Suryan © || [Sin Editar]

By MaryCarmenVF

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Egocéntrico. Sarcástico. Posesivo. Arrogante. Y brutalmente honesto. Pero sobretodo, divino. Él es Suryan. Se... More

Prólogo.
~1~
D o s
T r e s
C u a t r o
C i n c o
S e i s
S i e t e
O c h o
N u e v e
D i e z
O n c e
D o c e
T r e c e Y C a t o r c e
Q u i n c e Y D i e c i s e i s
Booktrailer.
D i e c i s i e t e
D i e c i o c h o
D i e c i n u e v e
V e i n t e
V e i n t i u n o
V e i n t i d Ó s
V e i n t i t r é s
I n t e r l u d i o
V e i n t i c u a t r o
V e i n t i c i n c o
V e i n t i s e i s
V e i n t i s i e t e
I n t e r l u d i o II
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V e i n t i n u e v e
T r e i n t a
T r e i n t a y u n o
T r e i n t a Y d o s
T r e i n t a Y T r e s
T r e i n t a Y C u a t r o (PARTE 2) FINAL
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T r e i n t a Y C u a t r o (PARTE 1)

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By MaryCarmenVF

En capítulo anteriores...

- Ya estoy aquí, amor.

*-*-*-*-*

Suryan POV.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*


Fui un maldito ingenuo al pensar en burlar los límites de Dios. Pensar salir de este infierno para acabar con esa sensación de ahogo. Comprendí que la única piedra en el camino de Katy y los mellizos que les podía hacer tropezar, era yo. Yo inmolaría mi alma para que ellos vivieran eternamente. Sin temores, sin leyes ni nadie que los persiguiera continuamente por hacer cosas que, se supone, no deben. Al fin y al cabo Katy es una mortal y mis hijos son una especie de híbridos, ellos pueden decidir si quieren dar su vida al cielo.

Así que, no me opuse cuando me apresaron. Casi mataba a un arcángel al intentar irrumpir en la habitación que se encontraban los mellizos rastreando a su madre cuando Adán se la llevó, pero Ashton me detuvo y conseguí reunir calma y tranquilizarme. Mis hijos cuidarían de ella, Adán no tenía nada que hacer contra ellos.

Es lo mejor para todos. Me repetía una y otra vez.

Deseaba cuanto antes notar la falta de aire en mis pulmones, ver como se llevaban mi aliento por quien juré proteger, de sentir fría la mirada, pinchazos en el corazón o un condenado dolor en las entrañas...

Se me acusó de impío, de pecador, adúltero, fornicador, por ser una blasfemia, traición al cielo, desobediencia a Dios... y muchas cosas más. En resumen, se me acusó por amar.

No me importó. Después de todo, que me acusasen era lo mínimo que había sufrido.

¿Como se sobrevive a años de olvido? ¿Cómo se hace para asimilar que tu también tienes que olvidar? ¿Cómo disminuir el dolor de mis hijos? ¿Como impedirles que hicieran una locura? ¿Como sobrevives a un temor de pérdida constante? ¿Cómo protegerlos a todos? ¿Cómo luchas en contra de quien te creó? Son demasiadas preguntas que yo y mi cabeza no estamos capacitados para responder. Aún no comprendo cómo lo hice.

Toda ilusión se marchitó, todas las ganas de vivir y permanecer firme se esfumaron con la certeza de que todo acabaría con mi muerte. Era la única solución válida y estaba dispuesto a pagar el precio.

No, no fue fácil. Dejar ir a alguien, requiere coraje, pero dejar a tu familia es algo que se siente insanamente doloroso. Fue como si mi corazón hubiese sido arrancado de mi cuerpo y colocado en las manos de ellos, llevando lejos el órgano que le daba vida a mi cuerpo.

