Capítulo 19: La tutora de Rogers.
-No puedo creer que realmente le hayas tirado tu almuerzo. -cotilleó Summer, tapándose la boca con las manos, probablemente ocultándome una sonrisa guasona.
-Si la hubieses escuchado, mínimo querrías tirarle una mesa -rodé los ojos-. "Lo llamo como lo que es, un maldito nerd."
Las palabras habían quedado en repetición en mi cabeza como disco rayado, incrementando mi furia cada vez más. En ese momento, unas dos horas atrás, no alcancé a actuar antes de que Freddie me tomara por la cintura y me arrastrara fuera de la cafetería como si fuese un maniquí. Al parecer, estábamos a "milésimas de segundos de crear una batalla campal de comida". Obviamente creo que exageraba, pero no me hubiese molestado atacar con spaghetti a la bruja Chanel Larrose, para nada.
-¿Y luego que ocurrió?
Me encogí de hombros.
-Este aguafiestas me sacó de ahí dentro antes de que pudiese hacer algo más. -bufé señalando con el pulgar al moreno, que negaba lentamente con la cabeza en desaprobación.
-Pues yo la he visto salir detrás suyo hecha una furia. -comentó Johnny, metiéndose en la boca un puñado de palomitas de maíz.
-¿Lo hizo? -pregunté abriendo un poco la boca- Pues no me la crucé, afortunadamente.
-Afortunadamente para ella -murmuró Patrick, aunque fue totalmente audible. Le dediqué una media sonrisa, mirándolo curiosa-. ¿Qué? Yo habré sido un matón, pero jamás di un golpe tan fuerte como el que le propinaste a Riley.
-¿Y que hay del chico que se volvió mimo? -preguntó Summer.
Todos nos giramos a verla, incrédulos. La chica estaba recostada en un puf color beige, al lado de Johnny, mirando la televisión mientras se atiborraba de comida.
-¿Mimo? -repitió Freddie, elevando una ceja.
-Si, aquél que se tragó la lengua. -continuó la rubia, mirándonos por encima del hombro.
Patrick chasqueó la lengua y largó una larga y sonora carcajada que no tardó en ser acompañada por el resto de nosotros, excepto por Summer, que simplemente nos miraba severamente con los brazos cruzados.
-¡No es posible que una persona se trague la lengua tras un golpe, Sparkie! -carcajeó Freddie.
-Y si lo hiciese, probablemente estaría muerto. -puntualizó mi mejor amigo con una sonrisa enorme.
-¿Y yo como iba a saberlo? -murmuró la chica, agachando un poco la cabeza.
-Si quieres podemos intentarlo -le dije con una sonrisa, poniendo mis manos en puños-. ¡Ven aquí, Johnny! Vamos a encontrarte una vocación.
Esta vez incluso Summer había estallado en risas, pero en cambio Johnny me observaba con una mirada desafiante y una sonrisa digna del gato de Alicia en el País de las Maravillas. Se puso de pie en un segundo y saltó sobre mi cuerpo, arriba de la cama, para luego comenzar a clavar sus dedos índices en mi espalda, estómago y costillas. Traté de empujarlo, pero eso simplemente logró que comenzase a hacerme cosquillas, provocándome aún más risas entremezcladas con pedidos de auxilio poco convincentes e insultos hacia el rubio oxigenado.
-¡Saquen-me a e-este chimp-pancé de e-e-encim-ma! -chillé, riendo frenéticamente, para luego sentir como el peso sobre mi cuerpo disminuía a cero.
Freddie tenía agarrado a mi mejor amigo por la parte trasera de la remera y me observaba con una sonrisa enorme.
-¿No ves que se pone celoso? -pinchó Patrick maliciosamente- Solamente él quiere hacer gritar al fosforito.
-¡No digas eso de mi mejor amiga! -gritó Johnny con los ojos entrecerrados, quitándose de encima a mi novio, para luego tirarse a mi lado en la cama y abrazarme por el cuello- Prométeme que nunca, jamás en la vida, permitirás que el cerebrito se meta en tus pantalones.
-¿Disculpa? -preguntó Fred, cruzándose de brazos.
-Sh -puso su dedo índice sobre su boca y luego volvió a verme a mi-, ¿no ves que esta conversación es entre mejor amigo y mejor amiga?
