Bésame o Dispara. #Descontrol...

By marion09

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Han pasado trece años desde el asesinato de los McGregor, doce de los cuales Emalene pasó recluida en un orfa... More

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3
Prólogo
Capítulo 1: Príncipes y Princesas.
Capitulo 2: Solas o mal acompañadas.
Capítulo 3: Bienvenido, Frankie.
Capítulo 4: El intruso.
Capítulo 5: Un encuentro.
Capitulo 6: Un Disparo.
Capítulo 7: Una revelación.
Capitulo 8: En marcha.
Capítulo 9: A la hora del almuerzo.
Capítulo 10: Excusas y Excepciones.
Capitulo 11: Corazones rotos.
Capítulo 12: Lugares secretos y oscuros.
Capitulo 13: Empujoncitos.
Capítulo 14: Vacaciones de tiempo indefinido.
Capitulo 15: Ser mala.
Capítulo 16: La pequeña aventura de Max y Charlie.
Capitulo 17: La noche de las máscaras.
Capitulo 18: Conversaciones en una fiesta Real.
Capitulo 19: Daño.
Capitulo 20: Respuestas inconclusas.
Capitulo 21: El regalo.
Capitulo 22: Sorpresas
Capitulo 24: Lunes.
Capitulo 25: Relaciones.
Capítulo 26: Una cena en familia.
Capitulo 27: Tiempo
Capitulo 28: Aventura de chicas.
Capitulo 29: Algo sobre los malentendidos.
Capitulo 30: No confíes en nadie.
Capitulo 31: Opciones.
Capitulo 32: Operación rescate.
Capitulo 33: Una aparente calma.
Capitulo 34: Personas que crees conocer. Parte 1
Capitulo 34: Personas que crees conocer. Parte 2.
Capitulo 35: Cambios.
Capitulo 36: Una casi normalidad.
Capitulo 37: Más radiante que el sol.
Capitulo 38: Más disparos.
Capítulo 39: Cuando todos lo saben, excepto tú.
Capítulo 40: Escurridizo.
Capítulo 41: Sin salida.
Capítulo 42: Cobardes.
Capítulo 43: Dudas.
Capítulo 44: Visita inoportuna.
Capítulo 45: Lo que el tiempo ni la distancia puede borrar.
Capitulo 46: El tiempo que nos separa.
Capitulo 47: Encuentros nocturnos.
¡Aviso!
Capitulo 48: La noche del final.
Capítulo 49: El final.
Epílogo
Nota de autora.
Cocktail Real, entre besos y mentiras
Amor diplomático VERSIÓN 2018
¡Concurso!

Capitulo 23: Mentirosos, mentirosas.

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By marion09

–No tienes que hacer esto –, dijo Lili sin poder ocultar su amplia sonrisa. –Parecías muy ocupado, no quería molestarte, solo pasé a decir hola. – Pero de igual forma no se soltó de su brazo mientras caminaban por el largo pasillo lleno de puertas y columnas en el palacio, pero casi totalmente desierto en lo que a personas se refería.

–Podrías perderte – Susurró Frankie en su oído.

Ella respondió soltando una risita. –Sí, supongo que podría. ¿Pero no estoy atrasándote en tu trabajo? –

–Todo el tiempo que paso contigo es bien invertido. – Frankie se maravilló pensando en lo bien que lo estaban haciendo ese último tiempo y en como no lo había arruinado. Después de la horrible fiesta de máscaras de hacía un mes, Lili estaba distinta y al fin podía decir que estaban volviéndose tan cercanos como una vez lo habían sido. ¿Cómo había sucedido eso? ¿Quizá el haberle dado espacio le había servido para reflexionar? Él no lo preguntaría, no era relevante de todas formas, Lili había cambiado y era alentador que fuese ella quien lo buscase de vez en cuando, y respondiese como él siempre había deseado cuando era su turno.  –¿Cenarás conmigo esta noche? – Preguntó cuando se detuvieron frente a la puerta a la que ella se dirigía.

–Claro, le prometí a Brooke que la acompañaría a su  cita con el doctor, pero luego de eso, tendré todo el tiempo libre. –

Frankie sonrió y pasó los brazos alrededor de ella para acercarla más a sí. –Te agradezco mucho que estés haciendo esto por ella. Mis hermanos y yo no sabemos cómo ayudarla. Es bueno que pueda contar contigo. –

–Es mi amiga y me necesita. No es gran cosa de mi parte. ¿Qué clase de persona sería si no la ayudase? –

–Tú eres una mujer magnífica – La besó en la mejilla. –Gracias por alegrarme el día viniendo a saludarme. ¿Está todo bien con Robert? –

Lili apretó los dientes. Si Frankie no intuía la razón por la que ella estaba allí, era mejor que no lo supiera. –Sí, todo está bien. ¿Me llamarás más tarde? –

–Por supuesto. –

Se miraron por unos segundos hasta que ella sonrió y negó con la cabeza, se estaban comportando como dos adolescentes enamorados y le encantaba. Se inclinó hacia adelante para besarlo en los labios a modo de despedida y enseguida se volvió hacia la puerta para tocar.

