Par De Opuestos -EN PROCESO-

By MoonKaos

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Quiero creer que tengo un buen uso del instrumento, pero realmente no me puedo engañar a mi misma. Soy un des... More

Par De Opuestos
• P R Ó L O G O •
• A D V E R T E N C I A S •
• D E D I C A T O R I A •
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco

Capítulo Seis

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By MoonKaos

Capítulo Seis.

Una respuesta cordial, y una verdad que debía ser dicha.

Yo todavía no razonaba bien del todo. Semifusa era una muestra internacional que, cada año, elegía un país anfitrión para ser la sede de la muestra. También había una competencia en la que participaban los músicos y coros más importantes de dichos países, que era el centro de atención y mayor número, y lo hacía una atracción muy llamativa para los aficionados y expertos de la música. Era algo así como un mundial por la cantidad de atención de los medios y de la gente que asistía. Se reproducía por todos los medios digitales y no digitales conocidos, con la esperanza de que todo el mundo pueda disfrutarlo, porque valía la pena.

Mierda, mierda, mierda. Sentía que el centro del universo se centraba en mi pecho por la presión que ahí albergaba. En otras palabras, estaba extasiada de la felicidad.

No sabría decir quién estaba más entusiasmado en ese momento, si Owen o yo.

Él estaba completamente excitado porque su academia podría ser reconocida a nivel mundial gracias a la muestra. Yo, por otro lado, estaba que me cagaba de los nervios, porque según él me había explicado, yo debía tocar, como una más de sus alumnos. Las academias participantes eran limitadas en número, y tenían la posibilidad de mostrar cuatro números cada una, siendo calificados en distintas áreas.

Después de que nos calmamos y respiramos con normalidad, llamamos gritando a Clara. La excitación crecía en nuestros cuerpos y se transmitía a través de la energía positiva que flotaba sobre nosotros. La ya antes mencionada subió rápidamente las escaleras, podíamos escuchar sus pasos.

-¿¡Qué pasó!? ¿¡Están bien!? ¿¡Les duele algo!?

Corrió hacia Owen y le miró los ojos, los brazos, y el pecho, pero él sólo reía.

-Estoy bien, Clara. Quiero que leas esto.

Le extendió el papel y la dichosa comenzó a leer murmurando. Todas las expresiones habidas y por haber pasaron por su cara. Esperábamos con ansias su reacción.

-¡Hay un baile después de la presentación!

Fruncí el ceño y miré a Owen. Después volví a mirar a Clara. Sospechosa, levanté la mano hacia ella y le saqué el papel de la mano despacio. Miré extraña la carta sobre mis dedos.

-¿Te di la hoja correspondiente?

No entendía porqué estaba tan emocionada por un baile, sabiendo que la academia iba a participar en tremenda competencia. Owen la miró atónito.

-De todo lo que leíste, que quedamos seleccionados para una muestra internacional, que vamos a tener que viajar a Capital, que vamos a ser reconocidos mundialmente, lo que más te emociona, ¿es que va a haber un baile? ¿Entendí bien?

Yo estaba expectante ante su respuesta porque tenía la misma duda.

-¡Sí!

Bueno, hay que aceptarlo. Me asusté con el grito que salió de su boca y di un pequeño salto en la butaca en la que estaba sentada.

-¿Saben lo que eso significa?

-¿Que vamos a tener que bailar?

Me pegó en la parte de atrás de la cabeza, riendo.

-Que aparte de mostrar sus habilidades con el piano, van a ser el centro de atención si ganan la suma de dinero que ahí propone.

Bueno, tiene un punto, la comprendo, pero

-¿Y?

Se ve que Owen no lo entiende.

-El dinero que les van a dar de premio no nace de los árboles, Owen. Sale de inversionistas que están ahogados en bienes y fortunas. Se limpian el culo cada vez que van al baño con billetes de mil. Hay que darles una buena impresión.

Asentí estando de acuerdo con Clara, aunque me vi tentada en decir cuida esa boca, Clara.

-¿Cómo le damos una buena impresión, aparte de saber cómo tocar el piano? -Pregunté. Nunca se me cruzó por la cabeza estar pasando algo como esto, denme un poco de crédito.

-Con los trajes y los modales.

-Todas las personas que va a haber ahí son superficiales. ¿Creés que van a fijarse en los modales? Con un buen traje caro ya los tendríamos que tener comiendo de la mano. –Alcé las cejas para demostrar que él tenía un punto.