-Madura de una vez, Becker. -bufó el moreno, tirándose en el puf al lado de Summer.
-Lo haría pero soy una persona, no una fruta. -repuso tontamente el rubio, sacándole la lengua.
-Duh, soy John Becker, madurar es para frutas -dijo Patrick burlonamente, golpeándose la cabeza con la mano repetidamente-. Lechuga.
Tapé mis ojos con mis manos, frotándomelos repetidamente, mientras escuchaba a mis amigos burlarse de Becker, quien argumentaba que una lechuga obviamente no era una fruta. Simplemente irreal. Mi teléfono vibró a mi lado, llamando mi atención rápidamente.
"Habitación 97, edificio oeste, treinta minutos. Rogers"
Mierda. Lo había olvidado. Había quedado con Nick en ayudarlo a estudiar Historia esa misma tarde ya que me dieron el alta, pero con todo este extraño asunto con la rubia porrista se me pasó por completo. Últimamente, por algún motivo, es como si estuviese todo el tiempo involucrada en mi vida. Apestaba.
***
Nunca he sido de esas personas que disfruten de estudiar, o que lo hacen por placer. Yo lo hago por que, sencillamente, lo necesito para pasar mis exámenes. Pero soy demasiado inquieta como pasar tres horas encerrada con el trasero en la silla cuando fuera el día estaba tan bonito; excepto que, hasta este momento, no sabía que era mil veces peor cuando debes estudiar para luego explicarle a otra persona a comprender los conceptos, incluso si esa persona es Nick Rogers.
-Muero de hambre -dije removiéndome con inquietud en mi lugar-. ¿Cómo es posible que no tengas comida en tu habitación? ¿Eres algún tipo de extraterrestre o...?
Él cabeceó lentamente mientras reía en voz baja. Llevaba diez minutos quejándome del hambre y el chico no hacia más que pasar de ello, pero ¡vamos! ¡Ni siquiera había podido almorzar! Si tú quieres que yo, Scarlett Evergreen, te ayude en lo que sea, debes ofrecerme una pizza. Y él ni siquiera tenía galletitas de agua en su habitación.
En mi mente, pegaría un grito diciendo algo como "¡Scarlett Evergreen no trabaja en estas condiciones!" y me iría de allí pegando un portazo tal como lo haría una diva hollywoodense. Pero en el mundo real, no podía hacer estas cosas. La gente comenzaría a dudar de mi cordura.
Si, claro, comenzaría dijo Pepe el Grillo desde el fondo de mi cabeza.
Yo odiaba a ese estúpido grillo.
-¡Bien! -exclamó Nick luego de que siguiera quejándome unos cinco minutos más- Iré por una pizza a Ronnie's, sólo para que mantengas silencio por unos segundos.
-No es manera de tratar a tu tutora, Capi.
Pellizcó la punta de mi nariz con dos de sus dedos y una sonrisa fugaz cruzó por su rostro antes de que me diera la espalda y comenzara a ponerse su chaqueta de fútbol.
Si, creo que él tiene una relación con aquella campera, por que literalmente no se separa de ella ni por un segundo.
-Agradece que traeré comida, Rojita.
Y se fue. Por alguna razón, su nuevo apodo hacia mi persona era "rojita", cosa que no comprendo por que mi cabello no es necesariamente rojo. Es decir, ¿Zanahoria? Por supuesto, lo pillo. Pero ¿rojita? Absolutamente no.
Me puse de pie y comencé a observar la habitación del muchacho con una mirada detallada. En la pared al lado de su cama había un banderín de Ridgewell -con la típica imagen de la pantera de perfil gruñendo- y, al lado de este, uno de Brown.; un par de trofeos y listones decoraban su repisa y, entre ellos, algunos libros de autores como Shakespeare y Kafka; un gorro de baseball, una chaqueta de cuero y una pelota de futbol americano decoraban su mesita de estudio. Y nada más.
Sin embargo, pude distinguir una cámara fotográfica Nikon que debía valer más que mi vida apoyada sobre un trípode en una esquina de la mesita y, en la pared, una pizarra de corcho con anotaciones, recortes de diarios y sobre todo, fotografías. Docenas de ellas. Algunas apiladas, tapándose entre sí, otras más distanciadas, otras completamente solas.
