DOS PAÍSES Y UN AMOR

By UsenySanneh

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Ibrahim es un joven de 18 años de raíces gambianas que tiene claro que nada ni nadie cambiará su estilo de vi... More

CAPITULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18: Reencuentro.
CAPÍTULO 20: Contacto.
CAPÍTULO 21: Confusion.
CAPÍTULO 22: Bienvenido al otro lado.
CAPÍTULO 23: Noticia inesperada
CAPÍTULO 24: Maquinación.
CAPÍTULO 25: Impensado.

CAPÍTULO 19: Tiempo y distancia.

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By UsenySanneh


Los milisegundos se vuelven segundos, los segundos se vuelven minutos, los minutos se convierten en horas, las horas se transforman en días, los días crean las semanas y las semanas crean los meses. Solo quedaban dos días para que Ibrahim volviese a España. Durante las últimas semanas había aprovechado las últimas horas para relacionarse más con sus familiares llegando a tener más afinidad con ellos. Había aprovechado las horas para salir de casa y por fin animarse a ir a trabajar al campo con sus tíos, quienes aprovechaban los segundos para reírse de los pocos milisegundos que el chico necesitaba para demostrar que no estaba echo para ese trabajo.

Corrió durante minutos por la persecución de un Gankuran, un hombre disfrazado con hojas y acompañado con un hacha que daba espectáculo algunas horas de la tarde atemorizando a los jóvenes presentes. También tuvo la oportunidad de ir algunos días con su abuela junto a sus tías y sus primas a visitar a sus otros miembros de la familia en el Bolonge, una de las comarcas más grandes de Gambia, para así ampliar más su perspectiva sobre lo enorme que era su familia.
Pero no todo fue cosa de rosas, porque durante ese tiempo, no había logrado tener un trato cordial con sus dos primos Ibrahim y Mamadu, quienes aprovechaban cada segundo para provocarle mientras su padre no se encontraba en casa, pero Ibra, consciente de que ya le quedaban pocos días para volver, hacia lo posible para ignorar todas esas provocaciones.

Ibra: ¿Pero eso será dentro de dos días verdad? –Preguntó a Lamin, quien observaba como su primo ordenaba las últimas cosas en su maleta.

Lamin: Se supone que si –Se acercó para observar la maleta –Oye, si no quitas esa bamba de ahí no se te cerrara –Dijo en tono burlón.

Ibra: ¡Ya lose niño! –Exclamo sin mirarle -¿Pero es un internado en el que solo estudiareis árabe? –Volvió a preguntar.

Lamin: Si, es un internado nuevo que han abierto.

Ibra: ¿Y cuánto tiempo pasareis allí? –Levantó la vista y la desvió para observar como entraba una de sus tías en el cuarto, interrumpiendo su conversación.

Zeinab: Papa, ¿Te falta mucho para recoger tus cosas? –Se detuvo en la puerta contemplando a sus dos sobrinos.

Ibra: No, tía Zeinab –Respondió.

Zeinab: Ah vale, es tu abuela que te quiere mandar con Lamin a casa de un amigo suyo que es curandero.

Ibra frunció el ceño extrañado y miró a Lamin quien asentía a las palabras que decía su tía.

Zeinab: Bueno, cuando termines ya te lo dirá tu abuela –Se dio la vuelta y desapareció.

Ibra: Vale –Asintió y se puso de pie después de cerrar la maleta.

Ibra: ¿Curandero? –Preguntó extrañado a su primo.

Lamin: Si, cosas raras que sinceramente yo no me trago – desvió la mirada con gestos de no saber nada –Dicen que ese hombre hace maravillas –reiteró.

Ibra: Vaya, yo también he oído cosas en España... -Se acomodó la mano en la barbilla pensativo –Pero espero que no sea verdad, estas cosas me dan respeto –Se dio la vuelta y se encamino hacia la siguiente maleta.

Lamin: Pues si... -Murmuro y se detuvo a pensar en lo que hablaban anteriormente.

Lamin: La última vez que estuve en un internado estuve como dos años encerrado –Dijo después de recordar.

Ibra: ¿Cómo? ¿Dos años? –Preguntó sorprendido.

Lamin: Si, dos años –Asintió.

Ibra: Me compadezco de vosotros tío, menos mal que yo me voy –Soltó una risa forzada.

Lamin: Ya claro... Oye, ¿A qué hora has quedado con Kebba?