Frankie se alejó unos pasos y volvió a girarse sobre sus talones regresando hasta el lugar del cual había partido y sujetándola bien entre sus dos brazos que envolvió alrededor de su cuerpo la atrajo a su cuerpo y atacó su boca aprovechando la sorpresa.

Ensimismados como si no existiese nada más en el mundo, ni siquiera notaron cuando la puerta que ella había tocado antes se abrió y Rob tuvo que aclararse la garganta, más de una vez, para que pudiesen prestarle atención y oírlo.

–Oh, lo siento Rob – Lili fue la primera en alejarse y Frankie solo sonrió victorioso y se retiró sin decir una palabra. –Quería hablar contigo ¿Puedo pasar?–

–Sí, claro. ¿Está todo bien?– Inquirió extrañado.

Lili no dijo nada hasta que estuvo sentada en un sofá frente al televisor que Robert pocas veces utilizaba.

Él la siguió y se colocó a su lado.

–Ayer tuve una larga conversación con Nina – explicó, –me contó algunas cosas. –

–Puedo imaginar lo que te dijo si es por eso que estás aquí. –

–Ella no me pidió que viniese, en realidad me suplicó lo contrario. Pero no puedo verla así. –

–¿Así cómo? – La interrumpió antes de que acabase.

–Tan mal. ¿Por qué no la has llamado siquiera? –

Rob dio un respingo hacia atrás.

–Estoy haciendo lo que me pidió. Me dijo que…–

–¡Ya sé lo que te dijo! Pero, ¿A quién le importa? ¿No la quieres? A pesar de todo, es tu amiga. –

–Ella me dijo… – Suspiró. –La quiero, Lili y la extraño. – Se apoyó en el respaldar del sillón. –No hemos hablado en tres semanas. –

–Porque tú no la has llamado – Le apuntó y levantó una mano en el aire para detenerlo antes de que retrucase cualquier cosa. –Geraldine al parecer no tiene ningún interés en ayudarla y Charlotte le dijo que eras un idiota y era mejor que se olvidara de ti. –

–¿Eso le dijo? –

Lili lo ignoró. –Pero yo sé muy bien que si el amor es verdadero, nada es tan fácil, olvidar mucho menos. –

–Creí que iba a llamarme, ella fue quien me pidió distancia. Pero pensé que la vería en la universidad, por lo menos. Se suponía que regresaría a la semana siguiente. –

–Sí, tuvo unas complicaciones mínimas, pero por seguridad el doctor le pidió dos semanas más de reposo. Y no va a llamarte jamás. ¿No te parece que esto es un poco vergonzoso para ella? Te dijo que te amaba, lo entendiste ¿verdad? Un amor no exactamente fraternal… – Aventuró.

–Claro que lo entendí ¿por qué me estás hablando de esa forma? –

–Porque eres tan obtuso que no estaba segura de lo hubieses comprendido. – Declaró sin miedo. Las cejas del muchacho se elevaron con asombro. –También me habló acerca de esa nueva chica. –

–Emalene. – Articuló con cansancio. Cada vez que veía a Emalene en esos últimos días se sentía culpable de una forma que todavía no llegaba a comprender.

–¿Ella te gusta? Y cuando hago mis preguntas no me refiero si te gusta como amiga. –

–No es necesario que aclares todo eso. – Señaló ofendido.

–Solo me aseguro que me entiendas. Hace años que es obvio para todos que Nina está enamorada de ti, pero jamás pareciste notarlo. Y si lo hiciste, fue muy cruel de tu parte no aclararlo con ella. –

–La quiero – Musitó. –La quiero como la única amiga real que he tenido en toda mi vida. – Pasó una mano llevando su cabello hacia atrás. –Pero no sé lo que es estar enamorado. ¿Amar a alguien de la forma en la que dices? ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabe ella que es eso y no otra cosa? –

La rubia suspiró y se reclinó sobre el sofá. Hacía tanto tiempo que ella había descubierto que estaba enamorada y lo que realmente era el amor, que le impresionó no recordar como había sucedido. Miró a Rob sin saber que decir.

–¿Tú estás enamorada? –

Sonrió. –Sí, mucho. – Estiró un brazo para posar una mano sobre la de él. –Mira Rob, no quiero que pienses que estoy aquí para regañarte o presionarte. Mi única intención al venir es intentar ser de ayuda para los dos. A veces se necesita de un empujoncito de parte de alguien más para reaccionar. El amor el hermoso, pero es capaz de causar más daño que cualquier otra cosa. –

Se preparó para levantarse y marcharse, dejándolo a solas para pensar y reflexionar, pero Rob la detuvo.

–¿La estoy haciendo sufrir? ¿Cómo puede quererme de esa forma si le hago daño? –

Lili se abstuvo de soltar un suspiro.

–Solo lo entenderás cuando te ocurra. No son cosas que puedan explicarse con palabras. – Se acercó un poco más y puso su mano libre sobre el pecho de él. –Piensa con esto, y no con esto. – Terminó  picándolo en la sien. –A veces es necesario, créeme. A veces hay que arriesgarse y no pensar tanto en todo. – Y ella lo sabía muy bien.

                                                                          ***

Frankie caminaba por los pasillos de regreso a su oficina acompañado por la gran sonrisa de satisfacción que no podía quitarse del rostro, cuando se percató de la joven y el hombre que se encontraban en lo que parecía, una conversación sospechosa metros por delante de donde él se había detenido.