-No, Owen -salimos del salón y comenzamos a bajar las escaleras en dirección a la cocina. Owen tenía su brazo entrelazado con el mío, y con cuidado bajamos escalón por escalón. Era la primera vez que aceptaba mi ayuda sin reprochar antes-. Todas esas personas son de clase alta. Pueden ser las personas más falsas y prepotentes del mundo, pero saben distinguir a personas educadas de personas como ustedes.

Reí.

-¿Qué personas somos nosotros?

-Clase trabajadora, mi cielo –abrió los ojos en mi dirección en el último escalón para hacer más fuerte su punto-. No nos sirvieron nunca nada en bandeja de plata, o al menos a vos –rió en dirección a Owen-. Tenemos carácter fuerte porque así nos ganamos la vida, sin que nadie nos pisotee. Con estas personas no es así, al contario. Hay que mostrar respeto e incluso ser un poco sumiso.

Llegamos a la cocina y nos sentamos en la isla. Clara comenzó a hacer cafés para los tres. No me gustaba para nada esa idea, incluso me incomodaba. ¿Y después qué? Si es que llegamos a ganar el dinero, no nos lo van a quitar solo porque no usamos el vocabulario adecuado para pronunciar de qué carne estaba hecha el canapé que nos iban a servir. Le hablé de eso a Clara.

-Ay, Gala. No quiero usar la referencia de que las rubias son huecas, pero vos estás haciendo honor a esa construcción social –la miré mal mientras Owen reía a mi lado-. Si, ganan el premio, los felicito. ¿Pero ahora, qué es lo que sigue?

-La publicidad. –Susurró Owen.

-¡Exacto! –Nos sirvió el líquido correspondiente a cada uno en nuestras tazas y se sentó frente a mí- Ellos no van a hacer tanta divulgación de alguien que les cae mal o no les hace quedar bien frente a la prensa. Tendrán dinero, pero no son idiotas, de eso tenés que estar segura y, sobre todo, tener cuidado. No quiero meter a todos en la misma bolsa, pero si están tan alto, es porque pisotearon a varios para estar sobre ellos.

Suspiré y miré la carta que tenía entre mis manos. Poniéndolo en esa perspectiva, era todo muy complicado.

Desdoblé el papel y leí.

-Acá no dice ninguna fecha –avisé-. Vamos a tener que enviar la respuesta afirmativa para que ellos te la manden, supongo.

Owen asintió comprendiendo, y Clara revolvió su café. Owen al escuchar el repiqueteo del vidrio con el metal, buscó la que le correspondía, pero no encontraba, y, con un poco de confianza después de que aceptara mi brazo para bajar la escalera, agarré su mano y la puse delicadamente sobre la cerámica. Esperé con la mirada gacha su regaño, pero en vez de eso, agarró mi mano que aún estaba sobre la suya y le dio un leve apretón.

-Gracias.

Me sorprendí tanto como Clara. Nos miramos con los ojos bien abiertos y ella no pudo esconder la radiante sonrisa que florecía en su cara. Levantó los brazos al cielo en señal de victoria y se levantó de su lugar para salir con paso apurado hacia el living, porque habían tocado la puerta.

Mi mano todavía estaba siendo acunada por la de Owen, y creo que él se dió cuenta en ese instante, porque se puso algo colorado, y sacó la mano del lugar.

Yo con una pequeña sonrisa en la cara gracias a su agradecimiento, empezamos a tomar el café, en silencio, pero sólo pudimos dale dos tragos a la taza porque dos personas irrumpieron en la cocina.

-¡Hola, chicos!

Matthew se acercó a nosotros, e inmediatamente, Owen sonrió. El recién llegado saludó a Owen con una palmada en la espalda que casi le hace escupir el café, y a mí me saludó con un beso en la mejilla.

-¿Cómo están?

Al hacer esa pregunta, Owen y yo comenzamos a saturarlo con la información que nos había llegado en la carta.

-¿Tienen que viajar a Capital? -Asentimos- ¿Cuándo?

-No sabemos -me encogí de hombros-. Primero tenemos que mandarle la respuesta.

-¿¡Y qué mierda hacen sentados tomando café!?

Nunca me levanté tan rápido en mi vida. Agarré el abrigo del perchero y la cartera. También le pedí a Clara que me acompañe, porque no sabía dónde había un lugar donde vendieran sobres para carta, plumas y papeles.

Si queríamos dar una buena impresión, íbamos a darla de la mejor manera, con una carta bien hecha, tal como me dijo Clara en camino al lugar.

Al llegar a la casa, después de 15 minutos, los cuatro nos dirigimos a la mesa principal. Yo con los papeles y la pluma al frente, Owen y Matthew a mis costados y Clara ni siquiera había podido sentarse de lo hiperactiva que estaba. Caminaba de un lado a otro en el salón, limpiándose las manos en el delantal.