Kebba era un chico soninke un año mayor que Ibrahim, de piel clara y cabeza rapada, siempre andaba con una sonrisa dibujada en su rostro que mostraba aires de despreocupación.
Se conocieron en un partido de futbol que se jugaba en el vecindario. Al equipo de Kebba le faltaba un jugador, pero Ibrahim salvo esa situación animándose a jugar.
Por primera vez el chico experimento lo que era jugar al futbol sin botas, lo que ya era algo típico en Gambia. Terminaron perdiendo en el último momento, Luego de eso el chico le preguntó si era Europeo, dándole las gracias por participar, de ahí surgió una larga conversación que termino en que ambos eran fanáticos del A.C Milán. De vez en cuando iba a visitar a Ibrahim a su casa, donde se sumergían en conversaciones para conocerse el uno con el otro. Días antes Kebba le propuso de ir a Senegambia antes de su partida, ya le había enseñado otros lugares de Sukuta, pero le convenció de que Senegambia era otro nivel, chicas, fiestas... esas palabras fueron claves para convencer a Ibra.

Ibra: En un rato.

Lamin: ¿Senegambia no? Te lo pasaras bien –Se dirigió hacia la cocina dejando a este solo con su maleta.

-Sí, Claro que si... Pensó Ibrahim.

Cerró la maleta y se puso en pie para luego dirigirse a fuera, notando como poco a poco el sol iba reduciendo su intensidad y como los colores se mezclaban en el cielo formando un paisaje de cuentos, la casa estaba en completo silencio, las hojas del árbol resonaban en perfecta sintonía y la brisa del aire murmuraba en sus oídos atravesando los poros de su piel. Desvió la vista rápidamente y observó a su abuela quien también le observaba y sonreía. Supero el obstáculo de la puerta y se dirigió hacia ella, se paró en frente suyo y observó a su lado donde se encontraba su prima Khadijah, quien hacía ver que no le había visto.

Ibra: ¿Me habías llamado abuela? –Preguntó.

Abuela: No, no te he llamado Marido mío – Contestó con dudas. – ¿Que hacías dentro? – Preguntó.

Khadijah: Si que la has llamado abuela –Le recordó su nieta.

Abuela: ¿Ah si? Es verdad, que memoria la mía –negó con la cabeza y volvió a mirar a su nieto – Tengo un amigo que te puede ayudar a que no te pase nada en el viaje de vuelta –Le confesó.

El chico miró confundido a su abuela y de reojo observó a su prima quien también le miraba disimuladamente.

Ibra: Ah vale –Logró decir después de digerir todo.

Abuela: Es muy buen amigo mío, y créeme que te ayudará mucho.

Ibra: Gracias –asintió.

Abuela: ¿verdad que la casa está más tranquila sin mucha gente?

Hecho un vistazo a su alrededor y miró de nuevo a su nieto quien también hecho un vistazo rápido

Abuela: ¿Nos echarás de menos? – Preguntó con una sonrisa apagada.

Ibra: Si - Contestó con dificultad.

Se apenó por la voz apagada de su abuela quien la había tratado muy bien durante su estancia, cuidando de él y mimándole como el que fuera más, en este periodo corto de tiempo se había dado cuenta de que en realidad había empezado a coger cariño a sus familiares y a Gambia en general.

Abuela: Ahora ya podré morir tranquila, por fin he visto a mi nieto – Se le dibujo una gran sonrisa.

Su nieta Khadijah sonrió y observó a Ibrahim, a quien se le escapó una pequeña sonrisa que no pudo contener.

Ibra: Todavía te falta ver a Fátima–Logro decir un rato después, logrando sorprender a su prima.

Abuela: Es verdad mi niña Fátima, entonces todavía no puedo morir – Se río.

Ibra: Dentro de un rato iré a Senegambia con kebbah.

Abuela: ¿Quien es Kebbah? –Preguntó extrañada.

Khadija: El Kebbah Drammeh, hijo de Basiru Drammeh.

Abuela: Ah si, Basiru... –Respondió con dudas.

Su nieta la miró con un rostro preocupado ya que no entendía estos vacíos mentales que a veces le cogían, se levantó y la aviso de que iba a recoger agua en la fuente antes de que se hiciera de noche, a lo que su abuela asintió y llamo a uno de sus nietos pequeños que estaba cerca para jugar con el. Ibrahim se volvió para su habitación a prepararse. Una gran noche se asomaba para el en Senegambia.