Reconoció al hombre como el tipo que se había acercado a Lili una vez cuando estaban juntos allí en el palacio. Era un guardia del palacio ¿Compton? ¿Clapton? ¡Chapman! Sí, eso era. Ese tipo le había caído mal con tan solo verlo y había sentido algo extraño con respecto a él. Y Frankie era bueno descifrando a las personas, había sido parte de su trabajo por muchos años. Pero al mismo tiempo, no se había confiado de su instinto en esa ocasión y lo había dejado pasar. La forma en la que él había mirado a Lili, a su Lili, podían haber influido en el juicio que había emitido sobre el hombre. Ahora, en cambio, era una situación distinta.

Volvió a ponerse en camino, y se acercó a ellos con sigilo. Era tanto el ensimismamiento en la charla que ambos tenía, que ni siquiera habían notado que él se aproximaba hasta que estuvo a dos o tres pasos.

Michael Chapman fue el primero en verlo y se enderezó y alejó de la joven enseguida.

–Señor Ballas. –Asintió.

Frankie no se molestó en cortesías.

–Esta parte de la casa está restringida para personas ajenas a la familia. No sabía que usted, señor Chapman era custodio de alguno de ellos. –

–Esto es mi culpa. – Intervino la señorita de cabello castaño. –Me perdí y este señor está ayudándome a buscar mi camino de regreso a la habitación de Geraldine. –

Frankie supo que era una mentira al instante, pero intentó no hacerlo notar y sonrió con un asentimiento.

–Muy bien, pero me temo que el señor aquí presente la estaba llevando por el camino incorrecto. – Se dirigió a Michael con el tono que su cargo como superior en rango le permitía. –Puede regresar a su trabajo, Señor Chapman. Yo me ocuparé desde aquí. –

Con una mano le indicó a la joven que caminara a su lado regresando por el mismo camino del que Frankie se había estado alejando antes de verlos.

–¿Señor Ballas? – Preguntó la muchacha. –¿Es usted familiar de Nina? –

Él volteó la cabeza hacia ella y la observó teniendo la excusa para estudiarla un poco más. –Frankie Ballas, su hermano mayor. ¿Conoce a mi hermana? –

–Sí, soy amiga de Dina y Rob. ¿Cómo está ella? ¿Se ha recuperado ya? –

–Lentamente y con algunos contratiempos, pero estará bien. –

Ella asintió como si estuviese aliviada. ¿Esa chica era amiga de su hermana y tenía que preguntarle a él como estaba ella?

–Espero que se mejore pronto. – La oyó decir.

–Le enviaré sus buenos deseos. – Musitó señalando la puerta de la habitación de Geraldine. –¿De parte de quién debería decirle? –

Pareciendo un poco insegura, se tomó un momento para contestar.

–Emalene. – Dijo al final. – Emalene McGregor. – Apoyó una mano en el picaporte de la puerta y se giró hacia él antes de entrar. – Gracias por sus instrucciones, Señor Ballas. –

Ema le dio una sonrisa dulce esperando que la tomara por una tonta amiga de la princesa que en verdad se había perdido en un pasillo del palacio y no por lo que en verdad era. Frankie la miró con una sonrisa que era bastante encantadora, pero que escondía mucha inteligencia en su interior.

–Cuando quieras, Emalene.  Si no te hubiese encontrado, el Señor Chapman probablemente  te habría conducido al cuarto de la anterior Reina. – Hizo una pausa en la que Ema tragó saliva con la garganta seca. –Menos mal que no se encuentra aquí, no habría sido nada agradable para ti irrumpir en su habitación con ella presente. –

                                                                            ***

Charlotte bajó el libro de la altura de sus ojos donde había permanecido por más de una hora mientras leía y leía las mismas diez páginas una y otra vez. No lograba concentrarse y no tenía idea del porqué. Estaba distraída, su mente parecía flotar en cualquier lado excepto en lo que debía.

–¿Qué estás haciendo? – Preguntó hacía Max, que estaba en el otro extremo de la habitación, a un lado de la ventana. –¿Qué es tan interesante? –

Se puso de pie y se acercó para mirar a través del cristal.

–Solo un lindo día para pasear debajo del sol. ¿Por qué justo hoy has escogido sentarte allí, con ese libro que deberías de haber terminado hace semanas? –

Charlie abrió la boca en señal de protesta. –¿Es que preferirías estar custodiando el perímetro como tu amiga y el otro imbécil? Puedo hacer que ten envíen con ellos si tanto quieres. ¿O es que la extrañas a ella? –

Max rio. Había estado un poco conmocionado al enterarse que Charlotte había hecho que cambiaran de puesto a Esmerald y su otro compañero luego de que la joven la hubiese ofendido de aquella forma tan descuidada en su casa. Max se había sentido un poco culpable al principio. Después de todo, él había llevado a la princesa a su casa. Pero el castigo no había sido tan malo, no era como si los hubiera despedido o bajado su sueldo, solo había pedido que los enviaran al lugar en el que nadie deseaba estar. Vigilar el perímetro era agotador y aburrido por igual. Estar pendiente de quien entraba y salía de la casa, estar alerta por si encontraban algún intruso merodeando, los cuales casi siempre eran paparazzi, responder preguntas de turistas, todo el tipo de cosas que enviaban a hacer a los novatos.

