No pude dormir, veía la imagen de mi madre llorando frente a mi mientras los del comité me llevaban. Ella sabía que me asesinarían...
Golpeé mi cabeza con la almohada y la mordí intentando callar los sollozos que salían de mi boca. Cuando estuve más calmado hice nuevamente que la pared de mi izquierda desapareciera, lo ultimo que podría ver sería la galaxia. Observé la gran oscuridad que esta tenía con las mismas estrellas de siempre, un cometa lejano llamó mi atención, iba más rápido de lo habitual... esperaba que se estrellara contra la nave para acabar con todo de una vez. Nuestra raza no vale nada.
A la mañana siguiente fui directo a la habitación de mamá, seguía dormida.
-Mamá... -Murmuré moviéndola un poco. Ella se movió y abrió los ojos sonriendo al ver a su pequeño.
-Buenos días, precioso... -Dijo Ah-young besándole la mejilla.
-Mamá debo hablar contigo. –Dije apresuradamente.
-Claro, cariño... ¿De qué quieres hablar? –Preguntó extrañada por mi comportamiento.
-Sigues creyendo que papá murió en la misión o también sabes la verdad. –Dije mirándola.
Ella me miró perpleja y guardó silencio.
-¿Lo sabias y no tuviste el valor de decírmelo? Es lo más... ¡Todos son iguales! ¡Unos jodidos egoístas! –Grité pateando uno de los paneles de control.
-¡¿Y qué querías que hiciera?! Armarías un escándalo contra el comité y te trasladarían. –Exclamó levantándose de la cama.
-¡Claro que lo hubiera hecho! Son unos mentirosos... además ya es tarde... -Murmuré mirándola.
-¿Cómo que tarde? –Preguntó devolviéndome la mirada.
-Seré trasladado hoy en la tarde... pero no quiero que sientas pena por mí, siente pena por todos los de la nave que vivirán una mentira. –Escupí molesto.
Mamá cubrió su boca a punto de soltar un grito.
-Antes de irme, a la hora donde todos se reúnen mostraré las pruebas y todo será diferente... me habré ido haciendo algo bueno por ustedes. –Dije fríamente antes de salir.
Amo a mi madre, pero ya no puedo retractarme, ella debe aprender a cambiar su mente... aunque yo deba morir.
Una vez en mi habitación guardé los CD en mi ropa y esperé el momento adecuado. A la hora de reunión salí poniéndome en fila con la demás gente y nos dirigimos todos como robots formando filas para escuchar lo que tenían que decir los del comité.
Mi madre estaba en otra fila con sus ojos rojos y me miraba de reojo intentando contener sus lágrimas, no quise observarla un segundo más o yo rompería en llanto. Los cinco del comité aparecieron en pantallas sacando aplausos de la gente, estúpidos todos.
-¡Buenos tardes, gente! Espero que todo esté funcionando con normalidad y me complace informar que las quejas han disminuido un 15% más que el mes anterior. –Dijo el General sonriente, cabeza de músculo.
-También es un placer para mi, informar que el recinto médico no ha sido utilizado en más de tres semanas en algún caso grave. –Dijo la teniente, creo que era la más cuerda de los cuatro.
-El funcionamiento de todo seguirá igual hasta nuevo informe y el toque de queda sigue. –Dijo el Coronel, el más joven de todos.
-Recuerden que cualquier actividad extraña debe ser informada a los de seguridad para su respectivo castigo o traslado. –Dijo la sub teniente sonriendo como siempre.
-Somos una gran familia y debemos cuidarnos... -comentó el Comandante, anciano tonto. Son todos unos falsos.
-Well well... -Dijo el capitán en otra pantalla. – Señoritas y caballeros, poder dirigirme a ustedes es algo nuevo para mí, pero como su capitán tengo el deber de conocerlos y proteger a cada uno por igual, somos la nueva generación y debemos hacer algo para ayudar a la generación futura.
No aguantaba más, las palabras querían explotar de mi boca y decir la verdad. Comencé a acercarme al centro del lugar donde podría hackear un panel y mostrar los vídeos sin que pudieran hacer nada.