Nunca he llorado; los ángeles no lloran, pero sentía un tremendo escozor en los ojos y creí experimentar lo que para muchos es algo natural; lágrimas como gotas de rocío que se derraman por la mañana, pero yo estaba más propenso a que mis ojos derramasen sangre. Deseaba que aquella sensación acabase pronto, sabía que no estaba llorando realmente, pero la pena de mi alma brotaba hasta por fuera de mí y temía que el hundirme más acabara con mi vida antes de que lo hiciera el Empírio.

No quería que Katy o mis pequeños se atormentaran con semejante muerte. Porque verdaderamente, sí podía morir por aquel dolor en mi pecho. Prefería que en sus cabezas quedara un sacrificio, a una muerte por malditamente ser una persona que siente de más.

Pero cuando estaba preparado para ponerle el punto y final al libro de mi vida, la voz de mi Estrella me sacó del pozo de autocompasión en el que me había metido.

¿Qué mierda estas haciendo, Suryan? ¿Cuando has tirado la toalla? ¿De verdad estás dispuesto a renunciar a ellos? ¿En serio quieres que tu hijo o hija no conozca a su padre? ¿Y tu, desaparecerás sin conocerlo?

Muchísimas más preguntas inundaron cada milímetro de mi cabeza, pero a diferencia de las anteriores, éstas me daban una patada en el trasero que me hacía abrir los ojos un poco más con cada golpe.

Así que, decidí que era hora de dejarme de mierdas emocionales y levantar cabeza de una vez. 

Lo que no me esperé fue que Alexia apareciese donde me tenían cautivo esperando mi ejecución y fuese ella la que acabase con mi vida aprovechando la confianza y el cariño que le tenía a esa pequeña. No pude detenerla. No pude matarla porque cuando la miraba, veía a otra hija más; a esa pequeña mocosa que me arrancaba las plumas de las alas. Sé que ella tenía una gran confrontación entre lo que quería hacer y lo que sentía y, aunque ganó el despecho de ser rechazada por la persona que amaba, ella sabía el error que estaba cometiendo, pero no se detuvo. Su cabeza no se lo permitió y supe en ese instante que su mente sufría daños que no sabía donde se habían originado.

— Te quiero, Suryan. Espero que si nos vemos en el infierno algún día me perdones. — dijo con lágrimas surcándole el rostro.

No le respondí. Tan solo cerré los ojos, abrí mis brazos y dejé que me clavara la espada en el corazón. Literal y figurativamente. 

No sé cómo entró en el Empírio si ya se dio el aviso de su traición y tampoco quiero saberlo, porque supongo que hay alguien también implicado y como muchos en el segundo cielo, deseaba mi muerte.

Ahora no sé dónde me encuentro ni sé como describir el lugar. Todo es blanco y es silencioso. Todo es paz y se siente extraño después de tanto tiempo sin ser capaz de respirar sin estar con mis cinco sentidos en alerta.

¿Dónde se supone que estoy? ¿Acaso solo estoy inconsciente? No, Alexia me atravesó el corazón ¿No debería haberme desintegrado y convertirme en vida allá en la tierra?

— No es lo que quiero para ti. — Dice una voz conocida a mis espaldas. Una voz suave, pero firme y familiar que llevaba milenios sin escuchar.

Doy un giro sobre mis pies sin ver a nadie. Vuelvo a girar buscando al dueño de aquella voz porque es como si fuese una droga para mi cuerpo y quiero escucharla de nuevo.

— Hace mucho que no nos veíamos, hijo mio.

— ¡Mierda! — me agarro a la altura del pecho la túnica blanca que llevo y no recuerdo haberme puesto. — Podías haber aparecido de frente. Maldito susto el que me has dado.

Dios, se presenta ante mi en forma de estrella, en una bola de luz de fuego blanco y brillante que es hipnotizante pero intimidante a la vez. Me decepciono porque me hubiese gustado volver a verlo en su completa gloria como en el principio de los tiempos, pero entiendo que frente a sus ojos soy una abominación y no merezco semejante privilegio. Aunque mi interior aúlla en júbilo por verlo, por sentir su divina presencia. Después de todo no puedo negar lo que soy; un ángel.