Y Esmerald no era ninguna novata, e incluso, tanto como él, había evitado tener que hacer ese trabajo, por su padre con los contactos que había hecho después de pasar casi toda su vida trabajando allí, habían pasado directamente al trabajo de verdad, él como custodio de la reina viuda y ella se encargaba de algo más administrativo, que para Max era más aburrido que lo que Charlie la había enviado a hacer.

–¿Qué te hace pensar eso?– Inquirió inclinándose hacia ella. –No es la primera vez que lo dices. – Comentó suspicaz.

–Aún no me has dicho quien es ella. –

–Nunca lo has preguntado. –

–Por qué tú deberías habérmelo dicho. – Apuntó con un dedo hacia él. –Es obvio que no es de tu familia, al menos no tu hermana. –

–No, no es mi hermana. Es una amiga de la familia, de hace muchos años. –

Charlie arrugó la nariz. –¿Qué clase de amistades tienes? ¿Por qué tu familia querría alguien así de grosero cerca? Todos parecían bastante agradables. Tu hermana es tan adorable, esa mujer no puede ser otra cosa, sino una mala influencia. – Max iba a responder, pero ella no le dio lugar y soltó un suspiro antes de seguir hablando. –Como sea, no puedo terminar ese libro hoy por más que lo intente, quisiera ir a ver cómo está Nina, pero debe estar bastante ocupada preparando y terminando de devorar los libros para mañana, sé lo exigente que en cuanto se trata de su carrera y solo molestaría. ¿Qué podemos hacer hoy? Es un día precioso, pero el sol está muy fuerte… –

¿Qué el sol estaba muy fuerte? ¿Acaso eso no era lo mejor del día? Oh, Max realmente sabía que no debía preguntar, pero no pudo evitarlo.

–¿Acaso eres mitad vampiro o algo así? ¿El sol está muy fuerte? –

Ella lo miró como si el fuese tonto.

–El sol así de fuerte es malo para la piel. Mi abuela siempre dijo...– Se detuvo cuando escuchó que la puerta se abría.  –¿Es que ya nadie toca la puerta siquiera? –

Frankie asomó la cabeza justo cuando ella estaba hablando y volvió a salir cerrándola de nuevo. Y entonces golpeó.

Max soltó una risa por lo bajo y Char bufó.

Pero nadie entró.

Dando zancadas poco elegantes y haciendo sonar los tacones en el piso, Charlie abrió la puerta con fuerza y velocidad.

–¡Muy gracioso Frankie! –

El aludido entró a la sala con una inmensa sonrisa.

–Yo también te quiero, cariño. – Le dio un beso en la frente y avanzó en la sala asintiendo hacia Nash y mirándolo con duda. Cuando había entrado ellos dos estaban juntos en la ventana. Demasiado cerca, según él creía. Sabía quién era el señor Nash y que se podía confiar en él como en su familia, pero Charlie se había criado como su hermana menor y era incluso más joven que Nina, no podía evitar preocuparse por ella. A pesar de parecer muy madura y la más ejemplar de los miembros de esa familia, seguía siendo una niña. Diecisiete años, era ser una niña. Y después de cómo él lo había arruinado todo con Lili, no permitiría que nadie hiciera algo parecido a ninguna de las chicas que él adoraba. –Lo siento ¿Interrumpo algo? –

Charlotte alzó las cejas.

–No, solo discutíamos acerca del tiempo. –

Oh, Dios. Eso era peor de lo que él creía. ¿Discutían acerca del tiempo?  ¿Tan enamorada estaba que ni siquiera podía pensar en una excusa mejor? Miró a Nash con la frente arrugada, pero él no pareció inmutarse.

–Frankie ¿Hay alguna razón por la que estés aquí? ¿Me buscabas a mí? –

Se aclaró la garganta y decidió abordar el tema original, pensaría en ese asunto luego.

–Sí, estaba buscándote. Ven, siéntate y hablemos. Usted también, señor Nash, creo que puede ayudarnos aquí –.

Max y Char se miraron extrañados por igual.

–Hace un rato me dirigí hacia tu hermano mayor, Maximillian, para hacer una investigación acerca de una persona, y él se sorprendió bastante ¿sabes por qué?– Los dos guardaron silencio, ella porque no tenía idea, y él solo quería que le dijera de quien se trataba sin dar tantas vueltas. –Al parecer tú ya le había pedido esa investigación como un favor para alguien más. ¿Y mi mayor sorpresa? –

–Por todos los santos. – Saltó Charlie exasperada. –¡Deja de hacer esas preguntas y termina de hablar de una vez! –

–La investigación era para ti. – Le apuntó a la chica. –Ahora ¿Por qué ibas tú a querer una investigación privada? –

Charlotte abrió los ojos de par en par y miró a Max.

–¿El se refiere a…? –

Max asintió y se encogió de hombros.

