá – dijo algo confundido y frotándose la cabeza.

Grimmauld Place no tardó mucho en volverse un absoluto caos. Ya no tenía sentido aturdir a los retratos, pues el ruido los despertaba constantemente. Para el mediodía la cocina estaba en condiciones de ser habitada, junto con la habitación de Sirius, el baño y un segundo dormitorio. Kreacher lloraba y maldecía a lo largo de los pasillos cada vez que alguien tiraba cualquier cosa que hubiese pertenecido a Walburga Black.

Luego del almuerzo Isadora, Molly y los gemelos se dedicaron a limpiar la sala de estar.

- George, tira esto a la basura – Molly le entregó una caja llena de lo que parecían caparazones de caracol, pero con formas y colores mucho más extraños que los regulares, y Fred hizo todas las señas posibles a su hermano para indicarle que le diera la caja. Isadora vio a Fred guardar los caparazones en una mochila – Y esto también, ¿Ya dejaste la caja, George?

- Yo soy Fred – dijo George, y Molly estaba tan distraída que no se puso a comprobarlo.

- De acuerdo, tú llévalo.

- Sólo bromeaba, yo soy George. – de hecho Fred era quién miraba a Isadora esperando que los delatara, pero ella no dijo nada y sólo sonrió.

Molly salió disparada de la habitación cuando escuchó que a Ron lo habían vuelto a estrangular las túnicas de uno de los guardarropas.

- ¡RONAL, TE DIJE QUE TE ALEJES DE AHÍ!, ¡NO, GINNY, NO LAS TOQUES, YO LO AYUDARÉ! - se escuchaba gritar a la señora Weasley desde un pasillo lejano.

- Oigan, no le diré a Molly que se quedaron esos caparazones, pero no mezclen eso con acónito, ¿Está claro?

- ¿Qué le hace? – preguntó Fred con excesiva curiosidad.

- Es... letal. Hablo en serio, Fred. Sólo se los digo porque los habrían conseguido de todas formas.

- De acuerdo, lo prometemos, pero él es Fred.

- No, no lo es – negó Isadora divertida y dando media vuelta salió de la habitación.

A la mitad del pasillo pudo escuchar a los gemelos gritarle "¡Gracias!" desde la sala de estar y a Molly regañarlos al encontrarse con que habían dejado de ordenar y limpiar.

Al llegar Dumbledore todos los miembros de la Orden se reunieron en la cocina. Eran tantas personas en la misma habitación que apenas podían acomodarse en sus sillas. Remus al ser el último en entrar simplemente se quedó de pie en el marco de la puerta rindiéndose en la tarea de encontrar un sitio donde sentarse.

- Él está manteniendo un bajo perfil en este momento, pero no por eso Harry está a salvo. Necesitamos vigilancia en Privet Drive durante todo el día. Nadie puede abandonar el puesto hasta que no llegue su relevo.

- ¿Quién está ahora allí? – preguntó Sirius a Dumbledore

- Dedalus Diggle, pero alguien tiene que tomar su lugar cuando anochezca. No, tú no, Sirius – se adelantó Dumbledore – Ya hablamos de que es preciso que no salgas de Grimmauld Place – Sirius soltó un bufido.

- Albus, yo puedo ir.

- De acuerdo Isadora, ¿Alguien más para el turno siguiente? – Alaric alzó la mano – excelente. Necesitamos que todos los que trabajen en el ministerio hagan su trabajo de manera impecable, no pueden generar sospechas o nos quedaremos sin información. Remus, ¿Pensaste en lo que te pedí? – todos se volvieron hacia éste último que se sobresaltó al oír su nombre.

- ¿Qué? – dijo distraído – Ah, sí... empezaré la próxima semana.

Dumbledore dio un par de órdenes aquí y allá, y aclaró dudas mientras bebía té de canela entre conversación y conversación.

- ¿Y qué se supone que haga yo? – dijo una voz con ira contenida desde un rincón de la habitación. Todos se giraron a ver a Sirius. Dumbledore aguardó – no sé, digo, todos parecen tener una función aquí. Isadora tiene que ir en la noche a proteger a Harry de un potencial ataque de mortífagos que podría matarla y Remus irá a meterse entre hombres lobo que claramente están del lado de Voldemort – comentó ignorando los estremecimientos al oír ese nombre – Lo mismo todos ellos – señaló al resto de los presentes - mientras tanto yo me quedo aquí a salvo sin hacer absolutamente nada, pudriéndome en esta pocilga...

- ¿De qué te estás quejando exactamente? – intervino Alaric - ¿De que eres el único aquí que va a estar cómodamente? – Sirius sonrió con burla.

- ¿Crees que priorizo mi seguridad?, Sí...tú claramente nunca habrías quedado en Gryffindor... - comentó para sí.

- ¿Hay algo que quieras decirme? – preguntó Alaric poniéndose de pie. Sirius en cambio, lejos de sentirse intimidado se desparramó grácilmente en su sillón.

- Tú eres el inteligente e ingenioso, ¿No?, averígualo. 

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