— Te amo, hijo. Tal y como eres —  A pesar de que es una simple luz, en mi mente puedo percibir todo gesto que hace en su voz y puedo ver como me mira con ternura, pero luego la sombra de una pequeña sonrisa se hace presente. —, aunque me gustaría que no soltases tanta barbaridad por la boca.

Sonrío y creo que me sonrojo. Joder, me siento como un puto niño.

— Lo lamento, Abba. Lamento no ser como quieres que sea. Como se supone que debería de ser.

Hace una mueca con pesar, pero la ternura y el aprecio en sus ojos todavía está ahí.

—Es cierto que no eres el prototipo de ángel estipulado, hijo, pero tampoco eres un error. No te juzgo por haber descubierto el amor más allá de lo fraternal. No te juzgo porque tus sentimientos son mucho más intensos, pero sobre todo, son puros.

— Entonces, si tú no me juzgas, ¿por qué se me juzgaba? ¿Por qué no podía vivir con mi estrella sin consecuencias? — pregunto derrotado, porque son preguntas que siempre me he hecho y nunca he podido obtener respuesta.

— Porque no era el tiempo.

— ¿Y ahora si?— no puedo evitar la ironía en mi voz.— No quiero ser impertinente, pero te recuerdo que estoy muerto. Muy jodidamente muerto.

Ríe y yo miro a aquella luz indignado.

— Y yo te recuerdo que soy Dios. El Alfa y Omega. El principio y el fin y todo se hará conforme a mi voluntad.

No sé si eso ha sido una reprimenda, pero me ha sonado como tal y tengo el impulso de disculparme, pero no lo hago y solo lo observo mientras comienza a moverse y yo lo sigo.

— Como sabrás, la Estrella fue creada junto a la Estrella Binaria — comienza lo que supongo será un relato o sermón y asiento, dándole a entender que lo he escuchado. No me agrada que hable sobre Adán y Eva cuando estaban juntos y estoy tentado a mirarlo con cara de pocos amigos, pero me contengo. Aunque veo la burla en el brillo que destila, él sabe el control que estoy intentando tener de mis acciones. —. El origen no fue que se separasen, pero como no quiero esclavos, todo ser tiene libre albedrío. La serpiente lanzó su dardo venenoso y le introdujo la duda y curiosidad a Eva, que a su vez arrastró a Adán a desobedecerme...

— Esto... ¿Abba? — se detiene y coloca frente a mi. — No es por ser cortarrollos, pero estuve ahí y tengo muy metida en la cabeza la historia de esos dos. ¿ Podrías ir al maldit... bendito grano del asunto? —Maldición, no estoy acostumbrado a esto. Suspiro. — Dios, Jehová, Abba, Padre... mierda ¿ Por qué no te decides por un solo nombre? — de inmediato me tenso. — Oh, Dios mio. Lo siento. Perdóname, no quería ser grosero, yo...

Suelta una carcajada. 

Enarco una ceja.

— Eres tan peculiar, que a veces me pregunto cómo estaría para crearte de esta manera. Pero no me arrepiento. Como ya te he dicho, no eres un error. Todo tiene un por qué — suelto el aire que contenía, aliviado de que no se haya enfadado por mi osadía. — Sin embargo, coseré tu boca si vuelves a decir en mi presencia algún otro improperio.

Por reflejo, mis manos suben hasta mi boca tapándola como si así la protegiera de ser cosida. Cuando vuelve a reír lo fulmino con la mirada, pero al instante relajo el ceño y siento que moriré nuevamente, pero del estrés que me supone estar controlando impulsos que no me molesto en controlar desde hace miles de años.

  — ¿Por qué estoy aquí? — decido preguntar lo que estaba punzando en la punta de mi lengua desde que aparecí en este lugar.

— Porque aquí es donde empieza una nueva vida. — responde con esa voz tan pasiva y relajante. 