–No imagino a alguien más. –

–¿Tú ibas a solicitar una investigación acerca de Emalene McGregor también? ¿Por qué? ¿Al fin tienen pruebas de que fue ella quién apuñaló a Nina? –

–Charlotte… – Susurró Nash pidiéndole que se calmara y dejara de decir esas cosas en voz tan alta.

Frankie se movió hacia atrás al oírla. ¿Qué estaba diciendo ella?

–No sé de qué estás hablando Char, quería saber quién era ella porque la encontré en el pasillo de la segunda planta hablando con Chapman, y luego los dos mintieron sobre ello y me dieron una excusa poco creíble. Además preguntó por Nina, oh y la acompañé a la habitación de tu hermana, me dijo que eran amigas. Pero, de nuevo, Nina jamás la mencionó. –

–¿Chapman? – Char arrugó la frente y entrecerró los ojos. –¿Te refieres al enamorado de tu prometida? –

–¿Mi prometida?– Frankie estaba atónito. –¿Lili?–

La joven tomó el libro que había dejado a un lado en el sofá y le dio un golpe en el brazo con él. –¿Es que hay alguien más acaso? ¿Todavía no se lo has pedido, Franklin? ¿Por qué estás esperando tanto? Siempre te he defendido, pero si sigues esperando el señor Chapman quizá si pueda tener su oportunidad después de todo. –

La sangre hirvió dentro de las venas de Frankie.

–Lili es mía y deja de decir ridiculeces. La propuse matrimonio como un imbécil hace unas semanas y la asusté. – La chica suspiró y negó con la cabeza mirándolo como solo ella podía hacerlo, logrando que se sintiese como si su madre lo estuviese regañando. –Y Chapman jamás va a ponerle un dedo encima. ¿Pero por qué has cambiado de tema? –

–¡Oh, sí! No he cambiado de tema, solo preguntaba si era ese hombre y tú has desviado todo. – Frankie vio a Max sonreír divertido mientras miraba a la chica y apretó los puños.

–Ese mismo Charlotte. Ahora van a decirme porqué investigaron a la chica. –

Ella suspiró y apoyó la espalda en el sofá reclinándose y acomodándose. Nash se enderezó y esperó que ella comenzara a hablar, sabía que no lo dejaría tomar la palabra por ella.

–Cuando Rob la trajo a casa por primera vez, fue unos días después de que me dispararan. Ellos mismos se habían reencontrado después de que me disparan. Al parecer se conocían de antes, de hace como más de diez años. Y deberías de haberla visto ese día, ella lucía tan inocente que era más que obvio que escondía algo. ¡Nadie luce tan inocente y estúpida! – Levantó un dedo en el aire y le apuntó antes de que pudiese abrir la boca. –Y no solo fue mi idea, Maximillian también se olió algo raro en ella. Y él tiene un excelente ojo con las personas – le concedió volviéndose hacia él. –Excepto con esa chica Esmerald, pero ese es otro tema. – Sacudió una mano para seguir hablando pero Frankie se antepuso.

–Estoy perdido. –

Y sí que lo estaba. Pero lo que era peor, no podía dejar de captar todo lo que estaba sucediendo entre esos dos ¡Y ni siquiera se molestaban en ocultarlo! ¿Es que creían que era idiota? Bueno, eso no sería tan difícil de imaginarse, Char estaba acostumbrada a tratar a los demás como si fueran criaturas menos desarrolladas.

–No es algo difícil de entender, solo estoy citando hechos, Frankie. Pero olvídalo, no importa como llegué a las conclusiones. Esto es lo que descubrí. Ella oculta algo. Ella quiere algo de nosotros. Su padre fue asesinado hace trece años, trabajaba para mi abuelo antes de su muerte. Fue en la época en la que tío William acababa de asumir a su cargo y había muchos revuelos. Tú lo recordarás muy bien imagino. –

Él se tomó un minuto para pensar.

–McGregor. – Repitió sus pensamientos en voz alta. –McGregor. El abogado asesinado con su esposa esa noche. –

–¿Lo recuerdas? –

–Sí, claro. Fue todo bastante extraño y conmovedor en ese momento. Su hija estaba allí y sobrevivió de alguna forma. – Sus ojos se ampliaron. –¿Emalene? –

Charlie asintió.

–¿Ves cómo todo es muy extraño? ¿Por qué querría ella relacionarse con mi familia? ¿Es que no le trae recuerdos horribles? ¿Quién querría rememorar esas cosas? Un sufrimiento necesario, al menos…–

–Que se busque algo. – Finalizó él medio sumido en sus pensamientos. – Fueron muchas las teorías… Se decía que él estaba metido en ciertos negocios no demasiado limpios, que hacía cosas para el rey y la reina. Arlet siempre estuvo bastante presente en asuntos de estado también.  –

–Asumo que jamás se confirmó nada. – Murmuró Max de repente más interesado. –El caso se cerró no mucho después y nadie lo ha tocado desde entonces. –

Frankie olvidó por un momento sus ganas de golpearlo por meterse con la princesa. –Exacto. Como era de esperarse. –

–Yo no soy nadie para opinar aquí, pero mi padre siempre ha dicho que cuando eso ocurre… – Dejó la frase flotando cuando supo que Frankie lo había entendido.