(POV España)

La familia Camara había recibido una visita inesperada en los últimos días, Hawa, la sobrina de Ñuma, había aparecido en el portal de los Jammeh sin previo aviso, y siendo recibida como una princesa, todo esto a pocos días para que diera comienzo el ramadán. Ñuma se lo tomo como un milagro, ya que pensó en que la querida hija de su prima le seria de más ayuda que Fátima, quien últimamente no dejaba de salir y de volver hasta las tantas. Hawa tenía la misma edad que Ibrahim, pero era meses mayor que él, aun así mantenían un fuerte vínculo estando a más de dos cientos kilómetros de distancia, puesto que ella vivía en Lérida, una ciudad de Catalunya donde el Catalán se pronunciaba de manera distinta, y por eso su primo se burlaba siempre de ese acento, ya que según él su catalán parecía muy forzado.

La recién llegada miró la hora desde su móvil.

– ¿Tanto tarda para ir al súper? –Pensó Hawa mientras esperaba a su prima Fátima, quien le había dicho diez minutos antes que bajaría en un minuto. Se acomodó los pantalones y bajo los escalones de su piso, asomándose al espejo del bar que estaba al lado del portal que reflejaba el chándal Nike de color negro que le había regalado su novio recientemente, lo que combinaba con sus bambas Nike de color rojo y el pañuelo rojo que se había atado ella misma en la frente. Se tocó el pelo delicadamente para no estropear la forma en la que lo había dejado su tía. Observo su móvil y sonrió instantáneamente al ver un mensaje que le había llegado.

CHAT DE WHATSAPP.

Ibra: Pues me alegro que estés más tranquila sin mis burlas sobre tu catalán –Escribió Ibrahim.

Hawa: Que pena que vuelvas en dos días –Respondió ella.

Ibra: Lose, esta noche me voy para Senegambia de fiesta –Envió una nota de voz segundos después.

Ella sonrió de la envidia.

Un cosquilleo surgió de la nada en la parte superior de su cadera, lo que hizo que se volteara rápidamente y contemplara como su prima se reía sin parar, negó con la cabeza y se volvió a girar avanzando hacia delante.

Fátima: Pero que no te piques tata –Le rogo entre risas.

Hawa: ¿Tu madre te matara lo sabes no?

Fátima: No, porque tú me defenderás –Inclino su rostro para verla.

Su prima la miró a través de sus gafas y sonrió.

Hawa: Le diré, Tía Ñuma el súper ha cerrado porque tu hija se maquillaba –Se le escapó una carcajada fuerte que hizo que Fátima mirara hacia los lados.

Fátima: No te rías así –Abrió los ojos como platos –Que vergüenza –Añadió.

Hawa miró su móvil y vio el mensaje de Ibrahim.

-¿Visto? –Había escrito Ibrahim.

Volvió a soltar otra carcajada fuerte que obligo a su prima a caminar más rápido para no estar cerca de ella.

Mientras tanto Ñuma se encontraba en casa de una amiga hablando sobre el ramadán, el mes más sagrado para la creencia musulmana. Se dice que este mes tiene un peso muy importante en el islamismo siendo así uno de los cinco pilares de la fe musulmana, es un mes en el que los practicantes ayunan diariamente durante un mes. Desde que sale y hasta que se pone el sol, no se puede comer, tomar agua, tener sexo ni fumar. Junto a todo eso, el practicante debe estar en contacto con dios y consigo mismo, tomando así conciencia de lo mal que lo pasan las personas que viven sin poder alimentarse.
Es un mes de autorreflexión, que también sirve para que la persona limpie su mente y alma, pero lo especial llega cuando se rompe el ayuno, donde compartes comida con todos tus miembros de la familia.
La amiga de Ñuma cambio repentinamente la conversación que mantenían sobre el ramadán, sintiendo curiosidad por la situación de su hijo Ibrahim.

Gundo: ¿Ya has controlado la situación de Ibrahim? –Preguntó balanceando al niño que tenía en brazos.

Su amiga la contemplo sentada en la silla que tenía a pocos centímetros de distancia, sujetando a su hijo pequeño y mimándolo para que se durmiera. Dudo un momento de lo que iba decir, en realidad sabía que el chico no volvería, pero pensaba en lo que llegaría a ser capaz de hacer si se enterase de que en realidad se quedaría durante más tiempo. Logró asentir mientras la observaba.

Ñuma: Si, su tío me ha dicho que de aquí nada empezara las clases de inglés.

Gundo: Uff, ahora podrás descansar eh –Sonrió de manera afable mientras balanceaba a su hijo.