-Rogers es una caja de sorpresas. -dije para mi misma, reafirmando mi teoría.
Reconocí algunas escenas y algunos rostros. Lo que observé primero fue una que estaba ubicada casi al centro de la pizarra, y contenía al capitán siendo elevado por el resto del equipo mientras este levantaba un enorme trofeo dorado y lo besaba efusivamente, cuando ganaron aquel decisivo partido final contra Whitmore un año atrás. Luego había varias de Nick sonriendo junto a sus amigos; abrazado de Ryan y Drake; el equipo entrenando; él y Riley.
-Bruja. -murmuré, guardando aquella fotografía en su lugar.
Seguí revisando con la mirada hasta que una en particular captó mi atención. Tenía tres años, y en ella se observaba a las porristas sentadas en las gradas, charlando amenamente. Chanel estaba sentada en el centro, mirando sobre su hombro a la chica que tenía a su lado con una amplia sonrisa en su rostro. Parecía que todas estaban riendo, por las poses extrañas, las sonrisas exageradas y los ojos cerrados de algunas, por lo que me di cuenta de que esa foto había sido tomada sin que ellas lo supieran.
Y ellas no lo sabían.
Por que a la izquierda de la rubia cheerleader estaba alguien a quien yo conocía perfectamente, pero en ese entonces lucía diferente. Con su uniforme azul de porrista y su cabello rojizo recogido en una cola de caballo de la que escapaban algunos rizos caprichosos, estaba ella.
La Scarlett Evergreen de hace 3 años.
Y yo ya no conocía a esa persona.
-Lo siento, no sabía que había alguien. -tartamudeó un muchacho de mi edad que anteriormente me había golpeado con la puerta bruscamente.
-Fue mi culpa -carraspee, saliendo de mi ensimismamiento-, estaba en el medio.
El chico dejó la pila de libros que tenía en sus brazos y se acercó a mí con la mano extendida, por lo que me tomó unos segundos asimilar que quería darme un apretón de manos. Reconocí a aquel muchacho como Derek Johnson o algo por el estilo, era el mejor amigo de Wes Allen y solía pasearse de aquí para allá con sus libros de ciencia
-Derek, ¿cierto?
Asintió con la cabeza.
-Tu debes ser Scarlett, la novia de Nick. -dijo apretando efusivamente mi mano.
-¡No! -exclamé- Soy su... tutora.
Él me miró entrecerrando los ojos, casi estudiándome.
-De historia -proseguí-. Somos amigos, además tengo... novio.
Si, apesto cuando me pongo nerviosa.
-Lo siento, es que he visto que tiene varias fotos de ti y -abrí los ojos cual lechuza y mi boca se abrió un poco-... olvídalo.
No iba a negar que me impresionara aquello, pero trabajé para ocultar los restos de sorpresa de mi rostro y me mantuve pacífica. Tal como había visto segundos antes de que Derek me abordara, Nick tenía cientas de fotos relacionadas al fútbol americano y yo solía ser una porrista así que no es extraño que salga en aquellas fotos, ¿cierto?
-Así que... ¿Historia? -preguntó el muchacho, ahora sentado en su silla de escritorio.
-Fitzpatrick me ha pedido que le ayude por que al parecer no le está yendo muy bien en la materia. -contesté, pasando mis manos una y otra vez sobre un mechón de mi cabello, como hacía cuando me ponía nerviosa.
-Este año me ha tocado con Nolan -dijo Derek, tecleando furiosamente en su notebook-, así que no podría ayudarlos ni aunque quisiera.
-¿Acaso no es el mismo programa para cada profesor?
-Pues si, pero por algún motivo se manejan con distintos materiales -contestó pasándome un grueso libro de Historia, muy diferente al que teníamos Nick y yo-, así que hay diferentes... concepciones. Es el mismo período de tiempo, pero no todos tienen la misma postura con respecto a ello y se manejan con otros autores.
Asentí con la cabeza y le devolví el libro luego de ojear unas cuantas páginas. El chico seguió tecleando en su computador y obviamente no había de qué hablar, por lo que un incómodo silencio nos invadió.
-Asi que... -comencé a decir antes de, afortunadamente, ser interrumpida.
-Volví, Rojita. Y traje tu bendita pizza.