-Bueno, ¿cómo empiezo?

Todos me miraron. Incluso Owen.

-Escribí que vendemos monos. Y que el que tenemos pensado mandarles quiere tocar el violín.

Rodé los ojos.

-Tenés que usar un lenguaje apropiado. Como si hablaras con alguien al que quieres impresionar.

Asentí estando de acuerdo con Clara.

-Pero no hay que excedernos. Ellos hablan así, pero saben a qué clase social pertenecemos. Hay que ser cordiales, pero no tanto para que no piensen que nos estamos burlando de ellos.

Podría decir que escribir esa carta fue fácil, usar las palabras correctas y tener una caligrafía, ortografía y gramática impecables era pan comido, pero les estaría mintiendo en la cara.

Lo único que quiero que sepan sobre mi es que mi profesora de lengua de bachillerato me odiaba.

Después de tener que ir a comprar siete láminas más de papel y mirar con dolor el mostrador donde dejaba el dinero por lo caro que era, a la carta la terminó escribiendo Matthew.

-¿Cómo podemos finalizarla?

-Con un saludo, dah.

Owen pegó su mano contra su frente y Matthew me pegó una colleja sonriendo. Comenzó a leer toda la carta.

-"Organizadores de Semifusa: nos alegró mucho recibir su invitación, y tienen nuestra respuesta afirmativa para asistir. Esperamos ansiosos la llegada de los datos del concurso. Gracias por tenernos en cuenta..."

Sí, habíamos estado noventa minutos para escribir esos pocos renglones.

-Podríamos poner tu nombre al final, Owen.

Él negó.

-La academia ya no es sólo mía, Gala. Ahora vos das clases acá también. Deberíamos ponerle un nombre a la escuela, para que ganemos protagonismo todos juntos y como equipo.

Sólo con el simple hecho de que me tenga en cuenta mi corazón latió desbocado. Una sonrisa que sabía que no iba a irse por un buen rato nació desde lo más profundo de mi ser.

No sabía realmente por qué Owen me estaba haciendo sentir tan bien.

-Estoy de acuerdo con vos, Owen. ¿Qué nombre podemos ponerle?

Pensamos un buen rato, descartando rápidamente varios nombres:

Apolo.

MusicLand.

DreamSound.

Dios, eran cada vez eran peores. Yo ya había perdido la esperanza en MusicLand.

-En serio, piensen chicos. Tiene que ser algo que nos caracteriza, que piensen en nuestro nombre y al mismo tiempo piensen en nosotros.

-¿Qué es algo que nos caracteriza?

Owen levantó la mano.

-¿Ustedes son idiotas? Soy ciego, nietos de Einstein.

-No, no... quiero decir que algún valor tiene que haber entre nosotros.

-La esperanza está en todos, Gala. Es el valor que todos compartimos.

Miré a Clara. La cabeza me iba a mil.

-¿El sonido de la esperanza?

-Eso es muy de iglesia, Gala.

-Bien, la esperanza está descartada, al igual que ciego.

Todos nos quedamos callados.

Después de una hora buscando en Google y en los pocos libros que Owen tenía en la casa, a Clara se le prendió el foco sobre su cabeza.

-¡Tengo el nombre!

Después de estar de acuerdo con ese nombre, lo colocamos al final de la carta, doblamos cuidadosamente el papel y lo pusimos dentro del sobre que costaba más que un libro de tapa dura.

Al doblar la lengüeta con cuidado y pegarla con extrema delicadeza, todos suspiramos.

-¿Y ahora?

-Hay que ir al correo.

-¿Todavía existen?

Otra colleja más para el recuerdo.

Todos agarramos nuestros abrigos, y me quedé última en la puerta, viendo salir a Matthew y a Clara con el sobre, pero no a Owen. Él seguía sentado en la mesa, con la cabeza gacha.

Clara se dio cuenta de que no los seguía, pero con la mirada le indiqué que siguiera. Yo me quedaría con él. Asintió y me sonrió antes de irse con Matthew.

Yo de nuevo dejé el abrigo en el perchero y sin hacer ruido me senté al lado de Owen.

-Me encanta tu perfume, Gala.

Le agradecí. No le dije que en realidad me lo había puesto para él.

-¿Por qué no vas con nosotros al correo? No queda tan lejos.

Él se apoyó en el respaldo de la silla, queriendo que haya más distancia entre nosotros.

