Me sonrojé al instante de escuchar aquellas palabras... Espero que no se haya dado cuenta de que soy su nuevo vecino, creo que sería algo incómodo.
E-eh... Hyung, ¿Vives cerca o esta es tu casa? Te ví salir de aquí... —Dijo el señalando mi casa.—
Emmm... Yo... Vivo aquí... —Dije algo nervioso.—
¡Genial! ¡Yoongi Hyung es mi vecino! —Dijo Jimin muy emocionado.—
Yo sólo pensaba en la hermosa sonrisa de Jimin, la amo... Es el chico más hermoso que he visto, es muy agradable, simpático. Al parecer no tiene muchos amigos, lo cual es raro ya que el es muy tierno y dulce, empalagoso, pero no al nivel de artarse de él y que no quieras que se te acerque, empalagoso al nivel de querer abrazarlo y apretar sus mejillas...
¿Yoongi Hyung? —Dijo el mientras tocaba mi rostro sacándome de mis pensamientos.—
Eh... Sí... Vamos... —Dije mientras empezaba a caminar hacia la escuela.—
Jimin caminó junto a mí sin decir una sola palabra, el parecía feliz, de hecho siempre parece estar feliz.
Cuando llegamos a la escuela nos detuvimos en la entrada y nos miramos por unos segundos.
Tenemos que entrar Jiminnie... —Dije mientras tomaba su mano.—
E-eh sí... —Dijo el mientras esbozaba una pequeña sonrisa.—
Caminamos hasta que vimos personas, nos soltamos de la mano, nos despedimos y nos fuimos por caminos distintos.
Entré a clase, las horas pasaron como años... Sentí que las agujas del reloj se movían cada 10 minutos, yo sólo pensaba en la hora del recreo para ver a Jimin pero de repente.
¡Yoongi! ¿Por que no nos explicas cómo se llama la sílaba que tiene el acento en una palabra? —Dijo la maestra mientras se acercaba a mi mesa.—
Se llama sílaba tónica... —Dije mientras miraba con una mirada desafiante a la maestra.— esto lo dí hace dos años...
Bien, si es así porque no hace una redacción con verbos, adje- —Interrumpí a la maestra.—
¿Por qué mejor no lo hace usted? No es mi culpa saber algo desde hace un tiempo ¡¿Sabe?! —Me levanté de mi puesto.— no voy a hacer una tarea que otros no harán por saber más que ellos. ¡Piérdase! —Dije mientras me encaminaba a la puerta y salía de ahí.—
La maestra me gritó cuando abrí la puerta, pero no me detuve.
¡Min Yoongi, a la dirección! —Dijo ella enfurecida.—
Salí de ahí, tal vez muchos crean que nunca había hecho esto pero no, lo he hecho cientos de veces. No le tengo miedo a los adultos, simplemente me hago respetar...
Oh maldita sea... Tendré reporte y tal vez me expulsen, aunque no lo creo... —Dije mientras me llevaba las manos a la cabeza.—
Me dirigí a un banco que estaba al lado de la clase de Jimin, me senté ahí y me puse la gorra del suéter negro que llevaba puesto. Faltaban 15 minutos para que sonara el timbre aunque yo estaba impaciente.
Por fin sonó el timbre, el primero en salir fué Jimin, él salió y miró a todos lados, yo sólo sonreí, sabía que estaba buscándome. Hasta que me vió y se sonrojó.
¿Me estabas buscando Jiminnie? —Dije entre risas.—
Jimin inmediatamente volteó a verme, yo estaba atrás de él. El se sonrojó con aquellas palabras, sus mejillas tomaron un tono rojizo haciendo que sus ojos y sus labios resaltaran.
¡H-hey! No me asustes así... —Hizo un puchero.—
Ya... Lo siento, todo está bien. —Puse una de mis manos encima del banco indicándole a Jimin que se sentará ahí.—
De repente un chico de mi clase salió e inmediatamente se dirigió a mi.
Vaya que te metiste en problemas... —Dijo aquel chico de pelo rojizo.—
Ajá... ¿Y tú quién eres? —Dije con una mirada desafiante.—
Soy Ho- —Jimin lo interrumpió.—
Es Hoseok, un chico de tu clase. —Dijo Jimin con un tono algo sospechoso.—
Oh... Está bien —Esbocé una sonrisa.—
Y tú... Eres Yoongi... Naciste en Daegu, 1993... —Dijo el mientras se sentaba cerca de mi.—
¡¿Tu cómo sabes todo eso?! Hoseok no es por ser grosero pero... ¡¿Que rayos?! Pareces un acosador, deberías dejarlo tranquilo, es más, mira su cara, está pálido, lo estás agobiando. —Dijo Jimin mientras tomaba mi cara y ponía una de sus manos en mi frente.—
Era mi impresión o... ¿Jimin estaba celoso? Qué ternura... Me dan unas ganas de comérmelo a besos...
Jiminnie... ¿Sabes algo? —Dije haciendo un puchero.—
¿Qué? —Dijo el algo curioso.—
Eres demasiado dulce... —Sonreí.—