Ñuma sonrió y miró sus brazos.

Ñuma: Lo mismo no puedo decir de ti, acabaras con los brazos marcados.

Gundo: Este niño me tiene cansada ya... -Se levantó para ir a dejarlo en la cama.

La invitada observo como se levantaba y llevaba al niño hacia la habitación, respiro profundamente y empezó a pensar sobre su hijo y la situación. Un largo silencio invadió su mente, con la vista perdida hacia un punto de la puerta de donde había cruzado su amiga, un pestañeo le hizo volver en si para acomodarse y seguir pensando.

Calles más adelante, Hawa y su prima se encontraban en la cola del cajero para pagar, luego de haberse pasado un buen rato dando vueltas por culpa de las indecisiones de Fátima, que no tenía claro lo que su madre le había mandado. Harta de esa situación, Hawa cogió lo que a ella le parecía más lógico y asumió el riesgo de lo que su tía vaya a decir. Miró su móvil para volver a mirar la hora, pensando en la hora que daba comienzo un programa de Telecinco que la tenía enganchada, se volteo para ver como Fátima jugaba con el carro lleno de comida, negó con la cabeza y volvió a mirar hacia delante y desbloqueo de nuevo la pantalla del móvil.

La persona que se encontraba enfrente suyo avanzo unos pasos, lo que la obligo a bloquear la pantalla y voltearse para darle un toque de atención a su prima, pero se detuvo al alzar la vista y percatarse de una figura que se mantenía a la lejanía de la cola, inclino un poco su cara para ver mejor a esa persona, pero se cruzó con su mirada y desvió la vista rápidamente, volviendo a mirar a la persona que tenía delante. Ya fuera, la chica seguía con la duda de la persona que había visto, esa cara no le era familiar y no le sonaba de nada, dejo las bolsas en el suelo y se detuvo un momento a descansar acomodándose en un banco que había ahí cerca.

Hawa: Esto pesa, déjame descansar –Murmuro.

Fátima: Pero si ya estamos llegando –Dejo las bolsas.

Hawa: Pues llévalas tú y vienes a buscar las mías –Dijo con un tono chulesco.

Su prima la ignoro y volteo la cara para ver los alrededores , de pronto se sobresaltó y se giró de golpe para observar la persona que Hawa había estado observando detenidamente, era Aliyah, iba cubierta con un atuendo azul que conjuntaba con su velo que también era de color azul, cargaba también una bolsa menos pesada que el de las dos chicas mientras caminaba a paso lento y observaba como Fátima se le acercaba.
Desde la lejanía, Hawa observaba como conservaban y como su prima hablaba con aquella chica con total naturalidad, aunque veía que la otra chica se sentía un poco incomoda mirando de vez en cuando a su alrededor, como si le tuviera miedo a algo, se preguntó de que estarían hablando y se levantó para volver a coger las bolsas. Fátima se dio la vuelta con una gran sonrisa y volvió hacia donde su prima, quien ya había cogido las bolsas y la esperaba.

Aliyah prosiguió su camino y miró durante unos segundos a Hawa.

Hawa: ¿Quién es? –Preguntó con curiosidad. –No me suena de nada –Añadió.

Fátima: Es Aliyah –Cogió las bolsas.

Hawa: ¿Cómo? –Se paralizo durante unos segundos.

Fátima: Si –La miró extrañada.

Hawa: Ósea, ¿ella es la chica de la que me habéis hablado tú y tu hermano? ¿Del lio que se montó no? –Preguntó incrédula.

Fátima: Si, es ella –Dijo con un tono bajo –Se nota que lo está pasando mal con papa Suaibo, puede que le mola Tata Ibra en realidad.

Hawa: Vaya... sí que es guapa si... -Miró la pantalla de su móvil y vio el mensaje de su primo que decía "¿Visto?"

Fátima: Encima es muy buena chica.

Hawa frunció el entrecejo y dejo las bolsas en el suelo de nuevo, miró a su prima y respiro profundamente.

Hawa: Ahora vengo un momento ¿vale?

Fatima: ¿Dónde vas? –Preguntó extrañada.

Hawa: Voy a darle una sorpresa a Ibra –Volvió a sacar el móvil.

Empezó a correr poco a poco para alcanzar a Aliyah quien se alejaba poco a poco, pero esa distancia se iba acortando cada vez más por los largos  pasos que Hawa daba. A su vez la distancia entre Aliyah y Ibrahim parecía que pronto iba terminar...

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