Miro hacia la nada. Clavo la mirada en un punto fijo mientras hablo:

— Entonces, se acabó ¿Cierto? me veré hecho polvo en la tierra o algún árbol o alguna cosa de esas ¿ Verdad? 

Se cuela en mi mente la imagen de Katy sentada en una hamaca, leyendo un libro en el jardín de alguna casa, con un vientre muy abultado y mis hijos alrededor de él acariciándolo y hablándole, entusiasmados por el nuevo miembro de la familia.

Los amo tanto. Los amo tanto que mi interior arde. Amo todas y cada una de las idioteces de mis hijos. Amo lo leales y apasionados que son, amo su determinación y el corazón tan inmenso que tienen. Amo a Katy con locura, literalmente. La amo por darme los mejores momentos de mi vida, la amo por darme tantas ilusiones y sueños por los que luchar aun sabiendo que perdería la batalla. Amo tanto incluso al pequeño que se gesta en su vientre aun sin conocerlo...

Algo líquido y tibio se desliza por mi mejilla haciendo un recorrido hasta mi mentón y me desconcierto. Abro los ojos que ni siquiera me había dado cuenta que había cerrado y paso el dorso de mi mano por mi rostro. 

Mis nudillos están mojados. 

Con los ojos apunto de salirse de su órbita, miro a aquella luz que se mantiene en silencio a mi derecha y como bien he dicho antes, aun siendo una luz puedo ver con detalle todo gesto que un rostro puede hacer y ahora me está mirando entre divertido y con aprecio. Con amor. La mirada de un padre.

De repente, mi alrededor cambia. Estamos flotando encima del segundo cielo y puedo ver con horror todo lo que está sucediendo o ya ha sucedido allí. Veo que como millones de demonios están intentando de arrasar con el lugar sin oportunidad alguna de hacerlo, veo como ángeles y arcángeles luchan por retener a algunos mientras querubines y serafines con el don de la liberación hacen lo propio. 

Pero lo que llama mi atención y enseguida mi cuerpo por entero se alarma es ver a Katy y mis hijos siendo atacados por demonios y la misma Alexia que me quitó la vida.

— Pero... ¿qué...? 

Mis manos pican en deseos de bajar ahí y arrasar con todo a su paso. Siento como se calienta mi pecho y como se me nubla la vista en ira cuando vislumbro a Alexia atacar a Katy de frente y que, si no hubiese sido por Jace, la hubiese matado.

Una cosa es que se meta conmigo, pero meterse con los míos es otra. 

— Tengo que bajar ahí — gruño sin poder guardarme para mí el nudo de emociones tan fuertes que estoy sintiendo. — Esto no se lo perdono. 

— Bien. Como antes no me has dejado hablar te resumiré lo que de ahora en adelante sucederá.

Asiento con la cabeza porque no sé si saldría algún murmullo coherente de mi boca en este momento. 

— El Empírio y Gabriel han hecho mal uso de su autoridad en este último tiempo y me ha entristecido en sobremanera la forma que ha tomado de hacer mi voluntad a su antojo. Tanto en la tierra como en los cielos inferiores, falta la figura de la estrella binaria ya que Adán decidió vender su alma a Lucifer con el fin de hacerte daño, cosa que yo no iba a permitir y que él no contó. Ahora, hijo mio, ya no tienes la cadena de ser un ser divino que tanto te pesaba. — lo miro atónito, no puedo creer que esté hablando enserio. — Eres la nueva estrella binaria, mi mano derecha y la autoridad que siempre hubo de haber en los cielos inferiores. Ahora, baja ahí y demuéstrales a todos quien eres y haz la justicia que encomiendo en ti. Espero que no me decepciones. 

— No lo haré, padre.

Y aún con lágrimas surcándome el rostro y gozando de las nuevas sensaciones del poder la estrella binaria, bajo al encuentro de mi estrella.

Suryan llegó, perras.

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