Nick cerraba la puerta detrás de su cuerpo con una caja de pizza en una mano y una gaseosa en la otra, entonces comencé a preguntarme como había hecho para venir sin que se le cayera algo. Probablemente si es Súper pensé.
-Gracias, Capi -reí yo, tomando de su mano la caja de pizza, permitiendo así que el pobre se quitase su chaqueta-. ¡Pepperoni, mi favorito!
-Debo admitir que eso fue solo suerte -dijo en una sonrisa-. ¿Comes con nosotros, Derek? Hay suficiente para todos.
El interceptado se excusó diciendo que debía irse y que había vuelto para dejar unos libros, pero debía encontrarse con un amigo. Mientras, nosotros estábamos sentados en la alfombra color azul oscuro y comíamos con las manos. Derek se despidió y nos dejó solos a los cinco minutos, cuando iba por mi segunda porción y Nick por su tercera.
-He visto que tienes muchas fotos -dije, señalando la pizarra con mi pulgar-. ¿Son tuyas?
-Algunas de ellas -se encogió de hombros-. Tengo un álbum con fotografías que he tomado, pero aquellas son solo las que más me gustan.
-Pues, son muy buenas -contesté con una sonrisa, la cual me devolvió-. Derek ha dicho que soy tu novia, Rogers. ¿Qué cosas le dices a la gente?
-Que nos casaremos y tendremos cuatro hijos.
Me atraganté un poco con la pizza hasta que su ronca risa llegó a mis oídos e instintivamente me relajé. Joder, que no me importaría hacerlo.
-Sigue soñando, Capi.
Él me guiñó el ojo, haciendo que yo ruede los míos.
-No sabía que te gustase la fotografía. -retomé el tema anterior luego de unos minutos en silencio. A pesar de que no era un silencio incómodo, soy de esa clase de personas que necesitan llenar los espacios vacíos a cada rato.
-Desde que mi tío me regaló mi primera cámara a los 9 años ha sido un hobby mío -comentó dando un sorbo de su gaseosa-. Me las arreglé para trabajar con el diario escolar en algunas ocasiones, pero nada más que eso.
-Pues creo que debería ser más que un hobby... Realmente eres bueno.
-No lo sé -dijo rascándose la barbilla-. Lo mío siempre ha sido el fútbol, desde que pude caminar comencé a hacer deporte y... hacer otra cosa... sería extraño.
-Eso no significa que no puedas hacer ambas. -contesté yo, y me miró con una sonrisa. ¿He mencionado que su sonrisa parece salida de una propaganda de Colgate? Puede noquearte, lo digo enserio.
-¿Y que hay de ti?
-No hay mucho que decir de mí, lo mío siempre ha sido el teatro -y era verdad-. The Lunch Break Club fue algo que jamás hubiese planeado, pero yo se perfectamente que es lo que quiero en mi futuro.
-¿Y que es lo que quieres?
-Broadway -respondí autómata-. Desde que vi mi primer musical ha sido lo que quiero hacer de mi vida, pero supongo que no me molestaría pasar también por Hollywood.
A pesar de que bromeaba, Nick no río.
-Podría imaginar pagar una entrada para ver a Scarlett Evergreen en el cine.
-¿Eso crees? -pregunté incrédula entre risas.
-Absolutamente -asintió él con una sonrisa-. Solo procura agradecerme cuando recibas tu primer Oscar.
-Vuelas muy alto, Rogers. -bromeé, empujándolo un poco con el hombro.
Una vez que terminamos con aquella pizza, volvimos a agarrar aquellos libros de texto de Historia y seguimos repasando los contenidos hasta que dieron las siete de la tarde y los chicos no dejaban de llamarme para saber sino me "habían secuestrado o abducido los alienígenas". Alienígenas no, solo Nick. Una vez que me despedí del quarterback y crucé todo el campus hasta llegar a mi habitación, recibí un mensaje.
"De: Capi.
Gracias por tu ayuda, Scarlett. Estaría perdido sin ti. Para la próxima, tú pagas la pizza."
"De: Rojita.
Jamás. La pizza siempre correrá por tu cuenta, Capi. Tómalo o déjalo."
"De: Capi.
Lo tomaré, una pizza a cambio de tu compañía nunca será un mal trato."