Cuando estuve lo bastante cerca, unos guardias se percataron de mi extraño comportamiento así que decidí quedarme quieto unos momentos hasta que dejaran de mirar lo que hacía.
-El comité junto a mí nos preocupamos de cada problema que hay en la nave junto a los de seguridad... como saben, la Tierra ya es algo que no podemos recuperar y... -Dijo el capitán siendo interrumpido por mí.
-¡MENTIRAS! –Grité llamando la atención de todos. -¡SON UNOS MENTIROSOS!
Los del comité rieron nerviosos e hicieron un movimiento de mano desinteresado.
-¿Por qué dices algo así muchacho? –Preguntó el capitán Lee teuk restándome importancia haciéndome enojar aun más.
-Ustedes, asesinaron a mi padre y sus compañeros... porque sabían que si podíamos volver a la tierra, pero eso no les conviene ¿No? ¿Qué poder tendrían ustedes si volvíamos a la Tierra? Ninguno... ¡Por eso nos tienen encerrados aquí como presos! –Exclamé haciendo que la gente murmurara. -¡Para mantener su jodido poder!
-¡Silencio! –Gritó el General sobresaltando a todos.
-¡A MI NO ME VAS A HACER GUARDAR SILENCIO SUCIO ASESINO! ¡TODOS LOS TRASLADADOS MORIREMOS DE TODAS FORMAS! –Grité apuntándolo.
-¿Cómo que morir? -
-¿Ellos mueren? -
La gente comenzó a hacer preguntas causando un alboroto social dejándome orgulloso. Miré al capitán que no sacaba su vista de mi y sonreí malicioso, corrí aprovechando que los guardias estaban despistados y traté de especializar los aparatos del panel para un CD tan antiguo como los que tenía en mis manos.
-¡Les pido calma por favor, todo esto tiene una explicación! –Dijo Lee teuk tratando de calmar el ambiente.
-¡MENTIROSOS! –Exclamaron algunas personas.
-¡ASESINOS! –Dijeron otros haciendo que yo riera mientras trabajaba.
Tenía una sonrisa pegada en mi rostro, tal vez gracias a esto todo cambiaría.
Los del comité desaparecieron de la pantalla al igual que el capitán y la gente seguía gritando cosas, pateaban todo e insultaban a los guardias. Un sonido en el techo interior del recinto me alarmó, no me preocupaba el oxígeno, porque el techo estaba dividido en tres para nuestra seguridad, pero jamás lo oí crujir así.
Mire los CD's de mis manos y suspiré arrepintiéndome. Corrí donde mi madre y la jale del brazo.
-¡Hay que salir de aquí! –Exclamé para que me oyera con el ruido a nuestro alrededor. Ella me observó ida de en sí, no se movía y no hacía ningún gesto.
-¡JODER, MAMÁ, CAMINA YA! –Grité apretando sus manos. Mi madre parpadeó rápidamente y me jalo entre la multitud.
En las pantallas superiores apareció el logo de alarma informando que todos debían dirigirse a las áreas de rescate, eso significaba que algo estaba pasando y no tenía absolutamente nada que ver con el revuelo que causé. Unas flechas de color rojo informaban el camino que debían seguir, la gente comenzó a seguirlas y dirigirse para estar más seguros.
-¡¿Dónde vamos, mamá?! –Exclamé viendo que nos dirigíamos al lado contrario.
Ella guardó silencio y siguió jalándome. Mire a mis costados y todos corrían empujándose, podía ver todo como en cámara lenta. Algunos gritaban ayuda mientras que otros hacían de líderes y los ayudaban a seguir, las mujeres, niños y ancianos eran ayudados por los hombres y jóvenes. Pude notar que otras pocas personas corrían en la misma dirección que nosotros, era gente que mamá y yo conocíamos.
Mamá y yo corrimos a su habitación y ella se dirigió directamente al panel escribiendo unos números sin sentido... o eso creía yo.
El panel pareció moverse unos centímetros hasta que se abrió completamente dejándome perplejo, era un pasadizo.