Pero Charlie no. –¿Cuándo eso ocurre qué? –

Max se giró hacia ella. –Bueno, a veces la verdad perjudica a personas que no pueden permitírselo, ¿entiendes? Nosotros no pudimos preguntar mucho, y nadie nos había dado este dato. Si ella también lo ha oído, puede que esté buscando la verdad. –

–O que ya la sepa y quiera vengarse. –

Max ladeó la cabeza hacia ella. –Siempre estás buscándole la peor parte, Charlotte. –

–Pero puede ser una posibilidad. Quizá quiera matarnos a todos. – Se acercó a él y apoyó inconscientemente una mano en su brazo. –¿Crees que ella pudo haberme disparado?– Jadeó y le clavó las uñas en el tríceps. –¡No! ¡Ya lo tengo! El disparo no era para mí, era para mi abuela. – se llevó una mano a la boca. –¡Dios Mío! ¿No lo ves? Tú me salvaste a mí, pero luego de que alguien corriera a mi abuela de su lugar. –

Frankie había seguido sus palabras, pero como un Papá Oso celoso, lo único que podía ver era como ella se olvidaba de su presencia y se volcaba hacia Nash. El mismo apoyó el brazo libre sobre el de ella para tranquilizarla.

–Tranquila, te estás apresurando, como siempre. –

–Pero puede ser cierto. Mi pobre abuela, esa maldita loca es peor de lo que pensaba. –

Max y Frankie se asombraron por igual, no estuvo claro si porque ella hubiese pronunciado la palabra maldita, o porque su hubiese referido a Arlet como pobre abuela.

­

–Lo aclararemos. Y tu pobre abuela está lejos de aquí, probablemente más segura que cualquier de nosotros. –

–Sí, en definitiva mucho más segura que tú. – Compuso Frankie. –Lo único certero que tenemos de todo esto, es que han intentado atacarte dos veces. Sé que mi hermana y tú habían cambiado de vestido, y la posibilidad que las hayan confundido no ha sido descartada. Todo estaba muy oscuro. –

–Todo esto es culpa de Robert y Geraldine. – Soltó aire entre los dientes. – Es a ella a quien deberían haberse llevado lejos, y no a mi abuela. Pero ya verá, aprenderá a oírme cuando aclaremos todo. Todos aprenderán a escucharme, tendrán que dejar de ignorarme de una buena vez. –

Frankie ladeó la cabeza. –Nadie te ignora Charlie. Yo no te ignoro, mira, aquí estoy tratando un tema importante contigo. –

–Pero me tratas como si tuviese diez años. – Replicó con una mirada acusadora.

–No es como si tuvieras muchos más. – Contestó pacífico.

Oh, no. Max se alejó de Charlie y el señor Ballas sentándose un poco más lejos con todo el disimulo que le fue posible. Los ojos de Charlotte se agrandaron y juró que pudo oír su respiración profunda.

Eso no había sido algo inteligente que decir.

–¿Disculpa? – Susurró apenas.

–Nada Charlie, olvida lo que dije. – Se puso de pie sin darse cuenta que cada cosa que decía solo empeoraba la situación. –Intentaré hacer averiguaciones por mi cuenta y te informaré luego ¿De acuerdo? Trata de no ponerte en peligro ni en evidencia. ¿Está bien? –

–¿Cómo podría evitarlo? ¡Tan solo tengo diecisiete años! – Se burló. –Tú lo has dicho, es lo mismo que se lo pidieras a Nolan. –

Maximillian se adelantó antes de que comenzaran una nueva discusión. –No tiene porqué preocuparse, señor Ballas. Me creo bastante competente en mi trabajo, y le aseguro que hago todo lo posible para cuidar a la princesa. –

Frankie miró a Charlie que sonreía satisfecha y negó con la cabeza dando media vuelta para abandonar la sala. Tendrá que poner a alguien en sobre aviso acerca de esa relación, de preferencia, una mujer que pudiese hablar adecuadamente con ella.

                                                                                ***

Brad detuvo el coche cerca de la puerta de la Universidad y Nina se acomodó el bolso lista para bajar.

–Gracias por traerme. – Sonrió inclinándose hacia él para besarlo en la mejilla. –¿Ellos te  siguen por todos lados? – Señaló mirando por el retrovisor hacia el coche que estaba detrás del auto de Bradley.

–Desde lo que pasó contigo, sí. Son implacables. ¿Dónde están los tuyos? Creí que… –

–Escondidos, de civil. – Sonrió. –Es como una película americana, pero es cierto. –

Brad sonrió.

–Bueno, te envidio. Son un poco molestos si quieres hacer algo en privado, pero lo bueno de tener los míos detrás es que me da un poco de prestigio. – Le guiñó. –A las chicas les gusta eso. –

Nina soltó una carcajada y apoyó una mano en su brazo. – Estoy segura que sí, Brad. Ahora voy a ir a clases. No sabes cuánto extrañaba venir. –

–Pasaré por ti para almorzar. –

–Oh, no. No es necesario. Puedo tomar algo rápido del buffet, no tienes que cuidarme Brad. Yo estoy bien, y tú tienes cosas que hacer. –

El asintió no muy conforme.