-No me gusta salir afuera –me vi tentada a decir y sí, no vas a salir adentro, pero me contuve-. Me doy cuenta de que las personas me miran raro. Soy raro para ellos. Estoy enfermo, y ellos eso no lo pueden entender. Todo lo que las personas no entienden lo marginan, lo excluyen, lo tratan de forma distinta solo por no saber cómo tratarlo, cuando la realidad es que soy tan humano como ellos y no necesito ningún trato especial.

No estaba de acuerdo ni con su afirmación ni lo que en ese momento estaba por salir de mis labios, así que miré el piso.

-Tuviste un ACV hace un tiempo, ¿no?

Él pareció algo sorprendido.

-¿Cómo...?

-Las pastillas que Clara te da con tanta puntualidad, supongo que son para prevenir la encefalitis o la meningitis, todavía no estoy segura, tendría que leer la descripción del medicamento –apreté la mandíbula al ver cómo se tensaba, pero la estupefacción no salía de su rostro-. Aparte de los evidentes espasmos en un costado de tu cuerpo. Y también

-Ah, ¿todavía tenés más? Te encantó observarme todo este tiempo y tratar de descifrarme, ¿no? –Parecía irritado e incómodo. Era la primera vez que lo veía así. Empezó a hablar más bajo- Es obvio que sos igual al resto, Gala.

Se levantó de la silla arrastrando la madera por el piso y haciendo un ruido horrible por el cual arrugué la nariz.

-Mi papá es médico y está en la unidad de diagnósticos. Algo aprendo, Owen. Y no, no soy igual al resto, porque si no, tranquilamente puedo tratarte de forma distinta y darte un trato especial, algo que supuestamente aborrec

-¡Lo aborrezco, Gala! ¡Con lo poco que me queda de alma, lo odio! ¡Y si no te quedó claro, a vos también te estoy odiando en estos momentos!

Me dolía el estómago al tenerlo frente a mi, con su figura imponente gritándome de esa forma.

Inspiró hondo cuando se dio cuenta de que yo no iba a volver a replicarle, y apreté la mandíbula cuando se dio la vuelta para dirigirse a las escaleras hacia, supongo, su habitación. Estaba en los primeros escalones cuando hablé.

-Lo otro por lo que noté que habías sufrido un accidente cerebro vascular, fue por tu poco tacto al hablar con las personas, y al expresar lo que pensás. Yo había intentado convencerme de que esto no era tan grave en tu caso, pero al parecer me equivoqué. Gran error de mi parte, idealizarme a alguien –empezó a subir las escaleras, pero ya me había cansado de callarme-. Avísame si querés que te lleve las pastillas o te ayude a ir al baño.

Se quedó estático, congelado en el lugar y tensó los músculos de la espalda apretando el barandal con su mano izquierda. No me arrepentí de lo que dije, entonces agarré mi abrigo del perchero y, con él todavía en las escaleras, salí de la casa dando un portazo, y me senté en las escalinatas de la entrada como buena orgullosa.

La primera en doblar por la esquina fue Clara, y frunció el ceño al verme sentada afuera. Di vuelta la cara porque todavía sentía las mejillas calientes de la bronca que me había echado con Owen, y de seguro las tenía coloradas. Llegó a mi lado junto con Matthew y quedaron parados al frente de mi.

-La carta ya fue enviada, ahora nos queda esperar.

Suspiré.

-Esa es la peor parte.

Clara rió asintiendo y subió las escalinatas hasta desaparecer por la puerta de entrada. Miré mis zapatillas cuando el chico se sentó a mi lado. Tragué duro, tenía un nudo en la garganta que me impedía hablar bien, y creo que él se dio cuenta.

-¿Está todo bien?

Siempre dije que mi observación era un don, pero ahora que me encuentro a alguien tan detallista como yo, entiendo lo que las personas sienten al estar y convivir conmigo. Es incómodo que alguien te sepa leer y te desdoble tan fácilmente. Cerré los ojos y quise desaparecer.

-¿Te parezco como alguien que está bien?

-¿Qué persona está bien realmente?

Eso me sacó una sonrisa y lo miré haciendo puchero.

-Por favor, no filosofemos que me duele la cabeza.

Poco a poco, en nuestra pequeña charla, me olvidé del nudo de la garganta y del mal rato que había pasado hacía unos minutos. Nos quedamos ahí afuera, sentados mirando a la poca gente que circulaba por las veredas y a los autos pasar.

En un momento determinado, llamó mi atención con un suave codazo.

-Acordate que tengo una sorpresa para vos, eh.

Y con ese simple comentario, volví a sonreír.

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