-¿Creías que no ayudaba en nada a tu padre? –Dijo mi madre sonriéndome. Sonreí emocionado y entre con ella, el panel se cerró a nuestras espaldas y unas luces se prendieron indicándonos el camino. -El camino nos llevara al refugio que tu padre construyo con sus colegas antes de que tú nacieras... nunca confiamos en los del comité, pero cuando se dio cuenta de que lo habían descubierto intentando escapar a la Tierra, estaba más que seguro que lo asesinarían y así fue... nosotros dos habíamos hablado de que yo conseguiría un puesto en vigilancia para ganar nuevamente la confianza del comité y el capitán...no tenía otra opción... -Dijo mi madre sonriendo de lado. –Una vez en el puesto me dediqué solo a la investigación de tu padre, no tenía que preocuparme demasiado por ti, siempre fuiste más listo que los demás... tus pensamientos corrían 180 grados en dirección opuesta a la de los otros niños, eras igual a tu padre... aventurero, listo, fuerte y valiente... esos libros no aparecieron en tu habitación porque sí, Jimin.
-¿Tú los pusiste ahí? –Pregunté mirándola.
-Los escondí del comité ahí... era el último lugar que revisarían o eso creí hasta que tus deseos de conocer más allá se desbordaron del vaso, tenías aun más coraje que Youngbae... y eso lo demostraste perfectamente hoy. –Comentó mi madre riendo. Reí junto a ella y su mano despeinó mi cabello rubio.
-¿Qué crees que suceda ahora? –Pregunté mirándola de reojo siguiendo el largo camino.
-Con los del comité no lo sé... y tampoco tengo idea del por qué la alarma se activó.–Explicó Ah-young con el ceño fruncido.
-Tal vez ellos lo activaron para calmar los revuelos. –Dije tratando de dar una idea. Mi madre movió su cabeza negativamente haciendo que guardara silencio. El camino duro unos instantes más antes de llegar a un recinto de unos doscientos metros cuadrados, no muy grande, pero realmente bien abastecido.
-¡Jimin! –Dijo Sungjae sonriéndome desde más allá sentado en una de las literas.
-Ve... tengo que hablar con los demás adultos. –Dijo mi madre tocándome la espalda de forma cariñosa. Asentí y me encamine hacia Sungjae que saltó para sentarse conmigo en la cama de abajo.
-¿Sabías de todo esto? –Le pregunté una vez apenas estuve lo suficientemente cerca.
-No, nada de nada. –Respondió él levantando los hombros.
-Yo menos... y eso me molesta un poco. –Admití rodando los ojos.
-¡Vaya show que armaste ahí afuera! –Exclamó Sungjae sonriente cambiando de tema. Solté una risa involuntaria y me senté a su lado mirando a los demás.
Habían solo unos pocos jóvenes que conocía bastante poco, solo sabía que eran hijos de amigos de mamá. Los adultos eran otros trabajadores de vigilancia y los reconocía porque desde pequeño los vi con mi padre. Conversaban en un grupo bastante serios y los demás jóvenes curioseaban por el lugar. Decidí que era mejor mantenerme donde estaba para no caer en más problemas.
Conversaba con Sungjae sacando nuestras propias teorías de lo que podía estar ocurriendo cuando una de las entradas se abrió dejando ver a Minah, Sungjae se levantó de golpe y corrió a darle un abrazo. Sonreí instantáneamente, desde que tengo memoria esos dos eran novios ¿Quizá desde los catorce? No lo sabía.
-Hey Park, vaya alboroto. –Dijo Minah chocando puños conmigo.
-Eso mismo le dije yo. –Agregó Sungjae sonriendo de lado.
-¿Más gente viene hacia acá? –Pregunté mirándola.
-No, estamos justos. –Dijo ella, aparentemente sabía más que los dos. –Son veinte adultos más los otros que vez.
-No muchos, eh... -Dije suspirando.
-Mejor así, la comida durara más días. –Comentó ella sentándose en la litera de arriba.
-¿Nos quedaremos aquí? –Interrogó Sungjae observándola desde abajo.
-¡Chicos vengan! –Exclamó uno de los adultos del grupo. Los demás y nosotros nos acercamos formando un círculo con nuestras familias.