–Está bien. Pero promete que llamarás si no te sientes bien, o tan solo si necesitas algo. –

–Lo prometo. Te veo luego, y recuerda vigilar a esa chica. Ya escuchaste a Charlie anoche. Si mi hermano también tiene dudas, tenemos que estar más alertas que antes. –

Se despidieron y Nina entró al edificio intentando no mirar a nadie. Solo caminó con la vista en el frente, y no se detuvo hasta entrar dentro el aula que le correspondía. Antes de verlo, supo que estaba allí, y no porque sintiera su presencia o cualquier otra cosa romántica que cualquier pudiese llegar a imaginar, sino porque los custodios trajeados de siempre estaban en la puerta, en el pasillo y en todos lados. Los alumnos y profesores siempre lograban adaptarse, afortunadamente, y ya casi no los notaban.

Luego lo vio. En el lugar de siempre y el sitio que ella ocupaba estaba vacío, como si estuviese guardándoselo. Pero no sucumbiría al deseo de acercarse, no sabía ni siquiera como podrían mirarlo a la cara después de lo que le había confesado.

Tomó un respiro, y caminó buscando un buen lugar del otro lado de las butacas y un poco más atrás que el de él.

Se sentó y sacó su anotador y una lapicera. Y esperó a que la clase comenzara.

–Creo que te has equivocado de lugar – oyó decir a un lado de ella y se volvió hacia el muchacho junto al que se había sentado.

–¿Perdón? –

Él sonrió y Nina alzó las cejas. Podía asegurar que le estaba dando su sonrisa más encantadora y rompecorazones. Era guapo, había que reconocer, bastante guapo. Castaño, un poco más oscuro que el cabello de Rob, tez blanca y una barba apenas visible, y cuando Nina se giró hacia él, estaba tan cerca, que pudo ver que sus ojos eran un color intermedio entre el azul y el gris.

–¿No te sientas por allí siempre? – Señaló hacia el obvio lugar.

–Oh, sí. Pero hoy he cambiado de lugar. ¿Tú esperas a alguien? Puedo moverme si quieres. – La verdad era que ella ya había escogido un lugar y le molestaría tener que cederlo, era demasiado con haber tenido que cambiar el que había escogido al comenzar el año, pero tenía que intentar ser amable.

–No, estoy muy a gusto con la compañía actual. –

La joven le dio una media sonrisa y se giró hacia el frente fingiendo no haber entendido lo que él había dicho.

Pero el muchacho no se daba por vencido así de fácil.

–Eres Nina Ballas ¿cierto? –

Ella asintió volviéndose lentamente.

–Cierto. – Musitó con cierto tono de interrogación. –Tú eres… –

–Walden Bryer, es un gusto conocerte Nina. – Tomó su mano sin su permiso y le dio un ligero apretón con una nueva sonrisa deslumbrante. –Hemos tomado un par de clases juntos desde el año pasado, pero jamás hemos hablado. –

–Yo no hablo con muchas personas. – Compuso.

–Lo he notado, eres como Charles. –

–¿Conoces a mi hermano? – Ahora sí estaba sorprendida.

Él asintió.

–Estoy en una fraternidad, y conocí a Eric allí. El es bastante popular. –

Eric era popular en cualquier sitio. Él encajaba en todos lados y todos lo amaban. Por lo visto hasta era conocido en una fraternidad a la cual él no pertenecía. Pero Charles…

–¿De dónde conoces a Charles?–

–Lo he visto en un par de fiestas. Es muy reservado, pero siempre al rescate de su hermano menor. Al menos el año pasado, este no lo he visto tanto. Y tú nunca has ido a una de nuestras fiestas. –

–Yo nunca he sido invitada. –

–Las chicas lindas no necesitan invitación, Nina. Solo se presentan allí. Como tu amiga, la princesa. –

–Asumo que estás hablando de Geraldine. –

Geraldine, la que no la había llamado en semanas. La que sabía de su amor por Rob y igualmente intentaba lanzarlo en contra de Emalene. ¡Ah! Tan solo de pensar en ella, Nina sentía rabia. La había cubierto en todas sus locuras, incluso a expensas de la felicidad de su familia cuando ella se estaba viendo a escondidas con Duncan. Y todo por su maldita amistad y el estúpido juramento que habían hecho hacia tantos años atrás. ¿Dónde había quedado esa promesa sellada con sangre que Dina los había obligado a hacer? Funcionaba cuando ella la necesitaba, ¿Pero que había de los demás?

–Sí, ella misma. –

–Bueno Walden, yo no soy como ella. – Contestó irritada y abrió su libro al ver entrar al profesor al aula. –Para hoy teníamos que leer el capitulo veintitrés a veintiséis ¿No? –

–Sí… –Murmuró distraído. – Entonces, si yo te invito ¿Irás este fin de semana a la fiesta? –

–No lo creo. –

Con eso hizo que el señor Bryer se silenciara por un par de minutos.

Pero no muchos.

El profesor ya estaba hablando cuando sintió que alguien le susurraba al oído y dio un respingo.

–¿Es cierto que eres la chica del príncipe? – Inquirió.

–Yo no soy la chica de nadie. – Siseó.

–¿Enserio? ¿Vas a negar que hay algo entre ustedes? –

Él era tan molesto e insistente.

–Por supuesto que sí. Es la verdad. ¿Puedes dejarme escuchar la clase? Me he perdido unas cuantas y no necesito perderme otra  –

Él pareció ignorar su pedido.

–¿Pero se han peleado? –

–No. –

–¿Y por qué no estás sentada con él? –

Furiosa, giró la cabeza hacia él y estuvo a punto de chocar con su perfecta nariz. ¿Qué rayos estaba mal con ese chico? Movió la cabeza hacia atrás y retrocedió un poco antes de mirar al profesor que estaba dando la mayor parte de la clase de espaldas a ellos mientras hacia unas anotaciones en la pizarra con el marcador.

–¿Por qué no dejas de molestarme? –

Bryer volvió a acercársele.

–¿Molestarte? Solo busco una conversación, aún no has contestado a mi pregunta. –

–¿Qué pasa si no te contesto? –

–Seguiré insistiendo. – Dijo al toque, tan rápido que a ella se le escapó una risa. –Ah, lo ves. Puedo hacerte reír. Si no insistiera, ni siquiera me hablarías. – Le apuntó. –Así que ustedes no tienen nada pero aún así él acaba de vernos y no deja de mirarme como si quisiera matarme. ¡Oh, no! No lo mires. – Le advirtió.

–¿De verdad nos ha visto? – Preguntó con pesar.

– Oh, sí. Te lo aseguro. ¿Han peleado? –

–Te dije que no es de tu asunto. – Repitió.

–Entonces lo hicieron, pelearon. – Dijo divertido. –¿Eso quiere decir que ahora sí puedo invitarte a salir sin que el príncipe me mande a ejecutar? –

–¿Por qué querrías invitarme a salir? Ni siquiera me conoces. –

–Por eso te estoy invitando. –

Ella arrugó la frente. Desde Emalene y todo su misterio, su idea de no confiarse de extraños ni una pizca, se había fortalecido. Y podía ser que tuviese un par de hombres encubiertos para protegerla de cualquier amenaza, pero no era tan valiente como para arriesgarse. Había estado a punto de morir un mes antes, y no iba a pasar por eso de nuevo si podía evitarlo.

–No, lo siento. Te agradezco, pero no puedo. – Walden abrió la boca para decir algo más, pero ella lo interrumpió antes. –Escuchemos la clase, por favor. –

Y por fin, el silencio fue hecho.

Se permitió un respiro y anotó de la misma forma eficiente de siempre lo más que pudo de la clase en un cuaderno de apuntes ordenados.  Pero cuando la clase terminó, cuatro horas después, y juntó todo de nuevo en su bolso, esa tranquilidad que había logrado, se esfumó en un parpadeo.

–Nina. – Y no era el plomazo de Walden Bryer quien la llamaba. Robert estaba parado al final de la fila de butacas, no muy lejos de ella que se encontraba en la tercera butaca desde el pasillo.

–Hola, Rob. – Murmuró poniéndose de pie con Walden por detrás que reía por lo bajo, a sabiendas que ella estaba oyéndolo.

–¿Cómo estás? –

–Bien ¿Y tú? –

–Bien ¿Por qué no te sentaste en tu lugar de siempre? –

Ella apretó los labios en una fina línea.

–Tú sabes por qué. – Articuló sin sonar molesta o gruñona. Solo lo dijo con naturalidad y una calma que la sorprendió.

–¿Vamos a almorzar? Brad y las chicas estarán donde siempre, se alegrarán de verte. – El intentó una sonrisa.

Nina apreció su esfuerzo, se moría por acercarse y prenderse a su brazo como siempre, quizá hacerle un pequeño berrinche también  hacer que la llevara a algún restaurant para evitar a la invasora. Pero se contuvo.

–Brad me trajo esta mañana, así que… Y ya nosotros ya nos hemos visto. – Sonrió y se señaló a ambos con una mano. –Además, ya le prometí a Walden que almorzaríamos juntos. –

–¿Walden? – Rob casi escupió el nombre.

El aludido asomó la cabeza detrás de la joven.

–Ese soy yo, supongo. Walden Bryer, y Nina y yo almorzaremos juntos. –

Nina quería golpearlo en las costillas por sonar tan complacido y engreído, y Rob había adoptado esa mirada fulminante que había heredado de su padre.

Ella podía derretirse cuando lo veía así de molesto. ¡Y ni siquiera le había dicho hola a Walden! Rob no solía ser así de antipático. ¿Significaba que estaba muy enojado? No iba a hacerse muchas ilusiones, ya había sufrido bastante por un tiempo.

–Bien, te llamaré luego. Ten cuidado, avísame si necesitas algo, por favor. –

–Claro, adiós Rob. – Se despidió esperando que él se alejara.

El joven suspiró. – Adiós, Nina. – Y se alejó con un par de guardias pisándole los talones, y otros manteniendo un poco de distancia.

–Oh, bien, parece que tendremos esa cita después de todo. – Canturreó Bryer mostrando sus dientes y viéndose como un modelo de revista.

Si era un asesino o un psicópata, al menos era guapo.

PROMETO FOTO DE WALDEN EN EL PROXIMO CAPI, LA TENGO PERO NO LA PUEDO EDITAR HASTA QUE LLEGUE A MI CASA ♥

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